miércoles, 1 de abril de 2020

Jesús ingresa a Jerusalén

Domingo de Ramos, ciclo A
Is 50,4-7  -  Fil 2,6-11  -  Mt 21,1-11  -  Mt 26,14-27,66

   Sigamos caminando con Jesús, para hacer realidad entre nosotros:
*Una Iglesia pobre entre los pobres, solidaria y compasiva:
Benditos los que vienen en nombre del Señor a dar vida al necesitado.
*Una Iglesia profética que: renunciadenunciay anuncia

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
   Los judíos, año tras año, celebran la fiesta de la Pascua (Ex 12),
recordando la liberación de su pueblo de la esclavitud de Egipto.
Siglos después, Egipto es reemplazado por Roma y, desde entonces,
celebran la Pascua pero como extranjeros en su propia tierra.
   Jesús es consciente de que al ir a Jerusalén, va a padecer y a morir.
Mientras camina, enseña a las personas que le acompañan… y sana,
por ejemplo, a dos ciegos marginados de Jericó que le suplican:
Señor, que se nos abran los ojos. Jesús se compadece, toca sus ojos 
y, al instante, ambos recobran la vista y siguen a Jesús (Mt 20,29ss).
¿Qué nos impide: enseñar, dar vida y seguir al Profeta de Nazaret?
   Jesús ingresa a Jerusalén, no como los poderosos que oprimen,
sino montado en un burrito prestado, el animal de los pobres.
Sobre los mantos, practiquemos lo que dice Dios: Si tomas en prenda
el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes del anochecer;
es lo único que tiene para protegerse del frío (Ex 22,25s; cf. Mc 14,51s).
   Al verle, la gente grita: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Benditos los cristianos y las personas de buena voluntad que vienen:
a sanar a los enfermos, a defender a las víctimas de la violencia,
a comprometerse con los que reclaman: tierra, techo y trabajo.
   En Jerusalén, Jesús inicia la última etapa de su vida terrenal,
son días de: silencio y alegría, odio y amor, traición y perdón,
violencia y esperanza, desprecio y victoria, muerte y resurrección.
   Hoy, hace falta dar testimonio de Jesús, como hacen Pedro y Juan:
Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído (Hch 4,19s).

¿Quién es éste? Es Jesús, el Profeta de Nazaret
   Cuando los fariseos preguntan al joven que nació ciego:
¿Qué dices del que te abrió los ojos?... él responde: Es un Profeta.
Luego añade: Dios escucha a los que hacen su voluntad…
Si este Jesús no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada (Jn 9).
   Jesús al entrar a Jerusalén, los vecinos preguntan: ¿Quién es éste?
La gente sencilla que le sigue contesta: Es el Profeta de Nazaret.
   *Jesús es el Profeta que “renuncia” a toda clase de poder:
Nace pobre entre los pobres, en un establo de animales.
Desde niño es perseguido por las autoridades que buscan matarle.
Conoce el hambre, la sed, el cansancio y el no tener casa propia.
Se solidariza con los marginados, los despreciados, las prostitutas,
los pecadores… hasta entregar su propia vida por amor (Jn 15,13).
   *Jesús es el Profeta que “denuncia” la hipocresía de ayer y hoy:
Cuando ayuden al necesitado, no lo publiquen a los cuatro vientos,
como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles
para que la gente los alaben. Les aseguro que ya recibieron su paga.
Cuando oren, no sean como los hipócritas, que les gusta orar de pie
en las sinagogas y en las plazas para que la gente los vea.
Les aseguro que ya recibieron su recompensa.
Cuando ayunen no pongan cara triste como los hipócritas,
que desfiguran su rostro para que la gente vea que están ayunando.
Les aseguro que ya recibieron su premio (Mt 6,1ss; cf. Mt 23).
   *Jesús es el Profeta que tiene autoridad moral para “anunciar”:
Felices los pobres… los que lloran… los desposeídos…
los que tienen hambre y sed de justicia… los misericordiosos…
los limpios de corazón… los que trabajan por la paz…
los perseguidos por causa de la justicia…
porque de ellos es el Reino de los cielos (Mt 5,1ss;  cf. Lc 6,20ss).
   Como hace Jesús, debemos anunciar que el Reino de Dios es:
amor y vida,  santidad y gracia, verdad y libertad, justicia y paz.
   En el Mensaje para la XXXV Jornada Mundial de la Juventud,
Francisco dice: Si sienten dentro la conmovedora ternura de Dios
por cada criatura viviente, especialmente por el hermano hambriento,
sediento, enfermo, desnudo, encarcelado, entonces pueden acercarse
como Él, tocar como Él, y transmitir su vida a tus amigos que están
muertos por dentro, sufren o han perdido la fe y esperanza.
J. Castillo A.

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