jueves, 30 de agosto de 2018

"La Tradición" y "las tradiciones"

22º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Deut 4,1-8  -  Stgo 1,17-27  -  Mc 7,1-23

   En la Iglesia, la “Tradición” radica en las enseñanzas de Jesús,
porque solo Él: -es el Camino que nos conduce a Dios,
-es la Verdad que nos hace libres,
-es la Vida que nos colma de alegría (cf. Plegaria eucarística V/b).
   También hay en la Iglesia “tradiciones y costumbres”, como son:
los ritos, el lenguaje, la manera de vestir, los títulos, el poder, etc.
que pueden ser cambiadas en cualquier momento.

Tus discípulos no respetan nuestras tradiciones
*Mc 7,1-5: Mientras Jesús sigue enseñando a sus seguidores,
se acercan algunos fariseos, y escribas que han venido de Jerusalén.
Éstos “especialistas” al ver que algunos de los discípulos de Jesús
comen sin lavarse las manos, se escandalizan y preguntan:
¿Por qué tus discípulos no siguen las tradiciones de los mayores?
   La observancia de “la pureza” (en este caso, lavarse las manos),
era un camino que conducía hacia Dios, fuente de paz.
Pero, en vez de paz era una fuente de esclavitud y desprecio,
toda vez que se trataba de practicar unas 630 normas. Por ello,
los pobres que no lo hacían eran considerados malditos (Jn 7,49).

¿Por qué descuidamos la Palabra de Dios?
*Mc 7,6-13: Jesús apoyado en la verdadera tradición, responde:
Este pueblo me glorifica con los labios,
pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan es inútil,
y la doctrina que enseñan son preceptos humanos (Is 29,13).
   Este problema sigue vigente, pues hay creyentes esclavizados
por el “cumplo-y-miento” de costumbres y tradiciones humanas;
sin dar al Evangelio -anunciado por Jesús- su verdadera importancia
Actuando así, dejan de lado el amor a Dios: Padre nuestro
y el amor al prójimo necesitado: Danos hoy el pan de cada día
No olvidemos que la verdadera religión está ligada a la justicia:
cuidar a los huérfanos y viudas en sus necesidades (2ª lectura).

La verdadera pureza
*Mc 7,14-23: En esa época, si un hijo da -como ofrenda sagrada-
una propiedad o cierta cantidad de dinero, ya no está obligado
a ayudar a sus padres (pensemos si son ancianos o están enfermos).
Actuando así, anulan la voluntad de Dios, para practicar tradiciones
que solo benefician a los funcionarios del templo de Jerusalén.
   Este comportamiento lo vemos también, hoy, entre nosotros. 
-Hay hijos/as que abandonan a sus padres, y solo se acuerdan de ellos
cuando han fallecido para darles un entierro de primera clase
-Otros/as obligan a sus padres ancianos a trabajar, o a mendigar
-Y no faltan hijos/as, cuyos padres viven pobres y aislados
Actuando así, ¿esos hijos cumplen el cuarto mandamiento de la Ley,
donde Dios nos dice: Honra a tu padre y a tu madre? (Ex 20,12).
   Lo anterior nos permite examinar ciertas costumbres y tradiciones:
*Hay fiestas patronales que empiezan con una “Misa solemne”.
Sin embargo, lo que sigue: ¿tiene relación con la Cena del Señor?
¿Por qué se da más importancia a los disfraces, músicos, licores…?
Al respecto, el apóstol Pablo nos sigue reprochando cuando dice:
Mientras unos pasan hambre, otros están borrachos (1Cor 11,21).
*Hay devotos preocupados por adornar las imágenes materiales,
y se olvidan de los pobres que son verdaderas imágenes de Dios:
Ante los casos de necesidad, no se debe dar preferencia:
a los adornos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino;
al contrario, podría ser obligatorio vender estos bienes para dar:
pan, bebida, vestido y casa a quien carece de ello (SRS, 1987, nº 31).
*Hay también primeras comuniones y matrimonios religiosos,
donde los adornos, vestidos, locales… sirven para quedar bien;
pero ¿hasta cuándo los pobres lázaros seguirán siendo excluidos,
mientras ciertos ricos tienen banquetes todos los días? (Lc 16,19ss).
   Volviendo al tema de lo puro e impuro, Jesús dice lo siguiente:
Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre, porque
del interior de su corazón salen: malos propósitos, fornicaciones,
robos, asesinatos, adulterios, injusticias, maldades, engaños, vicios, 
envidia, difamación, orgullo, falta de juicio… Todas estas maldades
salen del interior y hacen al hombre y a la mujer impuros.
   Lo que Jesús nos pide es la conversión de nuestros corazones,
pues, solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
Lo esencial es invisible a los ojos, repitió El Principito.
J. Castillo A.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Jesús tiene palabras de vida eterna

21º Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Jos 24,1-18  -  Ef 5,21-32  -  Jn 6,60-69

   Al recorrer los pueblos y las ciudades de la región de Galilea,
Jesús anuncia el proyecto de vida que Dios Padre le ha confiado.
   Ahora bien, los terratenientes que se enriquecen explotando,
y los escribas y fariseos que imponen cargas insoportables,
y ellos mismos ni siquiera mueven un dedo para llevarlas (Lc 11,46);
¿aceptarán el proyecto de vida que Jesús anuncia y practica?

Lo que dice es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?
   Las enseñanzas y obras de Jesús sobre una vida plena y verdadera,
escandalizan no solo a los judíos que le escuchan en la sinagoga,
sino también a los fariseos, a los maestros de la ley, a los sacerdotes,
a los terratenientes, a los ricos, a las autoridades… Estos personajes,
según el evangelio de Juan, no están de acuerdo con Jesús que:
-purifica el templo de Jerusalén convertido en un mercado
-sana a un paralítico dejando de lado las observancias del sábado
-se ofrece como pan que da vida y como bebida de salvación
-libera a una mujer adúltera diciéndole: yo tampoco te condeno
-da capacidad de ver a un joven ciego, y deja ciegos a los que ven...
-llora por su amigo Lázaro que ha muerto, devolviéndole la vida
-nos pide amarnos mutuamente, dando la vida por el prójimo…
   Por actuar de esta manera: sus discípulos le abandonan (Jn 6,66),
sus familiares no creen en Él (Jn 7,5), los sacerdotes y fariseos
ordenan -en nombre de la religión- denunciar el paradero de Jesús,
para arrestarlo y darle muerte (Jn 11,47-57).
   Hoy, se persigue también a quienes trabajan por salvar
la vida de los seres humanos y la vida de nuestra madre tierra,
y por denunciar la industrialización salvaje y descontrolada (DA).
Sin embargo, debemos ser fieles a Jesús que también fue perseguido:
Si el mundo les odia, sepan que primero me odió a mí…
Si me han perseguido, también a ustedes les perseguirán…
Quien me odia a mí, odia al Padre… (Jn 15,18ss).

Las palabras que les digo son espíritu y vida
   Cuando Jesús se da cuenta que muchos de sus discípulos le critican,
responde: las palabras que les digo son espíritu y son vida.
   Al respecto recordemos lo que Jesús dice a la samaritana:
Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén,
se dará culto al Padre… Ha llegado la hora, en que los verdaderos
adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
esos son los adoradores que busca el Padre. Dios es Espíritu,
y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y verdad (Jn 4,21ss).
   Actualmente: ¿Por qué hay católicos que abandonan la Iglesia?
¿No será porque escuchan: temas teóricos que a nadie le interesa…
y respuestas complicadas que nadie entiende…?
   El verdadero servicio que debemos ofrecer en nuestros días,
es poner al alcance de los hombres y mujeres de buena voluntad,
la persona de Jesús, la Buena Noticia que anuncia y sus obras
siendo breves para que nos escuchen, claros para que entiendan,
y auténticos (respaldado con nuestro testimonio) para que nos crean.
   Tengamos presente también que el Evangelio: -es vida y verdad
-es camino para construir una sociedad justa, humana, fraterna…
-es fruto del amor de Jesús a Dios Padre y a nosotros sus hermanos.
  
Señor, ¿a quién acudiremos? Tú tienes palabras de vida eterna
   El mensaje de Jesús pide optar: o nos comprometemos con la vida
o permanecemos esclavos con proyectos de explotación y muerte
   Al ver que muchos de sus discípulos le abandonan y no andan con Él
(inicialmente fueron más de cinco mil personas que se alimentaron),
Jesús toma la iniciativa, se dirige al grupo de los Doce, y pregunta:
¿También ustedes quieren abandonarme?
   La respuesta de Simón Pedro es una verdadera confesión de fe:
Señor, ¿a quién acudiremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
   Desde entonces, Jesús da preferencia a los pequeños grupos:
Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos.
Tengamos presente que nuestros obispos en Aparecida (nº 308) dijeron:
Las pequeñas comunidades eclesiales son un ámbito propicio para:
-escuchar la Palabra de Dios, -vivir la fraternidad,
-animar en la oración, -profundizar procesos de formación en la fe,
-fortalecer el compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy.
Ellas son lugares de experiencia cristiana y evangelización.
J. Castillo A. 

lunes, 13 de agosto de 2018

Hambre y sed de Vida plena

20º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Prov 9,1-6  -  Ef 5,15-20  -  Jn 6,51-58

   Al decir Jesús: El pan que yo doy es mi carne para la vida del mundo,
los judíos discuten entre ellos y preguntan: ¿Cómo puede este hombre
darnos a comer su carne? Jesús les responde con siete afirmaciones,
insistiendo en tres necesidades básicas: Comer… Beber… Vida…
*Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del Hombre
y no beben su sangre no tendrán Vida en ustedes.
   Para tener Vida plena (Jn 10,10), es necesario pasar:
de condiciones de vida menos humanas (miseria, opresión, injusticia),
a condiciones más humanas… hasta llegar -por la fe- a creer en Jesús,
quien nos llama a participar en la Vida de Dios (PP, 1967, nº 20-21).
   ¿Damos vida -como Jesús- a quienes carecen de lo necesario?
¿Vale más el oro, o la vida del ser humano creado a imagen de Dios?
*El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna,
y yo lo resucitaré en el último día.
   Mientras muchos vivimos como si nunca vamos a morir,
y morimos como si nunca hubieran vivido (Dalai Lama, 2014);
Jesús nos ofrece el camino de una Vida plena:
Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí,
aunque muera vivirá; y quien vive y cree en mí no morirá (Jn 11,25).
    Al respecto, reflexionemos sobre la importancia del amor fraterno:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque
amamos a los hermanos. Quien no ama, permanece en la muerte.
Quien odia a su hermano es homicida,
y ya saben que ningún homicida posee la Vida eterna (1Jn 3,14s).
*Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
   La carne del cordero fue el alimento que dio fuerzas a los israelitas
para caminar hacia la liberación; y su sangre les salvó la vida (Ex 12).
   Cuando Jesús habla de su carne se refiere a su misma persona,
y al hablar de su sangre se refiere a su entrega total por nosotros:
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13).
*Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él.
   No basta decir que Jesús nos alimenta plenamente en la Eucaristía.
Es necesario que nosotros al comulgar acojamos esa donación
y digamos: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2,20).
   Solo así, no seremos indiferentes con los que sufren hambre y sed:
El que se ama a sí mismo se pierde,
el que pierde la vida en este mundo la conserva para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga,
y donde yo estoy allí estará mi servidor (Jn 12,25s).
*Como el Padre que me ha enviado tiene Vida y yo vivo por Él,
así también quien me come vivirá por mí.
   Vida -con mayúscula- es la misma Vida de Dios, presente en Jesús,
y comunicada a todos nosotros para que tengamos Vida verdadera.
   En Jesús, vamos a encontrarnos con Alguien que da Vida plena:
Padre, la Vida eterna consiste en que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero, y a Jesús a quien tú has enviado (Jn 17,3).
   Sabiendo que la gloria de Dios consiste en que el hombre viva,
¿podemos permanecer ciegos, sordos y mudos, cuando hay pobres
que buscan en la basura algo que tenga valor para sobrevivir?
*Este es el pan que ha bajado del cielo,
no es como el pan que comieron sus antepasados, y murieron.
   En el desierto Dios alimenta a su pueblo con pan o maná (Ex 16),
y al llegar la plenitud de los tiempos nos entrega a su Hijo único,
para que todos nosotros tengamos Vida plena (Jn 10,10).
   Ahora bien, Jesús que ha bajado del cielo está presente:
en sus hermanos hambrientos, sedientos,  enfermos, excluidos…
y, desde allí, anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios que es Vida.
Pero, hay cristianos que no entienden que el amor a los pobres
está al centro del Evangelio (Papa Francisco, 28 de octubre 2014).  
*Quien come de este pan, vivirá para siempre.
   ¿Por qué muchos de nosotros hemos hecho de la Cena del Señor:
costumbre… rutina… devoción individual… reunión social…?
¿Para qué nos alimentamos con el Pan de Vida y Bebida de Salvación,
si después damos la espalda a las personas que sufren hambre y sed?
¿Qué nos impide rebelarnos contra tanta injusticia y corrupción,
y poner el hombro para construir una sociedad fraterna?
J. Castillo A.

El camino que recorre María

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Ap 11,19; 12,1-6.10  -  1Cor 15,20-26  -  Lc 1,39-56

   La Asunción de María nos colma de esperanza en la Vida plena,
pues la resurrección de Jesús, su Hijo, se cumple en ella, su madre:
Padre bueno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos
a la Virgen María, Madre de tu Hijo; concédenos, te rogamos,
que aspirando siempre a las realidades divinas,
lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo.

María se levanta, va de prisa y visita a su prima Isabel
   Mientras los poderosos explotan y acumulan riquezas,
-¿qué se puede esperar de Palestina, país dominado por los romanos?,
-¿algún profeta puede surgir de familias pobres del campo?,
-¿de un pueblo desconocido como Nazaret puede salir algo bueno?
   Sin embargo, en la montaña de Judá, a unos cien km. de Nazaret,
dos mujeres del pueblo se encuentran y se saludan; ellas son:
Isabel, una anciana, con una vida llena de experiencia, y
María, una joven esposa, que mira el futuro con esperanza.
   Cuando Isabel oye el saludo de María que fue a visitarla,
el niño que lleva en su seno salta de alegría, se llamará Juan.
María también lleva en su seno a Jesús (=Dios salva).
   Isabel y María representan a las mujeres de nuestro tiempo,
pues entre las personas pobres y creyentes (del campo y de la ciudad),
germina, crece y se multiplica los valores del Reino de Dios: 
Algo nuevo está naciendo, con los pobres va creciendo.
   Hace muchos años, fui a visitar a una señora anciana y enferma.
Mientras conversábamos, ella me dijo: Soy madre soltera.
El que le abrió la puerta es mi hijo, solo él me atiende día y noche.
Sin embargo, por consejos de otros, intenté varias veces abortarlo.
Ahora, antes de morir, ¿le puedo decir todo esto a mi hijo?
Guardamos silencio… Luego, juntos recitamos esta sencilla oración:
Bendita eres entre las mujeres… Bendito es el fruto de tu vientre…
Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

María proclama la liberación de su pueblo
   Al comparar el Magnificat con el canto de Ana, madre de Samuel,
(1Sam 2,1-10); vemos que hay mucha semejanza, pues se trata:
de confiar en Dios, y no en los planes de muerte de los poderosos.
   Meditemos, a continuación, en el Magnificat, himno de liberación,
que brota del corazón de María; meditando, al mismo tiempo,
en las enseñanzas y obras de su Hijo Jesús (según el texto de Lucas.
   Proclama mi alma la grandeza del Señor,
 se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador,
 porque ha mirado la humillación de su servidora.
*Jesús, movido por el Espíritu Santo, se estremece de alegría y dice:
Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque, has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y se las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21).
   Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque Dios ha hecho obras grandes por mí,  su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
*Cuando Jesús terminó de orar, uno de sus discípulos le dice:
Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus seguidores.
Jesús les dice: Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino;
danos hoy nuestro pan de cada día (Lc 11,1ss).
   Dios actúa con todo su poder:
derriba del trono a los poderosos  y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes, a los ricos los despide vacíos.
*Felices los que ahora tienen hambre, porque serán saciados…
¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos,
porque tendrán hambre! (Lc 6,20ss).
   Ayuda al pueblo de Israel, su siervo, tratándolo con misericordia.
Como lo había prometido a nuestros antepasados,
a Abraham y a sus futuros descendientes.
*El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha consagrado:
para anunciar la Buena Noticia a los pobres,
me ha enviado para dar libertad a los presos, vista a los ciegos,
para despedir libres a los oprimidos,
y para proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18s).
J. Castillo A.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Para nosotros, quién es Jesús

19º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
1Re 19,4-8  -  Ef 4,30-5,2  -  Jn 6,41-51

   En aquella época, los judíos rechazan la divinidad de Jesús
no admiten que sea superior a Moisés… ni que sea enviado de Dios.
   Hoy, muchos dejamos de lado la humanidad de Jesús de Nazaret,
y preferimos buscarlo arriba en las nubes, en un cielo lejano.
   En cambio, si vemos el mundo que nos rodea con los ojos de Jesús,
haríamos algo por los que escupen sangre para que otros vivan mejor.

Este Jesús, ¿no es el hijo de José?
   Los judíos de Nazaret han visto crecer a Jesús en medio de ellos.
Solo saben que es un vecino más: es el hijo de José… y, por eso,
buscan desprestigiarlo, porque Él no puede tener más autoridad que:
-los escribas o maestros de la ley, estudiosos de las escrituras;
-los fariseos, personas que cumplen con la ley y las tradiciones; y
-los sacerdotes, encargados del culto en el templo de Jerusalén.
En otras palabras: ¿Puede salir algo bueno de Nazaret? (Jn 1,46).
   También hoy, muchos creyentes practicamos una fe desencarnada,
damos la impresión de habernos alejado del Profeta de Nazaret,
que sana a los leprosos, acoge a los pecadores y come con ellos.
Es decir: -seguimos sepultando a Jesús con títulos de gloria;
-adornamos las imágenes de Jesús, de la Virgen y de los Santos
con coronas de metales preciosos, o con vestidos de mal gusto;
-incluso explotamos a los pobres, a los débiles, a los necesitados,
luego oímos Misa, damos limosna, y pedimos a Dios una gracia.
  Si no hacemos una opción concreta y preferencial por los que sufren,
si no nos comprometemos con ellos; ¿podemos creer en Jesús,
el servidor, protector y liberador de los pequeños y despreciados?
   A los judíos que le critican, Jesús les dice: No murmuren.
Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
   Para creer que Jesús es Dios verdadero y enviado del Padre,
necesitamos una gracia especial, como dice el profeta Isaías:
Tus hijos serán discípulos de Dios y tendrán paz (Is, 54,13).

El que oye al Padre y aprende de Él, viene a mí
   Escuchar a Dios nuestro Padre, aprender de Él, ser sus discípulos,
es una gracia que nos permite ir al encuentro de Jesús, su Hijo amado.
   En efecto, solo Dios -Padre bueno y misericordioso-
nos enseña… abre nuestros ojos para ver a su Hijo Jesús…
abre nuestros oídos para oír sus enseñanzas y practicarlas…
   Para ser discípulos del Padre, es necesario seguir a su Hijo Jesús,
que escoge y llama a los que quiere para que vivan con Él (Mc 3,13).
Este seguimiento brota de un encuentro con su persona,
para ello es necesario un cambio total en nuestra manera de vivir:
Les aseguro que todo el que deje casa, hermanos, madre o padre,
hijos o campos, por mí y por la Buena Noticia del Reinado de Dios,
recibirá en esta vida cien veces más… en medio de persecuciones;
y en el mundo futuro la vida eterna (Mc 10,29s).

Yo soy el pan que da Vida
Al respecto, unamos la figura de Jesús-pan con Jesús-grano de trigo:
Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, permanece infecundo,
pero si muere, da mucho fruto (Jn 12,24). Ser pan es dar Vida plena:
Yo vine para que tengan Vida, y la tengan en abundancia (Jn 10,10).
   El Papa Francisco (en la Bula Rostro de la misericordia, n.15), dice:
Igualmente se nos preguntará: -si ayudamos a superar la duda,
que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad;
-si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones
de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria
para ser rescatados de la pobreza;
-si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido;
-si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos
cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia;
-si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios
que es tan paciente con nosotros; finalmente,
-si encomendamos al Señor en la oración a nuestros hermanos/as. 
En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo.
Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado,
llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros
los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado.
No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz:
En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor.    
J. Castillo A.

miércoles, 1 de agosto de 2018

Del hambre de pan, al hambre de Dios

18º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Ex 16,2-15  -  Ef 4,17-24  -  Jn 6,24-35

Después de compartir panes y peces con más de cinco mil personas,
Jesús se va solo al monte a orar, evitando así que le proclamen rey.
   Al día siguiente, Jesús pasa a la otra orilla… a Cafarnaún.
Allí, a las personas preocupadas por el pan de cada día, les dice:
Crean en aquel que Dios ha enviado… Yo soy el pan de Vida…

Creer en Jesús, el enviado de Dios
   Aquella multitud busca a Jesús pero de una manera equivocada:
Ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse.
   Jesús partiendo de esa búsqueda les muestra el verdadero alimento:
Trabajen -les dice- no solo por el alimento que se acaba,
sino por el alimento que dura, dando Vida eterna.
  Hoy, por ejemplo, durante una fiesta patronal o peregrinación,
hay personas que buscan a Dios por motivos no muy cristianos.
En estos casos, lo que hace falta es purificar esas devociones,
para no quebrar la caña débil ni apagar la vela humeante (Mt 12,20).
   Es por eso que Jesús nos pide creer en su persona, en su proyecto.
Creer no es repetir ciertas frases del catecismo o de un devocionario,
sino tener fe en Él, seguirle, oír sus enseñanzas y practicarlas.
Al respecto, meditemos en los siguientes textos de san Juan:
*A los que reciben a Jesús, Hijo de Dios, a los que creen en Él,
les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios (1,12).
*Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único,
para que quien cree en Él no muera, sino tenga Vida eterna (3,16).
*Quien cree en Aquel que me ha enviado tiene Vida eterna (5,24).
*Si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados (8,24).
*Yo soy la Resurrección y la Vida. Quien cree en mí, aunque muera,
vivirá; y quien vive y cree en mí, no morirá jamás (11,25).
*El que cree en mí, en realidad no cree en mí,
sino en el Padre que me ha enviado (12,44).
*Felices los que creen sin haber visto (20,29).

Yo soy el pan de Vida
   Cuando Jesús dice: El pan que Dios da
es el que ha bajado del cielo y da Vida al mundo;
la gente reacciona con una petición que  brota de sus corazones:
Señor, danos siempre de ese pan.
Al decir esto, aquellas personas reconocen que Jesús alimenta,
no solo con el pan de cada día sino con el pan que viene del cielo.
   A continuación, Jesús les anuncia esta Buena Noticia:
Yo soy el Pan  de Vida. Quien viene a mí, nunca tendrá hambre
y quien cree en mí nunca tendrá sed.
   Yo soy el que soy es el nombre de Dios revelado a Moisés (Ex 3,14).
Jesús al decir Yo soy… anuncia que Él es el Hijo de Dios,
que vino a salvarnos, a sanar enfermos, a perdonar a los pecadores.
*Dejando de lado el desprecio, la marginación, el machismo…
Jesús dialoga con una mujer samaritana.
Ella cuando le dice: Yo sé que el Cristo está por venir
Jesús le responde: Yo soy, el que habla contigo (Jn 4,26).
*A quienes somos incapaces de ver a tantas personas que sufren,
el Profeta de Nazaret nos dice: Yo soy la Luz del mundo (Jn 8,12).
*Jesús después de decir a los fariseos: Si no creen que Yo soy
anuncia: Cuando sea crucificado comprenderán que Yo soy (8,24ss).
*Para no dejarnos engañar por los que roban… matan… destruyen
Jesús nos sigue diciendo: Yo soy la Puerta del rebaño (Jn 10,8ss).
*A los que padecen hambre de pan… de justicia… de libertad…
Jesús les dice: Yo soy el Buen Pastor que da Vida plena (Jn 10,10s).
*A quienes lloran por la muerte de un ser querido,
Jesús llora y les dice: Yo soy la Resurrección y la Vida (Jn 11,25).
*Después de lavarles los pies y sabiendo que será traicionado,
Jesús dice a sus discípulos: Crean que Yo soy (Jn 13,19ss).
*Para no ser esclavos de tanta propaganda ni del consumismo,
Jesús nos dice; Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).
*Jesús nos pide estar unidos a Él para dar fruto abundante:
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador (Jn 15,1ss).
*A Judas Iscariote y a los soldados que buscan a Jesús el Nazareno,
el Señor les responde: Yo soy… Ellos -de inmediato- lo toman preso,
le amarran las manos y se lo llevan para que sea juzgado (Jn 18,1ss).
Como muchísimas personas inocentes, Jesús es condenado a morir,
pero Dios Padre -amigo de la Vida- resucita a su Hijo amado.  
J. Castillo A.