miércoles, 10 de septiembre de 2014

Perdonar de corazón

XXIV Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Ecclo 27,30--28,9  -  Rom 14,7-9  -  Mt 18,21-35

   Ante la violencia que genera más violencia, los seguidores de Jesús debemos perdonar de corazón, no solo algunas veces sino siempre.
El testimonio de un sincero perdón fraterno, debe orientarse al cambio social: en lo político, económico, religioso, cultural… pues, todos nosotros esperamos el cielo nuevo y la tierra nueva que Dios ha prometido, donde reinará la justicia (2Pe 3,13).

El rey se compadece y le perdona toda la deuda
   Los discípulos oyen a Jesús hablar sobre:amar a sus enemigos… rezar por sus perseguidores… perdonar a quienes les ofenden
Sin embargo, entre ellos hay problemas, tensiones, rivalidades.
Así por ejemplo, Santiago y Juan -hijos del trueno-
no solo pretenden destruir un pueblo en Samaria (Lc 9,54),
buscan también ocupar los primeros puestos (Mt 20,20ss).
   En este contexto, Pedro se acerca a Jesús y le pregunta:
Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle?
¿Siete veces? Entre los judíos, siete es el número de la plenitud.
Para Jesús el perdón no tiene un límite numérico,
se debe perdonar siempre, eso significa setenta veces siete.
Así como en el A.T. no había límites para la venganza (Gen 4,23s),
así entre los discípulos de Jesús no debe haber límites para el perdón.
   A continuación, Jesús presenta el rostro misericordioso de Dios,
con una parábola. Un rey, al pedir cuentas a sus servidores,
se acerca uno que le debe una inmensa deuda, imposible de pagar.
Amenazado de ser vendido él y su familia, para pagar dicha deuda, 
el servidor se arroja a sus pies y le suplica que tenga paciencia.
El rey, al ver sus gestos y oír sus lamentos, tiene compasión de él,
o mejor, se le remueven las entrañas y le perdona toda la deuda.
Así reaccionan: el buen samaritano al ver al herido (Lc 10,33),
y el padre misericordioso cuando vuelve su hijo menor (Lc 15,20).
Y nosotros, ¿cómo reaccionamos cuando nos ofenden?

¿No debías tú también tener compasión?
   Lamentablemente, al salir, aquel servidor encuentra a un compañero
que apenas le debe un poco de dinero. ¿Qué es lo que hace?
Lo agarra del cuello, lo estrangula y le dice: Págame lo que me debes.
Y sin oír las súplicas de su compañero que le pide tener paciencia,
lo mete a la cárcel hasta que le pagara aquella deuda insignificante.
*Así actúan numerosas entidades como es el ‘Estado Islámico’
que va multiplicando terror y muerte en el norte de Iraq y Siria…
*Lo mismo sucede, entre nosotros, con los responsables de tantas
injusticias, causa principal: de la muerte de niños golpeados
por la pobreza desde antes de nacer; o de jóvenes desorientados
y frustrados por no encontrar su lugar en la sociedad… (DP, n.32ss).
*A nivel familiar, la traición de la persona más querida que abandona
el hogar y olvida a los hijos para seguir nuevas aventuras amorosas…
   Qué diferente el ejemplo de aquel joven pobre y enfermo, que nace
sin brazos y con unos pies muy pequeños. Un día, después de recibir
un castigo injustificable de parte de su madre, busca un papel y lápiz
para escribir con los dedos de sus pies: Mamá te amo mucho.
Su madre, al volver enfadada, coge el papel y al leer lo que su hijo
ha escrito, se conmueve y lo abraza con más amor que nunca.
   Los cristianos y personas de buena voluntad estamos llamados,
como dice San Francisco de Asís a poner perdón donde hay ofensa
Solo así haremos realidad una sociedad más humana y fraterna,
sin opresores ni oprimidos… y sin la nefasta carrera armamentista,
a la que se destina gran parte de nuestros recursos económicos…
Quiera Dios que de las espadas se hagan arados; de las lanzas, hoces;
y que nuestros jóvenes no sean adiestrados para la guerra (Is 2,4).
   Quien perdona de corazón puede transformar la vida del enemigo,
pues yendo a lo esencial confía en lo bueno que hay en el ser humano.
Solo así: serán hijos del Padre del cielo, que hace salir el sol sobre
buenos y malos, y hace llover sobre justos y pecadores (Mt 5,45).
   Quien perdona puede orar: Padre nuestro, perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
A continuación Jesús dice: Si perdonan a los demás las ofensas,
también el Padre del cielo les perdonará a ustedes (Mt 6,9-15).
   Por eso, debemos seguir no a los crucificadores sino al Crucificado
que exclama: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. 
J. Castillo A.  

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