XXIV Domingo,
Tiempo Ordinario, ciclo A
Ecclo 27,30--28,9 - Rom 14,7-9 - Mt 18,21-35
Ante la violencia que genera más violencia, los seguidores de Jesús debemos perdonar de corazón, no solo algunas veces sino siempre.
El
testimonio de un sincero perdón fraterno,
debe orientarse al
cambio social: en lo político, económico, religioso, cultural… pues,
todos nosotros esperamos el cielo nuevo y
la tierra nueva que Dios ha
prometido, donde reinará la justicia (2Pe 3,13).
El
rey se compadece y le perdona toda la deuda
Los discípulos
oyen a Jesús hablar sobre:amar a sus enemigos… rezar
por sus perseguidores… perdonar a quienes les ofenden…
Sin
embargo, entre ellos hay problemas, tensiones, rivalidades.
Así
por ejemplo, Santiago y Juan -hijos del trueno-
no
solo pretenden destruir un pueblo en Samaria (Lc 9,54),
buscan
también ocupar los primeros puestos (Mt 20,20ss).
En
este contexto, Pedro se acerca a Jesús y le pregunta:
Si
mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarle?
¿Siete
veces? Entre los judíos, siete es el número de la
plenitud.
Para
Jesús el perdón no tiene un límite numérico,
se
debe perdonar siempre, eso significa setenta veces siete.
Así
como en el A.T. no había límites para la
venganza (Gen 4,23s),
así
entre los discípulos de Jesús no debe haber límites para el perdón.
A
continuación, Jesús presenta el rostro misericordioso de Dios,
con
una parábola. Un rey, al pedir cuentas a sus servidores,
se
acerca uno que le debe una inmensa
deuda, imposible de pagar.
Amenazado
de ser vendido él y su familia, para
pagar dicha deuda,
el
servidor se arroja a sus pies y le suplica que tenga paciencia.
El
rey, al ver sus gestos y oír sus lamentos, tiene compasión de él,
o
mejor, se le remueven las entrañas y le perdona toda la deuda.
Así
reaccionan: el buen samaritano al ver al herido (Lc 10,33),
y
el padre misericordioso cuando vuelve su hijo menor (Lc 15,20).
Y
nosotros, ¿cómo reaccionamos cuando nos ofenden?
¿No
debías tú también tener compasión?
Lamentablemente,
al salir, aquel servidor encuentra a un compañero
que
apenas le debe un poco de dinero. ¿Qué es lo que hace?
Lo
agarra del cuello, lo estrangula y le dice: Págame
lo que me debes.
Y
sin oír las súplicas de su compañero
que le pide tener paciencia,
lo
mete a la cárcel hasta que le pagara aquella deuda insignificante.
*Así
actúan numerosas entidades como es el ‘Estado Islámico’
que
va multiplicando terror y muerte en el norte de Iraq y Siria…
*Lo
mismo sucede, entre nosotros, con los responsables de tantas
injusticias,
causa principal: de la muerte de niños
golpeados
por la pobreza
desde antes de nacer; o de jóvenes desorientados
y frustrados por
no encontrar su lugar en la sociedad… (DP, n.32ss).
*A
nivel familiar, la traición de la persona más querida que abandona
el
hogar y olvida a los hijos para seguir nuevas aventuras amorosas…
Qué diferente el
ejemplo de aquel joven pobre y enfermo, que nace
sin
brazos y con unos pies muy pequeños. Un día, después de recibir
un
castigo injustificable de parte de su madre, busca un papel y lápiz
para
escribir con los dedos de sus pies: Mamá te amo mucho.
Su
madre, al volver enfadada, coge el papel y al leer lo que su hijo
ha
escrito, se conmueve y lo abraza con más
amor que nunca.
Los
cristianos y personas de buena voluntad estamos llamados,
como
dice San Francisco de Asís a poner perdón donde hay ofensa…
Solo
así haremos realidad una sociedad más humana y fraterna,
sin
opresores ni oprimidos… y sin la nefasta carrera armamentista,
a
la que se destina gran parte de nuestros recursos económicos…
Quiera
Dios que de las espadas se hagan arados; de las lanzas, hoces;
y
que nuestros jóvenes no sean adiestrados para la guerra (Is 2,4).
Quien
perdona de corazón puede transformar la
vida del enemigo,
pues
yendo a lo esencial confía en lo bueno que hay en el ser humano.
Solo
así: serán hijos del Padre del cielo, que
hace salir el sol sobre
buenos y malos,
y hace llover sobre justos y pecadores (Mt 5,45).
Quien
perdona puede orar: Padre nuestro, perdona nuestras ofensas
como también
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden…
A
continuación Jesús dice: Si perdonan a los demás las ofensas,
también el Padre
del cielo les perdonará a ustedes
(Mt 6,9-15).
Por
eso, debemos seguir no a los crucificadores sino al Crucificado
que exclama: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
J. Castillo A.
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