miércoles, 27 de abril de 2016

Amigo de la vida y de la paz



6º Domingo de Pascua, ciclo C
He 15,1-2. 22-29  -  Ap 21,10-14. 22-23  -  Jn 14,23-29

Mientras Jesús se despide de sus discípulos, Judas Tadeo le pregunta:
Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?
   Jesús que vino no para condenar al mundo sino para salvarlo,
pide a sus discípulos: -Poner en práctica sus enseñanzas y obras…
-Dejarse conducir por el Espíritu Santo que el Padre les enviará
-Ser mensajeros de la paz, pero de aquella paz que Él nos da

Amar a Jesús, poniendo en práctica sus enseñanzas
   Hay autoridades que viajan de cumbre en cumbre, y dicen
que lo hacen para resolver problemas de salud, educación, trabajo… 
   Entre tanto, el pueblo pobre camina de abismo en abismo
Para esto basta ver: niños, jóvenes, adultos y ancianos que llevan
sobre sus espaldas el peso intolerable de la miseria (SRS, 13).
En otras palabras, vemos como un escándalo y una contradicción
con el ser cristiano, el creciente abismo entre ricos y pobres,
pues el lujo de unos pocos se convierte en insulto contra la miseria
de las grandes mayorías. Esto es contrario al plan de Dios (DP, 28).
¿Por qué sucede este escándalo en países mayoritariamente cristianos?
¿Anunciamos la persona de Jesús, su vida, sus enseñanzas y obras?
¿Lo hacemos dando testimonio en el hogar, en el trabajo, en el barrio?
   En 1531, fray Bartolomé de las Casas dijo: Del más chiquito
y del más olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva.   
Y, justamente, Jesús se identifica con las personas insignificantes
y marginadas, a quienes llama mis hermanos para darles vida (Mt 25).
   Hoy, el mismo Jesús nos dice: Si alguien me ama, que practique
mis enseñanzas, entonces mi Padre le amará y vendremos a él
y habitaremos en él. Aquí está la dignidad de todo ser humano.
   Al respecto, el apóstol Pablo nos dice: ¿Acaso no saben ustedes
que son templos de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?
Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque
el templo de Dios es santo, y ese templo son ustedes (1Cor 3,16-17).

El Espíritu Santo nos recuerda lo que Jesús enseñó
   Los discípulos de Jesús no se van a quedar huérfanos,
porque el Padre les enviará el Espíritu Santo que les enseñará
y les recordará todo lo que Jesús les ha enseñado.
   Es muy significativo el siguiente testimonio de Juan Bautista:
Dios que me envió a bautizar con agua me dijo: Verás al Espíritu
bajar sobre aquel que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo vi
y, por eso, doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios (Jn 1,33s).
Actualmente, ¿damos testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios?
   En el diálogo con Nicodemo, Jesús le dice: En verdad te digo:
si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino
de Dios… lo que nace del Espíritu es espíritu (Jn 3,5ss).
¿Vivimos nuestro bautismo -cada día- como un nuevo nacimiento?
   Cuando la Samaritana le habla sobre el culto que se da a Dios,
Jesús le dice: Ha llegado la hora, en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y verdad (Jn 4,23s). Hoy, ¿amamos a
Dios en espíritu y verdad, o seguimos con ceremonias rutinarias?
   Ante tantos problemas de corrupción, ¿nos dejamos conducir por
el Espíritu de la verdad que el mundo no puede recibir? (Jn 14,17).

La paz les dejo, mi paz les doy
   En muchos países de América Latina, tradicionalmente cristianos,
crece la violencia que se manifiesta en: robos, asaltos, secuestros,
asesinatos, crimen organizado, narcotráfico, grupos paramilitares…
Entre las causas están: idolatría del dinero, individualismo, falta
de respeto a la dignidad de cada persona, corrupción… (cf. DA, 78).
   Ante estas injusticias que claman al cielo, los cristianos ¿podemos
permanecer con los brazos cruzados, para no complicarnos la vida?
¿Qué hemos hecho de las enseñanzas de Jesús? Él nos sigue diciendo:
*Felices los que trabajan por la paz, ellos se llamarán hijos de Dios.
*Al entrar en una casa digan primero: Paz a este casa… (Lc 10,5s).
*La paz les dejo, mi paz les doy, pero no como la da el mundo.
*Les digo todo esto para que, unidos a mí, tengan paz. En el mundo,
  van a sufrir, pero tengan valor, yo he vencido al mundo (Jn 16,33).
   Siendo la paz: bienestar, armonía, vida plena… no nos dejemos
arrastrar por los malvados y malhechores que hablan de paz, pero la
maldad está en sus corazones (28,3). Hagamos un mundo fraterno
desde la paz que es obra de la justicia y fruto del amor (GS, 78).
J. Castillo A.

miércoles, 20 de abril de 2016

El mandamiento del amor



5º Domingo de Pascua, ciclo C
He 14,20-27  -  Ap 21,1-5  -  Jn 13,31-35

   Durante la cena Pascual (Jn 13), Jesús lava los pies a sus discípulos,
y les dice: Ejemplo les he dado para que ustedes hagan lo mismo.
   Judas Iscariote -que ha participado en la Cena y lavado de los pies-
abandona a Jesús y al grupo, pues Satanás ha entrado en su corazón.
Más adelante, Jesús dice a Pedro: Esta noche me negarás tres veces.
   Entre estas dos traiciones, Jesús les dice: Hijitos míos, ámense.

Ámense los unos a los otros como yo les he amado
-Vivimos, hoy, en una sociedad donde el capitalismo salvaje sigue
destruyendo la vida: del ser humano y de nuestra madre tierra.
-Tenemos medios de comunicación, controlados por el gran capital,
que no informan la verdad, ni forman para servir y ser solidarios.
-Arrastramos un sistema educativo que, en sus diversos niveles,
no capacita para pensar (reflexionar), ni para hacer (ser creativos).
-Hay autoridades que están de rodillas ante el dinero y por eso:
roban (ama sua), no trabajan (ama quella), mienten (ama llulla).
   Si queremos remar contra esta corriente -entre otras alternativas-
demos prioridad a la familia (pastoral familiar, iglesia doméstica);
que cada hogar sea una escuela donde se enseñe los valores del Reino:
amor y vida, gracia y santidad, verdad y libertad, justicia y paz.
   Así lo hizo Jesús. -En su humilde y sencillo hogar de Nazaret,
crece en edad, sabiduría y gracia… -Desempeña trabajos manuales…
-Se solidariza con los pobres explotados por los terratenientes…
-Al proclamar su proyecto de vida, anuncia que ha sido enviado
para llevar la Buena Noticia a los pobres y liberar a los oprimidos
-Hace el bien y sana a los enfermos, generalmente, en las casas…
-Por darnos vida plena, los escribas y fariseos le dicen: endemoniado,
samaritano, comilón, borracho, amigo de publicanos y pecadores
   Desde esta experiencia, el Profeta de Nazaret tiene autoridad moral
para seguir diciendo a sus seguidores (de ayer y de hoy): Hijitos míos,
les doy un mandamiento nuevo, ámense como yo les he amado.

Este amor será la señal de que ustedes son mis discípulos
   Actualmente, hay comunidades cristianas que están de espaldas
a la realidad en que vivimos, se preocupan de una pastoral de masas,
no tienen memoria histórica y, por lo que van diciendo y haciendo,
dan la impresión de ser comunidades ricas y aliadas de los ricos.
   Estas comunidades: -han dejado de lado el mandamiento del amor:
si se aman, todos conocerán que ustedes son mis discípulos;
-han olvidado que lo esencial es amarnos, dando la propia vida.
   Por eso, que no sea letra muerta lo que dijeron nuestros obispos:
Para configurarse verdaderamente con el Maestro, es necesario
asumir la centralidad del Mandamiento del amor, que Él quiso llamar
suyo y nuevo: Ámense los unos a los otros, como yo les he amado
(Jn 15,12). Este amor, con la medida de Jesús, es total don de sí,
además de ser el distintivo de cada cristiano, no puede dejar de ser
la característica de su Iglesia, comunidad discípula de Cristo, cuyo
testimonio de caridad fraterna será el primero y principal anuncio,
reconocerán todos que son discípulos míos (Jn 13,35). (DA, n.138).
   Para no dejarnos arrastrar por las apariencias llenas de hipocresía,
reflexionemos en las siguientes palabras del Papa Francisco:
Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma…
Es verdad también que a una Iglesia que sale… puede accidentarse.
Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero
mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma.
La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial;
mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella
mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce
a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado... Que el
Señor nos libre de maquillar nuestro episcopado con los oropeles
de la mundanidad, del dinero y del “clericalismo de mercado”.
(Carta a la Conferencia Episcopal Argentina: 25 de marzo del 2013).
   Tengamos presente también lo que dijo Francisco, Obispo de Roma,
en su reciente visita a la Isla de Lesbos,16 de abril del 2016:
Frente al mal del mundo, Jesús se hizo nuestro servidor, y con su
servicio de amor ha salvado al mundo. Esta es la verdadera fuerza
que genera la paz. Solo el que sirve con amor construye la paz. El
servicio nos hace salir de nosotros mismos para cuidar a los demás,
no deja que las personas y las cosas se destruyan, sino que sabe
protegerlas, superando la dura costra de la indiferencia.
J. Castillo A.