miércoles, 23 de mayo de 2018

Padre, Hijo y Espíritu Santo

Santísima Trinidad, ciclo B
Dt 4,32-40  -  Rom 8,14-17  -  Mt 28,16-20

   El texto de  san Mateo, escrito entre los años 80 y 90, nos presenta
la misión que Jesús confía a sus discípulos, de ayer y de hoy.
*Así como Jesús inicia el anuncio del Reino, desde Galilea (Mt 4,12),
también sus seguidores debemos hacerlo desde los marginados.
*Se narra la importancia del bautismo… y el anuncio del Evangelio.
*Jesús no nos deja huérfanos, Él está con nosotros todos los días.

Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos
   Cuando Jesús dice a sus discípulos: Se me ha dado pleno poder,
no se trata de un poder (autoridad) para dominar, sino para servir.
Este poder para servir ya fue reconocido por personas sencillas,
quienes, al presenciar la curación de un paralítico,
alaban a Dios que ha dado tal poder a los hombres (Mt 9,1-8).
Recordemos también las palabras de Jesús contra toda ambición:
Quien entre ustedes quiere ser grande, debe servir a los demás,
y el que quiere ser el primero, deberá ser esclavo de los demás.
Lo mismo que el Hijo del hombre que no vino para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida… (Mt 20,25ss).
   Ahora bien, la misión que Jesús confía a sus discípulos/as,
consiste en que todos los hombres y mujeres del mundo,
se hagan seguidores de Jesús, de sus enseñanzas y de sus obras.
No se trata de adoctrinar, sino de anunciar el Reino de Dios,
para vivir como hijos del Padre (filiación),
y como hermanos entre nosotros (fraternidad).
   Es el mismo Jesús quien nos enseñó la oración del Padre nuestro,
pues al ser sus hijos adoptivos, le decimos Abbá, Padre (2ª lectura).
Y al ser hermanos entre nosotros, no debe faltar el pan de cada día;
ojalá sigamos el ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe:
Entre ellos no había pobres, pues los que tenían campos o casas,
los vendían y entregaban el dinero a los apóstoles,
quienes repartían a cada uno según su necesidad (Hch 4,32ss).

Bautícenlos… y anuncien el Evangelio
   Después que Jesús fue bautizado con su pueblo, en el río Jordán,
el Espíritu Santo desciende sobre Él, y la voz del Padre dice:
Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido (Mt 3,13-17).
   Tratándose de nuestro bautismo, la fórmula del texto griego es:
Bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
No olvidemos: que el ser humano es imagen de Dios (Gen 1,26),
y que el templo de Dios es santo y ese templo somos nosotros (1Cor 3).
   Jesús que enseña con autoridad y no como los escribas (Mt 7,29),
nos pide seguir su ejemplo: anunciar la Buena Noticia del Reino,
y sanar toda clase de enfermedades y dolencias (Mt 9,35): 
*Discurso del monte (5.1-7,29). Empieza con las bienaventuranzas,
que viene a ser un verdadero programa para los discípulos de Jesús.
*Discurso de instrucción a los doce apóstoles (10.1-11,1).
*Discurso sobre el Reino de los cielos, en siete parábolas (13,1-52).
*Discurso sobre la vida de la comunidad (18,1-35).
*Discurso sobre el fin de los tiempos (24,1-25,46). Al respecto,
tengamos presente las palabras de Jesús, el Hijo del hombre:
Lo que hicieron a mis hermanos insignificantes, me lo hicieron a mí.

Yo estoy con ustedes
   La presencia de Jesús entre nosotros, atraviesa el texto de Mateo.
*Refiriéndose al nacimiento de Jesús, Mateo cita a Isaías que dice:
La virgen concebirá y dará a luz un hijo que se llamará Emmanuel,
que significa: Dios con nosotros (Mt 1,22s, cf. Is 7,14).
Al pronunciar este nombre, los cristianos creemos que Dios Padre
nos acompaña y salva en su Hijo Jesús (que significa: Dios Salva).
*En el discurso sobre la vida de la comunidad,
Jesús nos sigue diciendo: Donde dos o tres se reúnen en mi nombre,
yo estoy allí, en medio de ellos (Mt 18,20).
*Creemos que Jesús está con nosotros en la Eucaristía (Mt 26,26ss).
Nosotros al participar en la Misa, ¿nos reunimos en su nombre?
*Tampoco debemos olvidar que Jesús está con nosotros,
en sus hermanos que necesitan ayuda y solidaridad (Mt 25,31ss):
La Iglesia reconoce en los pobres la imagen de su Fundador pobre…
y procura servir en ellos a Cristo (Concilio Vaticano II, GS, n.8).
*Hoy, en medio de tantos problemas, no perdamos la esperanza,
pues Jesús está con nosotros, hasta el fin del mundo (Mt 28).
J. Castillo A.

miércoles, 16 de mayo de 2018

Ven, Espíritu Santo

Pentecostés, ciclo B
Hch 2,1-11  -  1Cor 12,3-13  -  Jn 20,19-23

   Ante tanta corrupción, no podemos permanecer ciegos ni mudos.
Gritemos; ¡Ven Espíritu Santo!, lava lo que está manchado…
riega los corazones áridos…cambia a los mutilados por el egoísmo…
dirige a los que están extraviados…sana a los que están enfermos
   ¡Ven Espíritu Santo!, Padre de los pobres, acrecienta en nosotros:
santidad y gracia… amor y vida… verdad y libertad… justicia y paz.
para que -con palabras y obras- seamos verdaderos  testigos de Jesús.

Los discípulos están en una casa con las puertas cerradas
  El evangelio de Juan narra (a fines del s. I y de una manera sencilla),
la experiencia que tienen los cristianos y cristianas de esa época,
quienes están reunidos en una casa, pero Jesús no está con ellos.
   Su ausencia es motivo de tristeza, ya no pueden oír sus enseñanzas,
ni ver las obras que hacía en favor de las personas despreciadas;
por eso, se encuentran con las puertas cerradas, no quieren salir.
   Además, el texto dice (simbólicamente) que está anocheciendo,
es decir, la oscuridad y las tinieblas han invadido sus corazones;
porque tienen miedo a ser ejecutados, como lo fue el Profeta Jesús.
   Hoy, pocos ricos tienen miedo a perder sus privilegios económicos,
mientras una multitud de personas, cargan el peso de la miseria:
Comprobamos como el más devastador y humillante flagelo,
la situación de inhumana pobreza en que viven millones de (personas)
expresada por ejemplo en: -mortalidad infantil,
-falta de vivienda adecuada, -problemas de salud, -desnutrición,
-salarios de hambre, -desempleo y subempleo, -inestabilidad laboral,
-migraciones masivas, forzadas y desamparadas, etc. (DP, n.28-29).
   ¿Qué debemos hacer?... Fortalecidos por el Espíritu Santo,
practicar las enseñanzas y obras de Jesús,  para que todos pasemos:
de condiciones de vida menos humanas… (encerrarse en el egoísmo),
a condiciones más humanas… (Paulo VI, PP, 1967, n.21-22).
Solo así, viviremos como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

La paz esté con ustedes
   Jesús resucitado se presenta en medio de sus discípulos,
y les pide continuar con la misión que el Padre le confió, diciéndoles:
*La paz esté con ustedes… Yo también los envío a ustedes.
Aunque fue juzgado y asesinado injustamente, Jesús anuncia la paz.
Siguiendo su ejemplo, los cristianos debemos abrir las puertas, salir,
y anunciar justicia y paz donde hay corrupción, violencia, muerte…
Al entrar en una casa digan primero: Paz para esta casa (Lc 10,5).
*Miren mis manos, miren mi costado. Al mostrar sus cicatrices,
Jesús nos anima a no tener miedo al sufrimiento, ni a la muerte:
En el mundo, ustedes tendrán que sufrir,
pero tengan valor, yo he vencido al mundo (Jn 16,33; cf. Lc 12,4).
*Reciban el Espíritu Santo. Al respecto, escuchemos a Pablo VI:
El Espíritu es quien, hoy igual que en los comienzos de la Iglesia,
actúa en cada evangelizador que se deja conducir por Él;
y pone en sus labios las palabras que por sí solo no podría hallar,
predisponiendo también el alma del que escucha para hacerla abierta
y acogedora de la Buena Nueva y del Reino anunciado (EN, n.75).
*Perdonen… Sobre la reconciliación, Jesús nos sigue diciendo:
Si al presentar tu ofrenda, recuerdas que tu hermano tiene una queja,
deja tu ofrenda y ve primero a reconciliarte con tu hermano;
y luego vuelves para presentar tu ofrenda (Mt 5,23s).

Oímos las maravillas de Dios en nuestras propias lenguas
   Hoy, ya no se trata solamente de dialogar con las culturas nativas.
Se nos presentan nuevos desafíos: la cultura técnico-industrial…
la cultura juvenil… la cultura urbana, suburbana, minera… etc.
    Así como los discípulos de Jesús, guiados por el Espíritu Santo,
encuentran el lenguaje adecuado para anunciar el Evangelio de Jesús;
también nosotros, acerquémonos a las diversas culturas de hoy:
descalzos… (Ex 3,5);  y en silencio… (oír primero y anunciar después).
No hay culturas superiores o inferiores, sino culturas diferentes.
Tampoco se trata de usar un solo idioma (como sucedió con el latín),
sino que cada uno oiga las maravillas de Dios en su propio idioma.
   Para hacer realidad todo esto, no basta buena voluntad, necesitamos:
formación teológica y pastoral… respetar las diversas culturas…
saber discernir para: asumir los auténticos valores y, también,
purificar los aspectos negativos presentes en todas las culturas.
J. Castillo A.

martes, 15 de mayo de 2018

San Isidro labrador (15 de Mayo)


San Isidro fue beatificado por Paulo V el 14 de junio de 1619 y canonizado el 12 de marzo de 1622 por Gregorio XV, junto a San Felipe Neri, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, aunque la bula de canonización no fue publicada hasta 1724 por Benedicto XIII. Fue declarado patrono de los agricultores españoles por Juan XXIII en bula del año 1960. (Wikipedia, Isidro labrador)

Llama la atención la mención de san Isidro entre santos tan ilustres; ¿qué hace san Isidro –aldeano, analfabeto, peón agrícola- entre esos buques insignia de la santidad?: San Felipe Neri, italiano caracterizado por su dedicación a los más indigentes; santo que fundo la “cofradía de los pobres” para ocuparse de los convalecientes y peregrinos; santa Teresa de Jesús: viajera, fundadora, doctora de la Iglesia, figura clave en la literatura española, reformadora del Carmelo; san Ignacio de Loyola, de rica familia vizcaína, educado en la corte, dotado de fuerte personalidad y fundador de la compañía de Jesús, santo con una proyección universal indiscutible, y san Francisco Javier, navarro de familia noble, estudios universitarios en París, captado por san Ignacio para su obra y misionero incansable en la India, fallecido en la India y con las miras puesta en la evangelización de China.

¿Tiene mucho que ver san Isidro con ellos? ¿No parece insignificante su personalidad de labriego aldeano? Pues sí y no. Es insignificante la vida de san Isidro si por mérito cristiano entendemos el pasar por la vida haciendo ruído; porque san Isidro pasó en silencio para las instituciones religiosas y sociales de su tiempo, sin escribir ninguna página gloriosa de la historia de la Iglesia, se limitó a “hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”, según el decir atribuido a santa Teresa.  No es insignificante la vida de san Isidro si entendemos que sí tuvo significado para los que le conocieron; su santidad no está hecha de “recomendaciones” sino de trabajo diario, de constancia en el servicio a Dios y a los vecinos. No es que los otros fueran “santos recomendados”, pero en cierto modo sí fueron más propensos por su origen y grandes obras a ser reconocidos como tales, algo inconcebible en san Isidro.

No obstante las distancias, en cierto modo, por lo que toca a la santidad, san Isidro se equipara a los santos mencionados:

a) No hubo de renunciar a su riqueza para dedicarse a los pobres como san Felipe Neri, nacido en Florencia, de padre notario y familia dedicada a los negocios. San Isidro fue pobre desde su nacimiento, con el estigma que eso suponía en el tiempo que le tocó vivir; por su origen pobre no tuvo que renunciar a su riqueza y posición, pero sí que hubo de abrazar la pobreza y la humildad como virtudes.

b) No fue san Isidro reformador de ninguna orden religiosa, como santa Teresa de Jesús, ni sus escritos místicos le valieron el reconocimiento de autor literario de renombre y doctor de la Iglesia. San Isidro era un simple laico, que no reformó ninguna institución eclesial, pero sí reformó su vida a la luz del evangelio de Jesús; su palabra y sus escritos fueron el silencio, el ocultamiento y la desconsideración de no saber siquiera escribir. Si la santa del Carmelo decía que “entre los pucheros también anda Dios”, san Isidro, con su sencilla espiritualidad de labriego, nos dice que entre arados, siembras, cosechas, eras y graneros, también Dios se mueve.
 
c) Tampoco fue san Isidro, como san Ignacio de Loyola, fundador de una sociedad de renombre universal como son los Jesuitas (Societatis Iesus), que tantos y tan grandes servicios han prestado a la Iglesia y que han aportado tantos mártires al santoral. Lo único que fundó san Isidro fue una familia cristiana con su mujer, santa María de la Cabeza; y educó a su hijo tan cristianamente que también es un santo venerado: san Illán. A los ojos de Dios lo importante es llevar adelante la vocación a la que hemos sido llamados, sea esta de proyección universal, local o familiar. “Al atardecer de la vida -decía san Juan de la Cruz- te examinarán del amor” que has tenido, no de las grandes obras eclesiales, sociales o políticas que haya realizado tu persona. Con san Ignacio de Loyola, y antes, ya que es anterior en el tiempo, san Isidro respondió con generosidad al objetivo del santo fundador de los jesuitas: hacerlo todo para mayor gloria de Dios (Ad maioren Dei Gloria).

 
d) Digamos finalmente que san Isidro no estudió en la universidad de París, aprendiendo de los grandes maestros de teología del momento, ni viajó muy lejos como hizo san Francisco Javier, patrono de las misiones. No, la universidad de san Isidro fue el campo, la observación de la naturaleza y la escucha de la predicación evangélica en su parroquia, su escuela fue su propia vida leída a la luz del evangelio. No fue “misionero” si por ello entendemos a quien deja casa, familia, tierra, y parte a lugares lejanos a anunciar el evangelio; pero sí que lo fué, porque la misión empieza por la propia casa y el lugar donde se vive y trabaja; con su palabra y vida ejemplar san Isidro misionó, llevó la “buena noticia” de Dios a los suyos y a sus vecinos. Su fama de santidad da testimonio de ésto. No se extendió la veneración a su persona por las artes publicitarias de sus hijos de fundación; fueron sus vecinos, gente tan pobre e inculta como él, los que se hicieron lenguas de su fe y bonhomía; sin esa propaganda de boca a boca san Isidro sería hoy un total desconocido.

Por tanto, tenemos ante nosotros a un santo poco aristócrata, tal vez considerado en su época no muy digno de recibir el título de santo, un personaje sin renombre y alta consideración familiar, poco intelectual y de poca actividad reformadora y fundadora; pero no cabe duda de que en san Isidro tenemos hoy, como sus vecinos lo tuvieron en su día, a un santo de gran humanidad.

No fue por tanto un despropósito que el papa Gregorio XV elevara a los altares a este santo junto con esos otros que hemos comentado y cuya sola mención traen a la memoria heroicas hazañas humanas y grandes éxitos pastorales. Entre ellos san Isidro nos sirve para equilibrar la balanza y hacernos comprender más llanamente lo que dice el concilio Vaticano II: «todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» (Lumen gentium, 11. c). Todos estamos llamados a la santidad, cada uno en su propio estado, en su actual situación familiar, laboral y social. San Isidro, como otros santos de más renombre, respondió generosamente a esa llamada universal a la santidad.
 
Casto Acedo Gómez. Mayo 2018.  parroquiasanantonio@gmail.com.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Anuncien la Buena Noticia del Reino

Ascensión del Señor, ciclo B
Hch 1,1-11  -  Ef 4,1-13  -  Mc 16,15-20

   El texto de Marcos (16,9-20) fue añadido a mediados del siglo II,
y la Ascensión de Jesús que celebramos hoy, se remonta al siglo IV.
   El relato de la Ascensión no debemos tomarlo al pie de la letra.
Como todo texto bíblico, trata de comunicar un mensaje religioso…
y marca un momento decisivo en la vida de Jesús y de sus discípulos.
  
La persona de Jesús es Buena Noticia
   Recordemos que el evangelista Marcos empieza su texto, diciendo:
Comienza la Buena Noticia (Evangelio) de Jesucristo, Hijo de Dios.
Luego narra el bautismo de Jesús…y el inicio de su misión en Galilea,
donde anuncia a la gente: Conviértanse y crean en la Buena Noticia.
   Buena Noticia es el mismo Jesús que no solo enseña con autoridad,
sino que sana a los enfermos… da de comer a los hambrientos…
alaba la fe de los paganos… acaricia y bendice a los niños…
en una palabra, despierta esperanza entre los pobres marginados.
   Mientras la gente sencilla alaba a Dios por las obras de Jesús,
las autoridades políticas y religiosas buscan matarlo (Mc 3,6).
¿Sus enseñanzas y obras tendrán continuidad o pasarán al olvido?
   Al respecto, refiriéndose a su Ascensión, Jesús dice a sus discípulos:
Les digo la verdad, es mejor para ustedes que yo me vaya.
Si no me voy, no vendrá a ustedes el Defensor (el Espíritu Santo),
pero si me voy, yo lo enviaré a ustedes (Jn 16,5-7).
   Es normal que su ausencia causa tristeza entre sus seguidores,
pero solo así, ellos anunciarán el Evangelio…sobre todo a los pobres.
Esto vale para nosotros, como dice Francisco (Bula MV, 11 abr 2015):
Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo,
las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad…
Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros
para que sientan el calor de nuestra presencia, amistad y fraternidad.
Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera
de la indiferencia que suele… esconder la hipocresía y el egoísmo.

El que cree y se bautice se salvará
   Actualmente, hay creyentes que viven su fe de una manera infantil,
pues, al no actuar en conciencia ni ejercer su propia libertad,
esperan que la autoridad religiosa les diga lo que deben creer y hacer.
   Al respecto, reflexionemos en el siguiente texto del Vaticano II:
Dios tiene en cuenta la dignidad del ser humano  que Él mismo creó,
y que debe regirse por su propia determinación y usar de libertad
Cristo atrajo e invitó pacientemente a sus discípulos.
Cierto que apoyó y confirmó con milagros su predicación,
para suscitar y afianzar la fe de sus oyentes; pero no para forzarlos…
Dio testimonio de la verdad, pero no la quiso imponer por la fuerza.
Pues su Reino no se defiende con la violencia,
sino que se establece dando testimonio de la verdad
La Iglesia reconoce y promueve la libertad religiosa,
como (don) conforme a la dignidad humana y a la revelación de Dios
(Declaración sobre la Libertad Religiosa, DH, nº 11-12).   

Los discípulos y discípulas anuncian la Buena Noticia
   Para que esta Buena Noticia del Reino llegue a toda la humanidad,
Jesús busca seguidores que se identifiquen con su proyecto (Mc 3).
   Entre estos seguidores hay también un grupo de mujeres:
Ellas, cuando Jesús estaba en Galilea, le habían seguido y servido;
y otras muchas que habían subido con Él a Jerusalén (Mc 15,41).
   A tres de ellas -María Magdalena, María de Santiago y Salomé-
un joven vestido con un hábito blanco les anuncia esta Buena Noticia:
No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado.
No está aquí, resucitó… Vayan y digan a sus discípulos y a Pedro:
que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán (Mc 16,5-7).
   Con la Ascensión se abre un tiempo nuevo para sus seguidores/as:
*Pedro y Juan proclaman la resurrección de Jesús y son arrestados.
*El diácono Esteban lleno -del Espíritu Santo- habla con sabiduría,
  sin embargo, es calumniado y muere apedreado fuera de la ciudad.
*En Samaría, el diácono Felipe sana a enfermos y anuncia a Jesús.
*En Antioquía, el Espíritu Santo y la comunidad cristiana
  separan a Pablo y Bernabé, para una misión entre los paganos.
*La diaconisa Febe goza de autoridad en la comunidad de Sencreas.
*En Corinto, la comunidad se reúne en casa de Aquila y Prisca… 
Santa María, madre de Jesús, ruega por nuestras madres
J. Castillo A.

miércoles, 2 de mayo de 2018

El mandamiento de Jesús

6º Domingo de Pascua, ciclo B
Hch 10,25-48  -  1Jn 4,7-10  -  Jn 15,9-17

  Dios es amor y ama a todos sus hijos con entrañas de misericordia:
¿Puede una madre olvidar o dejar de amar al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo tu Dios no te olvidaré (Is 49,15).  
   Jesús, el Hijo amado de Dios, nos sigue diciendo:
*Este es mi mandamiento: Ámense unos a otros como yo les amo.
*El amor más grande es dar su vida por sus amigos.
*Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les digo.

Ámense unos a otros como yo les amo
   Recordemos que los discípulos de Jesús, dejan todo y le siguen
caminan con Él por ciudades y pueblos… oyen sus enseñanzas…
son testigos de sus obras y gestos audaces en favor de los pobres…
   Después de la Cena Pascual, Jesús se despide de todos ellos,
y, conociendo las cualidades y limitaciones de sus seguidores,
les habla con el corazón, para que sus palabras queden bien grabadas:
Yo les amo a ustedes como el Padre me ama a mí,
permanezcan, pues, en el amor que yo les tengo.
Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor,
lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre,
y permanezco en su amor.
Mi mandamiento es este: ámense unos a otros como yo le amo.
   Ante la división que hay en la comunidad de Corinto, Pablo dice:
El amor es paciente, es servicial, no es envidioso ni busca aparentar,
no es orgulloso, ni actúa con bajeza, no busca su interés,
no se irrita, sino que deja atrás las ofensas y las perdona,
nunca se alegra de la injusticia, sino de la verdad.
Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor jamás dejará de existir… Ahora conozco a medias,
después conoceré tan bien como Dios me conoce a mí.
Hay tres cosas que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor;
pero la más importante de las tres es el amor (1Cor, 13).

El amor más grande es dar su vida por sus amigos
   Como Jesús, amemos con entrañas de misericordia. Por ejemplo:
Mi amigo no ha vuelto del campo de batalla…
Capitán, solicito permiso para ir a buscarlo.
Permiso denegado, responde el capitán,
no quiero que usted arriesgue su vida,
por un hombre que probablemente ha muerto.
El soldado, desobedeciendo la prohibición, sale.
Y una hora después regresa mortalmente herido,
transportando el cadáver de su amigo.
El capitán furioso grita: ¡Ya le dije que había muerto!
¡Ahora he perdido a dos hombres!
Dígame: ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver?
El soldado, moribundo, responde: ¡Claro que sí, capitán!
Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme:
-Jack… estaba seguro de que vendrías.
(Anthony de Mello: La oración de la rana, I).
   ¿Somos peces vivos que luchan contra la corriente… para dar vida,
o somos peces muertos que nos dejamos arrastrar por la indiferencia?

Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo le digo
   Martín de Porres (1579-1639) desde que nace, es marginado.
Motivo: es mulato, hijo “ilegítimo” de un español, Juan de Porres;
y de Ana Velásquez, mujer negra descendiente de esclavos africanos.
En 1579, ingresa al convento de los dominicos como “donado”.
Siendo simple sirviente, trabaja como portero, sacristán, enfermero.
En 1603, a los veinticuatro años, Martín hace su profesión religiosa,
viste el hábito de los dominicos pero solo como hermano cooperador.
No usó los años de su vida religiosa para buscar un ascenso social.
Sigue otro camino. Ser amigo de Jesús, haciendo su voluntad.
   En la homilía de su canonización (6 mayo 1962), Juan XXIII dijo:
Disculpaba los errores de los demás. Perdonaba las graves injurias,
pues estaba convencido que era más lo que merecía por sus pecados.
Ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores…
Proporcionaba comida, vestido y medicinas a los pobres.
Ayudaba a los campesinos, negros y mulatos que, por aquel tiempo,
eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió,
por parte del pueblo, el apelativo de Martín de la caridad.
J. Castillo A.