jueves, 29 de marzo de 2012

Sobre la reforma laboral.

El obispo de Ciudad Real, Dn. Antonio Algora,  ha publicado en el semanario de su Diócesis una carta donde  se muestra crítico con  la “reforma laboral” planteada por el gobierno.  La carta pone el valor de la persona, en este caso el trabajador,  por encima de cualquier otro interés, lo cual le confiere a este escrito  una calidad netamente cristiana. Aunque podéis leer la carta en su integridad, destacaría la afirmación de que "nadie habla de provisionalidad en las medidas que se están adoptando", y la aclaración del hecho de que "las personas no son tan flexibles, tan elásticas, como nos quieren hacer creer".  Nadie niega que tengamos que apretarnos el cinturón, pero que sean todos, y si alguien ha de excluirse que no sean los ricos y poderosos sino los más débiles. Y que el recorte  sea provisional y no para siempre, porque entonces no estaríamos hablando de reforma laboral puntual sino de cambio  de paradigma social.
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No me toca a mí juzgar de la conveniencia o no, en el aspecto técnico y jurídico, de una Ley en un momento determinado en el que la sociedad entera está amenazada por una Crisis global sin precedentes en la historia humana. Los ciudadanos de la calle no tenemos elementos de juicio suficientes para dar una opinión técnica en temas cada vez más complejos. En estos momentos, nos hemos de fiar de las instituciones que deben entender de problemas de tan gran magnitud. Por esto, les debemos exigir a dichas instancias políticas, sindicales, empresariales, financieras y a los distintos colectivos de expertos que actúen con responsabilidad y, si siempre tenemos todos la obligación de construir el bien común, anteponiéndolo a intereses particulares, ahora más que nunca corresponde mayor obligación al que más puede.
Dicho esto, de lo que sí estamos en condiciones de juzgar es de la bondad o maldad de una Ley que rebaja claramente los derechos de los trabajadores respecto a situaciones anteriores, y lo peor es que llevamos muchos años ya de nuestra democracia donde siempre los perdedores en el concierto social, repito, siempre, son los mismos y siempre los más débiles.
Nadie habla de provisionalidad en las medidas que se están tomando, luego lo que se quiere hacer es establecer un "mercado de trabajo" en el que los empleadores hagan y deshagan a su antojo, olvidando que el "empleado" posible es, ante todo y sobre todo, "persona" a la que otros han dado la vida, la han educado, tiene necesidades básicas: familiares y sociales, no es una mera fuerza de trabajo que se admite o despide unilateralmente y durante un largo periodo de tiempo, pues, en un año de provisionalidad en el empleo (esto es lo que dice la Ley), puede ocurrir de todo, desde una gripe a un suceso familiar al que hay que atender antes que a cualquier otra urgencia de la vida de la empresa. Las personas no somos tan flexibles, tan elásticas, como nos quieren hacer creer.
¿De verdad no hay otras soluciones para crear puestos de trabajo? Parece mentira que a día de hoy tengamos que echar mano de usos del pasado que trajeron tanta injusticia y explotación a los trabajadores. Con estas medidas y sin meterme a profeta, se van a conseguir los mismos frutos de un pretendido bienestar, hasta es posible, pero no habremos avanzado nada en que el trabajador se sienta realizado con su trabajo y le sirva para llevar una vida estable y sin sobresaltos; que haga posible la familia, la educación de los hijos, el tejido social compacto y fuerte que hace personas y países fuertes para soportar las inclemencias de las coyunturas históricas.
Y, si no queda más remedio que aplicar hoy estas medidas, ¿no han de ser complementadas por otras en las que lo central sea la vida de las personas? ¡Tantos avances tecnológicos para esto! Da la impresión de que las sociedades desarrolladas van a ser las que más poder concentren en menos manos y esto no se corresponde con las aspiraciones de una sociedad democrática avanzada. Los jefes políticos europeos toman sus medidas por vía de urgencia sin apenas contar con los parlamentos respectivos; los poderes financieros se están concentrando en muy pocas manos. No sé si es muy descabellado pensar que, en el río revuelto de la Crisis, están pescando los más poderosos sin contar con la opinión de la sociedad.
Elevemos nuestras oraciones para que Dios nuestro Señor cuide de los más perjudicados de esta malísima situación que ya cuenta en nuestra España con más de once millones de pobres.
                                                    Vuestro obispo,
                                                       + Antonio.

C.A.  18231

miércoles, 28 de marzo de 2012

Contemplar la Pasión (Domingo de Ramos)

La distancia entre Dios y el hombre es infinita. El abismo entre el amor de Dios contemplado en la Pasión de Jesús y el amor del hombre frecuentemente inclinado al egoísmo, es insalvable. Quien escucha  la pasión de Jesús -escuchar es más que oír-, quien se adentra en el misterio del dolor de Dios en la cruz, quien se hace uno con Cristo y vive su pasión con Él, queda impactado por tanta grandeza revelada en tanta humillación. Pero no es así para todos. En tiempos de secularización, de olvido de Dios, de religiosidad superficial y folklórica, la pasión sigue suscitando la admiración, pero también el rechazo de quienes ven en ella sólo el lado oscuro de la Pascua, el fracaso y no el éxito del amor. Por otro lado, son muchos los que,  satisfechos de sí mismos, quieren escapar a la dimensión profética de los relatos de la pasión refugiándose en interpretaciones estéticas o folklóricas.

¿Qué mirada dedicaremos este año a la pasión del Señor? ¿Cómo enfocar la Semana Santa? Porque podemos pasar por ella con distintas actitudes:
 
a) Una actitud totalmente profana, viviendo la Semana Santa con la mirada de los curiosos que contemplan las escenas de la pasión en la lejanía y la frialdad; visión del turista, ave de  paso que ve las cosas de manera externa y transitoria, con la mirada virtual  de quien pasa por allí coleccionando fotos para el recuerdo. ¿No es una profanación situarse ante pasos y penitentes con el morbo del televidente que se regodea en la privacidad y el sufrimiento ajeno y hace de él espectáculo y comercio?  Puede que pasemos estos días observando desde la frialdad e indiferencia, como solemos pasar ante el espectáculo vergonzoso de la telebasura, ante las imágenes de guerra, opresión y terrorismo que nos sirven los mass media, o como pasamos, ¡Dios no lo quiera!, junto a tantas familias que ya viven su pasión particular por la falta de recursos con que vivir dignamente.

b) Una actitud artística. La pasión es posiblemente el motivo artístico más representado de la historia. Pintura, escultura, música, literatura, arquitectura... han exaltado la pasión. Y en estos días pasearán por nuestras calles auténticas obras de arte sacro. Las cadenas de televisión ofrecerán a nuestra consideración procesiones y celebraciones litúrgicas, con sus esculturas,  ritos y cantos de indudable valor artístico. Pero ¡cuidado! Que el arte es expresión de la trascendencia del hombre, de su “ir más allá de las cosas”, la belleza nos acerca al que es “la suma belleza”, pero también puede cegar los ojos, dejándonos ver sólo el valor material, fruitivo, subjetivo, sin transcendernos al “más allá”, a la experiencia del encuentro con el que es la Belleza absoluta. Ante una obra de arte religioso no podemos escamotear la pregunta acerca del misterio que quiere reflejar.

c) Más allá, y sobre las dos actitudes mencionadas, la Semana Santa está pidiendo de nosotros una actitud plenamente religiosa, lo cual requiere unas condiciones, las mismas que mostró Jesús en su pasión; las mismas que, meditado, nos descubre el canto tercero del Siervo de Isaías (50,4-7):

*Actitud de escucha: “Mi Señor, cada mañana, me espabila el oído, para que escuche como los iniciados. El Señor me ha abierto el oído; y yo no me he revelado ni me echado atrás” (Is50 4b-5). La Pasión -Semana Santa- es lenguaje de Dios, Palabra de Dios. Y una Palabra dura, que invita a bote pronto al rechazo. Para que esto no ocurra debemos evitar acercarnos a ella como extraños y hacerlo  como “iniciados”, como discípulos. Cualquier no-creyente que levanta su vista al crucificado sólo encuentra en esa imagen motivos de escándalo; no querrá ni oír hablar de un camino de dolor y sufrimiento; y mucho menos de un Dios sufriente. ¡Qué absurda contradicción! A la Pascua se accede desde la “escucha”, desde la actitud del discípulo, del iniciado, que sabe que adentrarse en el misterio de Dios sólo es posible como don del mismo Dios: “El Señor Dios me ha abierto el oído”. Pídele a Dios el don de “escuchar sin echarte atrás” (Is 50,5).
 
* Actitud de recibir para dar, para decir. La Pasión no es lenguaje de Dios cerrado sobre sí mismo. La pasión y muerte de Jesús adquiere sentido porque fue una pasión y muerte “por” nosotros, “para” nuestra salvación. “Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento” (Is 50,4a). En la pasión Dios quiere “decir” algo; se dirige a los abatidos y les anuncia que, a pesar de tanto sufrimiento, a pesar del abandono al que están sometidos, Dios no les da la espalda. “Porque el Señor está conmigo –dice el justo injustamente perseguido- sé que no quedaré avergonzado” (Is 50,7b). Vivir estos días en actitud religiosa nos capacita para “decir”, para ser también nosotros lenguaje de Dios, para dar una palabra de aliento a nuestro corazón abatido y al corazón abatido de tantos hermanos que están esperando de nosotros una respuesta a la pregunta sobre el mal y el dolor propio y ajeno. Viviendo religiosamente la Semana Santa evangelizamos a los hermanos; nos hacemos nosotros mismos palabra de Dios para los demás.

*Ese “decir” no es sólo teórico. El “decir” de Dios es “obrar”, porque en Dios la Palabra es Verbo, acto de Dios. Yo, nos dice el Siervo, “no me he revelado ni me he echado atrás” a la hora de arrimar el hombro en la tarea de vencer el dolor y la muerte. “Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos” (Is 50,6). Le sostiene una fe que da fuerzas para lo imposible: “Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido” (Is 50,7a). La semana Santa no es retórica sino práctica; si algo tiene de teoría es para explicar lo que previamente se ha practicado. No olvidemos que antes que narración, la pasión fue acto, acontecimiento. Por eso, sólo cuando se vive en la propia carne la pasión del rechazo, del abandono, de la entrega generosa por los más pobres y desgraciados de entre los nuestros, sólo cuando se vive en la propia carne el “sacrificio”, se abre el oído y el entendimiento al mensaje del Siervo. Sólo cuando de hecho se muere con Cristo, se resucita con Él. No hay por tanto Semana Santa sin inmersión en el sufrimiento del mundo, sin hacer lo imposible por caminar con Cristo buen samaritano cargando la cruz de los que viven sumergidos en la crisis, sea esta económica o existencial

Entra en Semana Santa con espíritu de escucha, con el oído abierto; deja a un lado la pasión del folklore y del turista, la pasión epidémica del documental televisivo. “Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú sígueme” (Mt 8,22).

Casto Acedo. Marzo. paduamerida@gmail.com   18171

viernes, 16 de marzo de 2012

Día del Seminario 2012

Excelente el video de la campaña institucional del día del Seminario.
No hace mucho la revista norteamericana Forbes daba la noticia de que él trabajo de sacerdote es el que más satisfacciones da.
La campaña de este año para las vocaciones en el día del Seminario,
que se celebra el día de san José -19 de Marzo-. 
se apoya en ello.

Puedes verlo en:

o haciendo click en la foto.



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lunes, 5 de marzo de 2012

Nemesio Frías, misonero natural de Hornachos.

Hay mucha gente buena por el mundo, a veces las tenemos  tan cerca,... pero no las vemos. Te invito a ver esta entrevista de Todo TV (de Manos Unidas, Campaña contra el hambre), a Nemesio, natural de Hornachos y que lleva varios años trabajando en Zimbawe. Como paisano suyo doy fe de su bonhomía y de que esa tranquilidad que muestra en la entrevista no es impostada. Es un hombre tranquilo que sabe hacer las cosas bien. Merece la pena escucharle, eso sí, sin prisas, saboreando lo que dice.

Clickar en

o en la foto:



Casto Acedo. 16421