miércoles, 29 de junio de 2016

Anuncien el Reino de Dios...



14º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 66,10-14  -  Gal 6,14-18  -  Lc 10,1-12.17-20

   Al iniciar su viaje a Jerusalén, Jesús entra en la región de Samaría.
Allí, designa a setenta y dos discípulos, y los envía por delante,
de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir.
   Según Carlos Mesters, Lucas sugiere que se trata de samaritanos,
que van a anunciar el Reino de Dios a sus propios paisanos.
   De esta manera, el Evangelio llega a los despreciados y excluidos.

… En los caminos
Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir…
antes que una Iglesia enferma por el encierro
y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades (EG, n.49).
   Al caminar debemos ver la vida que hay en nuestro alrededor…
y agradecer a Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza.
   Pero también debemos oír el grito de nuestra madre tierra,
pues, la industrialización salvaje y descontrolada la está destruyendo;
y oír el grito de los pobres que son cada vez más pobres.
   En este contexto, anunciar el Reino de Dios y su justicia,
va a despertar la ira de los lobos disfrazados con piel de ovejas.
Los mensajeros de Jesús jamás responderán con violencia,
pues, siguiendo las enseñanzas y obras de Jesús, ellos deben:
-Orar porque la cosecha es abundante y pocos los obreros.
-Amar a sus enemigos. Hacer el bien a los que les odian.
 Bendecir a los que les maldicen. Orar por los que les maltratan.
-Anunciar que Dios defiende al pobre, huérfano, forastero, viuda.
-Ser simples servidores y pasar por este mundo haciendo el bien.
   Los cristianos no debemos quedarnos cómodamente instalados:
En el Evangelio aprendemos la sublime lección
de ser pobres siguiendo a Jesús pobre (Lc 6,20;  9,58),
y la de anunciar el Evangelio de la paz sin bolsa ni alforja,
sin poner nuestra confianza en el dinero
ni en el poder de este mundo (Lc 10,4ss). (DA, n.30).

… En las casas
Hagan todos los esfuerzos para que haya una pastoral familiar.
Atiendan a campo tan prioritario pues la evangelización en el futuro
depende en gran parte de la Iglesia doméstica (Juan Pablo II, 1979).
  Los discípulos no deben detenerse en el camino, pero sí en una casa.
Así lo hace Jesús… mientras va de camino, entra en un pueblo,
y una mujer llamada María, lo recibe en su casa (Lc 10,38ss).
Recordemos que la venida del Espíritu Santo tuvo lugar en una casa,
donde estaban alojados los discípulos de Jesús,
con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes (Hch 1,14).
Cuando Pablo pide que saluden a Prisca y Áquila, dice también:
saluden a la comunidad que se reúne en su casa (Rom 16,5).
   Hoy, si deseamos una sociedad donde reine la paz y la justicia,
hagamos todo lo posible para que en la casa, en la familia,
hayan hijos de paz, personas abiertas a la novedad del Evangelio.
Para ello, el misionero debe permanecer en la misma casa,
pues la evangelización de la familia necesita tiempo y dedicación.

… En los pueblos y ciudades
La verdadera liberación es el paso, para cada uno y para todos,
de condiciones de vida menos humanas,
a condiciones más humanas (Pablo VI, PP, 1967, n.20).
   Cuando los misioneros son acogidos en un pueblo o en una ciudad,
deben anunciar la llegada del Reino de Dios y sanar a los enfermos.
Así actúa Jesús… recordemos su respuesta a los discípulos de Juan:
Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos quedan sanos,
los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados.
Y felices aquellos que aceptan creer en mí (Lc 7,22).
   Caso contrario, cuando los misioneros son rechazados dirán:
hasta el polvo que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos.
Esta manera de actuar significa que no apoyan la injusticia reinante.
   Los setenta y dos discípulos vuelven contentos y dicen a Jesús:
Señor, en tu nombre hasta los demonios se nos sometían.
Jesús les ayuda a entender que si han logrado expulsar demonios,
es porque Él les ha dado ese poder y Él mismo está con ellos.
   Todo esto es motivo de alegría, por compartir la vida plena de Dios,
y porque cada uno de ellos están en el corazón del mismo Dios.
J. Castillo A.

miércoles, 22 de junio de 2016

Seguir a Jesús



13º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
1Re 19,16. 19-21  -  Gal 5,1. 13-18  -  Lc 9,51-62

  Jesús deja la región de Galilea y toma la decisión de ir a Jerusalén,
donde, el poder religioso, político y económico le condenará a muerte:
Jerusalén, Jerusalén que matas y apedreas a los profetas (Lc 13,34).
   En este contexto, seguir a Jesús implica: -arriesgar nuestra vida…
-anunciar el Reino y sanar a los enfermos… -liberar a los oprimidos…

Seguir a Jesús: viviendo pobre entre los pobres
   Jesús tiene autoridad moral para anunciar el Evangelio a los pobres,
porque nació pobre, vive pobre entre los pobres, y morirá pobre.
Por eso, cuando envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios,
les dice: No lleven nada para el camino,
ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas (Lc 9,3).
   Ahora bien, mientras Jesús y sus discípulos caminan a Jerusalén,
una persona le dice: Señor, te seguiré a dondequiera que vayas.
Jesús le responde: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos,
pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
   Seguir a Jesús -ayer y hoy- no es para ganar dinero…
tampoco para ascender socialmente… ni para tener poder…
Él es un Profeta itinerante y por decisión libre no tiene casa propia.
Además, con sus discípulos/as va creando un nuevo estilo familiar:
Los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica,
esos son mi madre y mis hermanos (Lc 8,21).
   Seguir a Jesús requiere una Iglesia que deje de lado la burocracia:
La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse
en la comodidad, en el estancamiento y en la tibieza,
al margen  del sufrimiento de los pobres del Continente (DA, n.362).
   Seguir a Jesús hecho pobre y siempre cercano a los pobres,
significa ver el sufrimiento y oír los lamentos de los indefensos;
pues, la Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia
y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia
y quiere responder a él con todas sus fuerzas (cf. EG, n. 186 y 188).

Seguir a Jesús: anunciando el Reino y sanando a los enfermos
   En el segundo caso es el mismo Jesús quien dice: Sígueme.
Pero el interesado contesta: Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Esta actividad es digna de todo hijo que ama a su padre y a su madre.
Sin embargo, la respuesta de Jesús va a la raíz de un problema:
Deja que los muertos entierren a sus muertos,
tú ve y anuncia el Reino de Dios.
   En aquella época, si un hijo declaraba que una propiedad…
o cierta cantidad de dinero… han sido destinadas al templo,
ya no tenía obligación de ayudar a sus padres (Mc 7,9ss).
Dejan de lado la Palabra de Dios  y dan más importancia a la ofrenda.
Hoy también hay hijos que después de abandonar a sus seres queridos,
se acuerdan de ellos cuando han muerto y realizan un entierro de lujo.
   Que los muertos entierren a sus muertos es dejar esas “costumbres”.
Lo más importante es anunciar el Reino y sanar a los enfermos,
pues, la gloria de Dios consiste en que todos tengamos vida plena.

Seguir a Jesús: liberando a los oprimidos
   Una tercera persona se acerca a Jesús y le dice:
Señor, te seguiré, pero primero déjame despedirme de mi familia.
Jesús de Nazaret le responde: El que pone la mano en el arado
y sigue mirando atrás, no sirve para el Reino de Dios.
   Hoy, no podemos liberar a los oprimidos, mirando a otro lado:
Cualquier comunidad, en la medida en que pretenda vivir tranquila
sin ocuparse ni cooperar para que los pobres vivan con dignidad…
también corre el riesgo de disolverse,
aunque hable de temas sociales, o critique a los gobiernos.
Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual…
disimulada con prácticas religiosas… con reuniones infecundas…
o con discursos vacíos… (“Alegría del Evangelio”, 2013, n.207).    
   A los laicos y a las familias, el Papa Francisco les dijo:
Así también ustedes levanten la mirada y miren “fuera”:
-a los muchos “lejanos” de nuestro mundo,
-a tantas familias en dificultad y necesitadas de misericordia,
-a tantos campos de apostolado aún por explorar,
-a los numerosos laicos con corazón bueno y generoso,
que con gusto pondrían al servicio del Evangelio sus energías
(Apertura de la nueva Oficina de Laicos y Familia, 17 junio 2016).
J. Castillo A.

miércoles, 15 de junio de 2016

Para nosotros, ¿quién es Jesús?



12º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Zac 12,10-11  -  Gal 3,26-29  -  Lc 9,18-24

   En un ambiente de oración, Jesús pregunta a sus discípulos:
¿Quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
   Luego, Jesús anuncia: -Que va a padecer, ser ejecutado y resucitar.
-Y, el que quiera seguirle, niéguese a sí mismo y cargue con su cruz.

¿Quién es Jesús?
   Después que sus discípulos han recorrido los pueblos de Galilea,
anunciando el Reino de Dios y sanando a los enfermos;
Jesús los reúne y les pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
La gente ve a Jesús como uno de los grandes profetas: Juan, Elías
Esto es un buena señal del anuncio que han realizado sus discípulos.
   Luego hace esta otra pregunta: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro toma la palabra y responde: Tú eres el Mesías de Dios.
Pero, Jesús les ordena terminantemente que no digan esto a nadie,
porque ellos y la gente en general esperan un Mesías triunfalista,
un líder político que va a derrotar a los enemigos del pueblo judío.
   Hoy corremos el riesgo, ya no de esperar un Mesías victorioso,
sino de dar preferencia a los adornos superfluos de las imágenes;
y, luego, vivir indiferentes al grito de los pobres… y de la tierra.
   Es por eso que Jesús prefiere hablar del Hijo del hombre,
para que lo busquemos, no en los objetos preciosos del culto divino;
sino en los rostros desfigurados de “sus hermanos” que sufren
   Cuando hay personas que oprimen y derraman sangre inocente,
con la finalidad de “amontonar” dinero mal habido (Jer 22,15ss);
¿bastará decir que conocemos a Jesús… sin practicar la justicia?
   Al respecto, el Papa Francisco dijo el pasado 13 junio 2016:
-La miseria tiene rostro: de niño, de familia, de jóvenes, de ancianos.
-Tiene rostro en la falta de trabajo de muchas personas.
-Tiene rostro de migraciones forzadas, casas vacías o destruidas
Y añade: Necesitamos verdaderos héroes capaces de abrir caminos,
tender puentes, agilizar trámites priorizando el rostro del que sufre.

El doloroso camino del Hijo del hombre
   Luego, Jesús les anuncia: El Hijo del hombre debe sufrir mucho,
ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas;
lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
*Jesús sufrió desde que nació. Pero los peores sufrimientos,
los tuvo durante su pasión (traición, abandono, torturas…).
*Los sacerdotes que han hecho del templo una cueva de ladrones,
rechazan a Jesús para seguir engañando y explotando al pueblo.
Pero, la piedra rechazada vino a ser piedra principal (Lc 20,17). 
*El poder religioso y político condena a Jesús a morir crucificado,
pues, según ellos, el Profeta de Nazaret es un malhechor (Jn 18,30).
*Sin embargo, la última palabra no es la muerte, sino la Vida.
Dios Padre no permanece indiferente… resucita a su Hijo amado.
   En nuestros días, tratándose de los Cristos crucificados,
siguen vigentes las palabras de fray Bartolomé de Las Casas:
Dejo en las Indias a Jesucristo, nuestro Dios, azotado y afligido,
abofeteado y  crucificado, no una, sino millares de veces (en 1559).

Condiciones para seguir a Jesús
   El ideal que Jesús nos pide es elevado, sublime, arduo, exigente;
hecho a la medida de verdaderos héroes, dispuestos a dejarlo todo:
Si alguien quiere ser discípulo mío… olvídese de sí mismo…
cargue con su cruz cada día… y sígame.
*Los que quieren ser discípulos de Jesús, debe hacerlo libremente,
para escuchar con el corazón sus enseñanzas y ponerlas en práctica.
*Olvidarse de sí mismo, significa decir “no” a nuestros egoísmos,
para solidarizarnos con los hombres y mujeres pobres y oprimidos.
*Cargar la cruz… significa también que los gozos y esperanzas,
las tristezas y angustias, sobre todo de los pobres… son también,
gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Jesús.
*Seguir a Jesús… Así lo hacen Pedro, Santiago y Juan (Lc 5,11):
Llevan sus barcas a tierra… Lo dejan todo… Y siguen a Jesús
Además, el discípulo bien formado será como su maestro (Lc 6,40),
como Jesús que está entre nosotros como quien sirve (Lc 22,27).
¿Tiene sentido ser esclavos del consumismo salvaje y descontrolado?
Escuchemos a Jesús: El que quiera salvar su vida, la perderá…
Pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará. 
J. Castillo A.