miércoles, 22 de junio de 2016

Seguir a Jesús



13º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
1Re 19,16. 19-21  -  Gal 5,1. 13-18  -  Lc 9,51-62

  Jesús deja la región de Galilea y toma la decisión de ir a Jerusalén,
donde, el poder religioso, político y económico le condenará a muerte:
Jerusalén, Jerusalén que matas y apedreas a los profetas (Lc 13,34).
   En este contexto, seguir a Jesús implica: -arriesgar nuestra vida…
-anunciar el Reino y sanar a los enfermos… -liberar a los oprimidos…

Seguir a Jesús: viviendo pobre entre los pobres
   Jesús tiene autoridad moral para anunciar el Evangelio a los pobres,
porque nació pobre, vive pobre entre los pobres, y morirá pobre.
Por eso, cuando envía a sus discípulos a anunciar el Reino de Dios,
les dice: No lleven nada para el camino,
ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas (Lc 9,3).
   Ahora bien, mientras Jesús y sus discípulos caminan a Jerusalén,
una persona le dice: Señor, te seguiré a dondequiera que vayas.
Jesús le responde: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos,
pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
   Seguir a Jesús -ayer y hoy- no es para ganar dinero…
tampoco para ascender socialmente… ni para tener poder…
Él es un Profeta itinerante y por decisión libre no tiene casa propia.
Además, con sus discípulos/as va creando un nuevo estilo familiar:
Los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica,
esos son mi madre y mis hermanos (Lc 8,21).
   Seguir a Jesús requiere una Iglesia que deje de lado la burocracia:
La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse
en la comodidad, en el estancamiento y en la tibieza,
al margen  del sufrimiento de los pobres del Continente (DA, n.362).
   Seguir a Jesús hecho pobre y siempre cercano a los pobres,
significa ver el sufrimiento y oír los lamentos de los indefensos;
pues, la Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia
y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia
y quiere responder a él con todas sus fuerzas (cf. EG, n. 186 y 188).

Seguir a Jesús: anunciando el Reino y sanando a los enfermos
   En el segundo caso es el mismo Jesús quien dice: Sígueme.
Pero el interesado contesta: Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Esta actividad es digna de todo hijo que ama a su padre y a su madre.
Sin embargo, la respuesta de Jesús va a la raíz de un problema:
Deja que los muertos entierren a sus muertos,
tú ve y anuncia el Reino de Dios.
   En aquella época, si un hijo declaraba que una propiedad…
o cierta cantidad de dinero… han sido destinadas al templo,
ya no tenía obligación de ayudar a sus padres (Mc 7,9ss).
Dejan de lado la Palabra de Dios  y dan más importancia a la ofrenda.
Hoy también hay hijos que después de abandonar a sus seres queridos,
se acuerdan de ellos cuando han muerto y realizan un entierro de lujo.
   Que los muertos entierren a sus muertos es dejar esas “costumbres”.
Lo más importante es anunciar el Reino y sanar a los enfermos,
pues, la gloria de Dios consiste en que todos tengamos vida plena.

Seguir a Jesús: liberando a los oprimidos
   Una tercera persona se acerca a Jesús y le dice:
Señor, te seguiré, pero primero déjame despedirme de mi familia.
Jesús de Nazaret le responde: El que pone la mano en el arado
y sigue mirando atrás, no sirve para el Reino de Dios.
   Hoy, no podemos liberar a los oprimidos, mirando a otro lado:
Cualquier comunidad, en la medida en que pretenda vivir tranquila
sin ocuparse ni cooperar para que los pobres vivan con dignidad…
también corre el riesgo de disolverse,
aunque hable de temas sociales, o critique a los gobiernos.
Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual…
disimulada con prácticas religiosas… con reuniones infecundas…
o con discursos vacíos… (“Alegría del Evangelio”, 2013, n.207).    
   A los laicos y a las familias, el Papa Francisco les dijo:
Así también ustedes levanten la mirada y miren “fuera”:
-a los muchos “lejanos” de nuestro mundo,
-a tantas familias en dificultad y necesitadas de misericordia,
-a tantos campos de apostolado aún por explorar,
-a los numerosos laicos con corazón bueno y generoso,
que con gusto pondrían al servicio del Evangelio sus energías
(Apertura de la nueva Oficina de Laicos y Familia, 17 junio 2016).
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog