11º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
2Sam 12,7-13 - Gal
2,16. 19-21 - Lc 7,36-8,3
Durante una comida en casa de Simón, se
encuentran tres personas:
-Jesús de Nazaret que vino a liberar a los cautivos y oprimidos.
-El fariseo Simón que se cree justo por cumplir tradiciones humanas.
-La mujer pecadora que con sus lágrimas lava los pies de Jesús.
Jesús de Nazaret
Jesús, el Profeta itinerante, anuncia
esta Buena Noticia:
Se ha cumplido el tiempo y está cerca el
Reino de Dios
(Mc 1,15).
Busca
seguidores que actúen como Dios, amigo de la vida (Sab 11,26).
Precisamente,
para que se conviertan y crean en esta Buena Noticia,
Jesús acepta comer en la casa de varios
fariseos:
-En
la casa del fariseo Simón… (Evangelio de hoy).
-También
en la casa de otro fariseo, donde Jesús le hace ver,
que
lo más importante es la justicia y el
amor de Dios (Lc 11,37ss).
-Incluso
va a la casa de uno de los jefes de los fariseos a quien le dice:
cuando ofrezcas un banquete invita a los
pobres,…
(Lc 14,1ss).
Ellos,
¿se habrán convertido, practicando las enseñanzas de Jesús?
Ante
la marginación y el desprecio que sufren las mujeres,
Jesús
las acoge devolviéndoles su dignidad de ser hijas de Dios:
-Se
le remueven las entrañas ante el llanto
de una viuda (Lc 7,11ss).
-Se
deja tocar por ellas y no teme ser
contaminado (Lc 7,37s; 8,43ss).
-Las
acepta como seguidoras y discípulas
del Reino (Lc 8,2s; 10,39).
-Impone
sus manos y sana a una mujer encorvada
(Lc 13,10ss).
-Compara
el Reino de Dios con el trabajo de una
mujer (Lc 13,20s).
-Una viuda que exige sus derechos es
modelo de oración (Lc 18,1ss).
-Alaba
la ofrenda de la viuda pobre que da
dos moneditas (Lc 21,1ss).
-Consuela
a las mujeres que lloran y se
lamentan por Él (Lc 23,27s).
-Testigos
de su muerte son mujeres que le han
seguido (Lc 23,49).
-También
son mujeres las que observan su
entierro (Lc 23,55).
-Y
a ellas les dicen: ¿Por qué buscan entre
los muertos al que vive?
No está aquí, ha resucitado (Lc 24,5ss).
El fariseo Simón
Varias veces Jesús denuncia la hipocresía de los
fariseos y escribas:
-Honran
a Dios con los labios pero su corazón
está lejos de Él (Mc 7).
-Limpian
por fuera los platos, pero por dentro
están llenos de robos.
-Pagan
el impuesto de la menta, de la ruda y de todas las hortalizas,
pero
descuidan la justicia y el amor a Dios.
-Buscan
asientos de honor en las sinagogas y
los saludos de la gente.
-Imponen
a los hombres y a las mujeres cargas
insoportables,
pero
ellos no mueven un dedo para ayudar a llevarlas… (Lc 11,37ss).
-Si
rezan dirán: Oh Dios, te doy gracias
porque no soy como los otros
que son ladrones, injustos, adúlteros… (Lc 18,9ss).
-Con
pretexto de largas oraciones devoran los
bienes de las viudas,
por
eso serán juzgados con mayor severidad (Lc 20,47).
Los
fariseos y escribas critican a Jesús diciendo que es:
comilón, bebedor, amigo de publicanos y
pecadores
(Lc 7,34; 15,1-2).
Sin
embargo, acepta la invitación del
fariseo Simón para comer…
para
seguir sembrando: vida… bondad… compasión… misericordia;
pues
Él ha venido a buscar y a salvar lo que
está perdido (Lc 19,10).
La mujer pecadora
Los invitados no se imaginan que una
mujer pecadora iba a entrar.
Ella
no tiene nombre. En el pueblo es despreciada por ser prostituta.
Sin
embargo, se pone a los pies de Jesús como una discípula, y llora.
Con
sus lágrimas lava los pies del Profeta itinerante y misericordioso.
Jesús
también lavará los pies a sus discípulos, en la última cena.
Para
Simón esos gestos son propios de una mujer de mala vida
y,
por eso, reacciona criticando a Jesús y condenando a la mujer:
Si
éste fuera profeta sabría que esa mujer es una pecadora.
Jesús,
después de narrar la parábola de dos deudores, dice a Simón:
Sus numerosos pecados están perdonados,
porque tiene mucho amor.
Luego,
acoge con ternura y compasión a la mujer para decirle:
Tus pecados te son perdonados… Tu fe te
ha salvado… Vete en paz…
Quizás
después, esta mujer sigue a Jesús
junto a los discípulos/as.
Más
adelante, a los funcionarios del templo Jesús les dirá:
Los publicanos y las prostitutas
entrarán antes que ustedes al Reino.
Porque vino Juan enseñando el camino de
la justicia y no le creyeron,
mientras que los publicanos y las
prostitutas le creyeron.
Y ustedes no se han arrepentido ni han
creído
(Mt 21,31s).
J. Castillo A.
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