miércoles, 26 de abril de 2017

Quédate con nosotros

3º Domingo de Pascua, ciclo A
Hch 2,14.22-33  -  1Pe 1,17-21  -  Lc 24,13-35

  Aquel Domingo, dos discípulos de Jesús se van al pueblo de Emaús,
totalmente desanimados por los sucesos dolorosos del Viernes.
Pero después, se levantan y vuelven a Jerusalén… ¿Qué ha sucedido?
Gracias al encuentro con Jesús resucitado, ellos son reconciliados,
como lo fueron: María Magdalena… Tomás… los discípulos…Pedro.
  
Esperábamos que Él fuera el futuro liberador de Israel
   Estos dos discípulos huyen de la violencia que hay en Jerusalén,
y también abandonan la comunidad que Jesús ha formado.
Temerosos de morir como Jesús, buscan refugio en otro lugar,
pues herido mortalmente el pastor, las ovejas se dispersan (Mc 14,27).
Mientras se alejan, el mismo Jesús se acerca y camina con ellos,
pero son incapaces de reconocerlo, lo confunden con un forastero.
   Para reconciliarlos, Jesús se interesa por lo que van conversando…
les preguntaescucha con paciencia la idea que tienen de Él…
Ellos reconocen que Jesús es un Profeta poderoso en obras y palabras,
además, esperaban que Él libraría a su nación de la esclavitud romana;
pero las autoridades religiosas y políticas lo condenaron y crucificaron.
   Hoy, ya no son dos… son miles los emigrantes y forasteros,
que para salvar sus vidas, abandonan la tierra que los vio nacer,
y se arriesgan a cruzar: desiertos, mares, muros alambrados…
¿Hasta cuándo las riquezas naturales de África y de América Latina,
serán devoradas por los países ricos y sus empresas transnacionales?
   Ojalá los responsables del capitalismo salvaje oigan esta denuncia:
Ustedes ricos: lloren y griten por las desgracias que van a sufrir.
Tus riquezas están podridas. Tus ropas están apolilladas.
Tu oro y tu plata se han oxidado y eso es una prueba contra ustedes…
El salario que no dieron a los obreros que trabajaron en tus campos,
clama al cielo y el Señor misericordioso ha oído ese clamor.
Ustedes llevan una vida de lujo y placeres, engordando como ganado,
condenan y asesinan a inocentes que no pueden defenderse (Stgo 5).

Reconocen a Jesús al compartir el pan
   Después de oírles, Jesús continúa el proceso de reconciliación.
Para ello, les hace una verdadera interpretación de las Escrituras:
¡Cómo les cuesta creer lo que han anunciado los profetas!...
Luego, les explica todo lo que Moisés y los profetas dijeron sobre Él.
La Escritura por sí sola no abre los ojos, pero hace arder el corazón.
   Cerca de la aldea de Emaús, Jesús hace ademán de seguir adelante,
pero ellos le insisten diciendo: Quédate con nosotros, ya es tarde.
Ambos acogen a Jesús, -el Forastero- y le invitan a compartir el pan.
Mientras están sentados alrededor de la misma mesa,
Jesús toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo da.
En ese momento, se les abren los ojos y reconocen a Jesús.
   Ya reconciliados, asumen de otra manera las ilusiones y temores
que han tenido… y actúan -en delante- de una manera diferente:
-ellos huían de Jerusalén, pero ahora se levantan y vuelven ilusionados;
-han abandonado el grupo, pero vuelven a compartir la Buena Noticia.
   Comer juntos es el deseo de miles de personas que sufren hambre.
Para ello, no basta repetir la doctrina cristiana, ni leer documentos…
Hace falta: -oír la voz de Jesús que hace arder nuestros corazones,
-acoger a sus hermanos, -compartir con ellos el pan de cada día.
Felices ustedes,  nos dice, porque tengo hambre y me dan de comer…
soy forastero y me acogen en sus casas… (Mt 25,31ss).
   Meditemos, en el texto de Lucas, las comidas de Jesús en las casas.
*En Galilea: -con pecadores en casa de Leví (Mateo) (5,29)
-en casa del fariseo Simón, donde una pecadora le lava los pies (7,36),
-en Betsaida, durante la multiplicación de los panes (9,19).
*Camino a Jerusalén: -en casa de Marta y María (10,38),
-en casa de un fariseo fiel cumplidor de tradiciones humanas (11,37),
-un sábado, en casa de otro fariseo importante (14,1),
-en casa de Zaqueo, jefe de los cobradores de impuesto (19,1).
*En Jerusalén: -durante la celebración de la cena Pascual (22,7),
-en la casa de los discípulos de Emaús (texto de hoy) (24,13),
-en la casa donde se llevó a cabo la cena Pascual (24,36).
   Sobre la Iglesia doméstica, S. Juan Crisóstomo (349-407) nos dice:
Vuelto a tu casa prepara dos mesas: una de los alimentos,
y la otra de la Sagrada Escritura para que tus hijos la escuchen.
De esta manera harás de tu casa una iglesia doméstica.
J. Castillo A.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog