miércoles, 3 de mayo de 2017

El pastor da vida a las ovejas

4º Domingo de Pascua, ciclo A
Hch 2,14.36-41  -  1Pe 2,20-25  -  Jn 10,1-10

   Con un lenguaje simbólico y sencillo, el Evangelio nos recuerda
que los cristianos debemos escuchar la voz de Jesús… y seguirle
Esa voz no debemos confundirla con escritos y costumbres humanas,
que distan de las enseñanzas y obras de Jesús, nuestro único Maestro.

Las ovejas no oyen la voz de los extraños
   En la época de Jesús y en nuestros días, hay malos pastores,
es decir, malas autoridades que asaltan, roban, matan (cf. Ez 34).
   Al respecto, el III Concilio de Lima (1582-1583),
con mucha razón, hizo la siguiente denuncia que tiene actualidad:
A los curas y a otros ministros eclesiásticos manda muy de veras
que se acuerden que son pastores y no carniceros… Es cosa muy fea
que los ministros de Dios se hagan verdugos de los indios (III acc, 3º).
   Hoy, no debemos hacer mal uso de la imagen de ovejas y pastores,
para justificar: -que la Iglesia Cristo es una sociedad de desiguales…
-que solo la jerarquía tiene autoridad para conducir a la multitud…
-que los clérigos son ministros sagrados, los demás son laicos…
(Vaticano I, sobre la Iglesia.  Pío XI, Vehementer Nos.  CIC, cn.207).
   Sobre el clericalismo (influencia excesiva del clero en la sociedad),
el 19/marzo/2016, el Papa Francisco escribe al Card. Quellet y dice:
*El clericalismo es una de las deformaciones en América Latina,
pues anula la personalidad de los cristianos, disminuye y desvaloriza
la gracia bautismal que el Espíritu puso en el corazón de la gente.
*El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado,
tratándolo como “mandaderos”, limita las distintas iniciativas,
esfuerzos y osadías necesarias para poder llevar el Evangelio
a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político.
*El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes y propuestas,
va apagando el fuego profético de toda la Iglesia.
*El clericalismo se olvida que la visibilidad y la sacramentalidad
de la Iglesia pertenece al Pueblo de Dios, y no a unos pocos elegidos.

El pastor conoce a las ovejas
   En la carta al Card. Quellet -refiriéndose al pastor- el Papa dice:
El Santo Pueblo fiel de Dios es al que como pastores estamos
continuamente invitados a ver, proteger, acompañar, sostener, servir.
Un padre no se entiende a sí mismo sin sus hijos.
Puede ser un muy buen trabajador, profesional, esposo, amigo;
pero lo que lo hace padre tiene rostro: son sus hijos.
Lo mismo sucede con nosotros, somos pastores.
Un pastor no se concibe sin un rebaño al que está llamado a servir.
El pastor, es pastor de un pueblo, y al pueblo se lo sirve desde dentro.
Muchas veces se va adelante marcando el camino,
otras detrás para que ninguno quede rezagado y, no pocas veces,
se está en el medio para sentir bien el palpitar de la gente.
   Más adelante, el Papa subraya la importancia de nuestro bautismo:
El primer sacramento, el que sella para siempre nuestra identidad
y del que tendríamos que estar siempre orgullosos es el del bautismo.
Por él y con la unción del Espíritu Santo, (los fieles) quedan
consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo (LG, n.10).
Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces
en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo.
Nos bautizaron laicos, signo permanente que nadie podrá eliminar.
Nos hace bien recordar que la Iglesia no es una elite
de los sacerdotes, de los consagrados, de los obispos;
sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios.
   Como miembros del Santo Pueblo de Dios, tengamos presente que:
Jesús es la puerta para conocer el rostro misericordioso del Padre.
Jesús es la puerta que hace realidad entre nosotros el Reino de Dios.
Jesús es la puerta para que tengamos vida, y la tengamos abundante.
   Para conocer a Jesús… oír sus enseñanzas… seguir su ejemplo;
meditemos en las palabras que Él dijo, según el Evangelio de Juan:
*Yo soy el pan de vida, el que viene a mí, no pasará hambre (6,35).
*Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no anda en tinieblas (8,12).
*Yo soy la puerta de las ovejas (texto del Evangelio de hoy, 10,9).
*Yo soy el buen pastor que da su vida por las ovejas (10,11;  Sal 23).
*Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí no morirá (11,25).
*Yo soy el camino, la verdad y la vida (14,6).
*Yo soy la vid, y ustedes son los ramas (15,5).
J. Castillo A.

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