miércoles, 25 de marzo de 2015

Entrada de Jesús en Jerusalén

Domingo de Ramos (ciclo B)
Is 50,4-7  -  Flp 2,6-11  -  Mc 11,1-10  -  Mc 14,1-15,47

   Los textos evangélicos nos presentan a Jesús, pobre y humilde,
desde su nacimiento en Belén hasta su muerte en el Calvario
   Sin embargo, hay personas y grupos interesados por el dinero que
hacen de Semana Santa, una semana de turismo, consumo, comercio.
   No nos dejemos arrastrar por costumbres humanas ni por mensajes
rutinarios que oscurecen celebrar el triunfo de la vida sobre la muerte.

El Señor lo necesita y pronto lo devolverá
   Jesús después de predicar el Reino de Dios y su justicia, en Galilea,
toma la decisión de ir a la ciudad Jerusalén, donde las autoridades
matan a los profetas y apedrean a los enviados de Dios (Mt 23,37ss).
   Fiel a su misión, mientras va a Jerusalén, Jesús sigue dando vida.
En Jericó, Bartimeo, hijo de Timeo, un mendigo, ciego y marginado;
al oír que es Jesús, grita: Hijo de David, ten compasión de mí.
Gracias al llamado y a la acogida de Jesús, su vida va a cambiar:
*Arroja su manto. Deja todo, como hicieron los primeros discípulos.
*Se levanta y se acerca a Jesús. Para un encuentro personal con Jesús,
Bartimeo se libera de las ataduras que lo tenía postrado en el camino.
*Recupera la capacidad de ver. En adelante, verá el sufrimiento
y oirá los lamentos de la gente pobre, pero sin permanecer indiferente.
*Sigue a Jesús. Descubrirá que Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
   Después, Jesús prepara su ingreso a Jerusalén, y lo hace montado
en un burrito prestado, pues no tiene dinero, armas ni poder. Es pobre.
Más tarde, celebrará la Cena Pascual en una sala prestada (Mc 14,14).
   Así es Jesús, no tiene donde reclinar la cabeza (Mt 8,20) y, además,
actúa  libremente ante las autoridades de este mundo. Hoy, también,
que nuestra Iglesia esté libre de ataduras temporales… Que ‘libre de
espíritu respecto a los vínculos de la riqueza’, sea más transparente
y fuerte su misión de servicio. Que esté presente en la vida y tareas
temporales, reflejando la luz de Cristo (Medellín, Pobreza de la Iglesia).

¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor
   Mientras Jesús ingresa a Jerusalén, los que le acompañan gritan:
¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor (Sal 118,25s).
Hosanna es una palabra hebrea que significa: Señor, sálvanos.
   Salvar con palabras y obras, empezando por los marginados,
tiene un precio: insulto, amenaza, muerte… Así sucede con Jesús.
Sus familiares creen que está loco… Es despreciado por sus paisanos
de Nazaret… Los escribas y fariseos no solo dicen que es bebedor,
comilón y amigo de pecadores, sino que buscan arrestarlo…
   Jesús, fiel a la voluntad de Dios Padre, no permanece indiferente
ante el sufrimiento de las personas que exclaman: Señor, sálvanos.
Como dice el apóstol Pedro: Jesús de Nazaret pasó haciendo el bien
y sanando a los oprimidos por el maligno, porque Dios estaba con Él.
Nosotros somos testigos de lo que hizo en Judea y Jerusalén (Hch 10).
   En nuestros días, los criterios de quienes tienen poder económico,
no coinciden con los criterios de Jesús a quien debemos seguir.
En consecuencia, la celebración de la muerte y resurrección de Jesús,
debemos relacionarla con el sufrimiento injusto de tantos inocentes.
*No podemos ni debemos dar prioridad a los adornos superfluos
sabiendo que la gloria de Dios consiste en que todos tengamos vida.
*No podemos decir que somos seguidores de Jesús de Nazaret…si no
introducimos verdad y justicia donde se desprecia a los indefensos.
*No podemos separar los latigazos que Jesús recibió… de las balas
que ahora reciben los manifestantes cuando exigen sus derechos.
*No podemos separar los salivazos lanzados al rostro de Jesús…
de las humillaciones lanzadas por los países ricos a los países pobres.
*No podemos olvidar que los funcionarios del templo de Jerusalén,
que pidieron la crucifixión de Jesús… están presentes en aquellos que
ponen cargas insoportables sobre las espaldas de las personas débiles.
*Si permanecemos indiferentes ante los siguientes rostros sufrientes:
-de niños golpeados por la pobreza desde antes de nacer,
-de jóvenes desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad,
-de indígenas y campesinos privados de la tierra en que nacieron,
-de trabajadores explotados que no pueden defender sus derechos,
-de los que viven en la miseria, frente al lujo de grupos privilegiados,
-de ancianos marginados de la sociedad de consumo…etc. (DP 31ss);
estaremos celebrando todo… menos Semana Santa.     
J. Castillo A.

miércoles, 18 de marzo de 2015

Queremos ver a Jesús

V Domingo de Cuaresma (ciclo B)
Jer 31,31-34  -  Heb 5,7-9  -  Jn 12,20-33

   Algunos griegos han ido a la ciudad de Jerusalén para la Pascua.
Sin embargo, no van al templo convertido en una cueva de ladrones,
ellos se acercan a Felipe y le dicen: Queremos ver a Jesús.
   Mientras los sumos sacerdotes y fariseos buscan arrestar a Jesús,
unos extranjeros, generalmente odiados por los judíos, quieren verle;
pues Él vino a salvar a todos: Tengo otras ovejas que no son de este
redil, también a ellas tengo que guiarlas para que escuchen mi voz,
y se forme un solo rebaño con un solo pastor (Jn 10,16).

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
   Al enterarse que algunos griegos quieren verle, Jesús contesta:
Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado;
con estas palabras, Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección.
Luego añade: Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo, pero si muere da mucho fruto. El que se ama a sí mismo
se pierde, el que entrega su vida la conserva para la vida eterna.
   Jesús vino a este mundo no para buscar cruces y sufrimientos,
sino para salvarnos, para hacer más digna la vida de todos.
Su muerte en una cruz es consecuencia de su fidelidad a Dios Padre,
y de su amor y servicio a todos, en particular a los pobres que sufren;
pues, el amor más grande es dar la vida por sus amigos (Jn 15,13).
   Por eso, si queremos ver a Jesús, no lo busquemos en las nubes…
tampoco en los adornos superfluos… ni en los títulos majestuosos…
Vayamos al Calvario, donde vamos a encontrar a un ser humano
excluido de la sociedad y condenado a morir como un delincuente
por: -dar de comer a los hambrientos, -sanar a los enfermos, -acoger
a los despreciados, -perdonar a los pecadores, -liberar a los oprimidos.
   Si queremos ver a Jesús, hay que buscarlo: -en los rostros sufrientes
de sus hermanos pobres, -en los que dan su vida por los hijos de Dios,
-en los que defienden el agua y la madre tierra, -en los que son odiados
y perseguidos por escuchar sus enseñanzas y ponerlas en práctica…

Donde yo estoy allí también estará mi servidor
   Jesús no quita la vida a nadie… como Buen  Pastor entrega su vida
para que tengamos vida plena. Él nos dice: El que quiera servirme,
que me siga, y donde yo estoy allí también estará mi servidor.
   En la historia de la Iglesia, encontramos hermanos mayores en la fe,
que fueron servidores buenos y fieles hasta derramar su propia sangre.
Entre ellos está el obispo salvadoreño Oscar Romero (1917-1980).
   Dos semanas antes de ser asesinado, en una entrevista había dicho:
Como pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por
quienes amo, que son todos los salvadoreños. Aun por aquellos que
vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya
ofrezco a Dios mi sangre por la redención de El Salvador. El martirio
es una gracia de Dios que no creo merecer; pero, si Dios acepta el
sacrificio de mi vida, que mi sangre entonces sea semilla de libertad
y señal de que la esperanza será pronto una realidad… Un obispo
morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás.
   En su última homilía, domingo 23 de marzo -V de Cuaresma- dijo:
(…) Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer
la ley de Dios que dice: “No matar”. Ningún soldado está obligado
a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral nadie
tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia,
y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado.
La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios,
de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada
ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio
que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre.
En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos
lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico,
les ruego, les ordeno, en nombre de Dios: ¡Cese la represión!
Estas proféticas palabras fueron también su sentencia de muerte.
   Al día siguiente 24 de marzo de 1980, en su última Eucaristía dijo:
Que este Cuerpo inmolado y esta Sangre sacrificada por los hombres
nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre
al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar
conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues,
íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña
Sarita y por nosotros. Luego sonó el disparo mortal, eran las 6.30 pm.
Este Obispo mártir, será beatificado el 23 de mayo del 2015.   
J. Castillo A.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Nicodemo busca a Jesús

IV Domingo de Cuaresma, ciclo B
2Cro 36,14-16  -  Ef 2,4-10  -  Jn 3,14-21

   El Evangelio de hoy nos presenta la parte final del diálogo de Jesús
con Nicodemo: fariseo, maestro en Israel y magistrado del Sanedrín,
supremo tribunal que sentenció a Jesús a morir crucificado (Jn 11,53).
   Nicodemo (el que vence al pueblo) tiene poder político, económico
y religioso; sin embargo, busca a Jesús porque viene de parte de Dios.
   Después de decirle que el Hijo del hombre será elevado, es decir,
crucificado; Jesús le habla del inmenso amor que Dios nos tiene, pero
hay personas que prefieren las tinieblas porque sus obras son malas.
   Más tarde, Nicodemo defenderá a Jesús cuando intentan detenerlo
y, con José de Arimatea, enterrará el cuerpo de Jesús (Jn 7,51;  19,39).

Creer en el Crucificado para tener vida eterna
   La imagen de la serpiente de bronce que Moisés mandó levantar
en el desierto (Num 21,4-9), encuentra su pleno significado en Jesús,
que es elevado -crucificado y resucitado- para salvar a la humanidad.
En efecto, los judíos que habían sido mordidos por una serpiente,
podían ver aquella figura, pero solo para quedar sanos en el cuerpo.
En cambio, los que ven a Jesús y creen en Él, tienen vida eterna;
porque el Hijo único de Dios vino no para condenar sino para salvar.
   Jesús sigue sufriendo en las personas que, como el pobre Lázaro,
viven desnudos, enfermos, hambrientos… mientras en la otra orilla
hay ricos insensibles y ciegos ante el sufrimiento de los pobres.
   Al respecto, Bartolomé de Las Casas, obispo defensor de los indios,
en 1559, hizo esta severa denuncia: Dejo en las Indias a Jesucristo,
nuestro Dios, azotado y afligido, abofeteado y crucificado, no una,
sino millares de veces, cuando de parte de los españoles, se destruye
a aquellas gentes… y se les quita la vida antes de tiempo.
¿Hasta cuándo el sistema neocolonialista y sus nuevos encomenderos
despojarán de sus tierras a los pobres campesinos… para satisfacer
los intereses de grupos económicos que destruyen irracionalmente
las fuentes de vida en perjuicio de la misma humanidad? (DA 471).

Dios nos ama y nos entrega a su Hijo único
   El proyecto de Dios Padre está hecho de amor gratuito que da vida.
Por eso, Dios mismo nos entrega todo lo que posee: su Hijo único,
para que todos los hombres y mujeres nos amemos y tengamos vida:
Les doy un mandamiento nuevo: ámense unos a otros como yo les
he amado. En esto reconocerán que ustedes son mis discípulos,
en el amor que se tengan unos a otros (Jn 13,34s).
   Ahora bien, teniendo en cuenta las enseñanzas y obras de Jesús,
sus seguidores debemos optar: estar con Jesús, a favor de la vida;
o estar contra Jesús, a favor de la muerte. No hay término medio.
En el diálogo con Nicodemo, Jesús le dice: Dios envió a su Hijo
no para condenar, sino para que el mundo se salve por medio de Él.
   Jesús no juzga ni condena, simplemente invita a hacer una opción.
Son las mismas personas las que se juzgan a partir de lo que hacen:
si están a favor de la vida se salvan, caso contrario se condenan.
En otras palabras, nuestra práctica será también nuestra sentencia:
Si uno dice: ‘yo amo a Dios’, y al mismo tiempo odia a su hermano,
es un mentiroso. Pues si uno no ama a su hermano, a quien ve,
¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve? (1Jn 4,20).

Quien practica la verdad se acerca a la luz
   En este tiempo de Cuaresma examinemos cuánto de luz y tinieblas
hay: en nuestra vida… en nuestras familias… en nuestra sociedad…
Cuánto de luz y tinieblas hay: en nuestras comunidades eclesiales,
y en las organizaciones sociales que están en el campo y en la ciudad.
Cuánto de luz y tinieblas hay: en nuestras autoridades ‘creyentes’
y en sus políticas de gobierno local… regional… nacional…
   Como discípulos misioneros de Jesús, debemos ser luz
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
También debemos denunciar todos aquellos proyectos
que nos mantienen en las tinieblas de la injusticia y corrupción.
   Hay países cuyas autoridades prefieren las tinieblas… odian la luz,
dan leyes que favorecen los intereses de grupos egoístas y extranjeros.
En este contexto, defender la vida de las personas pobres, y la vida
nuestra madre tierra, trae consigo persecuciones, cárceles, muertes…
Sin embargo, Jesús nos dice: El que quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien la pierda por mí y por el Evangelio, la salvará. ¿De qué le
vale al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida? (Mc 8).
J. Castillo A.

miércoles, 4 de marzo de 2015

De Galilea... al templo de Jerusalén

III Domingo de Cuaresma, ciclo B
Ex 20,1-7  -  1Cor 1,22-25  -  Jn 2,13-25

   En Caná de Galilea, en una casa familiar, Jesús realiza su primer
signo, manifiesta su gloria, y sus discípulos creen en Él (Jn 2,1-12).
   Muy diferente lo que Jesús encuentra en el templo de Jerusalén,
allí la Casa de Dios Padre ha sido convertida en un mercado…
De ese templo no quedará piedra sobre piedra, pues el nuevo templo
es Jesús muerto y resucitado, presente en sus hermanos que sufren.

Los templos… ayer y hoy
   La fiesta principal del pueblo judío era la Pascua, fiesta que hace
referencia a su liberación de la esclavitud de Egipto (Ex 12).
Cuando Jesús va a Jerusalén para la fiesta Pascual, ve que el templo
ya no es la Casa de Dios Padre que acoge a todos sus hijos e hijas;
sino un mercado de bueyes, ovejas, palomas… un lugar para cambiar
dinero… un edificio lujoso para amenazar y esclavizar a los pobres…
Jesús reacciona indignado contra ese nuevo becerro de oro (Ex 32),
y declara públicamente: la Casa de mi Padre no es un mercado.
   Hagamos, hoy, un serio examen de conciencia, personal y eclesial:
¿Hemos superado el sistema de ‘aranceles’, llegado a ser mal visto,
desligándolo de la administración de los sacramentos? (Medellín,14).
¿Se celebra Misa, sobre todo por las intenciones de los necesitados, 
aunque no se reciba ningún estipendio? (CIC, canon 945).
¿En materia de ‘estipendios’, hemos evitado hasta la más pequeña 
apariencia de negocio o comercio? (canon 947 y 1385).
   Al respecto, el Papa Francisco nos dice: Cuántas veces vemos
que entrando en un templo, aún hoy, está la lista de los precios:
bautismo, tanto… bendición, tanto… intención de misa, tanto
Luego, recuerda este hecho: Una pareja de novios, para casarse
con misa, tuvieron que pagar dos turnos, es decir, pagar el doble.
A continuación, añade: Hay dos cosas que el pueblo de Dios
no puede perdonar: a un sacerdote apegado al dinero
y a un sacerdote que maltrata a la gente (Homilía, 21 nov. 2015).

Destruyan este templo y en tres días lo levantaré
Los gestos audaces de Jesús en el templo suscitan una doble reacción:
   *Las autoridades religiosas al ver que sus negocios corren peligro,
se acercan a Jesús y le piden una señal que justifique su acción.
Jesús les dice: Destruyan este templo y en tres días lo levantaré.
Ellos piensan que se trata del templo material construido por Herodes.
Pero Jesús habla del templo de su cuerpo: su muerte y resurrección;
anunciando así la abolición del templo y del culto que allí se celebra.
Más tarde, Jesús dirá a la Samaritana: Créeme, mujer, llega la hora
en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre
Pero ha llegado la hora, en la que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad (Jn 4,19-26). 
   *Los discípulos, al ver la indignación de Jesús, se acuerdan
que la Escritura dice: El celo de tu casa me consume (Sal 69,10).
Cuando Jesús resucitó de entre los muertos, ellos se acordaron de lo
que había dicho y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús.
   En nuestros templos y ceremonias religiosas… ¿qué lugar ocupan
los rostros desfigurados de niños, jóvenes, adultos y ancianos?  
   *Escuchemos las denuncias del profeta Jeremías: Ustedes confían
en palabras engañosas que no les sirven de nada. Roban, matan,
cometen adulterio, juran en falso, ofrecen incienso a Baal, dan culto
a dioses extranjeros y desconocidos… Después vienen a este templo
que está dedicado a mi Nombre para decir: aquí estamos seguros
y , luego, siguen cometiendo esas mismas maldades que no soporto.
¿Acaso piensan que este templo es una cueva de ladrones? (Jer 7).
   *San Pablo dice algo sublime sobre la dignidad del ser humano:  
¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu de Dios vive
en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá
a él; porque el templo de Dios que son ustedes es santo (1Cor 3,16s).
   *San Juan Crisóstomo, en su homilía sobre el texto de Mateo 25,
dice: ¿De qué sirve adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el
mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento
y, luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo.
   *Ante casos de necesidad, no se debe dar preferencia a los adornos
superfluos de los templos; al contrario, podría ser obligatorio vender
esos bienes para dar pan, bebida, vestido, casa a quien carece de ello
(Juan Pablo II, Preocupación social de la Iglesia, n.31). 
J. Castillo A.