miércoles, 28 de mayo de 2014

Discípulos Misioneros

Ascensión del Señor (ciclo A)
Hch 1,1-11  -  Ef 1,17-23  -  Mt 28,16-20

 
 Los funcionarios del templo acusan a Jesús de impostor (Mt 27,62). Sin embargo, al enterarse que su sepulcro está vacío, sobornan a los soldados para que mientan; además, ellos se llevan bien con Pilato, representante del imperio romano que domina y explota (Mt 28,1ss).
   Muy diferente el camino que el Resucitado exige a sus seguidores: volver a Galilea para enviarlos, desde allí, a una misión universal, que consiste en hacer que todos los pueblos sean sus discípulosasegurándoles también que estará con ellos hasta el fin del mundo.

Los discípulos de Jesús vuelven a Galilea
   Todo empezó en Galilea. Se trata de una región no solo pagana,
sino también marginada y despreciada por los judíos de la capital.
Fue desde allí que Jesús anunció la Buena Noticia del Reino de Dios:
Los pueblos que andaban en tinieblas han visto una gran luz,
y una luz brilló para los que vivían en sombras de muerte (Mt 4,16).
Por eso, a las mujeres que habían ido al sepulcro, Jesús les dice:
No teman, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán
   Volver a Galilea, significa seguir los pasos del Profeta de Nazaret:
-Anunciar a los pobres que el Reino de Dios les pertenece,
 y serán saciados los que tienen hambre y sed de justicia. 
-Dar a los ciegos la capacidad de ver, a los sordos de oír,
 a los mudos de hablar, a los paralíticos de levantarse y caminar.
-Saber compartir para que todos tengan el pan de cada día.
-Tocar y sanar leprosos, dejando de lado los prejuicios de impureza.
-Acoger y comer con publicanos, pecadores, prostitutas.
-Defender la dignidad de los indefensos, de las mujeres, de los niños.
   Desde los pobres, despojados de la tierra donde nacieron, salvemos
la vida de nuestra casa común, la madre tierra. Que no predominen
los intereses del capitalismo salvaje que destruye las fuentes de vida.
Las generaciones futuras tienen derecho a recibir un mundo habitable,
y no un planeta destruido y con recursos naturales agotados (DA,471).

Que todos los pueblos sean mis discípulos
   Jesús, desde una montaña, se dirige a sus seguidores y les dice:
Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautícenlos… y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado.
   Hacer discípulos de Jesús es hacer lo mismo que Él hizo: Subir
a una montaña, pasar toda la noche orando, llamar a los que Él quiso
para que vivan con Él, y luego enviarlos a predicar y sanar enfermos.
   Bautizados en el nombre del Padre -compasivo y misericordioso-
significa que somos sus hijos y, en consecuencia, que todos nosotros
somos hermanos. Solo así podemos decir: Padre nuestro
   Bautizados en el nombre del Hijo significa vivir un encuentro
personal con Él, participar de su destino, y estar dispuestos a cargar
con la cruz y a morir por Él, como dice San Pablo: Estoy crucificado
con Cristo y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2).
   Bautizados en el nombre del Espíritu Santo -Defensor, Espíritu
de la verdad- significa que debemos dejarnos animar y conducir
por Él, que es Padre amoroso del pobre como lo proclama la liturgia,
para solidarizarnos con los hombres y mujeres que sufren. 
   Los discípulos de Jesús debemos practicar sus enseñanzas,
como lo hicieron los primeros creyentes que tenían una sola alma
y un solo corazón… no había entre ellos ningún necesitado (Hch 4).
¿Qué nos impide, hoy, construir una sociedad más justa y fraterna?

Jesús está con nosotros todos los días
   Esta Buena Noticia atraviesa todo el Evangelio de Mateo.
   Cuando el Ángel del Señor se aparece en sueños a José, le dice:
No temas recibir a María como tu esposa… Ella dará a luz un hijo…
Le llamarán Emmanuel, que significa: Dios con nosotros (Mt 1).
   Hablando a sus discípulos sobre el perdón, Jesús les dice: Donde
hay dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos;
está con nosotros dándonos fuerza para seguir adelante (Mt 18).
   Jesús está presente en la Eucaristía: Tomen y coman esto es mi
cuerpo… Tomen y beban éste es el cáliz de mi sangre… (Mt 26).
   ¿De qué sirve dar preferencia a los adornos superfluos del templo
y a los objetos del culto divino, cuando el mismo Jesús, presente en
sus hermanos pobres, no tiene pan, bebida, vestido y casa? (Mt 25).
   El Resucitado está con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28),
infundiéndonos la certeza de que la vida triunfará.
J. Castillo A.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Yo estoy con ustedes

VI Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 8,5-8.14-17  -  1Pe 3,15-18  -  Jn 14,15-21

 
 Mientras Jesús se despide  de sus discípulos les dice: Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. También les promete: Pediré al Padre que les dé otro Defensor, el Espíritu de la verdad. Y añade: No les dejaré huérfanos, volveré para estar con ustedes. Esto nos recuerda lo dicho por Isaías sobre el rostro materno de Dios:  ¿Puede una madre olvidar o dejar de amar al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo tu Dios no te olvidaré (Is 49).

Si me aman, cumplirán mis mandamientos
   Durante el tiempo que Jesús anunció el Reino de Dios en Palestina,
caminó por ciudades y pueblos acompañado de sus discípulos.
A todos ellos les amó con el mismo amor con que el Padre le ama.
Han pasado tres años… y entre ellos hay egoísmo, no saben amarse,
discuten y ambicionan ocupar los primeros puestos (Mc 10).
¿Qué será de ellos ahora que Jesús -traicionado por uno de ellos-
será encarcelado, torturado y morirá injustamente crucificado?
   Fue entonces cuando Jesús, insistiendo una y otra vez, les dice:
Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos… El que conoce
mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama.
Jamás debemos olvidar que su mandamiento nuevo es: amarnos
mutuamente como Él nos ama. Si de veras nos amamos unos a otros,
todos reconocerán que somos sus discípulos. No hay otro camino.
   Si amamos a Jesús, escuchemos y practiquemos sus enseñanzas,
preocupándonos -sobre todo- de los insignificantes y necesitados:
que no tienen pan para saciar su hambre… agua para calmar su sed…
techo donde vivir dignamente… vestidos que cubran su desnudez…
Desde todos ellos, el mismo Jesús nos sigue diciendo: si me aman
nos llama a convertirnos… nos invita a un amor comprometido…
Desde ellos, Jesús desenmascara nuestras costumbres religiosas…
rompe nuestra rutina, tranquilidad, egoísmo, indiferencia…
Los pobres nos evangelizan, ellos son los hermanos de Jesús.

El Defensor, el Espíritu de la verdad
   Refiriéndose a la verdad que nos hace libres, Jesús dice a los judíos:
El padre de ustedes es el diablo… Él es asesino desde el principio.
No se mantiene en la verdad, y nunca dice la verdad. Cuando dice
mentiras, habla su lenguaje, él es mentiroso y padre de la mentira.
Pero como yo digo la verdad, ustedes no me creen (Jn 8).
   Esta denuncia de Jesús se aplica, hoy, a ciertas autoridades quienes,
desde el poder, han institucionalizado: corrupción, robo, asesinato.
-Hoy… el poderoso se come al más débil (EG, n.53).
-La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión
nueva y despiadada en la dictadura de la economía sin rostro (ib.55).
-Los excluidos ven crecer ese cáncer social que es la corrupción (60).
   Frente a estos problemas, volvamos nuestra mirada a Jesús.
Él jamás se deja engañar por el poder y bienestar del imperio romano,
tampoco se deja seducir por las ceremonias y las riquezas del templo,
ni por las enseñanzas religiosas de los fariseos y maestros de la ley.
Con palabras y obras, busca el Reino del Padre Dios y su justicia.
Por eso, en el discurso de despedida, anima a sus discípulos diciendo:
Pediré al Padre que les envíe otro Defensor, el Espíritu de la verdad,
que estará siempre con ustedes. Los del mundo no lo pueden recibir.

No les dejaré huérfanos
   Es muy triste ver, sobre todo en nuestras calles, niños huérfanos;
y, lo que es más doloroso, ver niños huérfanos de padres vivos.
Lo mismo sucede en la sociedad, donde hay autoridades que en lugar
de servir, amontonan dinero y, para ello, hacen callar o desaparecer...
   Qué diferente el ejemplo de personas sencillas que acogen al pobre:
*Allí está la inocencia de ese niño que al ver a un mendigo descalzo
y mal vestido, levanta sus gorditas manos y le dice: -¡Hola amigo!
Luego, se desprende de su madre y corre para abrazar al mendigo…
Al final, el mendigo le dice: -Señora, Ud. me dio un hermoso regalo.
Los que reciben el Reino de Dios como un niño, entrarán en él.
*También está el joven generoso que da sus cinco panes de cebada
y dos pescados, dando inicio a la multiplicación de los panes (Jn 6).
En lugar de despedir a los hambrientos, debemos darles de comer.
*No olvidemos el ejemplo del buen samaritano, que salva al herido
abandonado en el camino, no así los funcionarios del templo (Lc 10).
Lo que hacemos con los pobres, lo hacemos con Jesús.
J. Castillo A.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Camino, Verdad y Vida

V Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 6,1-7  -  1Pe 2,4-9  -  Jn 14,1-12

  Hoy, ante tanta corrupción y mentira, violencia y muerte injusta… en vez de lamentarnos o permanecer indiferentes, escuchemos a Jesús   que nos sigue diciendo: Yo soy el camino, la verdad y la vidaFieles a sus enseñanzas, mantengámonos firmes en su seguimiento, porque solo Él es el camino que nos conduce al Padre, la verdad que nos hace libres, la vida que nos colma de alegría (Plegaria Euc. V/b).

Jesús es el CAMINO que nos conduce al Padre
   Un día, Andrés y Juan preguntan a Jesús: Maestro ¿dónde vives?
Jesús les dice: Vengan y vean. Ellos fueron, vieron dónde vivía,  
y se quedaron con Él (Jn 1). Así empezó el grupo de los Doce.
Gracias a este encuentro personal, todos ellos caminan con Jesús,
y al oír sus enseñanzas y ver sus obras, van descubriendo el verdadero
rostro de Dios: un Padre compasivo y misericordioso que ama la vida.
   Sabiendo Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre,
se dirige a sus discípulos y para animarlos les dice: No se angustien…
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones…Cuando haya ido
y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo.
Cuando Tomás le pregunta: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo
podemos conocer el camino? Jesús le contesta: Yo soy el Camino
   Para experimentar que Dios es nuestro Padre, Jesús es el Camino
pues Él es: el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre.
Jamás debemos olvidar que el gran regalo que Dios nos hace es Jesús,
su Hijo único, que vino al mundo para salvar, no para condenar (Jn 3).
Y para llegar al Padre hay un camino: amar como Jesús nos ama,
preferentemente, ayudando a sus hermanos que tienen hambre y sed…
   Jesús envía a sus discípulos, como ovejas entre lobos, diciéndoles:
El camino que lleva a la perdición es ancho y espacioso, y muchos
van por ahí. ¡Y qué angosto y estrecho es el camino que lleva a la
salvación!, y son pocos los que lo encuentran (Mt 7). Ciertamente,
los caminos de Dios no son como los caminos del hombre (Is 55).

Jesús es la VERDAD que nos hace libres
   ¿Hasta cuándo ciertos medios de comunicación seguirán mintiendo,
en vez de informar objetivamente y formar la opinión de la gente?
¿Por qué muchos candidatos prometen una cosa durante la campaña
electoral, y cuando llegan al poder hacen todo lo contrario?
¿Tiene sentido jurar por los Santos Evangelios para decir la verdad,
nada más que la verdad y solamente la verdad; sabiendo de antemano
que el juicio ya está ganado por quienes han sobornado al juez?
   Hace falta que en nuestra sociedad,  mayoritariamente cristiana,
nos comprometamos a decir la verdad, como lo hizo Jesús de Nazaret.
Él es la Verdad… En Él no hay mentira, por eso nos sigue diciendo:
Si permanecen fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos,
Entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Jn 8).
Más adelante, mientras ora por sus discípulos, Jesús exclama:
Padre, conságralos por medio de la verdad, tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, también yo los envío al mundo. Por
ellos me consagro, para que sean consagrados con la verdad (Jn 17).
Cuando Pilato le dice: Entonces, ¿tú eres rey?; Jesús le contesta:
Yo soy rey, para eso he nacido y vine al mundo, para dar testimonio
de la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz (Jn 18).

Jesús es la VIDA que nos colma de alegría
   ¿Es posible que un cristiano pisotee los derechos más elementales,
como es el derecho a tener una vida: digna, humana, fraterna?
¿Por qué ciertos sectores organizan la sociedad según sus intereses,
dejando en la miseria a una inmensa mayoría de nuestra población?
¿Hasta cuándo, en vez de la compasión, misericordia y solidaridad,
seguirá reinando el egoísmo y la más absoluta indiferencia?
¿Para qué consolar a un pobre con programas sociales paliativos,
si se crea cien pobres más con el actual sistema neocolonialista?
   Frente a éstas y otras interrogantes, Jesús anuncia: Yo soy la vida
En el discurso sobre el pan de vida, Jesús dice: Yo soy el pan vivo
bajado del cielo. Quien come de este pan vivirá para siempre (Jn 6).
Jesús, el Buen Pastor, vino para que tengamos vida en abundancia;
Él nos conoce y entrega su vida por nosotros sus ovejas (Jn 10).
Y, en el discurso de despedida, Jesús dice: Éste es mi mandamiento:
ámense unos a otros como yo les he amado. El amor más grande que
uno puede tener es dar su vida por sus amigos (Jn 15). 
J. Castillo A.





miércoles, 7 de mayo de 2014

Acuérdense que son pastores

IV Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 2,14.36-41  -  1Pedro 2,20-25  -  Jn 10,1-10
   
Jesús de Nazaret que conoce muy bien el trabajo de los campesinos, se dirige a los fariseos, guías ciegos del pueblo, para decirles: hay pastores que asaltan el corral de las ovejas para robar y matar; pero también, hay pastores que conocen, aman y sirven al rebaño.

¡Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos!
   En la época de Jesús y, lamentablemente, también en nuestros días,   hay malos pastores, es decir, malas autoridades que son: ladrones, asaltantes, entran al redil por otra parte para robar, matar, destruirPor estas maldades, las ovejas huyen, no los siguen ni los escuchan
  Al respecto, recordemos la denuncia del profeta Ezequiel (cap.34):
¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿Acaso los pastores no deberían cuidar a las ovejas?
Pero ustedes se alimentan con su leche y se visten con su lana,
matan a las más gordas pero no apacientan el rebaño.
No fortalecen a las débiles, ni sanan a las enfermas y heridas.
No reúnen a las débiles, ni buscan a las perdidas.
Por falta de pastor mis ovejas fueron presa de fieras salvajes
   Al revisar nuestra historia, encontramos denuncias similares:
   Una sola cosa quiero, acerca de lo pasado decir, para que los que
allá lo sintieran, como se debe sentir, lo lloren con nosotros…
Desde que esta tierra se descubrió, no se ha tenido a esta miserable
gente más respeto, ni aún tanto que a animales brutos, en quitarles
sus haciendas, robarles, matarles… Y que los indios eran animales
baldíos, que el primero que los tomaba como cosa sin dueño,
los podría tomar para sí (fray Domingo de Santo Tomás, en 1550).
   El III Concilio de Lima (1582-1583) presidido por Santo Toribio,
hablando sobre la defensa y cuidado de los indios, dice lo siguiente:
Y a los curas y otros ministros eclesiásticos manda muy de veras
que se acuerden que son pastores y no carniceros… porque es cosa
muy fea que los ministros de Dios se hagan verdugos de los indios

He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia
   Muy diferente las características del buen pastor que da vida:
El pastor de las ovejas entra por la puerta y el cuidador le abre…
Las ovejas oyen su voz, él las llama por su nombre y las saca…
Camina delante de ellas y ellas le siguen porque conocen su voz
  Como los fariseos no entendían a qué se refería, Jesús les dice:
Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas…
Quién entra por mí se salva, puede entrar y salir, y encuentra pasto…
Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia
   Sobre Jesús, el amigo de la vida, el documento de Aparecida dice:
Jesús, el Buen Pastor, quiere comunicarnos su vida y ponerse
al servicio de la vida. Lo vemos cuando se acerca al ciego del camino
(Mc 10), cuando dignifica a la samaritana (Jn 4), cuando sana a los
enfermos (Mt 11), cuando alimenta al pueblo hambriento (Mc 6),
cuando libera a los endemoniados (Mc 5). En su Reino de vida, Jesús
incluye a todos: come y bebe con pecadores (Mc 2), sin importarle
que lo traten de comilón y borracho (Mt 11); toca leprosos (Lc 5),
deja que una mujer prostituta unja sus pies (Lc 7) y, de noche, recibe
a Nicodemo para invitarle a nacer de nuevo (Jn 3). Igualmente, invita
a sus discípulos a la reconciliación (Mt 5), al amor a los enemigos
(Mt 5), a optar por los más pobres (Lc 14). (DA, n.353).
¿Qué nos impide oír la voz de Jesús y seguir su ejemplo?
¿Por qué muchos de nosotros permanecemos en nuestro egoísmo,
sin preocuparnos por los pobres que buscan: vida, verdad, justicia?
   Para entrar en el Reino de la vida no basta decir: ¡Señor, Señor!,
sino hacer la voluntad del Padre celestial (Mt 7). Con estas palabras,
Jesús cuestiona nuestra indiferencia frente a la destrucción de la vida:
la vida de nuestra madre tierra… y la vida de los pobres indefensos…
   Ante los abusos de los esclavos del consumo y del becerro de oro,
Jesús nos sigue interpelando desde sus hermanos pobres… (Mt 25).
Por este motivo, si cerramos los ojos ante esta dolorosa realidad,
entonces ya no somos defensores de la vida plena que Jesús nos da.
Todo lo contrario, nos situamos en el camino de la muerte: Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos
a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia
a su hermano es homicida… Hijitos, que nuestro amor no sea
solamente de palabras, sino que se demuestre con obras (1Jn 3). 
J. Castillo A.