V Domingo de
Pascua (ciclo A)
Hch 6,1-7 - 1Pe
2,4-9 -
Jn 14,1-12
Hoy, ante tanta
corrupción y mentira, violencia y muerte injusta… en
vez de lamentarnos o permanecer indiferentes, escuchemos a Jesús que
nos sigue diciendo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Fieles
a sus enseñanzas, mantengámonos firmes en su seguimiento, porque
solo Él es el camino que nos conduce al Padre, la verdad que nos hace libres,
la vida que nos colma de alegría
(Plegaria Euc. V/b).
Jesús
es el CAMINO que nos conduce al Padre
Un día, Andrés y
Juan preguntan a Jesús: Maestro ¿dónde
vives?
Jesús
les dice: Vengan y vean. Ellos fueron,
vieron dónde vivía,
y se quedaron
con Él
(Jn 1). Así empezó el grupo de los Doce.
Gracias
a este encuentro personal, todos
ellos caminan con Jesús,
y
al oír sus enseñanzas y ver sus obras, van descubriendo el verdadero
rostro
de Dios: un Padre compasivo y misericordioso que ama la vida.
Sabiendo
Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre,
se
dirige a sus discípulos y para animarlos les dice: No se angustien…
En la casa de mi
Padre hay muchas habitaciones…Cuando haya ido
y les tenga
preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo.
Cuando
Tomás le pregunta: Señor, no sabemos
adónde vas, ¿cómo
podemos conocer el camino?
Jesús le contesta: Yo soy el Camino…
Para
experimentar que Dios es nuestro Padre, Jesús
es el Camino
pues
Él es: el rostro humano de Dios y el
rostro divino del hombre.
Jamás
debemos olvidar que el gran regalo que Dios nos hace es Jesús,
su
Hijo único, que vino al mundo para salvar, no para condenar (Jn 3).
Y
para llegar al Padre hay un camino:
amar como Jesús nos ama,
preferentemente,
ayudando a sus hermanos que tienen hambre y sed…
Jesús
envía a sus discípulos, como ovejas entre lobos, diciéndoles:
El
camino que lleva a la
perdición es ancho y espacioso, y muchos
van por ahí. ¡Y
qué angosto y estrecho es el camino
que lleva a la
salvación!, y
son pocos los que lo encuentran (Mt 7). Ciertamente,
los caminos de
Dios no son como los caminos del
hombre (Is 55).
Jesús
es la VERDAD que nos hace libres
¿Hasta cuándo
ciertos medios de comunicación seguirán mintiendo,
en
vez de informar objetivamente y formar la opinión de la gente?
¿Por
qué muchos candidatos prometen una
cosa durante la campaña
electoral,
y cuando llegan al poder hacen todo lo
contrario?
¿Tiene
sentido jurar por los Santos Evangelios
para decir la verdad,
nada
más que la verdad y solamente la verdad; sabiendo de antemano
que
el juicio ya está ganado por quienes han sobornado al juez?
Hace
falta que en nuestra sociedad,
mayoritariamente cristiana,
nos
comprometamos a decir la verdad, como lo hizo Jesús de Nazaret.
Él
es la Verdad… En Él no hay mentira, por eso nos
sigue diciendo:
Si permanecen
fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos,
Entonces conocerán la verdad y la verdad los hará
libres (Jn 8).
Más
adelante, mientras ora por sus discípulos, Jesús exclama:
Padre,
conságralos por medio de la verdad,
tu palabra es verdad.
Como tú me
enviaste al mundo, también yo los envío al mundo. Por
ellos me
consagro, para que sean consagrados con la verdad
(Jn
17).
Cuando
Pilato le dice: Entonces, ¿tú eres rey?;
Jesús le contesta:
Yo soy rey, para
eso he nacido y vine al mundo, para dar testimonio
de la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz
(Jn 18).
Jesús
es la VIDA que nos colma de alegría
¿Es posible que un
cristiano pisotee los derechos más elementales,
como
es el derecho a tener una vida:
digna, humana, fraterna?
¿Por
qué ciertos sectores organizan la sociedad según sus intereses,
dejando
en la miseria a una inmensa mayoría de nuestra población?
¿Hasta
cuándo, en vez de la compasión, misericordia y solidaridad,
seguirá
reinando el egoísmo y la más absoluta indiferencia?
¿Para
qué consolar a un pobre con programas sociales paliativos,
si
se crea cien pobres más con el actual sistema neocolonialista?
Frente
a éstas y otras interrogantes, Jesús anuncia: Yo soy la vida…
En
el discurso sobre el pan de vida, Jesús dice: Yo soy el pan vivo
bajado del
cielo. Quien come de este pan vivirá
para siempre (Jn 6).
Jesús,
el Buen Pastor, vino para que tengamos vida en abundancia;
Él
nos conoce y entrega su vida por nosotros sus ovejas (Jn 10).
Y,
en el discurso de despedida, Jesús dice: Éste
es mi mandamiento:
ámense unos a
otros como yo les he amado. El amor más grande que
uno puede tener es dar su vida por sus amigos (Jn 15). J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog