miércoles, 14 de mayo de 2014

Camino, Verdad y Vida

V Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 6,1-7  -  1Pe 2,4-9  -  Jn 14,1-12

  Hoy, ante tanta corrupción y mentira, violencia y muerte injusta… en vez de lamentarnos o permanecer indiferentes, escuchemos a Jesús   que nos sigue diciendo: Yo soy el camino, la verdad y la vidaFieles a sus enseñanzas, mantengámonos firmes en su seguimiento, porque solo Él es el camino que nos conduce al Padre, la verdad que nos hace libres, la vida que nos colma de alegría (Plegaria Euc. V/b).

Jesús es el CAMINO que nos conduce al Padre
   Un día, Andrés y Juan preguntan a Jesús: Maestro ¿dónde vives?
Jesús les dice: Vengan y vean. Ellos fueron, vieron dónde vivía,  
y se quedaron con Él (Jn 1). Así empezó el grupo de los Doce.
Gracias a este encuentro personal, todos ellos caminan con Jesús,
y al oír sus enseñanzas y ver sus obras, van descubriendo el verdadero
rostro de Dios: un Padre compasivo y misericordioso que ama la vida.
   Sabiendo Jesús que llegaba la hora de pasar de este mundo al Padre,
se dirige a sus discípulos y para animarlos les dice: No se angustien…
En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones…Cuando haya ido
y les tenga preparado un lugar, volveré para llevarlos conmigo.
Cuando Tomás le pregunta: Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo
podemos conocer el camino? Jesús le contesta: Yo soy el Camino
   Para experimentar que Dios es nuestro Padre, Jesús es el Camino
pues Él es: el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre.
Jamás debemos olvidar que el gran regalo que Dios nos hace es Jesús,
su Hijo único, que vino al mundo para salvar, no para condenar (Jn 3).
Y para llegar al Padre hay un camino: amar como Jesús nos ama,
preferentemente, ayudando a sus hermanos que tienen hambre y sed…
   Jesús envía a sus discípulos, como ovejas entre lobos, diciéndoles:
El camino que lleva a la perdición es ancho y espacioso, y muchos
van por ahí. ¡Y qué angosto y estrecho es el camino que lleva a la
salvación!, y son pocos los que lo encuentran (Mt 7). Ciertamente,
los caminos de Dios no son como los caminos del hombre (Is 55).

Jesús es la VERDAD que nos hace libres
   ¿Hasta cuándo ciertos medios de comunicación seguirán mintiendo,
en vez de informar objetivamente y formar la opinión de la gente?
¿Por qué muchos candidatos prometen una cosa durante la campaña
electoral, y cuando llegan al poder hacen todo lo contrario?
¿Tiene sentido jurar por los Santos Evangelios para decir la verdad,
nada más que la verdad y solamente la verdad; sabiendo de antemano
que el juicio ya está ganado por quienes han sobornado al juez?
   Hace falta que en nuestra sociedad,  mayoritariamente cristiana,
nos comprometamos a decir la verdad, como lo hizo Jesús de Nazaret.
Él es la Verdad… En Él no hay mentira, por eso nos sigue diciendo:
Si permanecen fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos,
Entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres (Jn 8).
Más adelante, mientras ora por sus discípulos, Jesús exclama:
Padre, conságralos por medio de la verdad, tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, también yo los envío al mundo. Por
ellos me consagro, para que sean consagrados con la verdad (Jn 17).
Cuando Pilato le dice: Entonces, ¿tú eres rey?; Jesús le contesta:
Yo soy rey, para eso he nacido y vine al mundo, para dar testimonio
de la verdad. Quien está de parte de la verdad escucha mi voz (Jn 18).

Jesús es la VIDA que nos colma de alegría
   ¿Es posible que un cristiano pisotee los derechos más elementales,
como es el derecho a tener una vida: digna, humana, fraterna?
¿Por qué ciertos sectores organizan la sociedad según sus intereses,
dejando en la miseria a una inmensa mayoría de nuestra población?
¿Hasta cuándo, en vez de la compasión, misericordia y solidaridad,
seguirá reinando el egoísmo y la más absoluta indiferencia?
¿Para qué consolar a un pobre con programas sociales paliativos,
si se crea cien pobres más con el actual sistema neocolonialista?
   Frente a éstas y otras interrogantes, Jesús anuncia: Yo soy la vida
En el discurso sobre el pan de vida, Jesús dice: Yo soy el pan vivo
bajado del cielo. Quien come de este pan vivirá para siempre (Jn 6).
Jesús, el Buen Pastor, vino para que tengamos vida en abundancia;
Él nos conoce y entrega su vida por nosotros sus ovejas (Jn 10).
Y, en el discurso de despedida, Jesús dice: Éste es mi mandamiento:
ámense unos a otros como yo les he amado. El amor más grande que
uno puede tener es dar su vida por sus amigos (Jn 15). 
J. Castillo A.





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