Ascensión del
Señor (ciclo A)
Hch 1,1-11 - Ef
1,17-23 - Mt 28,16-20
Los funcionarios
del templo acusan a Jesús de impostor (Mt 27,62). Sin
embargo, al enterarse que su sepulcro está vacío, sobornan a los soldados
para que mientan; además, ellos se llevan bien con Pilato, representante
del imperio romano que domina y explota (Mt 28,1ss).
Muy
diferente el camino que el
Resucitado exige a sus seguidores: volver a Galilea
para enviarlos, desde allí, a una misión universal, que
consiste en hacer que todos los pueblos
sean sus discípulos; asegurándoles
también que estará con ellos hasta el
fin del mundo.
Los
discípulos de Jesús vuelven a Galilea
Todo
empezó en Galilea. Se trata de una región no solo pagana,
sino
también marginada y despreciada por los judíos de la capital.
Fue
desde allí que Jesús anunció la Buena Noticia del Reino de Dios:
Los pueblos que
andaban en tinieblas han visto una gran luz,
y una luz brilló
para los que vivían en sombras de muerte (Mt 4,16).
Por
eso, a las mujeres que habían ido al sepulcro, Jesús les dice:
No teman, avisen
a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán.
Volver
a Galilea, significa seguir los pasos del Profeta de Nazaret:
-Anunciar
a los pobres que el Reino de Dios les pertenece,
y serán saciados los que tienen hambre y sed
de justicia.
-Dar
a los ciegos la capacidad de ver, a los sordos de oír,
a los mudos de hablar, a los paralíticos de
levantarse y caminar.
-Saber
compartir para que todos tengan el pan de cada día.
-Tocar
y sanar leprosos, dejando de lado los prejuicios de impureza.
-Acoger
y comer con publicanos, pecadores, prostitutas.
-Defender
la dignidad de los indefensos, de las mujeres, de los niños.
Desde
los pobres, despojados de la tierra donde nacieron, salvemos
la
vida de nuestra casa común, la madre tierra. Que no predominen
los
intereses del capitalismo salvaje que destruye las fuentes de vida.
Las
generaciones futuras tienen derecho a recibir un mundo habitable,
y
no un planeta destruido y con recursos naturales agotados (DA,471).
Que
todos los pueblos sean mis discípulos
Jesús, desde una
montaña, se dirige a sus seguidores y les dice:
Vayan y hagan
que todos los pueblos sean mis
discípulos,
bautícenlos… y enséñenles
a cumplir todo lo que yo les he mandado.
Hacer
discípulos de Jesús es hacer lo mismo que Él hizo: Subir
a una montaña,
pasar toda la noche orando, llamar a los que Él quiso
para que vivan
con Él, y luego enviarlos a predicar y sanar enfermos.
Bautizados
en el nombre del Padre -compasivo y
misericordioso-
significa
que somos sus hijos y, en consecuencia, que todos nosotros
somos
hermanos. Solo así podemos decir: Padre
nuestro…
Bautizados
en el nombre del Hijo significa
vivir un encuentro
personal
con Él, participar de su destino, y estar dispuestos a cargar
con
la cruz y a morir por Él, como dice San Pablo: Estoy crucificado
con Cristo y
ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Gal 2).
Bautizados
en el nombre del Espíritu Santo -Defensor, Espíritu
de la verdad-
significa que debemos dejarnos animar y conducir
por
Él, que es Padre amoroso del pobre
como lo proclama la liturgia,
para
solidarizarnos con los hombres y mujeres que sufren.
Los
discípulos de Jesús debemos practicar
sus enseñanzas,
como
lo hicieron los primeros creyentes que tenían
una sola alma
y un solo
corazón… no había entre ellos ningún necesitado (Hch 4).
¿Qué
nos impide, hoy, construir una sociedad más justa y fraterna?
Jesús
está con nosotros todos los días
Esta Buena
Noticia atraviesa todo el Evangelio de Mateo.
Cuando
el Ángel del Señor se aparece en sueños a José, le dice:
No temas recibir
a María como tu esposa… Ella dará a luz un hijo…
Le llamarán Emmanuel, que significa: Dios con nosotros
(Mt 1).
Hablando
a sus discípulos sobre el perdón, Jesús les dice: Donde
hay dos o tres
reunidos en mi nombre, yo estoy allí en medio de ellos;
está
con nosotros dándonos fuerza para seguir adelante (Mt 18).
Jesús
está presente en la Eucaristía: Tomen y coman esto es mi
cuerpo… Tomen y beban éste es el cáliz de mi
sangre…
(Mt 26).
¿De
qué sirve dar preferencia a los adornos
superfluos del templo
y a los objetos
del culto divino, cuando el mismo Jesús, presente en
sus
hermanos pobres, no tiene pan, bebida, vestido y casa? (Mt
25).
El
Resucitado está con nosotros hasta
el fin del mundo (Mt 28),
infundiéndonos la certeza de que la vida
triunfará.J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog