miércoles, 28 de agosto de 2019

Felices los que dan, sin esperar recibir

22º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Eclo 3,17-18. 20. 28-29  -  Heb 12,18-24  -  Lc 14,1. 7-14

   Un sábado, Jesús va a comer a la casa de un jefe de los fariseos.
Al ver que los invitados buscan los primeros asientos, Jesús anuncia:
El que se alaba será humillado, y el que se humilla será alabado.
   Luego, al jefe de los fariseos que le ha invitado, le dice:
Al  ofrecer una comida invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos.

El que se alaba será humillado, y el que se humilla será alabado
   En la época de Jesús -y ahora también- hay hombres y mujeres
que prefieren figurar, dominar, explotar, tener dinero, y para ello:
-hacen todo lo posible para que sus nombres estén en muchos lugares,
-se abren paso imitando a los ricos y despreciando a los pobres,
-exhiben costosas vestiduras para llamar la atención y ser saludados,
-buscan los primeros asientos en las ceremonias públicas o religiosas,
en las sinagogas (casas de oración) y en los banquetes (cf. Lc 20,46).
   Al respecto escuchemos a Jesús que nos sigue diciendo:
Entre los paganos, las autoridades gobiernan con tiranía,
y cuando oprimen a sus súbditos se hacen llamar bienhechores.
Ustedes no sean así, al contrario,
el más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último,
y el que manda como el que sirve (Lc 22,25s).
   Centrando nuestra atención en la Cena del Señor (Eucaristía, Misa),
muchas veces damos más importancia a ciertas costumbres humanas.
Por ejemplo, en las fiestas patronales que empiezan con una Misa,
¿qué lugar ocupan los pobres, los lisiados, los cojos, los ciegos?
     Al respecto, reflexionemos en el siguiente texto (1Cor 11,20-22):
Cuando se reúnen, lo que menos hacen es comer la Cena del Señor,
porque cada uno se apresura a comer su propia cena,
y mientras unos se quedan con hambre, otros están borrachos.
¿No tienen ustedes casas para comer y beber?¿Por qué desprecian
la Iglesia de Dios, avergonzado a los que no tienen nada?
¿Qué puedo decirles? ¿Felicitarles? En esto no puedo alabarles.

Al ofrecer una comida invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos
   Desde la Buena Noticia anunciada por Jesús: otro mundo es posible,
donde ayudemos  a los necesitados, como hacen Pablo y Bernabé:
Nos pidieron que nos acordáramos de las personas pobres, lo cual
siempre hemos tratado de hacerlo con cuidado (Gal 2,10;  1Cor 8-9).
   Jesús pone el mundo al revés cuando dice al que le ha invitado:
Cuando ofrezcas un banquete, una comida o una cena,
no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos;
porque ellos te invitarán también y recibirás lo mismo que diste.
   Muchos de nosotros cristianos creemos que amamos de verdad,
porque nos desenvolvemos muy bien dentro del pequeño grupo:
de amigos, familiares, vecinos del barrio, compañeros de trabajo…
solo buscando recibir de manera egoísta y con un corazón pequeño.
   Tampoco se trata, como sucede muchas veces,
de relacionarnos con los poderosos, para sacar provecho personal. 
Peor aún -como dice Jesús- devorar los bienes de los pobres,
y para disimularlo hacer largas oraciones (Lc 20,47).
   A continuación, Jesús anuncia al que le invitó esta Buena Noticia:
Cuando des una comida, invita a los pobres, lisiados, cojos y ciegos;
y tú serás feliz porque ellos no pueden pagarte (cf. Lc 14,21).
   Hay una verdadera felicidad que solo conocen aquellas personas
que saben dar con generosidad, sin recibir nada a cambio.
Se trata de invitar a nuestra mesa a los insignificantes y despreciados,
a hombres y mujeres que no nos garantizan escalar, subir socialmente.
Ahora bien, si somos capaces de ver sus sufrimientos y oír sus quejas,
puede ser el inicio para ir a las verdaderas causas de tantas injusticias.
   Al despedirse de la comunidad de Éfeso, Pablo da este testimonio:
No he codiciado la plata, ni el oro, ni los vestidos de nadie.
Ustedes saben que trabajé con mis propias manos,
para conseguir lo necesario para mí y para mis compañeros.
Les enseñé que así se debe trabajar para ayudar a los necesitados,
recordando aquellas palabras del Señor Jesús:
Hay más felicidad en dar que en recibir (Hch 20,33ss;  Ef 4,28).
   Sobre la Opción preferencial por los pobres, nuestros obispos dicen:
El compromiso con los pobres y los oprimidos,
y el surgimiento de las Comunidades de Base
han ayudado a la Iglesia a descubrir
el potencial evangelizador de los pobres (DP, 1979, n.1147).
J. Castillo A.

martes, 20 de agosto de 2019

La salvación es para todos

21º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Is 66,18-21  -  Heb 12,5-13  -  Lc 13,22-30

   Jesús siendo de condición divina, se hace semejante a los hombres,
se humilla y obedece hasta morir crucificado (Flp 2,6ss).
En la cena de despedida, se arrodilla y lava los pies a sus discípulos,
para que nadie domine a otro ni pisotee sus derechos (Jn 13,4ss).
   Desde esta experiencia -ser el último y el servidor de todos-
Jesús dice: Yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará (Jn 10,9).

Entren por la puerta angosta
   Mientras Jesús se dirige a Jerusalén, sede de los poderosos,
alguien le pregunta: Señor, ¿serán pocos los que se van a salvar?
   Lo importante para Jesús no es “la cantidad” -pocos o muchos-
sino saber que la salvación es un don que Dios da gratuitamente,
y también es una tarea, una respuesta libre de nuestra parte.
   Por eso Jesús responde: Procuren entrar por la puerta angosta,
que significa: seguir a Jesús, escuchar y practicar sus enseñanzas.
*Si el sacerdote o el levita del templo de Jerusalén quieren salvarse,
deben seguir el ejemplo del samaritano: Ser misericordioso (Lc 10).
*Jesús, Profeta compasivo, arriesga a perder su propia vida por:
sanar a los enfermos dejando de lado el descanso sabático,
acoger y comer con publicanos y pecadores, defender a los pobres…
*De nada sirve orar en el templo como el fariseo que se cree justo.
Basta decir como el publicano: Señor, ten piedad de mí, soy pecador.
Éste vuelve a su casa justificado, pero el fariseo no (Lc 18,9ss).
*Haber “cumplido” los mandamientos desde la niñez,
no es un boleto de entrada para heredar la vida eterna.
Al joven rico le falta: vender lo que tiene y repartirlo a los pobres,
así tendrá un tesoro en el cielo y, luego, seguir a Jesús (Lc 18,18ss).
*Ese día, Jesús dirá a los buenos: Vengan, bendecidos por mi Padre,
reciban el Reino que les fue preparado desde el inicio del mundo,
porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer.
Lo que hicieron a mis hermanos pobres, lo hicieron conmigo (Mt 25).

Los últimos serán los primeros
   Jesús lleva a cabo su misión salvadora, sin que nada lo detenga,
ni siquiera las amenazas de muerte de Herodes Antipas (Lc 13,31ss).
El Nazareno vive en una sociedad de injustas desigualdades, donde
los sacerdotes, escribas, fariseos, terratenientes y comerciantes ricos;
creen ser los mejores, pero sus obras dicen todo lo contrario.
   El mensaje de salvación que Jesús anuncia está destinado a todos:
judíos y extranjeros, autoridades y pueblo en general, pobres y ricos…
   Sin embargo, lo que más impresiona en la vida de Jesús
es la acogida y el buen trato que da a las personas despreciadas.
Ahora bien, desde este servicio humilde, Jesús nos sigue diciendo:
Los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.
   Teniendo presente que los preferidos de Dios son los pobres,  
sigamos reflexionando en los siguientes textos del Nuevo Testamento:
*Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos,
y las diste a conocer a la gente sencilla (Lc 10,21).
*Sepan que esta salvación de Dios va a ser anunciada a los paganos,
ellos sí la van a escuchar (Hch 28,28).
*Miren, hermanos, a quiénes ha llamado Dios.
Entre ustedes hay: pocos sabios humanamente hablando,
poca gente con autoridad o pertenecientes a familias importantes.
Dios ha elegido: a la gente sencilla para avergonzar a los sabios.
a los débiles del mundo para humillar a los fuertes.
a gente sin importancia, a los despreciados del mundo,
y a los que no son nada, para anular a los que valen algo.
Así nadie podrá gloriarse delante de Dios (1Cor 1,26-29).
*Hermanos, ustedes que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo,
no deben hacer diferencias entre las personas.
Supongamos que cuando ustedes están reunidos,
entra un rico con anillos de oro y ropa elegante, y le dicen:
-Siéntate aquí en el primer lugar.
Y, al mismo tiempo, entra un pobre vestido con ropa sucia, y le dicen:
-Quédate allá de pie o siéntate en el suelo.
Al actuar así, hacen diferencias y juzgan con pésimas intenciones.
Hermanos, Dios ha escogido a los que en este mundo son pobres,
para que sean ricos en la fe y para que hereden el Reino
que Él ha prometido a los que le aman (Stgo 2,1-5). 
J, Castillo A.

miércoles, 14 de agosto de 2019

Fuego y división en la tierra

20º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Jr 38,4-10  -  Heb 12,1-4  -  Lc 12,49-53

   Es injusto que las empresas multinacionales del “primer mundo”,
hacen en “continentes pobres” lo que no se les permite en sus países,
a saber, destruir nuestra casa común… y explotar a los pobres
   Ante éstas y otras injusticias, Jesús nos sigue diciendo:
Vine a prender fuego en el mundo… Vine a traer división en la tierra.

Vine a prender fuego en el mundo
   Jesús es signo de contradicción (Lc 2,34). Su mensaje viene a ser:
buena noticia para los pobres y mala noticia para los ricos (Lc 6,20ss).
¿Qué hacer cuando el actual modelo económico favorece a los ricos,
a costa de la vida de los pobres y destrucción de la tierra? (DA, 473).
   Para responder, tengamos presente las denuncias del Papa Francisco:
Las empresas multinacionales, al cesar sus actividades y retirarse,
dejan graves problemas: desocupación, pueblos sin vida,
agotamiento de algunas reservas naturales, deforestación,
empobrecimiento de la agricultura y ganadería local,
cráteres, cerros triturados, ríos contaminados,
y algunas obras sociales que ya no se pueden sostener (LS, n.51).
   Más adelante (en el nº 52), el Obispo de Roma añade:
La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada.
Sin embargo, el acceso a la propiedad de los bienes y recursos
para satisfacer sus necesidades vitales les está prohibido,
por un sistema perverso de relaciones comerciales y de propiedad.
Este sistema perverso busca eliminar no la pobreza sino a los pobres.
   Por éstas y muchas otras injusticias, dejémonos encender
por el fuego que lleva Jesús en su corazón, diciendo confiadamente:
Ven, Espíritu Santo… Llena los corazones de tus fieles,
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Lava lo que está manchado. Riega lo que es árido.
Sana lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido.
Calienta lo que es frío. Dirige lo que está extraviado.

Vine a traer división a la tierra
   Jesús sigue su camino a Jerusalén donde morirá crucificado.
Ante esta triste realidad que le espera, Jesús dice a sus discípulos:
¡Qué angustia siento hasta que esto se haya cumplido!
Luego añade: ¿Piensan que vine a traer paz a la tierra?
No he venido a traer la paz sino la división.
   La paz que Jesús nos ofrece va a crear división en la tierra,
porque su paz es diferente de la “paz” que imponen los corruptos:
*Todos ellos, grandes y pequeños, solo buscan riquezas mal habidas.
Profetas y sacerdotes se dedican a engañar.
Curan las heridas de mi pueblo diciendo: paz, paz,  y no hay paz.
Debería darles vergüenza de hacer esas cosas que no las soporto.
Pero ni siquiera tienen vergüenza, ni saben sonrojarse (Jr 6,13ss).
   Sobre la paz que Jesús nos da, nuestros obispos dijeron en Medellín:
*La paz es, ante todo, obra de la justicia.
Supone y exige la instauración de un orden justo
en el que las personas puedan realizarse como personas,
en donde su dignidad sea respetada,
sus legítimas aspiraciones satisfechas (…).
El paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas,
es el nombre nuevo de la paz.
*La paz, en segundo lugar, es un quehacer permanente.
El cristiano es artesano de la paz.
Esta tarea, dada la situación descrita anteriormente,
reviste un carácter especial en nuestro continente;
para ello, el Pueblo de Dios en América Latina,
siguiendo el ejemplo de Cristo deberá hacer frente
con audacia y valentía al egoísmo e injusticia personal y colectiva.
*La paz, finalmente, es fruto del amor.
La solidaridad humana se realiza verdaderamente en Cristo         
quien da la paz que el mundo no puede dar. El amor es el alma
de la justicia. El cristiano que trabaja por la justicia social
debe cultivar siempre la paz y el amor en su corazón.
La paz con Dios es el fundamento de la paz interior y de la paz social.
Por lo mismo, allí donde dicha paz social no existe,
allí donde hay injustas desigualdades sociales, políticas, económicas
y culturales, hay un rechazo del don de la paz del Señor,
más aún, un rechazo del Señor mismo (2 La Paz, n.14).
J. Castillo A.

miércoles, 7 de agosto de 2019

Jesús nos pide estar vigilantes

19º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Sab 18,6-9  -  Heb 11,1-2.  8-19  -  Lc 12,32-48

   Para no preocuparnos demasiado por la comida, la bebida, la ropa...
Jesús dice: Busquen primero el Reino de Dios y su justicia (Mt 6,33).
   No se trata de amontonar bienes materiales sino de compartir,
pues la verdadera felicidad está en acoger a los hermanos de Jesús:
Estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta,
entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo (Apc 3,20).

No tengan miedo
   Para dominar a la gente, los poderosos imponen temor y terror.
Es por eso que Jesús, mientras va formando a sus discípulos, les dice:
No temas, pequeño rebaño, pues el Padre decidió darles el Reino…
porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
   Mientras unos sueñan con una Iglesia rica, de masas, sin memoria,
el Evangelio de Jesús nos muestra el camino de una Iglesia servidora,
ligera de equipaje, en salida, pobre entre los pobres, misericordiosa…
   San Juan Crisóstomo (349-407), obispo de Constantinopla,
defendió -en sus homilías- a los pobres despreciados,
y, al mismo tiempo, denunció el lujo y la avaricia de los ricos.
Por esta opción evangélica, fue desterrado en dos oportunidades.
Antes de partir a Comana, en el Ponto (actual Turquía), donde murió,
dijo: Díganme, ¿qué podemos temer?
¿La muerte? -Para mí la vida es Cristo, y la muerte una ganancia.
¿El destierro? -Del Señor es la tierra y cuanto la llena.
¿La confiscación de los bienes? -Nada trajimos al mundo,
de modo que nada podemos llevarnos de él.
Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes.
No temo la muerte ni envidio las riquezas.
No tengo deseos de vivir, si no es para el bien espiritual de ustedes…
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer?
Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos,
todo eso no pesa más que la tela de araña...

Felices los servidores que están preparados
   Después de aquel llamado para confiar en Dios y superar el miedo,
Jesús sigue enseñando a sus seguidores, utilizando comparaciones.
*A quienes acumulan dinero, sin pensar en los pobres, Jesús les dice:
Vendan lo que tienen y repártanlo a los necesitados.
Actuando de esta manera, se tiene un tesoro en el corazón de Dios,
donde los ladrones no llegan ni la polilla lo puede destruir.
Hace falta liberarnos del poder del dinero, como lo hace Zaqueo:
Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres,
y a quien le exigí algo injustamente, le devolveré cuatro veces más.
Jesús le dice: Hoy ha llegado la salvación a esta casa (Lc 19,1-10).
*Tener ajustado el cinturón significa estar listos para actuar, trabajar,
hacer realidad entre nosotros una sociedad más humana y fraterna.
Muy lamentable la sumisión y pasividad de aquellos cristianos,
que no hacen nada para dar vida a quienes sufren pobreza y miseria.
*El tener las lámparas encendidas se relaciona con las buenas obras:
Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo…
Procuren que la luz de ustedes brille delante de la gente,
para que, viendo el bien que hacen, alaben al Padre (Mt 5,13-16).
*La frase: si el dueño de casa supiera a qué hora vendrá el ladrón,
debe ayudarnos a estar siempre vigilantes para acoger, servir, ayudar,
y dar testimonio de seguir a Jesús, incluso entregando nuestra vida.
Es interesante la insistencia de Jesús para estar despiertos, atentos…
porque sería muy lamentable vivir sin tener meta ni objetivo alguno.
*Hay malos servidores que en ausencia y demora del dueño de casa,
aprovechan la situación para odiar y maltratar a sus semejantes:
El que ama a su hermano vive en la luz y no tropieza.
Pero el que odia a su hermano vive y camina en las tinieblas,
y no sabe a dónde va, porque la oscuridad ciega sus ojos (1Jn 2,10s).
   Jesús llama felices, dichosos, bienaventurados,
a los servidores que son fieles en acoger y servir a los necesitados,
sobre todo cuando el dueño de casa llega a la hora menos pensada.
A todos ellos el Señor les hará sentarse a la mesa y les servirá:
¿Quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve?
¿No lo es, acaso, el que se sienta a la mesa?
Pero yo estoy en medio de ustedes como quien sirve (Lc 22,27).
   Felices aquellas personas que desde su pobreza: comparten el pan,
consuelan al que sufre, acogen al pobre abandonado.
J. Castillo A.