miércoles, 26 de marzo de 2014

Ver con el corazón

IV Domingo de Cuaresma (ciclo A)
1Sam 16,1-13  -  Ef 5,8-14  -  Jn 9,1-41

Algunos fariseos y maestros de la Ley, ‘estudiosos’ de la Escritura, expulsan de la sinagoga a todos aquellos que no piensan como ellos, y desprecian a Jesús, llamándole: samaritano, endemoniado, pecador.
Muy diferente el camino de fe que recorre un joven, mayor de edad, que nació ciego, es pobre y vive pidiendo limosna. Gracias a Jesús, recupera la plena capacidad de ver hasta confesar: Señor, yo creo.

¡No hay peor ciego que el que no quiere ver!
Una vez que el joven ciego recupera la capacidad de ver, se levanta
y empieza a actuar. De inmediato surgen una serie de problemas.
*Ante las habladurías de sus vecinos, aquel joven les dice: soy yo;
“soy el mismo ciego que vivo marginado por la sociedad y la religión,
pero ahora veo, gracias a un hombre que se llama Jesús”.
*No satisfechos con la respuesta, lo llevan ante los fariseos,
personajes que imponen su verdad porque creen saberlo todo.
Interrogado por los fariseos, el joven les narra su experiencia
diciéndoles: Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
De inmediato, surge un desacuerdo entre los fariseos. Unos afirman:
Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros dicen: ¿Cómo puede un pecador realizar semejantes signos?
*Luego, los fariseos llaman a los padres del joven y les preguntan: 
¿Es éste su hijo el que ustedes dicen nació ciego? ¿Cómo ve ahora?
Los padres, por miedo de ser expulsados de la sinagoga, responden:
Pregúntenle a él, es mayor de edad y puede responder por su cuenta.
*Los fariseos, llaman de nuevo al que había sido ciego y le dicen:
Confiésalo ante Dios: nosotros sabemos que ese hombre es pecador.
Él responde: No sé si es pecador. Y, para confusión de ellos, añade:
Si ese hombre no viniera de parte de Dios, no tendría ningún poder.
Fue entonces cuando los fariseos le dicen: Naciste lleno de pecado,
¿y pretendes darnos lecciones a nosotros? Y lo expulsaron…
Hay personajes que prefieren las tinieblas porque sus obras son malas.

¡Felices los limpios de corazón, porque verán a Dios!
Él es un joven adulto, nació ciego y sobrevive pidiendo limosna.
Sin embargo, el encuentro personal con Jesús cambia su vida, para
caminar -entre luces y sombras- hasta confesar que Jesús es el Señor.
*Cuando sus vecinos le preguntan: ¿cómo se te han abierto los ojos?,
solo narra lo que hizo con él un hombre a quien llaman Jesús.
Y, cuando le vuelven a preguntar: ¿Dónde está?, contesta: No lo sé.
Por ahora, aquel joven solo conoce a Jesús de una manera vaga,
pero esta experiencia es punto de partida para seguir avanzando.
*Más adelante, cuando los fariseos le preguntan: ¿qué piensas de Él?,
el joven les da este testimonio: Es un profeta. En otras palabras,
Jesús puede realizar tales obras porque viene de parte de Dios.
*Según los fariseos hubiera sido mejor que dijera: Es un pecador.
Sin embargo, el que antes era ciego dice: Si es un pecador no lo sé.
Solo sé una cosa, que yo antes era ciego y ahora veo.
Y, al verlos tan preocupados, aquel joven les pregunta con ironía:
¿Acaso ustedes también quieren hacerse discípulos de Él?,
y luego añade: Dios escucha al que le honra y hace su voluntad.
*Cuando Jesús, el Buen Pastor, oyó que lo habían expulsado,
va a su encuentro y le pregunta: ¿Crees en el Hijo del Hombre?
Más adelante, el joven se arrodilla ante Jesús y exclama: Creo, Señor.
Así es Jesús, acoge a los pequeños y confunde a sabios e inteligentes,
pues solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos.
Al final, Jesús se dirige a los ‘especialistas’ que no dudan de nada,
para decirles: He venido a este mundo para iniciar una crisis:
los ciegos, van a ver… y los que ven, van a quedar ciegos…
¿Quiénes son los que actualmente ‘ven’ pero de hecho son ‘ciegos’?
El papa Francisco al hablar de la oscura mundanidad espiritual dice:
Quien ha caído en esta mundanidad mira de arriba y de lejos,
rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione,
destaca los errores ajenos, y se obsesiona por la apariencia…
Hay que evitarla poniendo a la Iglesia en movimiento de salida de sí,
de misión centrada en Jesucristo, de entrega a los pobres. ¡Dios nos
libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!
Esta mundanidad asfixiante se sana tomándole el gusto al aire puro
del Espíritu Santo, que nos libera de estar centrados en nosotros
mismos… ¡No nos dejemos robar el Evangelio! (EG, n.97).  
J. Castillo A.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Escuchar y poner en práctica

II Domingo de Cuaresma (ciclo A)
Gen 12,1-4  -  2Tim 1,8-10  -  Mt 17,1-9

Para anunciar el Reino de Dios, Jesús tuvo muchas dificultades, tanto de las autoridades religiosas como de sus propios discípulos. Así por ejemplo, cuando anuncia su pasión, muerte y resurrección, Pedro le reprende… Santiago y Juan buscan los primeros puestosJesús para animarlos sube con ellos a una montaña donde les muestra, anticipadamente, la victoria de la vida sobre la muerte.

Señor, ¡qué bien estamos aquí!
Jesús llama a Pedro, a Santiago y a Juan, y los lleva a una montaña;
allí se transfigura, y aparecen Moisés y Elías conversando con Él.
Fue entonces cuando Pedro dice: Señor, ¡qué bien estamos aquí!
En el fondo, Pedro tiene miedo y no sabe lo que dice (Mc 9,6).
También hoy, muchos preferimos vivir cómodamente instalados,
en nuestra propia orilla, sin preocuparnos de las personas que sufren. 
En cambio, si pasamos a la otra orilla veremos otra realidad.
Allí están: los que tienen el rostro desfigurado por el hambre y la sed;
los forasteros y desnudos, despojados de la tierra en que nacieron;
los enfermos abandonados, los encarcelados injustamente (Mt 25).
Al ver esta realidad, ¿podemos decir: Señor, qué bien estamos aquí?
Sin embargo, el 6 y 7 de marzo, un numeroso grupo de funcionarios
y empresarios peruanos estuvieron en Nueva York, para difundir
lo siguiente: ‘el Perú es un país atractivo para la inversión comercial’.
Somos un país ‘atractivo’ porque: -aquí el sueldo mínimo mensual
es de $ 267 dólares, mientras los ministros ganan $ 10,700 dólares;
-se ha reducido las exigencias del cuidado del medio ambiente,
-se ha exonerado la Consulta Previa a 14 grandes empresas mineras,
-se adormece a los pobres con muchísimos programas paliativos, etc.
Ante estas y otras injusticias que claman al cielo, escuchemos la voz
de Dios: Caín, ¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano Abel,
que has derramado en la tierra, pide justicia. Por eso, maldito seas
y quedas expulsado de la tierra que ha bebido esa sangre (Gen 4).

Este es mi Hijo, escúchenlo
Mientras Pedro está hablando, una nube luminosa les cubre
y desde el interior de la nube se oye la voz del Padre que dice:
Éste es mi Hijo muy amado, mi predilecto. Escúchenlo.
Lo importante ya no son los representantes de la Ley y los Profetas,
sino Jesús  -el Hijo amado de Dios- a quien debemos escuchar.
Meditemos sobre las Bienaventuranzas y el Juicio de las naciones:
*Jesús al ver a sus seguidores les dice: Felices ustedes los pobres…
los que tienen hambre… los que lloran… los que son perseguidos.
Pero, ¡ay de ustedes los ricos… los satisfechos… los que ríen! (Lc 6).
*Y en el Juicio de las naciones, Jesús dice a los buenos: Vengan,
benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino; porque tuve hambre
y me dieron de comer… Les aseguro, lo que ustedes han hecho a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicieron.
En cambio, a los malos les dice: Apártense de mí, malditos, porque
tuve hambre y no me dieron de comer… Lo que no hicieron con
mis hermanos más pequeños, tampoco lo hicieron conmigo (Mt 25).
*Al respecto, S. Juan Crisóstomo dice: ¿De que sirve adornar la mesa
de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre?
En nuestro país, ‘atractivo para las inversiones’, lamentablemente,
hay hombres y mujeres que buscan en la basura algo que tenga valor
para: -hacer crecer el sueldo, -disimular el hambre, -sobrevivir…
Jesús nunca permanece indiferente ante el sufrimiento humano,
sus palabras y sus obras son para nosotros un ejemplo que imitar.
*Animados por su palabra que nos dice: Levántense, no tengan miedo,
reflexionemos cuando Jesús y sus discípulos dan de comer a la gente:
Al desembarcar, Jesús ve la multitud… se compadece porque eran
como ovejas sin pastor… y se pone a enseñarles muchas cosas…
Como atardecía, los discípulos le dicen: El lugar es despoblado
y ya es muy tarde; despídelos para que vayan a los pueblos vecinos
a comprar algo para comer. Jesús les dice: Denles ustedes de comer.
Luego, Jesús toma en sus manos los cinco panes y los dos pescados…
mira al cielo… pronuncia la bendición… parte los panes…
y se los da a sus discípulos para que los repartan entre la gente…
Todos comieron hasta quedar satisfechos (Mc 6). No necesitan irse.
*Cuando escuchamos las palabras de Jesús y las ponemos en práctica,
entonces sí podemos decir: ¡Señor, qué bien estamos aquí!
J. Castillo A.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Tentaciones de cada día

I Domingo de Cuaresma (ciclo A)
Gen 2,7-9; 3,1-7  -  Rom 5,12-19  -  Mt 4,1-11
 
Jesús sale de  Nazaret, donde se había criado, cuando tenía treinta años; y va hacia el río Jordán para ser bautizado por el profeta Juan. Luego se retira al desierto, donde lleva una vida de ayuno y oración, para ver el camino que ha de seguir en el anuncio del Reino de Dios; desechando toda ambición económica… religiosa… y política…

Ordena que estas piedras se conviertan en pan
Después de un largo ayuno, Jesús tiene hambre. Sin embargo,
se resiste a utilizar a Dios para convertir las piedras en pan, pues
no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de Dios.
Jesús no es una persona egoísta que busca su propio interés,
por eso, al ver el hambre que padecen las personas que le siguen,
pide a sus discípulos compartir el pan con los hambrientos (Mt 14).
Quienes, hoy, tienen poderes económicos y tecnológicos extraen
de las entrañas de nuestra madre tierra: gas… petróleo… minerales… 
y dan trabajo (pan) a los habitantes del lugar por cierto tiempo.
Sin embargo, pocos privilegiados se aprovechan de esas riquezas,
dejando sumergidas en la pobreza y exclusión a inmensas mayorías.
Ante estas injusticias, ¿podemos permanecer ciegos, sordos y mudos?
Para el profeta Isaías, el ayuno que agrada a Dios consiste en:
Romper las cadenas de la injusticia. Dejar libres a los oprimidos.
Acabar con toda tiranía. Compartir tu pan con el hambriento. Vestir
al desnudo. Hospedar al forastero. Socorrer al necesitado (Is 58).
Ante el consumismo esclavizador que solo favorece a los ricos,
tiene actualidad las palabras de S. Gregorio de Nisa (siglo IV):
Tal vez des limosna, pero ¿de dónde la sacas si no es robando?
Si el pobre supiera de donde viene tu limosna, lo rehusaría y te diría:
No sacies mi sed con las lágrimas de mis hermanos. No des al pobre
el pan que amasaste con la sangre de mis compañeros en la miseria.
Devuelve a tu semejante lo que injustamente le has quitado. ¿Para
qué consolar a un pobre, si por otro lado creas cien pobres más?...

Desde el templo de Jerusalén
Luego, el tentador propone a Jesús ingresar a la ciudad de Jerusalén
descendiendo triunfalmente desde la parte más alta del templo;
y no debe tener miedo, porque los ángeles de Dios le van a proteger. 
Jesús no vino a este mundo para buscar figuración, prestigio, honor… 
Vino a entregar su vida para que nosotros tengamos vida plena.
Acerca del templo, el profeta Jeremías hizo la siguiente denuncia:
No se engañen diciendo: ¡El templo del Señor! ¡El templo del Señor!
Si enmiendan su conducta y sus acciones, si juzgan rectamente,
si no oprimen a los emigrantes, a los huérfanos y a las viudas;
si no derraman sangre inocente en este lugar,
si no dan culto a otros dioses para desgracia de ustedes mismos;
entonces yo les dejaré vivir en esta tierra que di a sus antepasados…
¿Creen que este templo es una cueva de ladrones? (Jer 7,1-11).
Más tarde, en el sermón de la montaña, Jesús dirá a sus seguidores:
No el que me diga: ¡Señor, Señor! entrará en el Reino de los cielos,
sino el que haga la voluntad de mi Padre del cielo.
Aquel día muchos me dirán: Señor, en tu nombre hemos predicado…
hemos expulsado demonios… y hemos realizado muchos milagros…
Pero yo les diré: No les conozco, aléjense de mí, malhechores (Mt 7).

Los reinos y las grandezas de este mundo
Finalmente, desde una montaña muy alta, Jesús contempla el mundo
con sus injusticias, corrupciones, mentiras, opresiones, guerras…
Siguiendo la voluntad del Padre misericordioso, Jesús vino para
introducir en este mundo el Reino de la verdad, justicia y paz.
Sus enseñanzas no las impone con poder, las ofrece con amor.
Toda su vida es un ejemplo de servicio a los oprimidos: El que quiera
ser el primero, que se haga servidor de los demás (Mt 20,20-28).
En nuestros días, los seguidores de Jesús, debemos despojarnos
de ataduras temporales, confabulaciones y prestigios ambiguos;
solo así nuestra misión de servicio será más transparente y fuerte.
Son palabras de nuestros obispos en Medellín (1968) y continúan:
Que se presente cada vez más nítido en Latinoamérica
el rostro de una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual,
desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida
en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres.  
J. Castillo A.