miércoles, 28 de enero de 2015

Enseñanzas y obras de Jesús

IV Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Dt 18,15-20  -  1Cor 7,32-35  -  Mc 1,21-28

   
Hay personas que tienen ‘poder’ político, económico, religioso… pero no tienen ‘autoridad’ para hablar (dicen una cosa y hacen otra); ni autoridad para hacer (porque hacen ciertas obras pero roban).
   Al respecto, el profeta Isaías, allá por el año 740 a.C., denunciaba: Los jefes son bandidos, socios de ladrones, se dejan sobornar, buscan regalos. No hacen justicia a los huérfanos ni a las viudas (Is 1,23).
   Diferente el ejemplo de Jesús: un día ‘sábado’ va a la ‘sinagoga’, para enseñar con autoridad y no como los maestros de la ley, y para liberar a su pueblo de un sistema religioso opresor,

Jesús enseña con autoridad
   Los escribas -llamados también doctores, maestros, letrados-
son ‘especialistas’ en el conocimiento e interpretación de la ley; pues
con el paso de los años se había elaborado gran cantidad de preceptos
(morales, económicos y culturales) para controlar la vida del pueblo.
Eran pesadas cargas puestas sobre las espaldas de la gente (Mt 23,4).
   El descanso del día sábado prohibía hacer el bien o salvar una vida.
Para Jesús, en cambio, el sábado ha sido hecho para el hombre
por eso, un sábado, sana a un hombre que tiene la mano paralizada.
Desde entonces sus enemigos buscan acabar con Él (Mc 2,23-3,6).
   Otra carga pesada eran las tradiciones de pureza e impureza.
Sobre esto, Jesús desenmascara la hipocresía de esos ‘especialistas’:
Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan es inútil. Enseñan preceptos humanos. Dejan
de lado el mandamiento de Dios para seguir sus tradiciones (Mc 7).
¡Cuánta falta nos hace oír: una enseñanza nueva, con autoridad!
   Con razón, Pablo VI dice: Será sobre todo mediante su conducta,
mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo,
es decir, mediante su testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo,
de pobreza y despego de los bienes materiales, de libertad frente
a los poderes del mundo, en una palabra: de santidad (EN, n.41).

Jesús sana y libera de la opresión
   En la época de Jesús, los judíos que vivían fuera de Jerusalén
se reunían el sábado en la sinagoga del pueblo: para escuchar pasajes
de la Biblia (principalmente la ley y los profetas) y para las oraciones.    
   Ahora bien, según las normas de pureza e impureza, la sinagoga
era un espacio sagrado reservado a los justos que cumplían fielmente
las leyes, tradiciones y costumbres. Y quedaban fuera los impuros,
publicanos, pecadores, leprosos, es decir, los rechazados por Dios.
   Sin embargo, según el texto de Marcos, en la sinagoga de Cafarnaún
está precisamente un hombre que tiene un espíritu inmundo.
¿Cómo es posible que una persona impura esté en un lugar sagrado?
¿No será que ese sistema religioso está contaminado y pervertido?
Quizás por esto, aquel hombre empieza a gritar: ¿Qué tenemos
que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? 
   Así es. Jesús libera al pueblo de tantas costumbres y cargas pesadas,
y valora la dignidad de todo ser humano, verdadera imagen de Dios.
Para ello, Jesús predica en las sinagogas y expulsa espíritus inmundos.
Más tarde, purificará el templo de Jerusalén, cueva de ladrones.
   En nuestros días, muchas personas, incluso pobres y sencillas:
dependen de la propaganda comercial, consumen cosas superfluas,
viven oprimidas por las tarjetas de crédito y facturas que deben pagar,
y creen que al comprar la última moda serán más respetadas…
   Cuando los responsables de este nefasto sistema griten: ¿Has venido
a destruirnos?, Jesús les dirá: Cállense y salgan de esas personas.
Pidamos a Dios que nos ilumine y nos fortalezca con su Espíritu,
para liberarnos de tantos espíritus mundanos y amenazadores.
Desde la Buena Noticia que Jesús anuncia hagamos realidad
otro estilo de política y economía, donde se dé prioridad a la vida:
de niños, jóvenes y adultos… y de nuestra madre la tierra…
   Al respecto, en su mensaje de enero 2015, nuestros Obispos dicen:
No habrá paz duradera y sostenida si no hay en cada uno de nosotros
la firme decisión de construir la paz. ¡No seamos indiferentes a todo
signo de violencia verbal o física, de corrupción y deshonestidad!
Reiteramos nuestro rechazo al dicho generalizado: “No importa
que las autoridades elegidas roben con tal que hagan obras.
   Estas personas tendrán ‘poder’ para mentir, robar, oprimir, matar…
pero no tienen ‘autoridad’ para servir, ni para que los demás crezcan. 
J. Castillo A.

miércoles, 21 de enero de 2015

Desde Galilea...

III Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Jon 3,1-5.10  -  1Cor 7,29-31  -  Mc 1,14-20

 
 La voz de Juan el Bautista no termina con su prisión y asesinato… Jesús de Nazaret retoma su antorcha y, como todo profeta itinerante, recorre los pueblos de una región despreciada como es Galilea, anunciando una Buena Noticia a los que sufren injustamente.
También llama y forma discípulos para que sigan con esta misión.

Jesús anuncia la Buena Noticia de Dios
   Desde Galilea… lejos de los funcionarios de Jerusalén,Jesús anuncia esta Buena Noticia de Dios: El tiempo se ha cumplido, está cerca el Reino de Dios, conviértanse, crean en la Buena Noticia.
  *Las promesas de Dios Padre anunciadas en el Antiguo Testamento,
se hacen realidad en Jesús; en su persona el tiempo se ha cumplido,
pues, en tiempos antiguos, muchas veces y de diversas maneras,
Dios habló a nuestros antepasados por medio de los profetas;
ahora, en esta etapa final, nos habló por medio de su Hijo (Heb 1).
   *Anunciemos el Reino de Dios, como lo hace Jesús de Nazaret:
-Dar vida, sobre todo, a los hambrientos, sedientos, enfermos.
-Perdonar a los pecadores y compartir con ellos nuestras mesas.
-Acoger a los forasteros, liberar a los perseguidos y encarcelados…
Solo así podemos orar: Padre nuestro, venga a nosotros tu Reino.
   *Para convertirnos no basta confesarnos o hacer penitencia…
Se trata de ver nuestro mundo con los mismos ojos de Jesús y, luego,
cambiar nuestra mentalidad, cambiar el rumbo de nuestras vidas,
para construir entre todos una sociedad más justa, humana, fraterna.
Este cambio o conversión es un proceso que dura toda la vida.
   *Jesús anuncia una Buena Noticia (Evangelio) que viene de Dios,
y nos pide creer, porque se trata de una Buena Noticia para todos,
empezando por los excluidos, los que tienen hambre y sed de justicia.
Sin embargo, ayer y hoy, optar por la liberación integral de los pobres
es ‘mala noticia’ para los opresores, que para mantener sus privilegios
no tienen reparos en difamar, perseguir, encarcelar, asesinar.

Jesús llama a sus primeros discípulos
   Anunciar la Buena Noticia de Dios no es tarea de una sola persona.
Es por eso que el mismo Jesús busca seguidores, no gente asalariada.
Sus seguidores son formados en la misión… y para la misión…
   Un día, mientras Jesús camina por las orillas del lago de Galilea,
ve a Simón y a su hermano Andrés, echando las redes en el mar.
Más allá ve a Santiago y a su hermano Juan, arreglando las redes.
A ellos les dice: Síganme, yo haré de ustedes pescadores de hombres.
   Jesús llama, no a gente desocupada, sino a personas que trabajan,
que saben echar las redes en el mar y arreglar las redes malogradas.
Estos pescadores no son profesionales en materia religiosa,
son personas que conocen bien su oficio: mar, barca, redes, peces…
Desde esta experiencia comprenderán lo que significa:
ser pescadores de personas… Anunciar el Reino de Dios y su justicia.
Ellos dejan redes y barca, familiares y jornaleros, y siguen a Jesús
para anunciar, con palabras y obras, la Buena Noticia de Dios.
   Al leer los cinco documentos de las Conferencias Generales
del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe, desde 1955 al 2007,
vemos una preocupación: la escasez de vocaciones sacerdotales.
Por ejemplo, el Documento de Aparecida (2007) dice lo siguiente:
El insuficiente número de sacerdotes y su no equitativa distribución
imposibilitan que muchas comunidades puedan participar
regularmente en la celebración de la Eucaristía (n.100,e).
   Sin embargo, hace años, el Card. brasileño Paulo Evaristo Arns dijo:
Yo no me preocupo por las vocaciones. Creo que la Iglesia no debe
preocuparse por estos problemas. En cuanto los olvida para ocuparse
de los problemas de los hombres, la Iglesia tiene muchos sacerdotes.
   En nuestro ‘Continente de la esperanza’ hace falta comprometernos
con los problemas de las personas del campo y de la ciudad: vida, 
salud, educación de calidad, vivienda, trabajo digno, salario justo…
Que nuestras comunidades cristianas, desligadas de todo poder,
estén al servicio de los que sufren el peso intolerable de la miseria.
Demos prioridad a la ‘Iglesia doméstica’ donde los padres sean
para sus hijos los primeros educadores de la Buena Noticia de Dios.
Fomentemos también las pequeñas comunidades eclesiales de base
y los centros de formación integral de laicos, sin clericalizarlos.
Solo así, como dice el Card. Paulo Evaristo, habrá muchos sacerdotes. 
J. Castillo A.

miércoles, 14 de enero de 2015

Ser discípulos de Jesús

II Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
1Sam 3,3-10.19  -  1Cor 6,13-20  -  Jn 1,35-42

   Juan es el profeta del desierto… Es allí donde predica, bautiza,
y forma discípulos para que sigan a Jesús, el Cordero de Dios.
   También es el profeta de la alegría… Él salta de gozo en el seno
de Isabel, su madre (Lc 1,41ss); y termina su vida con este mensaje:
Ahora mi gozo es perfecto, que Jesús crezca y yo disminuya (Jn 3).
Hermoso testimonio para alegrarnos, sobre todo, cuando los hermanos
de Jesús, los insignificantes a los ojos de la sociedad y de la religión,
empiezan a ver… oír… hablar… levantarse… caminar

Jesús les pregunta: ¿qué buscan?
   Jesús, a los dos discípulos de Juan el Bautista que le siguen,
les hace una pregunta que vale también para nosotros: ¿Qué buscan?
-¿Qué buscamos al solicitar: bautismo… misa… matrimonio…?
-En este mes de enero, ¿qué buscan los devotos del Niño Jesús?
-En medio de tanta corrupción y violencia, ¿qué buscan aquellos
‘personajes’ que contra viento y marea se entornillan en el puesto?
-¿Qué buscan los grandes empresarios al invertir en los países pobres?
-¿Se justifica amontonar oro, plata… a costa de la contaminación del
agua, aire, tierra… y de la explotación ‘legal’ de personas humanas?
¿Qué buscamos al dejarnos esclavizar por el consumismo superfluo?
   Aquellos dos discípulos del Bautista que siguen a Jesús de Nazaret,
van a lo esencial, no buscan objetos ni cosas, buscan a un Maestro.
   Generalmente, hoy, los ‘expertos’ utilizan palabras complicadas
que solo entienden otros especialistas… viajan por muchos lugares
ofreciendo las mismas recetas… no permiten que otros crezcan…  
   Muy diferente la manera de enseñar del Maestro Jesús:
-sus palabras están respaldadas por el testimonio de su vida,
-su lenguaje es sencillo, al alcance de todos los que le escuchan,
-lo que enseña responde a las aspiraciones más profundas de la gente.
Jesús enseña con autoridad, no como los ‘expertos’ de la religión
El mensaje de Jesús será creíble por el testimonio de quien lo anuncia.

Maestro, ¿dónde vives?
   ¿Qué nos impide a cada uno de nosotros hacer la misma pregunta?
¿Seremos consecuentes cuando Jesús nos diga: Vengan y lo verán
    Recordemos: -Jesús nace pobre en un establo y vive pobremente:
el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza (Mt 8,20).
-Si alguna vez acepta comer en casa de un fariseo importante,
es para decirle: cuando des un banquete, invita a pobres, mancos,
cojos, ciegos; y tú serás feliz porque ellos no pueden pagarte (Lc 14).
-Él vino a este mundo para dar vida y vida en abundancia, por eso,
da de comer a las personas que tienen hambre, acoge y perdona
a los pecadores, sana a los enfermos abandonados y despreciados
como son los leprosos, dejando de lado tradiciones y costumbres.
-No le interesa que sus enemigos vayan diciendo que es un loco,
endemoniado, borrachoso, comilón, amigo de gente de mala vida…
   Teniendo esta ‘hoja de vida’ los dos discípulos de Juan el Bautista:
fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con Él desde aquel día
Ver y quedarse con Jesús nos lleva a una experiencia más profunda:
-Padre, que todos sean uno, como tú estás en mí y yo en ti,
así también que ellos sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado (Jn 17,21).

Hemos encontrado a Jesús de Nazaret
   Andrés, que era uno de los dos discípulos, busca a su hermano
Simón, comparte con él la experiencia de vivir con Jesús, y le dice:
Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo lleva a Jesús.
   Lo mismo hace Felipe, busca a Natanael (Bartolomé) y le dice:
Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés y los profetas.
Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret… Ven y verás. Luego Natanael
exclama: Maestro, tú eres el Hijo de Dios, el rey de Israel (Jn 1,45ss).
   También la samaritana corre al pueblo para decir a sus paisanos:
Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que yo hice.
¿No será éste el Cristo?... En aquel pueblo muchos creyeron en Jesús
por las palabras de la mujer… Los samaritanos acudieron a Jesús
y le rogaron que se quedara con ellos (Jn 4,28ss).
   Ciertamente, como dicen nuestros Obispos en Aparecida (2007):
Conocer a Jesús por la fe es nuestro gozo. Seguirle es una gracia.
Transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor,
al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado (DA, n.18 y 32).
J. Castillo A.

miércoles, 7 de enero de 2015

Tú eres mi Hijo amado

Bautismo del Señor (ciclo B)
Is 55,1-11  -  1Jn 5,1-9  -  Mc 1,7-11

   A los familiares y amigos de Cornelio, reunidos en su casa, Pedro
les dice: Dios ungió a Jesús de Nazaret con Espíritu Santo y poder.
Él pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos, porque Dios
estaba con Él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea
y Jerusalén… Luego, ordena que todos sean bautizados (Hch 10).
   Hoy en día, para que el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía
sean de veras fundamentos de toda vida cristiana (CCE, 1212);
debemos, como Jesús, vivir y actuar movidos por el Espíritu Santo.

Jesús de Nazaret va en busca de Juan el Bautista
   El niño Jesús, que nació pobre en un establo, crece en edad,
en sabiduría y en gracia, delante de Dios y de los hombres. Como
verdadero hombre, Jesús recorre las etapas de todo ser humano.
   Cuando cumple doce años, va a Jerusalén para la fiesta de Pascua.
Allí, en el templo, en medio de los doctores, Jesús anuncia la misión
que tiene por delante: Debo de ocuparme en las cosas de mi Padre.
Luego vuelve a Nazaret con José y María… Será llamado Nazareno.
   Como María su madre, Jesús también observa, escucha, medita
-Su pueblo, externamente, está bajo el dominio del imperio romano;
e, internamente, explotado por los terratenientes y comerciantes.
-Observa que los campesinos pobres de Galilea viven agobiados
por los impuestos; mientras las autoridades políticas y religiosas
residen en lujosos edificios, en la parte alta de Jerusalén.
-Ve la desesperación de muchos campesinos que al no poder pagar
sus deudas, se ven obligados a entregar sus tierras y, en adelante,
aumentar el número de mendigos que andan mal vestidos y descalzos.
-Se conmueve al ver a muchas mujeres viudas, esposas abandonadas
por sus maridos, prostitutas que ejercen este oficio para sobrevivir.
   Ante éstos y otros sufrimientos, Jesús no permanece indiferente.
Un día, cuando tenía unos treinta años de edad, abandona su familia,
deja su trabajo, se aleja de Nazaret y va al desierto en busca de Juan…

El profeta Juan predica y bautiza
    Juan el Bautista pertenece a una familia sacerdotal campesina.
Sin embargo, guiado por la Palabra de Dios, deja el templo
y va al desierto, cerca del río Jordán, donde vive con austeridad.
Desde allí, Juan viene a ser la voz que grita en el desierto,
y el profeta que prepara el camino al Señor.
   A quienes acuden a él para recibir su bautismo de agua, les pide:
-confesar sus pecados y también los pecados del pueblo,
-invocar a Dios pues solo Él concede el perdón de los pecados,
-mostrar los frutos de una sincera conversión y cambio de vida,
-dar de comer al que tiene hambre, vestir al que está desnudo,
-no cobrar más de lo debido, ni maltratar, ni hacer denuncias falsas.
   Sin dar mayores detalles anuncia a uno que viene detrás de él,
que es más fuerte, y que bautizará con el Espíritu Santo.

Tú eres mi Hijo amado
   Cuando Jesús llega al Jordán, encuentra ese ambiente conmovedor,
se acerca al Bautista, escucha su llamada a la conversión,
y, como uno más -despojado de todo privilegio- se hace bautizar.
   Al salir del agua, el Espíritu Santo baja sobre Jesús,
y se oye una voz del cielo que dice: Tú eres mi Hijo amado.
Allí en el desierto están presente: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
   Más tarde, la voz del Bautista dejará de gritar y sus manos dejarán
de bautizar, porque Herodes Antipas lo encarcelará y asesinará.
¿Su proyecto quedará interrumpido?... ¿Habrá sido un fracaso?...
   De ninguna manera, la mecha que todavía humea no se apagará.
Jesús, movido por el Espíritu, vuelve a Galilea y desde allí proclama
la Buena Noticia del Reino de Dios… Llama felices a los pobres
Anuncia que está presente en sus hermanos pequeños y excluidos…
   Ahora bien, si queremos buscar y encontrar el rostro de Jesús,
el Hijo amado del Padre, no debemos buscarlo en un cielo lejano…
Hay que buscarlo aquí en la tierra. Él sigue abrazando a los niños
golpeados por la pobreza y la miseria. Sale al encuentro y acoge
a los jóvenes que han abandonado el hogar por no encontrar un lugar
en esta sociedad. Da vida a los enfermos abandonados en el camino.
Sufre  con el pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y con hambre.
Está presente en los que dan su vida por los hermanos…
J. Castillo A.

viernes, 2 de enero de 2015

Busquen y encontrarán

Epifanía del Señor, ciclo B
Is 60,1-6  -  Ef 3,2-6  -  Mt 2,1-12

   Desde su nacimiento, Jesús de Nazaret es signo de contradicción.
Es ‘mala noticia’ para todos aquellos que -ayer y hoy- solo buscan
el poder económico, político, religioso: Ay de ustedes los ricos
En cambio, es Buena Noticia para los pobres, afligidos, desposeídos;
para los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos,
los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, o son perseguidos
y calumniados por causa de Jesús. A todos ellos les dice: Felices

En Jerusalén…
   Cuando los magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntan:
¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?
Con esta pregunta ponen en duda la autoridad de Herodes,
que reinó en Judea durante 36 años, con el apoyo del imperio romano.
   Herodes es un extranjero de Idumea, personaje cruel y sanguinario.
Sus ansias de poder no tienen límites. Asesina a sus enemigos
y también a varios de sus familiares (cuñado, suegra, esposa e hijos).
Sin embargo, al escuchar a los magos se pone nervioso y tiene miedo.
Así son los poderosos, tienen miedo, y el miedo los lleva a matar;
por eso Herodes manda matar a todos los niños menores de dos años.
¿Qué esperar de las autoridades que están de rodillas ante el imperio?
Solo la opresión de los débiles y el asesinato de personas inocentes.
   En Jerusalén también están los sacerdotes y maestros de la ley.
Ellos saben que en Belén ha de nacer Cristo, el jefe y pastor de Israel.
Sin embargo, los sacerdotes siguen con sus negocios en el templo,
y los maestros de la ley con su hipocresía: dicen pero no hacen
Además, igual que Herodes, buscan a Jesús para matarlo.
   Años después, cuando Pilato le pregunta: ¿Entonces tú eres rey?
Jesús contesta: Yo soy rey, para esto nací y para esto vine al mundo.
Luego, mientras Pilato busca la manera de poner en libertad a Jesús,
los sumos sacerdotes, con tal de que Jesús muera crucificado, dicen:
No tenemos más rey que el César. Decir esto era renegar de Dios.

En Belén…
   Los magos dejan Jerusalén, la salvación no puede venir de Herodes,
ni de aquellas autoridades religiosas que se apacientan a sí mismas.
Guiados por la misteriosa estrella, leen los signos de los tiempos,
hacen su propio camino de fe, llegan a Belén y entran en la casa.
Allí encuentran al niño y a su madre. Ese niño es el Rey de los judíos.
Dios se da a conocer en el frágil, el indefenso, el más pequeño.
Años más tarde, Jesús dirá: Lo que hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo hicieron conmigo (Mt 25).
   De inmediato, los magos se arrodillan ante ese Niño y le adoran.
y abriendo sus cofres le ofrecen como regalo:
-Oro, porque los padres de Jesús son personas pobres.
-Incienso, por el mal olor que hay en el establo.
-Mirra, para la salud del niño (Sto. Tomás de Aquino, Lectura n.201).
   Advertidos en sueños de no volver al palacio de Herodes,
los magos regresan a su tierra por otro camino. Ahora bien,
en la Biblia, seguir otro camino significa: conversión, cambio de vida.
   Hoy, ¿a quién adoramos?... Escuchemos lo que Jesús anuncia
a la samaritana: Créeme, mujer, ha llegado la hora
en que ni en este monte ni en Jerusalén se dará culto al Padre…
Pero llega la hora en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad (Jn 4,21ss).
   Para que las ofrendas y limosnas que se dan durante la Misa lleguen
a los pobres, sigamos el ejemplo de las primeras comunidades:
Entre ellos no había ningún necesitado, porque los que tenían campos
o casas los vendían, y ponían el dinero a disposición de los apóstoles,
para repartirlo entre todos según sus necesidades (Hch 4,32-35).      
   Que la celebración de la Epifanía o Manifestación del Señor,
nos ayude a: -salir de nuestros egoísmos, comodidades, indiferencias;
-ir al encuentro de Jesús, escuchar sus enseñanzas y practicarlas;
-cambiar nuestros criterios, tomar otro camino, convertirnos.
   También necesitamos que nuestras comunidades cristianas
se conviertan: que pasen de una pastoral de mera conservación,
a una pastoral decididamente misionera. Que el Evangelio sea
el único programa, solo así nuestras comunidades serán como:
-una madre que sale al encuentro, -una casa acogedora,
-una escuela permanente de comunión misionera (DA, n.370). 
J. Castillo A.