Epifanía del Señor,
ciclo B
Is 60,1-6 - Ef
3,2-6 -
Mt 2,1-12
Desde su nacimiento, Jesús de Nazaret es signo de contradicción.
Es ‘mala noticia’ para todos aquellos
que -ayer y hoy- solo buscan
el poder económico, político, religioso: Ay de ustedes los ricos…
En cambio, es Buena Noticia para los pobres, afligidos, desposeídos;
para los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos,
los limpios de
corazón, los que trabajan por la paz, o son perseguidos
y calumniados por
causa de Jesús. A todos ellos les dice: Felices…
En Jerusalén…
Cuando los magos de Oriente llegan a Jerusalén preguntan:
¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?
Con esta pregunta ponen en duda la autoridad de Herodes,
que reinó en Judea durante 36 años, con el apoyo del
imperio romano.
Herodes es un extranjero de Idumea,
personaje cruel y sanguinario.
Sus ansias de poder no tienen límites. Asesina a sus
enemigos
y también a varios de sus familiares (cuñado, suegra,
esposa e hijos).
Sin embargo, al escuchar a los magos se pone nervioso y
tiene miedo.
Así son los
poderosos, tienen miedo, y el miedo los lleva a matar;
por eso Herodes manda matar a todos los niños menores de
dos años.
¿Qué esperar de las autoridades que están de rodillas
ante el imperio?
Solo la opresión de los débiles y el asesinato de personas
inocentes.
En Jerusalén también están los
sacerdotes y maestros de la ley.
Ellos saben que en Belén ha de nacer Cristo, el jefe y pastor de Israel.
Sin embargo, los sacerdotes siguen con sus negocios en el
templo,
y los maestros de la ley con su hipocresía: dicen pero no hacen…
Además, igual que Herodes, buscan a Jesús para matarlo.
Años después, cuando Pilato le
pregunta: ¿Entonces tú eres rey?
Jesús contesta: Yo
soy rey, para esto nací y para esto vine al mundo.
Luego, mientras Pilato busca la manera de poner en
libertad a Jesús,
los sumos sacerdotes, con tal de que Jesús muera
crucificado, dicen:
No tenemos más rey
que el César. Decir esto era renegar de Dios.
En Belén…
Los magos dejan Jerusalén, la salvación no puede venir de
Herodes,
ni de aquellas autoridades religiosas que se apacientan a sí mismas.
Guiados por la
misteriosa estrella, leen los signos de
los tiempos,
hacen su propio camino de fe, llegan a Belén y entran en
la casa.
Allí encuentran al niño y a su madre. Ese niño es el Rey de los judíos.
Dios se da a conocer en el frágil, el indefenso, el más
pequeño.
Años más tarde, Jesús dirá: Lo que hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo
hicieron conmigo (Mt 25).
De inmediato, los magos se arrodillan
ante ese Niño y le adoran.
y abriendo sus cofres le ofrecen como regalo:
-Oro, porque
los padres de Jesús son personas pobres.
-Incienso, por
el mal olor que hay en el establo.
-Mirra, para la
salud del niño (Sto. Tomás de Aquino, Lectura
n.201).
Advertidos
en sueños de no volver al palacio de Herodes,
los magos regresan a su tierra por otro camino. Ahora
bien,
en la Biblia, seguir otro camino significa: conversión, cambio de vida.
Hoy, ¿a quién adoramos?... Escuchemos lo que Jesús anuncia
a la samaritana: Créeme,
mujer, ha llegado la hora
en que ni en este
monte ni en Jerusalén se dará culto al Padre…
Pero llega la hora
en que los verdaderos adoradores
adorarán al Padre
en espíritu y en verdad (Jn 4,21ss).
Para que las ofrendas y limosnas que se
dan durante la Misa lleguen
a los pobres, sigamos el ejemplo de las primeras
comunidades:
Entre ellos no
había ningún necesitado, porque los que tenían campos
o casas los
vendían, y ponían el dinero a disposición de los apóstoles,
para repartirlo
entre todos según sus necesidades (Hch
4,32-35).
Que la celebración de la Epifanía o Manifestación del Señor,
nos ayude a: -salir
de nuestros egoísmos, comodidades, indiferencias;
-ir al encuentro
de Jesús, escuchar sus enseñanzas y practicarlas;
-cambiar
nuestros criterios, tomar otro
camino, convertirnos.
También necesitamos que nuestras comunidades cristianas
se conviertan: que pasen de una pastoral de mera
conservación,
a una pastoral
decididamente misionera. Que el Evangelio sea
el único programa, solo así nuestras comunidades serán como:
-una madre que sale
al encuentro, -una casa acogedora,
-una
escuela permanente de comunión misionera (DA, n.370). J. Castillo A.
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