miércoles, 7 de enero de 2015

Tú eres mi Hijo amado

Bautismo del Señor (ciclo B)
Is 55,1-11  -  1Jn 5,1-9  -  Mc 1,7-11

   A los familiares y amigos de Cornelio, reunidos en su casa, Pedro
les dice: Dios ungió a Jesús de Nazaret con Espíritu Santo y poder.
Él pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos, porque Dios
estaba con Él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea
y Jerusalén… Luego, ordena que todos sean bautizados (Hch 10).
   Hoy en día, para que el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía
sean de veras fundamentos de toda vida cristiana (CCE, 1212);
debemos, como Jesús, vivir y actuar movidos por el Espíritu Santo.

Jesús de Nazaret va en busca de Juan el Bautista
   El niño Jesús, que nació pobre en un establo, crece en edad,
en sabiduría y en gracia, delante de Dios y de los hombres. Como
verdadero hombre, Jesús recorre las etapas de todo ser humano.
   Cuando cumple doce años, va a Jerusalén para la fiesta de Pascua.
Allí, en el templo, en medio de los doctores, Jesús anuncia la misión
que tiene por delante: Debo de ocuparme en las cosas de mi Padre.
Luego vuelve a Nazaret con José y María… Será llamado Nazareno.
   Como María su madre, Jesús también observa, escucha, medita
-Su pueblo, externamente, está bajo el dominio del imperio romano;
e, internamente, explotado por los terratenientes y comerciantes.
-Observa que los campesinos pobres de Galilea viven agobiados
por los impuestos; mientras las autoridades políticas y religiosas
residen en lujosos edificios, en la parte alta de Jerusalén.
-Ve la desesperación de muchos campesinos que al no poder pagar
sus deudas, se ven obligados a entregar sus tierras y, en adelante,
aumentar el número de mendigos que andan mal vestidos y descalzos.
-Se conmueve al ver a muchas mujeres viudas, esposas abandonadas
por sus maridos, prostitutas que ejercen este oficio para sobrevivir.
   Ante éstos y otros sufrimientos, Jesús no permanece indiferente.
Un día, cuando tenía unos treinta años de edad, abandona su familia,
deja su trabajo, se aleja de Nazaret y va al desierto en busca de Juan…

El profeta Juan predica y bautiza
    Juan el Bautista pertenece a una familia sacerdotal campesina.
Sin embargo, guiado por la Palabra de Dios, deja el templo
y va al desierto, cerca del río Jordán, donde vive con austeridad.
Desde allí, Juan viene a ser la voz que grita en el desierto,
y el profeta que prepara el camino al Señor.
   A quienes acuden a él para recibir su bautismo de agua, les pide:
-confesar sus pecados y también los pecados del pueblo,
-invocar a Dios pues solo Él concede el perdón de los pecados,
-mostrar los frutos de una sincera conversión y cambio de vida,
-dar de comer al que tiene hambre, vestir al que está desnudo,
-no cobrar más de lo debido, ni maltratar, ni hacer denuncias falsas.
   Sin dar mayores detalles anuncia a uno que viene detrás de él,
que es más fuerte, y que bautizará con el Espíritu Santo.

Tú eres mi Hijo amado
   Cuando Jesús llega al Jordán, encuentra ese ambiente conmovedor,
se acerca al Bautista, escucha su llamada a la conversión,
y, como uno más -despojado de todo privilegio- se hace bautizar.
   Al salir del agua, el Espíritu Santo baja sobre Jesús,
y se oye una voz del cielo que dice: Tú eres mi Hijo amado.
Allí en el desierto están presente: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
   Más tarde, la voz del Bautista dejará de gritar y sus manos dejarán
de bautizar, porque Herodes Antipas lo encarcelará y asesinará.
¿Su proyecto quedará interrumpido?... ¿Habrá sido un fracaso?...
   De ninguna manera, la mecha que todavía humea no se apagará.
Jesús, movido por el Espíritu, vuelve a Galilea y desde allí proclama
la Buena Noticia del Reino de Dios… Llama felices a los pobres
Anuncia que está presente en sus hermanos pequeños y excluidos…
   Ahora bien, si queremos buscar y encontrar el rostro de Jesús,
el Hijo amado del Padre, no debemos buscarlo en un cielo lejano…
Hay que buscarlo aquí en la tierra. Él sigue abrazando a los niños
golpeados por la pobreza y la miseria. Sale al encuentro y acoge
a los jóvenes que han abandonado el hogar por no encontrar un lugar
en esta sociedad. Da vida a los enfermos abandonados en el camino.
Sufre  con el pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y con hambre.
Está presente en los que dan su vida por los hermanos…
J. Castillo A.

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