martes, 30 de diciembre de 2014

Jesús vino a salvarnos

Santa María, Madre de Dios, ciclo B
Num 6,22-27  -  Gal 4,4-7  -  Lc 2,16-21

   Quienes promueven consumo, desigualdad, injusticia; solo buscan
amontonar dinero, destruyendo la vida humana y la madre tierra.
Las consecuencias están a la vista: niños golpeados por la miseria…
jóvenes desorientados… campesinos expulsados de sus tierras…
obreros explotados… ancianos marginados y abandonados
   Muy diferente la misión de Jesús el Salvador: sana a los enfermos,
da de comer a los hambrientos, acoge y perdona a los pecadores…

Los pastores van de prisa a Belén
   Según el Evangelio de Lucas, el Ángel del Señor se aparece,
no a los sacerdotes del templo, ni a los fariseos y maestros de la ley;
sino a unos pastores que pasan la noche cuidando sus ovejas.
Ellos al escuchar la Buena Noticia del nacimiento de Jesús,
van de prisa a Belén y encuentran al niño acostado en un establo.
En este niño está presente Dios como Salvador, Mesías, Señor
ciertamente, los caminos de Dios no son como los nuestros (Is 55,8).
   Tratándose de pastores y ovejas, escuchemos a Jesús que dice:
Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja las noventa
y nueve, y va en busca de la extraviada hasta encontrarla? (Lc 15).
   En otra ocasión, Jesús se presenta como el verdadero Pastor  
de su pueblo: El ladrón solo viene para robar, matar y destruir.
Pero yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor que da su vida por las ovejas (Jn 10,10s).
   Durante la última cena, después de lavar los pies a sus discípulos,
Jesús les dice: Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien.
Si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros (Jn 13,13ss).
   Hoy, hace falta seguir el ejemplo de Jesús pobre y servidor,
dejando de lado el narcisismo que solo mira la propia imagen
y no ve la imagen de Dios impresa en el rostro de los otros,
especialmente de los más débiles y necesitados (Papa Francisco).

María, madre de Jesús y madre nuestra
   Mientras Jesús enseña a la multitud, una mujer alza la voz
y exclama: Feliz la mujer que te dio a luz y te crió.
Sin quitar méritos a su madre, Jesús amplia esta felicidad a todos
los que escuchan la Palabra de Dios y la practican (Lc 11,27s).
Al respecto, María después de escuchar el mensaje del ángel Gabriel,
dice: Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí tu palabra.
Por eso, precisamente, por su fidelidad y entrega a la Palabra de Dios
le seguimos diciendo: Bendita eres entre las mujeres.
   Durante aquella boda en Caná de Galilea, María le dice a su hijo
Jesús: No tienen vino. Luego, dirigiéndose a los servidores añade:
Hagan todo lo que Él le diga. Gracias a esta intervención, Jesús hace
su primera señal milagrosa y sus discípulos creen en Él (Jn 2).
Desde entonces, María como buena madre nos sigue invitando:
a escuchar las enseñanzas de su Hijo Jesús y a ponerlas en práctica,
a comprometernos con los necesitados siendo simples servidores.
   María acompaña a su Hijo Jesús desde Belén hasta el Calvario.
Con el corazón atravesado de dolor, escucha el testamento de Jesús:
Mujer, ahí tienes a tu hijo… Hijo, ahí tienes a tu madre (Jn 19,25ss).
María está presente allí donde la muerte es semilla de una nueva vida,
espera lo imposible, o mejor, por su fe hace posible lo imposible.
Por su corazón pasan tristezas y gozos, angustias y esperanzas.
Como toda madre: observa… escucha… y medita en su corazón.

Al niño le ponen por nombre Jesús
   Dios realiza una alianza con Abraham, haciendo de él -a pesar
de sus noventa y nueve años- padre de una multitud de pueblos.
Para pertenecer al pueblo de Dios, los varones deben circuncidarse.
  José y María, fieles a la tradición religiosa de su pueblo, al octavo
día del nacimiento del niño -rostro humano de Dios- van a Jerusalén;
allí circuncidan al niño y le ponen por nombre Jesús (=Dios salva).
   En la Biblia, nombre y persona es lo mismo. Por eso, S. Pablo dice:
Dios exaltó a Jesús y le dio un nombre que está sobre todo nombre,
para que ante el nombre de Jesús, todos doblen las rodillas,
y todos proclamen que Jesucristo es el Señor (Flp 2,9-11).
    Que Dios infunda en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
para que vivamos como hijos de Dios y hermanos entre nosotros.
Esta es la Felicidad que les deseo para el Año Nuevo 2015
J. Castillo A.


viernes, 26 de diciembre de 2014

Experiencia y Esperanza

La Sagrada Familia, ciclo B
Eclo 3,2-14  -  Col 3,12-21  -  Lc 2,22-40

   Así como la justicia y la paz se abrazan (Sal 85), bueno sería
que la experiencia de los mayores y la esperanza de jóvenes y niños,
caminen siempre juntos y se complementen, desde nuestras familias.
En efecto: La juventud no es solo la falta de arrugas y de canas…
La vejez no es solo la edad avanzada… Ser joven es tener una causa
a la que consagrar la propia vida (Mons. Helder Cámara).

Simeón y Ana, personas mayores
   En el diálogo con la samaritana, Jesús dice a sus discípulos:
Yo les he enviado a cosechar donde otros han trabajado,
ahora ustedes recogen el fruto del esfuerzo de ellos (Jn 4,35ss).
¿Qué valores ofrecen nuestras familias a las próximas generaciones?
   Simeón no es funcionario del templo. Es un hombre justo, piadoso,
y siendo de edad avanzada, espera la liberación de su pueblo.
Por eso, cuando José y María llegan al templo llevando al niño Jesús,
Simeón conducido por el Espíritu Santo, va al encuentro de ellos,
toma al niño Jesús en sus brazos y bendice a Dios diciendo:
Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque
mis ojos han visto la salvación… la luz que ilumina a las naciones.
Luego, Simeón se dirige a María para decirle: Este niño será signo
de contradicción, pues será acogido por unos y rechazado por otros;
y añade: en cuanto a ti, una espada de dolor atravesará tu corazón.
Años después, María estará junto a la cruz de su hijo Jesús (Jn 19,25).
   Ana es viuda, anciana de ochenta y cuatro años,  y profetisa.
Ella también va al templo y, desde que ve al niño Jesús, alaba a Dios
y habla del niño a todos los que esperan la liberación de Jerusalén.
Más adelante, Jesús acogerá a muchas mujeres como discípulas,
y les confiará la misión de anunciar el Reino de Dios.
Hoy, hace falta rescatar este servicio profético, como dice San Pablo:
Dios ha querido que en la Iglesia haya en primer lugar apóstoles,
en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros… (1Cor 12,28).

José y María, jóvenes esposos
   Después que María de Nazaret acepta ser la madre de Jesús,
va de prisa a las montañas de Judea para visitar a su prima Isabel.
Desde aquel humilde hogar, ambas mujeres gestantes alzan su voz:
-Para defender la dignidad de la mujer, frecuentemente pisoteada
 por una sociedad machista: Bendita eres entre las mujeres
-Para valorar el don de la vida de los más indefensos, a saber,
 los que están en el seno materno: Bendito es el fruto de tu vientre
-Para anunciar la actuación de Dios en una sociedad injusta:
Dios derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes,
colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos
   Más tarde, Jesús retomará estas palabras de María su madre,
y anunciará un mensaje liberador a los pobres y hambrientos,
a los que lloran y son odiados, a los excluidos y despreciados (Lc 6).
   Meses después, José y María -jóvenes esposos- van a Belén.
Allí, en un establo, María da a luz a Jesús su hijo primogénito, porque
no había sitio para ellos en la ciudad. Sin embargo, en aquel establo
hay lugar para recibir la visita de unos pastores pobres y marginados.
   Cuarenta días después José y María, fieles a la tradición (Lev 12),
van al templo de Jerusalén para el rito de la purificación de la madre;
y para la presentación del niño Jesús, el hijo primogénito de María,
ofreciendo un par de tórtolas por ser una familia pobre.
Hoy, ante una sociedad consumista, ¿somos austeros desde el hogar?

El niño Jesús crece en edad, sabiduría y gracia
   Tratándose de la infancia de Jesús, el tercer Evangelio termina
con estas palabras: El niño Jesús crece en edad, sabiduría y gracia.
Jesús, que ha recorrido las etapas de vida de toda persona humana,
es el Camino, la Verdad y la Vida para niños, jóvenes y adultos.
   Al respecto, escuchemos el mensaje a los jóvenes del Vaticano II:
Ustedes jóvenes van a recibir la antorcha de manos de sus mayores
y van a vivir en el mundo en el momento de sus más gigantescas
transformaciones de su historia. Ustedes, recogiendo lo mejor
del ejemplo y de las enseñanzas de sus padres y maestros, van
a formar la sociedad de mañana; se salvarán o perecerán con ella…
Miren el rostro de Jesús, el héroe verdadero, humano y sabio,
el Profeta de la verdad, del amor, el amigo de los jóvenes.
J. Castillo A.

lunes, 22 de diciembre de 2014

La justicia y la paz se abrazan

Natividad del Señor, ciclo B
Is 52,7-10  -  Heb 1,1-6  -  Lc 2,1-14

   Es bueno pero no basta hablar de: Iglesia pobre entre los pobres…
Opción preferencial por los pobres, no exclusiva ni excluyente… etc.
Hacen falta, sobre todo, testimonio… obras… gestos audaces….
   El Niño Jesús, que nació en Belén, crecerá… y un día anunciará:
Felices ustedes los que tienen hambre y sed de justicia (Mt 5,6).
No puede haber Navidad cristiana sin que haya justicia y paz (Sal 85).

No había lugar para ellos en la ciudad
   El mismo día de Navidad, el párroco vuelve al barrio para visitar
a quienes no pudo hacerlo durante la noche anterior.
   Uno de los jóvenes, se acerca, le mira largamente y le dice:
Anoche, en el grupo, te seguí muy bien.
Había pensado irme al bar, pero preferí quedarme para escucharte.
Es verdad lo que dices, y me parece muy bonito.
Puedes decirnos esas cosas a nosotros sin dificultad.
Nosotros, los pobres, sabemos lo que significa: pobreza y desprecio.
Pero ahora te pago el taxi y nos vamos al Gran Hotel.
A ver si allí te atreves a decir esas mismas cosas a los ricos.
¡Son ellos los que tienen que cambiar el corazón!
   Lo dijo con voz clara y segura, sin sombra alguna de agresividad.
El párroco se quedó mudo, luego medio a tropezones, le contestó:
Yo vivo con ustedes, quiero quedarme en medio de ustedes.
¿Es que tenía miedo de que le tomaran por loco en el Gran Hotel?
(Charles Lepetit: La perla del pobre, 1984, n.38).
   Todos tenemos que convertirnos… cambiar nuestros corazones…
Pero también debemos ir a las raíces de tantas situaciones dolorosas.
Por eso, ante el sufrimiento de una persona que tiene hambre (Mt 25),
debemos preocuparnos no solamente de solucionarlo en el acto,
sino también de destruir sus causas; porque nadie es bueno y justo,
mientras no soluciona -según sus posibilidades- ambos compromisos.
Solo así, Navidad será una Buena Noticia para las personas pobres.

Les anuncio una Buena Noticia
   Los relatos del nacimiento e infancia de Jesús (Lc 1-2; Mt 1-2),
debemos meditarlos a la luz de su ministerio público.
   María envuelve al Niño en pañales y lo acuesta en un establo,
porque no había lugar para ellos en la posada.
   Jesús vino a los suyos pero los suyos no le recibieron (Jn 1,11).
Incluso sus propios paisanos decían: ¿De dónde saca esa sabiduría
y ese poder milagroso? ¿No es éste el hijo del carpintero? (Mc 6).
Sin embargo, desde esta experiencia de marginación y desprecio,
Jesús nos muestra el camino de la misericordia: acoger y comer
con todos, preferentemente, con publicanos, pecadores (Mt 9,9ss).
   Tiempo después, José de Arimatea -hombre bueno y justo-
pedirá a Pilato el cuerpo de Jesús, lo envolverá en una sábana
y lo depositará  en un sepulcro cavado en una roca (Lc 23,50-53).
   El ángel del Señor se aparece a los pastores de aquella región
y les dice: No tengan miedo, hoy ha nacido para ustedes el Salvador.
   El ángel del Señor se aparece no a los poderosos de este mundo,
sino a unos pastores que sufren: desprecio, explotación, exclusión.
   Más tarde, el Profeta de Nazaret anunciará esta Buena Noticia:
Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece.
Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.
Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán (Lc 6,20ss).
   Los ángeles alaban a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo
y en la tierra paz a los hombres y mujeres que Dios ama.
   La Paz que nos ofrece Jesús no es como la ‘paz’ del mundo,
que generalmente se basa en amenazas, miedos, ambiciones, intereses.
Tampoco es la ‘paz’ de quienes han comercializado la Navidad.
La Paz de Jesús es vida plena, como lo dice San Ireneo (130-200):
La gloria de Dios consiste en que los hombres y mujeres tengan vida.
   Hace años, en la puerta del templo de una parroquia de la ciudad,
dejaron abandonado a un niño más o menos de una semana de nacido.
Es un caso más de tantos niños huérfanos de padres vivos
Mientras los que habían ‘oído Misa entera’ se van sin hacer nada,
una madre pobre con seis hijos: abraza al niño, se lo lleva y lo adopta.
Teniendo presente este gesto tan evangélico de acoger y dar vida,
les deseo a ustedes una Feliz Navidad, comparable con la Felicidad
de aquella humilde madre y de ese niñito que ya tiene un hogar.
J. Castillo A.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Para Dios todo es posible

IV Domingo de Adviento, ciclo B
2Sam 7,1-16  -  Rom 16,25-27  -  Lc 1,26-38

   Un día, el párroco visita a una anciana pobre y enferma; mientras
conversan, ella le dice: Soy madre soltera… El que le abrió la puerta
es mi hijo, solo él me atiende día y noche… Sin embargo, por consejo
de una amiga intenté varias veces abortarlo… Ahora, antes de morir,
¿le puedo decir todo esto a mi hijo? Después de guardar silencio,
ambos se pusieron a rezar: Alégrate, María, llena de gracia,
el Señor está contigo… Bendita eres entre todas las mujeres…
Bendito es el fruto de tu vientre… Ruega por nosotros, pecadores

No temas, María, concebirás y darás a luz un hijo
   María es mujer… es joven… es pobre… sin títulos ni privilegios.
Es esposa de José, descendiente de David (Mt 1,20).
Ella vive en Nazaret, un pequeño y despreciado pueblo de Galilea.
¿De Nazaret puede salir algo bueno? pregunta Natanael (Jn 1,46).
Sin embargo, el proyecto de salvación que viene de Dios se realiza,
no desde el poder político, económico y religioso de Jerusalén,
sino desde los marginados: Dios mira la pequeñez de su servidora.
   Dios envía al ángel Gabriel (=Dios es fuerte. Quién como Dios)
a casa de María (=Amada de Dios. Dios es mi Señor),
para decirle: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
María quiere saber lo que significa estas palabras,
por eso el ángel le dice: No temas, concebirás y darás a luz un hijo.
   No tener miedo… concebir… dar a luz… tienen relación
con algo fundamental en todo ser humano: el derecho a la vida.
Pues bien, faltando pocos días para celebrar el nacimiento de Jesús,
sigamos el ejemplo de María que acoge el don de la vida,
y acepta ser la madre de Jesús: Que se haga en mí lo que has dicho.
   Defendamos la vida, sobre todo, allí donde la vida no vale nada…
¿Qué hubiera sucedido si José denunciaba o abandonaba a María?
Sin embargo, José -siendo hombre justo- escucha la voz de Dios
y acoge a María su esposa, llevándola a su casa (Mt 1,18-25).

Madre de los pobres y de los peregrinos de América Latina
   Sigamos invocando a María, madre de Jesús y madre nuestra,
como lo hizo el cardenal argentino Eduardo Pironio (1920-1998):
Virgen de la esperanza, Madre de los pobres,
Señora de los que peregrinan: óyenos.
Hoy te pedimos por América Latina,
el Continente que tú visitas con los pies descalzos,
ofreciéndole la riqueza del Niño que aprietas en tus brazos.
Un Niño frágil, que nos hace fuertes.
Un Niño pobre, que nos hace ricos.
Un Niño esclavo, que nos hace libres.
Virgen de la esperanza, América despierta.
Sobre sus cerros despunta la luz de una mañana nueva.
Es el día de la salvación que ya se acerca.
Sobre los pueblos que marchaban en tinieblas,
ha brillado una gran luz.
Esa luz es el Señor que tú nos diste,
hace mucho, en Belén, a medianoche.
Queremos caminar en la esperanza.
Madre de los pobres: hay mucha miseria entre nosotros.
Falta el pan material en muchas casas.
Falta el pan de la verdad en muchas mentes.
Falta el pan del amor en muchos hombres.
Falta el Pan del Señor en muchos pueblos.
Tú conoces la pobreza y la viviste,
danos el alma de pobres para ser felices.
Alivia la miseria de los cuerpos y arranca del corazón
de tantos hombres el egoísmo que empobrece.
Que los obispos tengan un corazón de padre.
Que los sacerdotes sean los amigos de Dios para los hombres.
Que los religiosos muestren la alegría anticipada del Reino.
Que los laicos sean, ante el mundo, testigos del Señor resucitado.
Y que caminemos juntos con todos los hombres,
compartiendo sus angustias y esperanzas.
Que los pueblos de América Latina
vayan avanzando hacia su liberación integral,
por los caminos de la paz en la justicia.      
J. Castillo A.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Testimonio de Juan el Bautista

III Domingo de Adviento, ciclo B
Is 61,1-11  -  I Tes 5,16-24  -  Jn 1,6-8. 19-28

   Juan el Bautista no es el Mesías… ni Elías… ni el Profeta…
Para predicar y bautizar no tiene autorización de los sacerdotes,
ni de los escribas y fariseos que han puesto pesadas cargas al pueblo.
   El único ‘título’ que tiene es ser un hombre enviado por Dios:
Da testimonio de la luz: invitando a creer a quienes acuden a él…
Es la voz que grita en el desierto: preparando el camino al Señor…
Bautiza con agua… Y dice: entre ustedes hay uno que no conocen.
Hoy en día, hacen falta creyentes que den testimonio con sencillez.

Voz de Cristo en el desierto de esta Isla
   Los nativos de La Española (hoy República Dominicana y Haití),
eran explotados por los conquistadores que solo buscan oro.
Tres frailes dominicos que viven pobremente no se quedaron callados.
Juntos elaboran la homilía del IV domingo de Adviento, de 1511,
y encargan anunciarla a fray Antonio Montesino, quien empezó
diciendo: Yo que soy voz de Cristo en el desierto de esta Isla.
Luego preguntó: ¿Con qué derecho y justicia tenéis en tan cruel
y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad
habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban
en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas,
con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido?
¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer
ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos
que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir,
los matáis, por sacar y adquirir oro cada día?
¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios,
sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?
¿Estos, no son hombres? ¿No tienen almas racionales?
¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? (…).
   Como se ve, fray Antonio ataca de raíz el injusto sistema colonial.
Su mensaje sigue cuestionando a la sociedad y a la Iglesia de hoy…

En medio de ustedes hay uno a quien no conocen
   En el desierto, el profeta Juan predica un bautismo de conversión.
La gente que acude a bautizarse le pregunta: ¿Qué debemos hacer?
Su respuesta va a lo esencial, practicar la justicia y el amor:
-Vestir al desnudo: el que tenga dos túnicas, de una al que no tiene.
-Dar de comer al hambriento: quien tenga qué comer haga lo mismo.
-A los recaudadores de impuestos: no cobren más de lo ordenado.
-A los soldados: no maltraten ni hagan denuncias falsas (Lc 3,10ss).
   Tiempo después, Jesús anunciará esta Bienaventuranza: Vengan,
benditos de mi Padre, reciban el Reino, porque tuve hambre
y me dieron de comer… estaba desnudo y me vistieron
Cuando los justos le preguntan: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento
y te dimos de comer… desnudo y te vestimos…? Jesús responde:
Lo que hicieron a mis hermanos pobres, me lo hicieron a mí (Mt 25).
   Jesús, el Hijo de Dios: Con nosotros está y no le conocemos…
Su nombre es el Señor y pasa hambre…está desnudo…enfermo vive.
   Actualmente, en el campo y en la ciudad, se ‘realizan’ bautismos
para todos los gustos: particular o comunitario, con Misa o sin ella;
todo depende de la cantidad de dinero que se da. Sobre este comercio,
el papa Francisco se lamenta: Cuántas veces vemos que entrando
en un templo, aún hoy, está la lista de los precios: bautismo, tanto;
bendición, tanto; intención de misa, tanto (Homilía, 21 nov. 2014).
   Diferente el bautismo de Jesús, no pide una ceremonia especial,
ni alquila un vestido o busca adornos superfluos, como hacemos hoy.
Él es pobre, vive pobre y se bautiza con el pueblo pobre (Lc 3,21).
Ciertamente, en medio de nosotros hay uno a quien no conocemos.
   En nuestras comunidades cristianas, encontramos creyentes
que solo repiten de memoria algunas verdades del catecismo…
observan ciertos mandamientos… o van al templo a rezar y cantar…
No se esfuerzan por conocer la persona de Jesús, su mensaje y obras;
en otras palabras, para ellos Jesús es un perfecto desconocido.
   Al respecto, recordemos que algunos discípulos de Juan el Bautista
no reconocen a Jesús, a estos discípulos les cuesta renovar su camino.
Por eso, se acercan al Bautista y le dicen: Maestro, el que estaba
contigo en el Jordán, está bautizando y todo el mundo acude a Él.
Fue entonces cuando Juan da su último testimonio: Ahora mi gozo
es perfecto. Él tiene que crecer y yo disminuir (Jn 3,22ss).
J. Castillo A.