viernes, 26 de diciembre de 2014

Experiencia y Esperanza

La Sagrada Familia, ciclo B
Eclo 3,2-14  -  Col 3,12-21  -  Lc 2,22-40

   Así como la justicia y la paz se abrazan (Sal 85), bueno sería
que la experiencia de los mayores y la esperanza de jóvenes y niños,
caminen siempre juntos y se complementen, desde nuestras familias.
En efecto: La juventud no es solo la falta de arrugas y de canas…
La vejez no es solo la edad avanzada… Ser joven es tener una causa
a la que consagrar la propia vida (Mons. Helder Cámara).

Simeón y Ana, personas mayores
   En el diálogo con la samaritana, Jesús dice a sus discípulos:
Yo les he enviado a cosechar donde otros han trabajado,
ahora ustedes recogen el fruto del esfuerzo de ellos (Jn 4,35ss).
¿Qué valores ofrecen nuestras familias a las próximas generaciones?
   Simeón no es funcionario del templo. Es un hombre justo, piadoso,
y siendo de edad avanzada, espera la liberación de su pueblo.
Por eso, cuando José y María llegan al templo llevando al niño Jesús,
Simeón conducido por el Espíritu Santo, va al encuentro de ellos,
toma al niño Jesús en sus brazos y bendice a Dios diciendo:
Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque
mis ojos han visto la salvación… la luz que ilumina a las naciones.
Luego, Simeón se dirige a María para decirle: Este niño será signo
de contradicción, pues será acogido por unos y rechazado por otros;
y añade: en cuanto a ti, una espada de dolor atravesará tu corazón.
Años después, María estará junto a la cruz de su hijo Jesús (Jn 19,25).
   Ana es viuda, anciana de ochenta y cuatro años,  y profetisa.
Ella también va al templo y, desde que ve al niño Jesús, alaba a Dios
y habla del niño a todos los que esperan la liberación de Jerusalén.
Más adelante, Jesús acogerá a muchas mujeres como discípulas,
y les confiará la misión de anunciar el Reino de Dios.
Hoy, hace falta rescatar este servicio profético, como dice San Pablo:
Dios ha querido que en la Iglesia haya en primer lugar apóstoles,
en segundo lugar profetas, en tercer lugar maestros… (1Cor 12,28).

José y María, jóvenes esposos
   Después que María de Nazaret acepta ser la madre de Jesús,
va de prisa a las montañas de Judea para visitar a su prima Isabel.
Desde aquel humilde hogar, ambas mujeres gestantes alzan su voz:
-Para defender la dignidad de la mujer, frecuentemente pisoteada
 por una sociedad machista: Bendita eres entre las mujeres
-Para valorar el don de la vida de los más indefensos, a saber,
 los que están en el seno materno: Bendito es el fruto de tu vientre
-Para anunciar la actuación de Dios en una sociedad injusta:
Dios derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes,
colma de bienes a los hambrientos y despide vacíos a los ricos
   Más tarde, Jesús retomará estas palabras de María su madre,
y anunciará un mensaje liberador a los pobres y hambrientos,
a los que lloran y son odiados, a los excluidos y despreciados (Lc 6).
   Meses después, José y María -jóvenes esposos- van a Belén.
Allí, en un establo, María da a luz a Jesús su hijo primogénito, porque
no había sitio para ellos en la ciudad. Sin embargo, en aquel establo
hay lugar para recibir la visita de unos pastores pobres y marginados.
   Cuarenta días después José y María, fieles a la tradición (Lev 12),
van al templo de Jerusalén para el rito de la purificación de la madre;
y para la presentación del niño Jesús, el hijo primogénito de María,
ofreciendo un par de tórtolas por ser una familia pobre.
Hoy, ante una sociedad consumista, ¿somos austeros desde el hogar?

El niño Jesús crece en edad, sabiduría y gracia
   Tratándose de la infancia de Jesús, el tercer Evangelio termina
con estas palabras: El niño Jesús crece en edad, sabiduría y gracia.
Jesús, que ha recorrido las etapas de vida de toda persona humana,
es el Camino, la Verdad y la Vida para niños, jóvenes y adultos.
   Al respecto, escuchemos el mensaje a los jóvenes del Vaticano II:
Ustedes jóvenes van a recibir la antorcha de manos de sus mayores
y van a vivir en el mundo en el momento de sus más gigantescas
transformaciones de su historia. Ustedes, recogiendo lo mejor
del ejemplo y de las enseñanzas de sus padres y maestros, van
a formar la sociedad de mañana; se salvarán o perecerán con ella…
Miren el rostro de Jesús, el héroe verdadero, humano y sabio,
el Profeta de la verdad, del amor, el amigo de los jóvenes.
J. Castillo A.

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