miércoles, 26 de junio de 2019

Exigencias para seguir a Jesús

13º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
1Re 19,16. 19-21  -  Gal 5,1. 13-18  -  Lc 9,51-62

   Jesús deja la región de Galilea y decide  ir a Jerusalén, donde:
será condenado a muerte por el poder religioso, político y económico.
¡Jerusalén, Jerusalén que apedreas y matas a los profetas! (Lc 13,34).
   Sigamos a Jesús asumiendo su proyecto: vivir ligeros de equipaje,
anunciar el Reino de Dios a todos los pueblos, liberar a los oprimidos.

Seguir a Jesús: viviendo pobre entre los pobres
   Jesús tiene autoridad moral para anunciar el Evangelio a los pobres,
porque nace pobre, vive pobre entre los pobres, y muere pobre.
Por eso, cuando envía a sus discípulos a proclamar el Reino de Dios
y a sanar enfermos, les dice: No lleven nada para el camino,
ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas (Lc 9,1ss).
   Ahora bien, mientras Jesús y sus discípulos van a Jerusalén,
una persona le dice: Señor, te seguiré a dondequiera que vayas.
Jesús le responde: Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos,
pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
   Seguir a Jesús -ayer y hoy- no es para ganar dinero,
tampoco para ascender socialmente, ni para dominar a los débiles.
Jesús por propia decisión no tiene casa propia, vive ligero de equipaje,
y pide a sus discípulos/as crear una comunidad familiar, porque:
Mi madre y mis hermanos -nos dice- son aquellas personas
que escuchan la Palabra de Dios y la practican (Lc 8,20s).
   Seguir a Jesús requiere una Iglesia que deje de lado la tibieza:
Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta
en un poderoso centro de irradiación de la vida de Cristo (…).
Que la fuerza del Espíritu Santo nos libre del pesimismo (DA, n.362).
   Seguir a Jesús hecho pobre, y siempre cercano a los pobres (…),
significa ver el sufrimiento y oír los lamentos de los indefensos,
pues: La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia
y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia
y quiere responder a él con todas sus fuerzas (EG, n. 186 y 188).

Seguir a Jesús: anunciando el Reino de Dios
   En el segundo caso es el mismo Jesús quien le dice: Sígueme.
Pero el interesado contesta: Déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Esta actividad es digna de todo hijo que ama a su padre y a su madre.
Sin embargo, la respuesta de Jesús va a la raíz de un problema:
Deja que los muertos entierren a sus muertos,
tú ve y anuncia el Reino de Dios.
   En aquella época, si un hijo declaraba que una propiedad…
o cierta cantidad de dinero… han sido donadas al templo,
ya no tenía obligación de ayudar a sus padres (Mc 7,9ss).
Dejan de lado la Palabra de Dios y dan más importancia a la ofrenda.
  Hoy en día, hay hijos que abandonan a sus queridos padres…y solo
se acuerdan de ellos cuando mueren, para realizar un entierro de lujo.
Que los muertos entierren a sus muertos es dejar estas “costumbres”.
Lo más importante es anunciar el Reino de Dios que es amor y vida,
pues, la gloria de Dios consiste en que todos tengamos vida plena.

Seguir a Jesús: liberando a los oprimidos
   Una tercera persona se acerca a Jesús y le dice:
Señor, te seguiré, pero primero déjame despedirme de mi familia.
El Profeta de Nazaret le responde: El que pone la mano en el arado
y sigue mirando atrás, no sirve para el Reino de Dios.
   Actualmente, no podemos liberar a los oprimidos,
mirando a otro lado: Cualquier comunidad de la Iglesia,
en la medida en que pretenda subsistir tranquila
sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia
para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos (…),
fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual,
disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas,
o con discursos vacíos. (EG -Alegría del Evangelio- 2013, n.207).    
   En el Plenario del Consejo Pontificio para los laicos, el Papa dijo:
Así también ustedes levanten la mirada y miren “fuera”:
-a los muchos “lejanos” de nuestro mundo,
-a tantas familias en dificultad y necesitadas de misericordia,
-a tantos campos de apostolado aún por explorar,
-a los numerosos laicos con corazón bueno y generoso,
que con gusto pondrían al servicio del Evangelio sus energías.
(Discurso a los participantes - Roma, 17 de junio del 2016).
J. Castillo A.

jueves, 20 de junio de 2019

Denles ustedes de comer

Cuerpo y Sangre de Cristo, ciclo C
Gen 14,18-20  -  1Cor 11,23-26  -  Lc 9,11-17

   Mientras Jesús y sus discípulos se retiran a la ciudad de Betsaida,
una gran multitud de hombres y mujeres van a su encuentro.
Jesús, como Buen Pastor, los acogeles anuncia el Reino de Dios…
sana a los enfermos…y dice a sus apóstoles denles ustedes de comer.

Pan y vino, fruto de la tierra y del trabajo de mujeres y hombres
   Mons. Luis Vallejos Santoni (1917-1982) dice a los campesinos:
Te doy las gracias por el pan que como, por el vino que bebo,
por la lana de mi ropa y por el alimento que me mantiene.
Todo esto ha hecho sudar tu frente.
Para nosotros es demasiado fácil ir a una feria o al mercado
para adquirir las cosas que necesitamos,
mientras olvidamos las manos que las trabajaron (…).
   Más adelante, renueva su agradecimiento diciendo:
Hermano campesino: Te doy gracias por tu ejemplo y tu trabajo.
Te doy gracias porque no desesperas ni decaes.
Y, especialmente, te agradezco el pan y el vino,
fruto de la tierra y de tu trabajo diario.
Ellos son el Cuerpo y la Sangre de tu vida.
Creo que si Dios tuviera profesión, sería campesino.
(Carta Pastoral -Cusco 1982- a los 25 años de ordenación sacerdotal).
   Actualmente, mientras vivimos esclavizados por el “consumismo”,
la tierra se va convirtiendo en un inmenso depósito de porquería,
poniendo en peligro la vida de todos los seres vivientes… (LS, 21).
   Muy diferente las enseñanzas y las obras de Jesús de Nazaret.
Él nos invita a contemplar la hermosura de la naturaleza (Lc 12,27),
y nos sigue diciendo que vino a darnos vida en abundancia (Jn 10,10).
Por eso, acoge a los pobres que andan como ovejas sin pastor…
les anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios y su justicia…  
sana a los enfermos… y pide a sus seguidores darles de comer
   Debemos ser pan compartido para una sociedad humana y fraterna.

El pan compartido hace posible una sociedad justa y fraterna
   *Ya es tarde… y, además, están en un lugar despoblado
Por ambos motivos, los discípulos se acercan a Jesús y le dicen:
Despide a la gente para que vayan a buscar alojamiento y comida.
Lamentablemente, tanto ayer como hoy, ésa es la solución más fácil:
-Despedir a la trabajadora de casa particular porque está embarazada.
-Despedir a los obreros porque han organizado un sindicato.
-Despedir a los campesinos, despojándolos de sus tierras, etc.
Quienes decimos que somos cristianos, meditemos en este texto:
Robar algo a los pobres para presentar una ofrenda a Dios,
es como matar un hijo ante los ojos de su madre (Eclo 34,20).
   *En vez de despedir, Jesús les contesta: Denles ustedes de comer.
Al respecto, en la homilía sobre Mc 6,34-44, Juan Pablo II nos dijo:
El “denles de comer” ha de resonar en sus oídos y conciencias.
Denles de comer, hagan todo lo posible por dar dignidad, educación,
trabajo, casa, asistencia sanitaria… (Lima, 5 de febrero de 1985).
   *A continuación, los discípulos entregan a Jesús todo lo que tienen.
-Jesús toma en sus manos los cinco panes y los dos pescados
No olvidemos que Jesús usa sus manos para acoger, sanar, bendecir.
-Luego, levanta los ojos al cielo y agradece a Dios… porque
el Padre da a conocer estas cosas a la gente sencilla (Lc 10,21).
-Los parte y los da a sus discípulos para que los sirvan a la gente.
Jesús vuelve a realizar esos gestos: en la Última Cena (Lc 22,19),
y en la comida con dos de sus discípulos, en Emaús (Lc 24,30).
Ahora bien, el problema del hambre tiene solución: compartir el pan,
como hacen las primeras comunidades cristianas (Hch 4,42ss), que
celebran la Fracción del Pan, y entre ellos no hay ningún necesitado.
   *Al final, todos comieron hasta saciarse y sobraron doce canastas.
A Jesús no le interesa el templo convertido en cueva de ladrones
Él nos sigue diciendo: Misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9,13).
Es por eso que a un fariseo importante que le invita a comer le dice:
Cuando ofrezcas una comida (una cena o un banquete),
invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos, a los ciegos.
Y tú serás feliz porque ellos no tienen con qué pagarte (Lc 14,13s).
   En pocas palabras, el Papa Juan Pablo II nos sigue diciendo:
Veo que hay aquí hambre de Dios…verdadera riqueza de los pobres.
Hay aquí hambre de pan… que no falte este pan de cada día, porque
es un derecho expresado en la oración… (ib. 5 de febrero del 1985).
J. Castillo A.

miércoles, 12 de junio de 2019

La Santísima Trinidad y los pobres

Santísima Trinidad, ciclo C
Prov 8,22-31  -  Rom 5,1-5  -  Jn 16,12-15

   El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos dan vida plena.
Justamente, en el Evangelio de hoy, Jesús dice a sus discípulos:
Tengo muchas cosas que decirles, pero no pueden comprenderlas.  
Luego anuncia: El Espíritu de la verdad les guiará a la verdad plena
Refiriéndose al Padre dice: Todo lo que tiene el Padre es mío.
         
Creemos en Dios, Padre compasivo y misericordioso
   Creados a imagen y semejanza de Dios, procuremos vivir
como hijos e hijas de un Padre que nos ama y nos perdona.
Este Padre tiene un proyecto: El Reino de Dios y su justicia,
y nos invita a construir una sociedad más justa y digna para todos,
de preferencia para sus hijos e hijas más necesitados e indefensos.
   Reflexionemos en los siguientes textos, poniéndolos en práctica:
*No explotes ni maltrates a los emigrantes,
porque ustedes también fueron emigrantes en Egipto.
No explotes a las viudas ni a los huérfanos
Si prestas dinero a una persona pobre de mi pueblo que tú conoces,
no seas como el usurero exigiéndole intereses.
Si esa persona te da su manto como garantía de un préstamo,
se lo devolverás antes de la puesta del sol,
pues es lo único que tiene para protegerse del frío.
Si no, ¿con qué dormirá?
Y si esa persona me pide ayuda,
yo le escucharé porque soy compasivo (Ex 22,20ss).
*Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas,
que rezan de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas,
para que la gente los vea… Ustedes deben orar así:
Padre nuestro, que estás en el cielo…
Danos hoy nuestro pan de cada día
Perdona nuestras ofensas… (Mt 6,5-13).
*Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes (Lc 6,36).

Creemos en Jesucristo, que murió y resucitó
   En el discurso de despedida,  Jesús dice a sus discípulos:
Tengo muchas cosas que decirles, pero no pueden comprenderlas.
   Recordemos que cuando Jesús anuncia su muerte y resurrección,
sus discípulos buscan intereses mundanos: poder, primeros puestos…
Sin embargo, después de recibir la fuerza del Espíritu Santo,
todos ellos anuncian -en medio de persecuciones- a Jesús resucitado.
   Al respecto, recordemos lo que dice Pedro en la casa de Cornelio:
Dios acepta a quienes le respetan y practican la justicia…
Ustedes ya saben lo sucedido en Judea, a partir del bautismo de Juan.
Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y poder.
Él pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos,
porque Dios estaba con Él.
Y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y Jerusalén,
y de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero.
Pero Dios lo resucitó al tercer día… (Hch 10,34ss).
   Como Jesús, hagamos el bien a las personas que necesitan:
pan… agua… acogida… vestido… salud… liberación… (Mt 25).
Solo así seremos “benditos” porque Dios está con nosotros.

Creemos en el Espíritu Santo, padre amoroso del pobre
   Qué difícil es anunciar el mensaje de Jesús, en una sociedad:
-donde se pisotea al otro para trepar, mandar, amontonar dinero…
-donde “la gente bien” explota, desprecia y excluye a los pobres…
-donde hay lobos disfrazados de ovejas que roban, matan, destrozan.
Aquellas personas, como dice Jesús: Prefieren las tinieblas a la luz…
Los que hacen el mal odian la luz, y no se acercan a la luz,
para que no se descubra sus malas acciones (Jn 3,19s).
   Ante esta realidad que sucede en países cristianos como el nuestro,
Jesús nos anima a anunciar su mensaje, fortalecidos por el Espíritu:
Cuando venga el Espíritu de la verdad, les guiará a la verdad plena.
   El siguiente mensaje del apóstol Pablo tiene mucha actualidad:
Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Ustedes recibieron, no un espíritu de esclavitud, para tener miedo,
sino el Espíritu de hijos adoptivos de Dios.
Por este Espíritu nos dirigimos a Dios diciendo: ¡Abbá! ¡Padre!
Y este mismo Espíritu se une a nuestro espíritu
para dar testimonio de que somos hijos de Dios (Rom 8,14s).
J. Castillo A.

miércoles, 5 de junio de 2019

Ven, Espíritu Santo

Pentecostés, ciclo C
He 2,1-11  -  Rom 8,8-17  -  Jn 14,15-16. 23b-26

   En el Evangelio de este domingo, Jesús dice a sus discípulos:
Si ustedes me aman, pongan en práctica mis mandamientos.
Luego añade: El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre,
les enseñará todo y les recordará lo que yo les he dicho.

Amar a Jesús, haciendo su voluntad
   La Cena del Señor… la Fracción del pan… la Eucaristía
se relacionan con: la acogida… el amor fraterno… el agradecimiento.
En nuestras Eucaristías, ¿damos preferencia a los empobrecidos?
   El 2004, sobre las personas que sufren… el Papa Juan Pablo II dijo:
*No es casual que en el Evangelio de Juan
no se encuentre el relato de la institución eucarística,
pero sí el “lavatorio de los pies” (Jn 13) (…),
que explica de modo inequívoco el sentido de la Eucaristía.
A su vez, San Pablo reitera con vigor que no es lícita
una celebración eucarística en la cual no brille la caridad,
que se  expresa al compartir efectivamente los bienes
con los más pobres (1Cor 11,17-22. 27-34).
   Después, el Papa pide a las comunidades diocesanas y parroquiales,
afrontar -con generosidad fraterna- algunos problemas de pobreza:
*Pienso en el drama del hambre que atormenta
a cientos de millones de seres humanos,
en las enfermedades que flagelan a los Países en desarrollo,
en la soledad de los ancianos, en el malestar de los desempleados,
en la desorientación de los emigrantes.
   A continuación, el Papa nos invita a hacer un examen de conciencia:
*No podemos hacernos ilusiones. Por el amor mutuo y, en particular,
por la atención a los necesitados se nos reconocerá
como verdaderos discípulos de Cristo (Jn 13,35;  Mt 25,31-46).
En base a este criterio, se comprobará la autenticidad de nuestra
celebración eucarística. (Quédate con nosotros, Señor, MND, n.28).

El Espíritu Santo nos recuerda lo que Jesús ha dicho
Jesús dice a sus discípulos: El Espíritu Santo que el Padre enviará,
les enseñará todo y les recordará lo que he dicho.
   *Ven, Espíritu Santo, Padre amoroso del pobre.
Pidamos perdón, porque con ciertos proyectos convertimos al pobre
en “objeto” de ayuda, en vez que sea “sujeto” de su propia liberación.
En el Mensaje para la JMJ del 2014, el Papa Francisco dice:
No nos llenemos la boca con hermosas palabras sobre los pobres.
Acerquémonos a ellos, mirémosles a los ojos, escuchémosles.
Los pobres son para nosotros una ocasión concreta
de encontrar al mismo Cristo, de tocar su carne que sufre.
Pero los pobres no solo son personas a las que les podemos dar algo.
También ellos tienen algo que ofrecernos, que enseñarnos.
¡Tenemos tanto que aprender de la sabiduría de los pobres!
   *Ven, Espíritu Santo, riega lo que es árido.
Que el anuncio de la Palabra de Dios no sea un simple rito rutinario.
Debemos tomar conciencia que: En los Libros Sagrados, el Padre
sale amorosamente al encuentro de sus hijos y conversa con ellos.
Y que es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios,
que viene a ser: -apoyo de la Iglesia, -fortaleza de la fe de sus hijos,
-alimento del alma, -fuente de vida espiritual (DV, n.21).
   *Ven, Espíritu Santo, lava lo que está manchado.
Que las ofrendas del pan y del vino no sean fruto:
de una tierra contaminada, ni del trabajo de personas explotadas.
Hoy, dice el Papa Francisco, no podemos dejar de reconocer
que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre
en un planteo social (…), para escuchar tanto el clamor de la tierra
como el clamor de los pobres (Alabado seas, 2015, n.49).
   *Ven, Espíritu Santo, guía al que tuerce el camino.
Que la administración de los sacramentos no sea un instrumento
de control y de poder. Esta actitud contradice el ejemplo de Jesús
que vino a servir (Lc 22,26s). Al respecto, el Papa Francisco dice:
La Eucaristía no es un premio para los perfectos
sino un generoso remedio y un alimento para los débiles (…).
A menudo nos comportamos como controladores de la gracia
y no como facilitadores.
La Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar
para cada uno con su vida a cuestas (EG, 2013, n. 47).
J. Castillo A.