miércoles, 31 de enero de 2018

Un día en la vida de Jesús

5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Job 7,1-7  -  1Cor 9,16-23  -  Mc 1,29-39

   Aquel día, Jesús sana a muchos enfermos de diversas dolencias,
en la sinagoga de Cafarnaún… y también en la casa de Pedro…
   Luego, se levanta de madrugada y va a un lugar despoblado a orar.
Ciertamente, para hablar de Dios, hace falta primero oír a Dios.
   Cuando Pedro y sus compañeros van a buscarlo, Jesús les dice:
Vamos a los pueblos vecinos para predicar, que para eso he venido.

De la sinagoga… a la casa de Pedro
   Hoy, en el campo y en la ciudad, hay enfermos abandonados.
La cosa se agrava, cuando los hospitales estatales tienen deficiencias,
y -en lugar de mejorarlos- se van multiplicando las clínicas privadas,
donde los pobres no pueden ingresar para ser atendidos.
   Jesús, el Profeta de la compasión, actúa de manera diferente.
Mientras camina por los pueblos de Galilea: sana a los enfermos…
y anuncia que el Reinado de Dios está cerca.
Por eso Él y sus discípulos, después de haber estado en la sinagoga,
van a la casa de Pedro donde su suegra está enferma.
   Al lado de aquella mujer, Jesús realiza varios gestos concretos:
*Se acerca. Se hace prójimo de la enferma, la acompaña, la escucha.
*La coge con sus manos. Esas mismas manos acogen con cariño,
a las personas humildes y despreciadas que sufren injustamente.
*La levanta. Jesús no quiere que los enfermos sean objetos de caridad
ni de proyectos paternalistas, sino sujetos de su propia liberación.
   Ahora bien, al quedar sana, la suegra de Pedro se levanta
recupera su capacidad de servir y actúa como auténtica discípula.
Servir (diaconía) es el distintivo de todos los seguidores/as de Jesús,
que vino no a ser servido, sino a servir y a dar su vida (Mc 10,45).
   Jesús que ha recorrido las etapas de vida de toda persona humana,
coge de la mano a una adolescente (Mc 5,41), a un joven (Mc 9,27),
y sana a un adulto (Mc 2,11); diciendo a cada uno: Levántate.
   Actualmente, hace falta: Levantarnos, orar, salir, ir al encuentro

De la casa de Pedro… a un lugar solitario
   En aquella época, los hipócritas oran de pié en las sinagogas
y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea (Mt 6,5).
Un fariseo va al templo y, de pié, ora así: Oh Dios, te doy gracias
porque no soy como los demás que son ladrones, injustos, adúlteros,
ni como ese publicano. Yo ayuno… y pago el diezmo… (Lc 18,11ss).
Los escribas, por su parte, despojan de sus bienes a las viudas
y para disimularlo hacen largas oraciones (Mc 12,40).
   Jesús que no busca alabanzas humanas, nos muestra otro camino:
Se levanta de madrugada, va a un lugar despoblado y se pone a orar.
Dialoga a solas con el Padre: -para confiarle los problemas que ve,
-para mantenerse fiel en la misión que Él le ha encomendado,
-para no dejarse arrastrar por la corriente del éxito y del poder,
-para no desgastarse por la actividad agotadora de cada día.
   Jesús quiere que nos amemos mutuamente, y por eso nos dice:
Cuando oren perdonen primero si tienen algo contra otro,
para que el Padre les perdone a ustedes sus pecados (Mc 11,24s).

De un lugar solitario… a los pueblos vecinos
  Jesús quiere que el Reino de vida, verdad, justicia… llegue a todos,
preferentemente a los pobres… a los perseguidos… (Mt 5,1-12).
Ahora bien, cuando sus discípulos quieren retenerlo, Jesús les dice:
Vamos a los pueblos vecinos para predicar, que para eso he venido.
Esta misma misión confía a sus seguidores/as, de ayer y de hoy,
diciéndoles: Mientras caminen, anuncien el Reino de Dios,
sanen a los enfermos y leprosos, expulsen a los espíritus mundanos,
den gratuitamente lo que gratuitamente han recibido (Mt 10,5ss).
   En el Encuentro con los Movimientos Eclesiales (18 de mayo 2013),
el Papa Francisco dijo: No se encierren, por favor. Esto es un peligro.
Nos encerramos en la parroquia, con los amigos, en el movimiento,
con quienes pensamos las mismas cosas... pero ¿saben qué ocurre?
Cuando la Iglesia se cierra, se enferma. Luego, nos desafía diciendo:
Pero yo les digo: prefiero mil veces una Iglesia accidentada,
que haya tenido un accidente, que una Iglesia enferma por encerrarse.
Para el Papa, lo más importante es salir para ir al encuentro.
Esta palabra es muy importante para mí: el encuentro con los demás.
¿Por qué? Porque la fe es un encuentro con Jesús, y nosotros
debemos hacer lo mismo que hace Jesús: encontrar a los demás.
J. Castillo A.

miércoles, 24 de enero de 2018

Enseñar y sanar como Jesús

4º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Dt 18,15-20  -  1Cor 7,32-35  -  Mc 1,21-28

   Ojalá los “creyentes” -que decimos una cosa pero hacemos otra-
oigamos la denuncia del profeta Isaías que tiene mucha actualidad:
Los jefes son bandidos… amigos de ladrones… se dejan sobornar…
corren detrás de los regalos… no hacen justicia a los huérfanos…
ni les importan los derechos de las viudas (Is 1,23).
   Muy diferente el ejemplo de Jesús. Un sábado va a la sinagoga,
donde enseña con autoridad y no como los maestros de la ley.
También libera a su pueblo de un sistema religioso opresor.

Jesús enseña con autoridad
   Los escribas (llamados también doctores, maestros, letrados),
son “expertos” en el conocimiento e interpretación de la Ley.
Con el paso de los años se había elaborado cantidad de preceptos
(morales, económicos y culturales), para controlar la vida del pueblo.
Eran pesadas cargas puestas sobre las espaldas de la gente (Mt 23,4).
   Para Jesús lo más importante es la vida, sobre todo de los pobres:
-sana a un hombre que tiene un espíritu impuro (Evangelio de hoy),
-afirma que el sábado se hizo para el hombre y no al revés (Mc 2,27s),
-anuncia que su misión es hacer el bien y salvar la vida (Mc 3,4).
   Los que preferimos seguir con nuestras costumbres religiosas,
ajenas a las enseñanzas de Jesús, reflexionemos en el siguiente texto:
Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan es inútil, sus enseñanzas son preceptos humanos.
Dejan el mandato de Dios para seguir sus tradiciones (Mc 7,6ss).
   Los cristianos debemos anunciar el Evangelio con el ejemplo,
como lo dice Pablo VI: Será sobre todo mediante su conducta,
mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo,
es decir, mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo,
de pobreza y despego de los bienes materiales,
de libertad frente a los poderes del mundo,
en una palabra: de santidad (“Anuncio del Evangelio”, 1975, n.41).

Jesús sana y libera de la opresión
   En la época de Jesús, los judíos que viven fuera de Jerusalén,
se reúnen el sábado en la sinagoga del pueblo,
para escuchar textos de la Sagrada Escritura… y para las oraciones.   
   Ahora bien, según las normas de pureza e impureza,
la sinagoga es un lugar sagrado reservado a “los buenos y piadosos”,
que cumplen las enseñanzas de los escribas… y las costumbres.
A ese lugar no podían entrar los impuros, los pecadores, los leprosos...
   Sin embargo, según el texto de Marcos, en la sinagoga de Cafarnaún
está precisamente un hombre que tiene un espíritu inmundo.
¿Cómo es posible que una persona impura esté en un lugar sagrado?
¿No será que ese sistema religioso está contaminado y pervertido?
Quizás por eso, aquel hombre enfermo grita y le dice a Jesús:
¿Por qué te metes con nosotros? ¿Has venido a destruirnos?... 
   Jesús no viene a destruir, viene: -a liberarnos de todo poder opresor
-a valorar nuestra dignidad humana, pues somos imágenes de Dios…
-a expulsar las fuerzas del mal… -a proclamar una Buena Noticia…
-a revelarnos el verdadero rostro de Dios que es amigo de la vida.
    Jesús viene también a enseñar no solo con palabras sino con obras,
por eso, cuando envía a sus discípulos les da poder y autoridad
para proclamar el Reinado de Dios y sanar enfermos (Lc 9,2;  10,9).
   Hoy en día, las fuerzas del mal están en nosotros y en la sociedad.
Pero, ¿somos capaces de descubrirlas, desenmascararlas, liberarnos?
¿Quiénes son los que se aprovechan del consumismo esclavizador?
¿Cómo es posible que en nuestro país con tantos millones de católicos,
elijamos autoridades corruptas que roban con tal que hagan obras?
¿Hasta cuándo el actual modelo económico, el afán por la riqueza,
la industrialización salvaje… seguirán destruyendo la vida:
de las personas, de los pueblos y de la madre tierra? (DA, n.473).
   En Puerto Maldonado (19/I/2018), el Papa Francisco dijo: El oro
se puede convertir en un falso dios que exige sacrificios humanos.
Los falsos dioses, los ídolos de la avaricia, del dinero, del poder,
lo corrompen todo. Corrompen la persona y las instituciones,
también destruyen el bosque. Jesús decía que hay demonios que,
para expulsarlos, exigen mucha oración (Encuentro con la población).
   Para acabar con la corrupción: -empecemos por nuestras familias,
por las pequeñas comunidades de base, -renunciemos a lo superfluo,
-dejémonos evangelizar por los que viven de manera sencilla.
J. Castillo A.

miércoles, 17 de enero de 2018

Desde Galilea

3º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Jonás 3,1-10  -  1Cor 7,29-31  -  Mc 1,14-20

   La voz de Juan Bautista no termina con su prisión y asesinato…
Jesús -el Profeta de Nazaret- retoma su antorcha y, desde Galilea,
anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios: vida, justicia, verdad
   También llama a sus primeros discípulos diciéndoles: Síganme.
Ellos responden con prontitud, lo dejan todo y siguen a Jesús.

Jesús anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios
   Anunciar el Reino de Dios sobre todo a los insignificantes y pobres,
es lo más importante para Jesús, es el centro de toda su vida.
   Con el anuncio de esta Buena Noticia, Jesús quiere hacer realidad:
*Una sociedad más humana, pues todos nosotros
hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (Gen 1,26).  
*Una sociedad más fraterna, donde todas las personas vivamos:
como hijos de un mismo Padre… y como hermanos entre nosotros.
*Una sociedad más justa, donde los ricos “creyentes”, puedan decir:
Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes,
y a quien le he robado, le devolveré cuatro vece más (Lc 19,1-10).
   Acoger el Reino de Dios es un don y también una respuesta libre.
Así lo dice Pablo VI: Este Reino y esta salvación pueden ser recibidos
por todo hombre, como gracia y misericordia;
pero a la vez cada uno debe conquistarlos con la fuerza (Mt 11,12),
con la fatiga y el sufrimiento, con una vida conforme al Evangelio,
con la renuncia y la cruz, con el espíritu de las Bienaventuranzas.
Pero ante todo cada uno lo consigue mediante un cambio interior…
una conversión radical, una transformación profunda
de la mente y del corazón (cf. Anuncio del Evangelio, 1975, n.10).
   Jamás debemos olvidar que nuestra vocación es anunciar el Reino:  
Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia,
su identidad más profunda. La Iglesia existe para evangelizar,
es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia,
reconciliar a los pecadores con Dios (EN, n.14).

Jesús busca seguidores
   Anunciar la Buena Noticia del Reino no es tarea de una persona.
Por eso, el mismo Jesús busca seguidores para que vivan con Él,
y sean formados mientras recorre pueblos y ciudades de Galilea.
   Un día, mientras Jesús camina por las orillas del lago de Galilea,
ve a Simón y a su hermano Andrés, que echan las redes en el mar.
Más allá ve a Santiago y a su hermano Juan, arreglando las redes.
A ellos les dice: Síganme, yo haré de ustedes pescadores de personas.
   Jesús llama, no a gente desocupada, sino a personas que trabajan,
que saben echar las redes en el mar y arreglar las redes malogradas.
Estos pescadores no son profesionales en materia religiosa,
son personas que conocen bien su oficio: mar, barca, redes, peces…
Desde esta experiencia, ellos comprenderán lo que significa:
ser pescadores de personas, y anunciar el Reino de Dios y su justicia.
Ellos dejan redes y barca, familiares y jornaleros… y siguen a Jesús.
   Hoy en día -como dice el Papa Francisco- nos hace bien recordar
que la Iglesia no es una elite de los sacerdotes, de los consagrados,
de los obispos, sino que todos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios.
   Desde esta perspectiva, el Papa nos pide dejar el clericalismo,
que es una de las deformaciones de nuestra Iglesia Latinoamericana.
*El clericalismo no solo anula la personalidad de los cristianos,
sino que tiene una tendencia a desvalorizar la gracia bautismal
que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente.
*El clericalismo… limita las distintas iniciativas, esfuerzos
y hasta me animo a decir, osadías necesarias para llevar el Evangelio
a todos los ámbitos del quehacer social y especialmente político.
*El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas,
poco a poco va apagando el fuego profético que toda la Iglesia
está llamada a testimoniar en el corazón de sus pueblos.
   Luego, el Obispo de Roma recuerda el rol de la autoridad eclesial:
No es el pastor el que le dice al laico lo que tiene que hacer o decir,
ellos lo saben tanto o mejor que nosotros…
Como pastores, unidos a nuestro pueblo, nos hace bien preguntamos
cómo estimulamos y promovemos la caridad y la fraternidad,
el deseo del bien, de la verdad y la justicia.
Qué hacemos para que la corrupción no anide en nuestros corazones.
(Carta al Cardenal Marc Quellet. Roma, 19/marzo/2016).
   Así es, hace falta dejarlo todo para seguir a Jesús (Mc 10,28).
J. Castillo A.

miércoles, 10 de enero de 2018

Seguir a Jesús pobre

2º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
1Sam 3,3-10.19  -  1Cor 6,13-20  -  Jn 1,35-42

   Juan es el profeta del desierto… allí bautiza a Jesús de Nazaret...
y allí forma discípulos para que sigan a Jesús, el Cordero de Dios,
que viene a liberarnos de la esclavitud,  la opresión, la injusticia.
   Aquellos primeros discípulos no buscan una nueva doctrina,
buscan seguir a Jesús, el Profeta de Nazaret… y a vivir como vive Él.
   Hoy en día, ¿seguimos a Jesús practicando sus enseñanzas y obras,
o preferimos repetir ciertas costumbres humanas ajenas al Evangelio?

Jesús pregunta: ¿qué buscan?
   A los dos discípulos de Juan que le siguen, Jesús les pregunta:
¿Qué buscan? Esta pregunta vale también para nosotros:
¿Qué buscamos los devotos del Niño Jesús, en este mes de enero?
¿Qué buscamos al ir a ciertas ceremonias… o reuniones religiosas?
¿Qué buscamos al solicitar: bautismo… misa… matrimonio…?
¿Qué buscamos cuando nos dejamos arrastrar por el consumismo?
¿Qué buscan los países ricos al invertir dinero en los países pobres?
¿Qué buscan los empresarios cuando amontonan oro, plata, cobre…
a costa del clamor de la tierra y del clamor de los pobres? (LS, 49).
   Muy diferente el interés que tienen los primeros discípulos de Jesús,
van a lo esencial, buscan a una persona, a un Maestro para seguirle.
   Generalmente, los expertos utilizan palabras complicadas
que solo entienden otros expertos… viajan por muchos lugares…
ofrecen las mismas recetas… no permiten que otros crezcan…  
   La manera cómo enseña el Maestro Jesús, va por otro camino:
Sus enseñanzas están respaldadas por el testimonio de su vida,
y responden a las aspiraciones más profundas de la gente.
Su lenguaje es sencillo, al alcance de todos los que le oyen.
Su mensaje irradia: vida y amor, verdad y libertad, justicia y paz.
Ciertamente, enseña con autoridad y no como los escribas (Mt 7,29).
Muchos “expertos” -de ayer y de hoy- no estarán de acuerdo con Él,
pero no podrán decir que no le han entendido.

Maestro, ¿dónde vives?
   ¿Qué nos impide hacer, actualmente, la misma pregunta?
¿Seremos consecuentes cuando Jesús nos diga: Vengan y lo verán
    Recordemos: Jesús nace pobre en un establo y vive pobremente:
el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza (Mt 8,20).
Si alguna vez acepta comer en casa de un jefe fariseo es para decirle:
Cuando des un banquete, invita a los pobres, los inválidos, los cojos,
los ciegos; y tú serás feliz, pues ellos no pueden pagarte (Lc 14,13s).
Él vino a este mundo para dar vida y vida en abundancia (Jn  10,10).
Jesús da vida: anunciando el Reino de Dios y su justicia
compartiendo el pan con las personas que sufren hambre…
sanando a los enfermos despreciados… perdonando a los pecadores.
   Para los discípulos de Cristo -nos dice el Papa Francisco-
la pobreza es ante todo vocación para seguir a Jesús pobre.
Es un caminar detrás de Él y con Él (1ª JMP, 19 nov. 2017).
   Los dos discípulos de Juan Bautista, que empiezan a seguir a Jesús,
ven dónde vive… y, desde ese día, se quedan con Él.
   Ver y quedarse con Jesús nos lleva a una experiencia más profunda:
Padre, quiero que ellos estén conmigo, donde yo voy a estar;
para que vean mi gloria, la gloria que Tú me has dado (Jn 17,24).

Hemos encontrado a Jesús de Nazaret
   Andrés -uno de los dos discípulos- busca a su hermano Simón,
y comparte con él la experiencia de vivir con Jesús, diciéndole:
Hemos encontrado al Mesías, al Cristo. Y se lo presenta a Jesús.
   Al día siguiente, Felipe, busca a Natanael (Bartolomé) y le dice:
Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés y los profetas,
es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret… Luego Natanael exclama:
Maestro, tú eres el Hijo de Dios, el rey de Israel (Jn 1,43ss).
   También la samaritana corre al pueblo para decir a sus paisanos:
Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que yo hice.
¿No será éste el Cristo?... En aquel pueblo muchos creyeron en Jesús
por las palabras de la mujer… Los samaritanos acudieron a Jesús
y le rogaron que se quedara con ellos (Jn 4,28ss).
   Nuestros Obispos reunidos en Aparecida (en el 2007) nos dicen:
Conocer a Jesús por la fe es nuestro gozo. Seguirle es una gracia.
Transmitir este tesoro a los demás es un encargo que el Señor,
al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado (DA, n.18 y 32).
J. Castillo A.

miércoles, 3 de enero de 2018

Busquen y encontrarán

Epifanía del Señor
Is 60,1-6  -  Ef 3,2-6  -  Mt 2,1-12

   Jesús es rechazado por judíos creyentes… y aceptado por paganos,
pues no basta decir: ¡Señor! ¡Señor! sino hacer su voluntad (Mt 7,21).
*El rey Herodes quiere saber dónde está el Niño… para matarlo.
*Los sacerdotes y los maestros de la ley saben que el Mesías
ha de nacer en Belén (Miq 5,1s)… pero permanecen indiferentes.
*Sin embargo, unos magos de Oriente: Preguntan… Oyen…
Buscan y hallan al Niño… Le adoran y le ofrecen sus dones

En Jerusalén, Jesús es rechazado por las autoridades
*Herodes es un “rey extranjero”, al servicio del imperio romano.
Para mantenerse en el poder, no solo asesina a sus enemigos,
sino también a sus propios familiares: cuñado, suegra, esposa e hijos.
   Cuando Herodes se entera que unos magos de Oriente preguntan:
¿Dónde está el Rey de los judíos que acaba de nacer?,
se pone nervioso, teme a ese Niño pobre que ha nacido en un establo,
y para acabar con Él, ordena matar a los niños menores de dos años.
   Como Herodes, hay personas particulares y autoridades corruptas,
que oprimen a los pobres indefensos para mantener sus privilegios. 
Al respecto, el papa Francisco hace esta denuncia, en EG, n.53:
Hoy, todo entra dentro del juego de la competitividad
y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil.
Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población
se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.
*Mientras los magos se arriesgan y caminan hasta encontrar a Jesús,
las autoridades religiosas solo buscan condenar a Jesús (Jn 19,15).
*Los maestros de la ley y fariseos -expertos en la Escritura-
no se preocupan por seguir el ejemplo de los magos de Oriente.
A ellos, Jesús les dirá: Ustedes estudian la Escritura con cuidado,
porque esperan encontrar en ella la vida eterna…
pero ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida (Jn 5,39s).
Así es. Jesús vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn 1,11).

En Belén, Jesús es adorado por unos magos extranjeros
   El texto de Mateo no dice que son tres reyes, ni de razas diferentes.
Todo eso es imaginación de la tradición cristiana (G. Gutiérrez).
   El mérito de los magos es que saben leer los signos de los tiempos,
y, dejando todo, buscan al que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6).
En aquellos magos se cumple lo que dice el profeta Isaías (9,1):
Habitaban en una tierra de sombras y una luz brilló ante sus ojos.
   Después de haber estado en Jerusalén… los magos llegan a Belén:
Entran en la casa. Ven al Niño con María, su madre. Se arrodillan.
Le adoran. Abren sus cofres y le ofrecen: oro, incienso y mirra.
Desde la época de los Santos Padres (siglo IV) se dice que ofrecen:
oro porque es Rey, incienso porque es Dios, mirra porque padecerá.
Sin embargo, lo que dice Santo Tomás de Aquino es más acertado:
-Oro, porque los padres de Jesús son pobres
-Incienso, por el mal olor que hay en el establo…
-Mirra, para la salud del Niño… (Lectura, n.201).
   Reflexionemos sobre los pobres… el mal olor… las enfermedades.
*¿Hasta cuándo los pobres nativos de nuestra Sierra y Selva,
seguirán siendo expulsados de la tierra donde han nacido?
¿Por qué se permite a quienes buscan y adoran el becerro de oro,
destruir la naturaleza y explotar a los pobres con salarios miserables?
*Sobre el mal olor, escuchemos al Papa Francisco (Laudato si, n.21):
La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más
en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta,
los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, que ahora se ven
inundados de basura… Muchas veces se toman medidas solo cuando
se ha producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
*Siendo el hambre la causa principal de enfermedades y muertes:
¿Es justo que los fabricantes y traficantes de armas amontonen dinero,
causando enfermedad y muerte a millones de personas indefensas?
¿Qué nos impide seguir a Jesús, el Profeta de la compasión,
que pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos? (Hch 10,38).
¿Por qué dejamos en el olvido las enseñanzas de Jesús que nos dice:
Misericordia quiero y no sacrificios? (Mt 9,13). También San Pablo
dice: Mientras uno pasa hambre otro se emborracha (1Cor 11,20ss).
   Teniendo presente el ejemplo de aquellos magos “extranjeros”,
ojalá los cristianos, con el testimonio de nuestra vida, podamos decir:
Señor, te he buscado y te he encontrado (Mt 7,7s).
J. Castillo A.