5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo B
Job 7,1-7 - 1Cor
9,16-23 - Mc 1,29-39
Aquel día, Jesús sana a muchos enfermos de diversas dolencias,
en
la sinagoga de Cafarnaún… y también en la casa de Pedro…
Luego,
se levanta de madrugada y va a un lugar despoblado a orar.
Ciertamente,
para hablar de Dios, hace falta primero
oír a Dios.
Cuando
Pedro y sus compañeros van a buscarlo, Jesús les dice:
Vamos
a los pueblos vecinos para predicar, que para eso he venido.
De
la sinagoga… a la casa de Pedro
Hoy, en el campo y en la ciudad, hay
enfermos abandonados.
La
cosa se agrava, cuando los hospitales
estatales tienen deficiencias,
y
-en lugar de mejorarlos- se van multiplicando las clínicas privadas,
donde
los pobres no pueden ingresar para
ser atendidos.
Jesús,
el Profeta de la compasión, actúa de manera diferente.
Mientras
camina por los pueblos de Galilea: sana a los enfermos…
y
anuncia que el Reinado de Dios está cerca.
Por
eso Él y sus discípulos, después de haber estado en la sinagoga,
van
a la casa de Pedro donde su suegra
está enferma.
Al
lado de aquella mujer, Jesús realiza varios gestos concretos:
*Se
acerca. Se hace prójimo de
la enferma, la acompaña, la escucha.
*La
coge con sus manos. Esas mismas manos acogen con cariño,
a
las personas humildes y despreciadas que sufren injustamente.
*La
levanta. Jesús no quiere que los enfermos sean objetos de caridad
ni
de proyectos paternalistas, sino sujetos de su propia liberación.
Ahora bien, al quedar sana, la suegra de
Pedro se levanta,
recupera
su capacidad de servir y actúa como
auténtica discípula.
Servir (diaconía) es el distintivo de todos los seguidores/as de Jesús,
que
vino no a ser servido, sino a servir y a dar su vida (Mc
10,45).
Jesús
que ha recorrido las etapas de vida de toda
persona humana,
coge
de la mano a una adolescente (Mc
5,41), a un joven (Mc 9,27),
y sana a un adulto (Mc 2,11); diciendo a
cada uno: Levántate.
Actualmente,
hace falta: Levantarnos, orar, salir, ir al encuentro…
De
la casa de Pedro… a un lugar solitario
En aquella época, los hipócritas oran de pié en las sinagogas
y en las esquinas de las plazas, para
que la gente los vea
(Mt 6,5).
Un fariseo va al templo y,
de pié, ora así: Oh Dios, te doy gracias
porque no soy como los demás que son ladrones, injustos, adúlteros,
ni como ese publicano. Yo ayuno… y pago el diezmo… (Lc 18,11ss).
Los escribas, por su parte, despojan de sus bienes a las viudas
y para disimularlo hacen largas oraciones (Mc 12,40).
Jesús
que no busca alabanzas humanas, nos muestra otro camino:
Se levanta de madrugada, va a un lugar
despoblado y se pone a orar.
Dialoga a solas con el Padre: -para
confiarle los problemas que ve,
-para
mantenerse fiel en la misión que Él le ha encomendado,
-para
no dejarse arrastrar por la corriente del éxito y del poder,
-para
no desgastarse por la actividad agotadora de cada día.
Jesús
quiere que nos amemos mutuamente, y por eso nos dice:
Cuando
oren perdonen primero si tienen algo
contra otro,
para que el Padre les perdone a ustedes
sus pecados
(Mc 11,24s).
De
un lugar solitario… a los pueblos vecinos
Jesús quiere que el Reino de vida, verdad, justicia… llegue a todos,
preferentemente
a los pobres… a los perseguidos… (Mt
5,1-12).
Ahora
bien, cuando sus discípulos quieren retenerlo, Jesús les dice:
Vamos
a los pueblos vecinos para predicar, que para eso he venido.
Esta
misma misión confía a sus seguidores/as, de ayer y de hoy,
diciéndoles:
Mientras caminen, anuncien el Reino de Dios,
sanen a los enfermos y leprosos, expulsen a los espíritus mundanos,
den
gratuitamente lo que gratuitamente han recibido (Mt 10,5ss).
En el Encuentro con
los Movimientos Eclesiales (18 de mayo 2013),
el
Papa Francisco dijo: No se encierren, por favor. Esto es un peligro.
Nos encerramos en la parroquia, con los
amigos, en el movimiento,
con quienes pensamos las mismas cosas...
pero ¿saben qué ocurre?
Cuando la Iglesia se cierra, se enferma. Luego, nos
desafía diciendo:
Pero yo les digo: prefiero mil veces una Iglesia accidentada,
que haya tenido un accidente, que
una Iglesia enferma por encerrarse.
Para
el Papa, lo más importante es salir para ir
al encuentro.
Esta palabra es muy importante para mí:
el encuentro con los demás.
¿Por qué? Porque la fe es un encuentro
con Jesús, y nosotros
debemos hacer lo mismo que hace Jesús:
encontrar a los demás.
J. Castillo A.
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