Epifanía del Señor
Is 60,1-6 - Ef
3,2-6 -
Mt 2,1-12
Jesús es rechazado por judíos
creyentes… y aceptado por paganos,
pues
no basta decir: ¡Señor! ¡Señor! sino hacer su voluntad (Mt
7,21).
*El rey Herodes quiere saber dónde está
el Niño… para matarlo.
*Los sacerdotes y los maestros de la ley
saben que el Mesías
ha
de nacer en Belén (Miq 5,1s)… pero permanecen indiferentes.
*Sin embargo, unos magos de Oriente: Preguntan…
Oyen…
Buscan y hallan al Niño… Le adoran y le
ofrecen sus dones…
En
Jerusalén, Jesús es rechazado por las autoridades
*Herodes es un “rey extranjero”, al servicio del imperio romano.
Para
mantenerse en el poder, no solo asesina
a sus enemigos,
sino
también a sus propios familiares: cuñado, suegra, esposa e hijos.
Cuando
Herodes se entera que unos magos de Oriente preguntan:
¿Dónde
está el Rey de los judíos que acaba de nacer?,
se
pone nervioso, teme a ese Niño pobre que ha nacido en un establo,
y
para acabar con Él, ordena matar a
los niños menores de dos años.
Como
Herodes, hay personas particulares y autoridades corruptas,
que
oprimen a los pobres indefensos para
mantener sus privilegios.
Al
respecto, el papa Francisco hace esta denuncia, en EG, n.53:
Hoy, todo entra dentro del juego de la
competitividad
y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil.
Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población
se ven excluidas y marginadas: sin
trabajo, sin horizontes, sin salida.
*Mientras los magos se arriesgan y caminan hasta encontrar a Jesús,
las autoridades religiosas solo buscan condenar a Jesús (Jn 19,15).
*Los maestros de la ley y fariseos
-expertos en la Escritura-
no
se preocupan por seguir el ejemplo de los magos de Oriente.
A
ellos, Jesús les dirá: Ustedes estudian la Escritura con cuidado,
porque esperan encontrar en ella la vida
eterna…
pero ustedes no quieren venir a mí para tener esa vida (Jn 5,39s).
Así
es. Jesús vino a los suyos y los suyos no le recibieron (Jn
1,11).
En
Belén, Jesús es adorado por unos magos extranjeros
El texto de Mateo no dice que son tres reyes, ni de razas diferentes.
Todo
eso es imaginación de la tradición
cristiana (G. Gutiérrez).
El
mérito de los magos es que saben leer
los signos de los tiempos,
y,
dejando todo, buscan al que es Camino, Verdad y Vida (Jn 14, 6).
En
aquellos magos se cumple lo que dice el profeta Isaías (9,1):
Habitaban en una tierra de sombras y una
luz brilló ante sus ojos.
Después
de haber estado en Jerusalén… los magos llegan a Belén:
Entran en la casa. Ven
al Niño con María, su madre. Se
arrodillan.
Le
adoran. Abren sus cofres y le ofrecen: oro, incienso y mirra.
Desde
la época de los Santos Padres (siglo IV) se dice que ofrecen:
oro porque es Rey, incienso porque es Dios, mirra porque padecerá.
Sin
embargo, lo que dice Santo Tomás de Aquino es más acertado:
-Oro, porque los padres de Jesús son pobres…
-Incienso, por el mal olor que hay en el establo…
-Mirra, para la salud del Niño… (Lectura, n.201).
Reflexionemos sobre los pobres… el mal
olor… las enfermedades.
*¿Hasta cuándo los pobres nativos de nuestra Sierra y Selva,
seguirán
siendo expulsados de la tierra donde han nacido?
¿Por qué se permite a quienes buscan y
adoran el becerro de oro,
destruir
la naturaleza y explotar a los pobres
con salarios miserables?
*Sobre el mal olor, escuchemos al Papa Francisco (Laudato si, n.21):
La tierra, nuestra casa, parece
convertirse cada vez más
en un
inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta,
los ancianos añoran los paisajes de
otros tiempos, que ahora se ven
inundados
de basura… Muchas veces
se toman medidas solo cuando
se ha producido efectos irreversibles
para la salud de las personas.
*Siendo el hambre la causa principal de enfermedades y muertes:
¿Es
justo que los fabricantes y traficantes de armas amontonen dinero,
causando
enfermedad y muerte a millones de personas
indefensas?
¿Qué
nos impide seguir a Jesús, el
Profeta de la compasión,
que
pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos? (Hch
10,38).
¿Por
qué dejamos en el olvido las enseñanzas de Jesús que nos dice:
Misericordia
quiero y no sacrificios? (Mt 9,13). También San Pablo
dice:
Mientras uno pasa hambre otro se emborracha (1Cor 11,20ss).
Teniendo
presente el ejemplo de aquellos magos “extranjeros”,
ojalá
los cristianos, con el testimonio de nuestra vida, podamos decir:
Señor, te
he buscado y te he encontrado (Mt 7,7s).
J. Castillo A.
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