miércoles, 26 de noviembre de 2014

Despiertos, atentos, vigilantes

I Domingo de Adviento, ciclo B
Is 63,16-19; 64,1-8  -  1Cor 1,3-9  -  Mc 13,33-37

 
 No podemos permanecer indiferentes ante la exclusión social de hombres y mujeres, que además de ser explotados y oprimidos,   son tratados como sobrantes y desechables por el ‘dios dinero’.
Tampoco ser cómplices de la destrucción de nuestra madre tierra, por la explotación irracional y la industrialización salvaje. El mensaje de Jesús nos pide vivir en constante Adviento (venida), solo así podemos decir: Padre nuestro, venga a nosotros tu Reino

El dueño de casa da a cada uno su tarea
   En el Evangelio de hoy, Jesús narra a sus discípulos una parábola,
para explicarles que ha llegado ‘su hora’, el momento de ausentarse.
Y, justamente, antes de padecer y morir, quiere dejar ‘la casa’,
es decir, la comunidad de sus seguidores, bien organizada:
Da a cada uno de ellos su tarea. Y les pide: estar atentos, vigilantes.
   Anunciar el Reino de Dios, como lo hizo Jesús, no es fácil:
Este hombre hace muchos milagros. Si lo dejamos seguir así,
todos creerán en Él… Desde ese día decidieron darle muerte (Jn 11).
También los seguidores de Jesús, encontrarán los mismos problemas:
Les entregarán a los tribunales, les azotarán en las sinagogas,
serán llevados ante las autoridades para dar testimonio de mí…
Serán odiados por todos a causa de mi nombre,
pero el que persevere hasta el final se salvará (Mc 13,9ss).
   Han pasado muchos siglos desde que Jesús pronunció este mensaje.
Hoy, ¿permanecemos vigilantes en la tarea que Dios nos ha confiado?
Sería lamentable formar parte de una comunidad cristiana dormida:
-incapaz de ‘ver’ el sufrimiento y de ‘oír’ el lamento de los pobres,
-preocupada por las apariencias externas y el consumismo material,
-esclava de ceremonias ajenas a las enseñanzas y gestos de Jesús.
   Muy diferente, estar atentos para anunciar el Reino de Dios,
con palabras y con el testimonio de nuestras obras. De esta manera,
ponemos el hombro para hacer realidad una sociedad más fraterna.

Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: Vigilen
   Nuestra madre tierra en la que habitamos, está gravemente herida.
Todos somos culpables de haber llegado a esta peligrosa realidad,
sin embargo, tienen más responsabilidad los pocos multimillonarios
que se han vuelto más ricos a costa de la pobreza de países enteros…
   Sobre la idolatría del dinero y dictadura de la economía sin rostro,
el Papa Francisco dice: Mientras las ganancias de unos pocos crecen,
las ganancias de la mayoría se quedan cada vez más lejos.
Y añade: Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden
la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera.
Entre las causas, señala: A todo ello se añade una corrupción
ramificada y una evasión fiscal egoísta de dimensiones mundiales.
Respecto al medio ambiente, denuncia: En este sistema, que tiende
a destruir todo para acrecentar beneficios, cualquier cosa frágil,
como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses
del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta (E.G. n.56).
   La madre tierra puede vivir sin el ser humano, pero el ser humano
no puede vivir sin la madre tierra. Por eso, debemos estar vigilantes.
Ojalá -antes que sea demasiado tarde- todos los responsables
de la opresión del ser humano y de la destrucción de la madre tierra,
cambien y se conviertan… escuchando la sabiduría de los pobres.
Francisco, el Pobre de Asís (1182-1226), alaba a Dios por nuestra
hermana madre tierra que nos sustenta produciendo muchos frutos.
El Jefe Indio Seattle, en 1856, dijo al gobernador de Washington:
Ustedes deben enseñar a sus hijos que la tierra es sagrada
y que cada sombra que se refleja en el agua clara del lago
habla de la historia y de los recuerdos de mi pueblo.
El murmullo del agua es la voz del padre, de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos. Ellos sacian nuestra sed.
Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos e hijas.
Díganles a sus hijos que los ríos son hermanos nuestros y de ustedes,
trátenlos con la misma delicadeza con que tratarían a un hermano.
Sé que el hombre blanco no piensa así. La tierra no es su hermana,
sino su enemiga. Él la conquista y la abandona. Trata a su madre,
la tierra, y a su hermano, el río, apenas como cosas que se pueden
comprar, explotar y vender; como si fueran objetos. Su voracidad
arruinará la tierra, y se irá dejando atrás solo un desierto
J. Castillo A.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Señor, cuándo te vimos hambriento?

Jesucristo, Rey del Universo, ciclo A
Ez 34,11-17  -  1Cor 15,20-28  -  Mt 25,31-46

   En aquel día, al atardecer de la vida, todos seremos examinados,
no por los innumerables mensajes, promesas, ceremonias, oraciones…
sino por la ayuda concreta que hacemos a los hermanos de Jesús.
Son benditos quienes dan de comer a los que tienen hambre…
y son malditos los que no lo hacen… los egoístas, los indiferentes.

Acoger con predilección a los más desprotegidos
   Según el Evangelio, Jesús es: Hijo del hombre, Rey, Pastor, Juez
Sin embargo, no se avergüenza de llamar hermanos (Heb 2,11) a los:
hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos, encarcelados.
Hoy, para hacer un mundo más fraterno no basta decir: Señor, Señor;
debemos hacer la voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de Jesús.
   Cierto día, Jesús ve a una gran multitud, siente compasión y dice:
No tienen necesidad de irse, denles ustedes de comer (Mt 14,13ss).
   Tratándose de los discípulos itinerantes que anuncian el Reino,
Jesús dice: El que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños,
por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa (Mt 10,40-42).
   Cuando el rey Herodes busca al niño Jesús para matarlo,
José toma de noche al niño y a su madre, y huye a Egipto (Mt 2,14).
   Señal para reconocer a Jesús: Ustedes encontrarán un niño
envuelto en pañales y acostado en un establo (Lc 2,12). Ahora bien,
Si un hermano o una hermana están desnudos y alguno de ustedes
no les da lo necesario, ¿de qué sirve? Así es la fe sin obras (Stgo 2).
   Jesús nunca permanece indiferente ante el sufrimiento humano:
En ese momento, Jesús sana a muchos afligidos de enfermedades,
dolencias, malos espíritus, da la vista a muchos ciegos (Lc 7,21s).
   Sabiendo que llegaba su ‘hora’, Jesús dice a sus discípulos:
No hay amor más grande que dar la vida por los amigos (Jn 15,13).
Y por dar vida a personas marginadas, es arrestado y crucificado.
Sus discípulos siguen el mismo camino. Pedro y Juan, por sanar
a un paralítico y anunciar a Jesús resucitado son encarcelados (Hch 4).

“El amor a los pobres está al centro del Evangelio”
   En el Encuentro por tierra, techo y trabajo, el Papa Francisco
se reunió con: cartoneros, recicladores, vendedores ambulantes,
costureros, artesanos, pescadores, campesinos, constructores,
mineros, obreros, cooperativistas, trabajadores de oficios populares,
excluidos de derechos laborales, los que no pueden sindicalizarse
o no tienen un ingreso adecuado y estable. A todos ellos les dijo:
Hoy, quiero unir mi voz a la de ustedes y acompañarles en su lucha.
   Su voz profética fue denuncia y anuncio de los siguientes desafíos:
Los pobres no solo padecen injustica, también luchan contra ella!
Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs,
planes asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan
en una dirección: anestesiar o domesticar. Esto es muy peligroso.
*Me preocupa la erradicación de tantos hermanos campesinos…
El acaparamiento de tierras, desforestación, apropiación del agua,
agrotóxicos… son males que arrancan al hombre de su tierra natal…
*El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable…
Sigan con la lucha: por la dignidad de la familia rural, por el agua,
por la vida. Que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra.
*¡Cuánto duele oír que a los asentamientos pobres se los margina
o, peor, se los quiere erradicar! Son crueles las imágenes
de los desalojos forzosos, de las máquinas derribando casitas.
*No existe peor pobreza material que aquella que no permite
ganarse el pan… y priva de la dignidad del trabajo.
*Descarte de niñosdescarte de ancianos que no producen…
descarte de jóvenes… para poder mantener y reequilibrar un sistema
en el cual en el centro está el dios dinero y no la persona humana.
*La creación es un don, es un regalo, un don maravilloso
que Dios nos ha dado para que cuidemos de él y lo utilicemos
en beneficio de todos, siempre con respeto y gratitud.
*Sé que entre ustedes hay personas de distintas religiones, oficios,
ideas, culturas, países, continentes. Hoy están practicando aquí
la cultura del encuentro, tan distinta al rechazo del extranjero… 
*Los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción,
un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo
vivamente leer: las Bienaventuranzas (Mt 5,3ss; y Lc 6,20ss);
y el pasaje de Mateo: 25,31-46. (Roma, 28 de octubre 2014). 
J. Castillo A.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Talentos para dar vida

XXXIII Domingo, Tiempo Ordinario
Prov 31,10-31  -  1Tes 5,1-6  -  Mt 25,14-30

 
 Hoy en día, hay jóvenes y adultos que son como ‘peces muertos’, viven arrastrados por la corriente del consumo, la moda, el bienestar,  el placer, la fama… Llevan una vida mediocre, estéril, sin horizonte.
   Muy diferente, los que comparten lo poco o lo mucho que tienen, se arriesgan para dar vida a los que sufren, a los que no tienen nada; son como ‘peces vivos’ que luchan contra la corriente del egoísmo.

Tuve miedo y escondí el talento
   El servidor, que había recibido un talento, se acerca y le dice:
Señor, tuve miedo y escondí tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo.
Este servidor en vez de desarrollar sus cualidades para servir mejor,
prefiere instalarse en un bienestar superficial, no se complica la vida,
no asume responsabilidades, es incapaz de crecer como persona libre.
Pero hay algo más, aquel servidor tiene una falsa idea de su señor,
piensa que es un patrón ‘exigente’, a quien se le debe tener ‘miedo’…
   Actualmente, muchos cristianos creemos que Dios es ‘castigador’,
y para aplacar su ira multiplicamos ceremonias religiosas rutinarias.
Además, nos hace falta reconocer el gran pecado de ‘omisión’:
no nos arriesgamos en dar de comer a los innumerables ‘Lázaros’,
ni en curar las heridas de los enfermos abandonados en el camino.
Preferimos ‘conservar’: tradiciones, títulos, vestimentas, lenguaje…
Estos sectores ‘conservadores’ que viven fuera del tiempo:
Hablan en lenguajes que nadie entiende… Responden a preguntas
que nadie se hace… Pretenden resolver problemas que nadie tiene…
Se dirigen a auditorios que ya no existen (P. Francisco Merlos, 2012).
   También el ‘capitalismo salvaje’ busca adormecernos, para que
el 1% de multimillonarios tengan casi la mitad de la riqueza mundial;
quedando la otra mitad para el 99% de la población mundial.
   En este contexto, las nuevas generaciones necesitan encontrar
personas que, con el testimonio de sus obras, logren transmitir
y  compartir caminos de vida por los que vale la pena luchar y morir.

Talentos para amar… servir… compartir…
   Talentos son dones que Dios nos da para producir buenos frutos.
Un ejemplo concreto está en la primera lectura de hoy. Se trata
de una esposa y madre ejemplar que: -Hace el bien y nunca el mal…
-Se levanta cuando aún es de noche, para dar comida a su familia…
-Abre su mano al desvalido y extiende sus brazos al necesitado…
-Es fuerte y digna, y mira confiada el porvenir…
-Habla con sabiduría y enseña la piedad…
-Se preocupa por la buena marcha de su casa y nunca está ociosa…
   Arriesguémonos, como Jesús, para anunciar la verdadera Felicidad
del Sermón de la montaña (Mt 5): Felices ustedes los pobres
y del Juicio final (Mt 25): Felices ustedes que me dieron de comer
Solo así, comprometiéndonos cada día con los valores del Reino,
Jesús nos dirá: Muy bien, servidor honrado y cumplidor,
como has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más.
Entra a compartir el banquete de tu Señor.
   Para hacer un mundo más justo, humano y fraterno; hacen falta
personas de buena voluntad que pongan sus capacidades para:
-que no haya niños desnutridos, sin educación, sin instrucción;
-que no haya campesinos sin tierra para vivir dignamente;
-que no haya obreros maltratados ni disminuidos en sus derechos;
-que no haya sistemas que permitan la explotación
  del hombre por el hombre o por el Estado;
-que no haya corrupción;
-que no haya a quien le sobra mucho,
  mientras a otros, inculpablemente, les falte todo;
-que no haya tanta familia mal constituida, rota, desunida,
  insuficientemente atendida;
-que no haya injusticia y desigualdad
  en la administración de la justicia; 
-que no haya nadie sin amparo de la ley
  y que la ley ampare a todos por igual;
-que no prevalezca la fuerza sobre la verdad y el derecho,
  sino la verdad y el derecho sobre la fuerza;
-y que no prevalezca jamás lo económico ni lo político
 sobre lo humano (Juan Pablo II, en Santo Domingo: 25 ene.1979).
J. Castillo A.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Estén preparados

XXXII Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Sab 6,12-16  -  1Tes 4,13-18  -  Mt 25,1-13

   
Cierto día, el filósofo griego Diógenes de Sínope (412-323 a.C.), se aparece -en pleno día- caminando por las calles de Atenas.  Lleva una lámpara encendida y dice: Busco una persona honestaDiógenes va apartando a todos los que se cruzan en su camino,  pues solo encuentra personas corruptas… 

Con las lámparas encendidas
   Mirando con los ojos de Jesús, en nuestras comunidades cristianas:
hay personas prudentes… pero también hay personas necias
Todos, como peregrinos en esta tierra, esperamos la venida de Jesús.
Sin embargo, unos: participan en el banquete del Reino, porque oyen
el mensaje de Jesús y lo practican; tienen las lámparas encendidas.
Los otros: oyen pero no hacen; a éstos Jesús les dice: No los conozco.
   La parábola nos recuerda lo que Jesús dijo en el sermón del monte:
No  se enciende una lámpara para meterla en un cajón,
sino que se la pone en el candelero para que alumbre a todos.
Así debe brillar la luz de ustedes ante los demás, para que viendo
sus buenas obras, glorifiquen al Padre del cielo (Mt 5,15s).
   Durante la celebración del bautismo de niños, el celebrante dice:
A ustedes, padres y padrinos, se les confía acrecentar esta luz.
Que sus hijos, iluminados por Cristo, caminen como hijos de la luz.
Y, perseverando en la fe, puedan salir al encuentro del Señor.
¿Sigue ardiendo en nosotros el fuego que trajo Cristo? (Lc 12,49). 
   Jesús que es la luz del mundo (Jn 8,12), le dice a Nicodemo:
La luz vino al mundo, y los hombres prefieren las tinieblas a la luz,
porque sus acciones son malas. Quien obra el mal odia la luz,
y no se acerca a ella, para que no se descubra su maldad (Jn 8,19ss).
   Ahora bien, mientras en el Imperio Incaico se condenaba: el robo,
la pereza, la mentira. Hoy en una sociedad mayoritariamente cristiana,
hay autoridades que juran por Dios y los Santos Evangelios y, luego,
como sepulcros blanqueados: hacen obras pero roban y mienten…

El testimonio de las obras
   En nuestras comunidades cristianas hacen falta profetas de Dios,
que con palabras y obras, defienden los derechos de los pobres,
de las viudas, de los huérfanos, de los emigrantes, de los excluidos.
   Así lo hizo el profeta Amós que predicó en el siglo VIII a.C.,
denunciando a los necios, responsables de tantas injusticias:
¡Ay de los que convierten la justicia en veneno y pisotean el derecho,
odian al que juzga rectamente y aborrecen al que dice la verdad!
Ustedes, que han pisoteado al pobre exigiéndole parte de su cosecha,
si construyen casas lujosas con piedras talladas, no las habitarán;
si plantan viñas selectas, no beberán de su vino. Yo conozco
sus crímenes y sus innumerables pecados: oprimen al inocente,
aceptan sobornos, atropellan al pobre en el tribunal (5, 7.10-12).
   Sin el testimonio de las obras, nuestra labor pastoral pierde su sabor:
Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Solo
sirve para arrojarla a la basura y que la pise la gente (Mt 5,13ss).
   Diferente el camino de las personas sencillas, prudentes, sabias:
Cuando todavía no había luz eléctrica, un hombre camina de noche.
Mientras va caminando un amigo lo reconoce, se acerca y le dice:
¿Qué haces Guno? Tú eres ciego y no ves,
sin embargo, caminas llevando una lámpara encendida.
El ciego le responde: Conozco de memoria las calles de este pueblo,
si llevo esta lámpara encendida, no es para ver mi camino, soy ciego;
sino para que otros encuentren su camino cuando me ven a mí.
Cuánta falta nos hace servir a los demás sin esperar recompensa,
como hacen muchos pobres que dan y comparten desde su pobreza.
   Alumbrar a los demás, no es tarea fácil (Cf. Jn 9). Es necesario:
-Seguir a Jesús, pues Él es el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,6).
-Hacer realidad el mensaje de las Bienaventuranzas y del Juicio final.
-Buscar primero el Reino de Dios y su justicia (Mt 6) y no los adornos
  superfluos de los templos y de las imágenes; pues todos nosotros
  somos imágenes de Dios y templos del Espíritu Santo (1Cor 3,16).
-Defender los derechos de todas las personas y de la madre tierra,
  dejando de lado las ambiciones de poder político y económico.
-Arriesgarse, como Jesús, entregando la vida por los demás; porque,
la piedra despreciada por los arquitectos es ahora piedra principal;
esa es la obra del Señor que nos deja maravillados (Mt 21,42).  
J. Castillo A.