jueves, 31 de julio de 2014

Denles ustedes de comer

XVIII Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 55,1-3  -  Rom 8,35-39  -  Mt 14,13-21

En una ocasión, al jefe de los fariseos que le invitó a comer . Jesús le dice: No invites a tus amigos, familiares o vecinos ricosGeneralmente, las comidas o banquetes organizados por los poderosos
sirven para explotar a los débiles. Son banquetes que matan.
Jesús que acoge y come con publicanos y pecadores, le dice al fariseo: Invita a los pobres, mancos, cojos y ciegos; y serás feliz porque ellos no tienen con qué pagarte… (Lc 14). Son comidas que dan vida.

Jesús se entera de la muerte de Juan el Bautista
   Hay en los evangelios una relación muy significativa entre la vida
y muerte de Jesús de Nazaret y de Juan el Bautista, por ejemplo:  
-La visita de María a su parienta Isabel es un homenaje sencillo:
a dos mujeres… y a dos niños que aún no han nacido, Jesús y Juan.
-Años después, Jesús deja su tierra de Nazaret y va al río Jordán,
donde -en medio de su pueblo- es bautizado por el profeta Juan.
-Luego, movido por el Espíritu se retira al desierto para orar y ayunar.
-Más tarde, al saber que Juan ha sido encarcelado por Herodes,
Jesús vuelve a Galilea y, desde allí, anuncia el Reino de Dios.
   Según el texto de Mateo, al enterarse que Juan ha sido asesinado,
Jesús se fue de allí en una barca, Él solo, a un lugar despoblado.
Afectado por esa noticia, Jesús vislumbra el futuro que le espera, pues
los profetas de Dios son perseguidos por los poderosos de siempre.
   Juan es asesinado el día del cumpleaños de Herodes, día en que éste
ofrece un banquete a sus jefes, comandantes y personas importantes
de Galilea. También participa Herodías que odia a Juan, y su hija
utilizada por su madre para pedir la cabeza del Bautista.
Lamentablemente, en medio de una abundante comida y bebida,
aparece la muerte: La cabeza de Juan fue traída en una bandeja
y entregada a la joven, y ella se la entregó a su madre (Mt 14,1-12).
   Jesús que recorre pueblos y ciudades para dar vida, está advertido;
pero no retrocede, sigue actuando con entrañas de misericordia.

No tienen necesidad de irse, denles ustedes de comer
   Jesús, como en otras ocasiones decisivas, Él solo, se retira a orar;
para comunicarse con Dios y seguir anunciando el Reino de vida
   Al desembarcar y ver una multitud de hombres, mujeres y niños,
tiene com-pasión de todos ellos y se pone a sanar a los enfermos
Con su mirada de compasión y con sus manos que dan vida,
Jesús nos muestra el camino que debemos seguir en nuestros días.
Sin embargo, preguntémonos: ¿Cómo anunciar al Dios de la vida,
en una sociedad injusta donde los pobres mueren antes de tiempo?
   Al atardecer, los discípulos se acercan a Jesús y le dicen:
Estamos en un lugar despoblado y ya es tarde, despide a la gente
para que vayan a los pueblos vecinos a comprar alimentos.
Hoy también, para reactivar la economía se favorece a los poderosos,
quienes después de apropiarse de nuestras riquezas naturales,
despiden a la gente nativa, para que vayan a la ciudad o al extranjero;
allí podrán comprar alimentos. ¿La solución vendrá del dios-dinero?
   Estos proyectos de muerte solo sirven para profundizar el abismo
que hay: entre los 85 más ricos del mundo que tienen la misma
cantidad de dinero, que 3,570 millones de personas pobres.
Además, ¿a quiénes beneficia la criminal carrera armamentista?
¿Hay voluntad política para acabar con el narcotráfico que corrompe?
¿Puede un seguidor de Jesús vivir de espaldas ante esta realidad?
   Jesús en cambio va a la raíz del problema: compartir nuestro pan,
y nos dice: No tienen necesidad de irse, denles ustedes de comer.
Cinco panes y dos peces no van a solucionar el hambre del mundo,
pero puede ser el inicio para desencadenar una auténtica solidaridad,
demostrando así que otro mundo es posible, más humano y fraterno.
   A diferencia de Herodes que invita a un grupo de gente poderosa,
Jesús acoge a las personas excluidas por la sociedad y la religión:
Toma en sus manos los cinco panes y los dos peces…
Alza la mirada al cielo… Da gracias… Parte el pan…
Se los da a sus discípulos… Y ellos los reparten entre la gente.
Todos comieron hasta saciarse… Incluso sobraron doce canastas.
   Ante el grave problema del hambre, el Vaticano II nos exige:
Alimenta al que tiene hambre, porque si no lo alimentas, lo matas.
Comparte tus bienes, ayuda en primer lugar a los pobres, para que
puedan ayudarse y desarrollarse por sí mismos (GS, n.69).
J. Castillo A.

miércoles, 16 de julio de 2014

Parábolas del Reino

XVI Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Sab 12,13-19  -  Rom 8,26-27  -  Mt 13,24-43

   
Jesús de Nazaret, que conoce muy bien la vida de los campesinos, sigue enseñando a la gente y a sus discípulos sobre el Reino de Dios. Para ello, hace uso de comparaciones o parábolas muy sencillas:  el trigo y la cizaña… la semilla de mostaza… la levadura
¿Qué razones tienen los que arrancan el trigo y dejan libre la cizaña? ¿Los pequeños, los insignificantes, los débiles… son los primeros? ¿Por qué los poderosos temen a los pobres que ven… oyen… hablan?

El trigo y la cizaña
   Un día, el hombre andino bajó al inmenso valle para sembrar. Tras él, la tierra se cubrió de verdor y el sol brotó en el trigal. Pero, grande fue su sorpresa al ver que junto al trigo había cizaña
¿Qué nos dice Jesús? Pide a sus discípulos de todos los tiempos, dejar que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta la ciega,  no vaya a suceder que por arrancar la cizaña se arranque el trigo.
Solo al final, el Hijo del hombre separará a unos de otros:
Vengan, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y ustedes
me dieron de comer… Apártense de mí, malditos, porque
tuve hambre y ustedes no me dieron de comer…  (Mt 25,31-46).
   Hoy, se viola los derechos humanos más elementales sobre todo
de los campesinos, cuyas tierras son contaminadas o expropiadas,
para favorecer los intereses económicos de empresas transnacionales.
En las decisiones sobre el destino de nuestras riquezas naturales:
-Las poblaciones tradicionales han sido prácticamente excluidas.
-La naturaleza ha sido y continúa siendo agredida. -La tierra fue
depredada. -Las aguas son tratadas como una mercancía (DA 84).
Ante éstas y otras injusticias no podemos ser perros mudos (Is 56,10).
Urge, en primer lugar, convertirnos pues en cada uno de nosotros
hay trigo y cizaña. Luego, denunciar proféticamente las estructuras
de explotación y exclusión, asumiendo nuestro compromiso cristiano
de liberar a los oprimidos y con ellos liberar a los opresores.

La semilla de mostaza
   Hablando del Reino de los cielos, Jesús no lo compara con el cedro,
que nos llevaría a pensar en los poderosos que imponen su autoridad.
Sería un grave error para los seguidores de Jesús, buscar lo grande,
lo visible, las concentraciones multitudinarias en plazas y coliseos…
El ideal que Jesús nos propone está en lo pequeño, humilde, ordinario;
por ejemplo, en las pequeñas comunidades reunidas en una casa:
No temas, pequeño rebaño, Dios ha decidido darles el Reino (Lc 12).
   Sin embargo, para el terrateniente la mostaza es perjudicial,
porque se multiplica con facilidad y acaba con las plantas útiles.
Y, luego, vienen las aves -otra plaga- que se aprovechan de los frutos.
Desde el punto de vista de los poderosos, el Reino de Dios es esto,
y no hay manera como librarse de él, ni persiguiendo… porque
la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos (Tertuliano).

La levadura
   Hay personas que trabajan para preparar nuestro pan de cada día.
Para ello, mezclan la levadura con la harina hasta que todo fermente.
La levadura, siendo poca, tiene fuerza para fermentar toda la masa.
Así actúa Dios, nos dice Jesús, desde adentro, de una manera sencilla.
Hoy, debemos hacer lo mismo, vivir en la sociedad compartiendo:
los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres
de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren.
   Aquí también, no debemos olvidar otros elementos culturales.
Para los judíos de entonces, la levadura era algo negativo, impropio
para lo sagrado; por eso, durante la pascua comían pan sin levadura.
Levadura escondida en la masa era, exactamente, como los poderosos
miraban el movimiento de Jesús, algo que molestaba desde ‘adentro’;
y creyeron que crucificándolo todo terminaría, pero se equivocaron…
   Actualmente, ¿por qué los ricos tienen miedo a la gente sencilla
que empieza a tener capacidad de ver… oír… hablar…?
Entre las causas está en el creciente abismo que hay entre
los pocos privilegiados que ‘viven bien’, a costa del ‘malvivir’
de muchísimos que sobreviven con sueldos miserables. Ante esta injusticia, Jesús nos muestra un camino positivamente revolucionario,
el de las bienaventuranzas: sencillez, tener hambre y sed de justicia,
ser misericordiosos y limpios de corazón, trabajar por la paz, incluso
saltar de gozo al ser perseguidos… De ellos es el Reino de Dios.
J. Castillo A.

viernes, 11 de julio de 2014

Sembrar la semilla del Reino

XV Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 55,10-11  -  Rom 8,18-23  -  Mt 13,1-23
   

Para interpretar la Biblia, los especialistas nos hablan de: -método histórico-crítico… -géneros literarios… -análisis: retórico, narrativo,  semiótico… -acercamiento: canónico, sociológico, antropológico- cultural, psicológico, psicoanalítico, liberacionista, feminista… etc.
   Respetando ésas y otras investigaciones, oigamos al Maestro Jesús  que enseña a la gente, utilizando comparaciones y palabras claras y sencillas: sembrador, terreno, semilla… quien tenga oídos que oiga.

El sembrador
   Jesús se pone a enseñar y dice: El sembrador sale a sembrar
El sembrador es el mismo Jesús quien, con palabras y obras, anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios y sana a los enfermos (Mt 4,23).
   Para Jesús no fue fácil sembrar la semilla del Reino de Dios. Desde
que empieza a predicar encuentra el rechazo de los escribas y fariseos.
Éstos, en varias ocasiones, pretenden apresar a Jesús y acabar con Él.
Además, envían espías que fingiendo ser justos, buscan sorprenderlo
mientras enseña, para entregarlo a las autoridades (Mt 12;  Lc 20).
   Sin embargo, Jesús no se desanima ni pierde la esperanza. Por eso,
para que esta misión de sembrar continúe, busca seguidores, los forma
y los envía para que anuncien que el Reino de Dios está cerca,
y para que sanen enfermos, resuciten muertos y limpien leprosos.
Tanto ayer como hoy, sembrar la semilla del Reino trae consigo,
por parte de lobos disfrazados de ovejas: odio, persecución, muerte…
Ante estos problemas, Jesús anima a sus seguidores diciéndoles:
No tengan miedo, no hay nada escondido que no se descubra…
No teman a los que matan el cuerpo y no pueden matar el alma…
No tengan miedo, ustedes valen más que las aves del cielo (Mt 10).
   Siguiendo el ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe,
es preferible una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir
a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro
y la comodidad de aferrarse a sus propias seguridades (EG, 49).

El terreno
   Jesús, el Profeta de la com-pasión y de la miseri-cordia, que vino
a salvar lo que está perdido, siembra la semilla del Reino de Dios,
incluso junto al camino… en terreno pedregoso… y entre espinos
Se trata de personas que oyen pero no entienden, miran pero no ven,
tienen el corazón endurecido, se han vuelto sordos (Is 6,9-10).
Una vez más, se cumple lo que dice Dios al profeta Ezequiel:
Hijo de hombre, te envío a un pueblo que se ha rebelado contra mí.
Son personas de corazón endurecido… Y ya sea que te escuchen o no,
sabrán que hay un profeta en medio de ellos (Ez 2,3-5).
   Pero también hay tierra buena. Al respecto, el Directorio General
de Catequesis (1997) dice que los cristianos debemos ver al mundo
con los mismos ojos con que Jesús veía la sociedad de su tiempo.
Luego añade: Lo primero que ve la Iglesia, con profundo dolor,
es una multitud… que sufre el peso intolerable de la miseria.
Este grave problema debe llevarnos a un compromiso por la justicia
y a un amor preferencial por los pobres, para que nuestra presencia
en el mundo sea luz que ilumine y sal que transforme (n.16-17).
Es en este terreno de pobreza y miseria, donde el anuncio del Reino
de Dios tiene mayor acogida, dando frutos de treinta, sesenta y cien.

La semilla
   La semilla es el Reino de Dios. Para anunciar esta Buena Noticia,
Jesús recorre pueblos y ciudades… Por esta causa entrega su vida.
Se trata del Reinado de Dios Padre que comienza a hacerse realidad
en medio de un pueblo dominado por el poderoso imperio romano,
en una sociedad donde los terratenientes oprimen a los campesinos
y las autoridades corruptas solo buscan apacentarse a sí mismas.
   Por eso, cuando sus discípulos le piden: Señor, enséñanos a orar,
Jesús dice: Cuando oren, digan: Padre, venga a nosotros tu Reino.
-Donde hay egoísmo, venga a nosotros tu Reino de gracia
-Donde hay pecado, venga a nosotros tu Reino de santidad
-Donde hay odio, venga a nosotros tu Reino de amor
-Donde hay muerte, venga a nosotros tu Reino de vida
-Donde hay mentira, venga a nosotros tu Reino de verdad
-Donde hay opresión, venga a nosotros tu Reino de libertad
-Donde hay corrupción, venga a nosotros tu Reino de justicia
-Donde hay violencia, venga a nosotros tu Reino de paz
J. Castillo A.

miércoles, 2 de julio de 2014

Los preferidos de Jesús

XIV Domingo, Tiempo Ordinario (ciclo A)
Zac 9,9-10  -  Rom 8,9-13  -  Mt 11,25-30

 
 La fe no es enemiga del saber humano. Sin embargo, preguntemos: ¿Es justo defender un sistema económico que destruye la vida: -la vida de la madre tierra y -la vida de millones de seres humanos?  ¿Cuántos ‘sabios’ trabajan para que los ricos sean más ricos, y cuántos están al servicio de los pobres para que dejen de ser pobres?
Para seguir reflexionando, escuchemos a Jesús que exclama: Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las diste a conocer a la gente sencilla

Los sabios y entendidos
   En la época de Jesús, los sumos sacerdotes, los maestros de la ley
y los fariseos se consideran a sí mismos como ‘sabios y entendidos’.
-Los primeros, tienen en sus manos el poder social y religioso,
no necesitan aprender, ni ser guiados o aconsejados. Ellos viven bien,
pues han hecho de la Casa de Dios una cueva de ladrones (Mt 21).
-Los otros, expertos en las Escrituras: Ocupan la cátedra de Moisés.
Enseñan pero no practican. Ponen pesadas cargas sobre las espaldas
de la gente sencilla, mientras ellos se niegan a moverlas con el dedo.
Todo lo hacen para ser vistos. Les gusta ocupar los primeros puestos.
Son guías ciegos. Cuelan un mosquito pero se tragan un camello.
Descuidan lo esencial de la Ley: la justicia y la misericordia (Mt 23).
   Para ellos las enseñanzas y obras de Jesús son un peligro; si lo dejan
actuar, todos van a creer en Él, vendrán los romanos y nos destruirán
Por eso, no solo desprecian e insultan a Jesús, también le persiguen,
y todos ellos de común acuerdo buscan darle muerte (Jn 11,47ss).
   Hoy, ¿por qué se adormece a los pobres con proyectos paliativos,
sin ir a las verdaderas causas de tantas injusticias y desigualdades?
¿Hay ‘sabios y entendidos’ capaces de ver la opresión de los pobres,
oír sus gritos de dolor, y comprometerse por su liberación integral?
¿De qué sirve acumular conocimientos, certificados, títulos, etc.
si después no hacemos nada para compartirlo con los demás?

La gente sencilla
   Jesús enseña desde su experiencia, desde lo que Él vive y siente.
Su enseñanza no parte de grandes ideas ni de principios teóricos,
sino de la realidad, de lo que ve y oye al caminar de un lugar a otro.
Para Jesús todo es una oportunidad para anunciar el Reino de Dios:
la semilla y la tierra… el trigo y la cizaña… el tesoro y la perla
Muchos ‘sabios y entendidos’ no estarán de acuerdo con lo que Jesús
enseña, pero no podrán decir que no le han entendido.
Además, Jesús habla con autoridad y no como los maestros de la ley.
   La mirada que tiene la gente sencilla -del campo y de la ciudad-
generalmente va a lo esencial, es transparente, limpia, sin hipocresía.
Los pequeños, como dice Jesús, son los más pobres, los que suplican
a Dios el amigo de la vida (Sab 11): verdad y libertad, justicia y paz.
Todos ellos saben por experiencia: -lo que es vivir sin seguridad…
-levantarse de madruga para buscar trabajo y pan para sus hijos…
-trabajar hasta escupir sangre para que otros vivan mejor…
-soportar las lluvias y el frío llevando una ropa que apenas les cubre…
-llorar por el hijo que nace para vivir pero muere antes de tiempo…
   Solo la sabiduría del Evangelio nos lleva a creer en Jesús que dice:
*Vengan a mí los que están cansados y agobiados, yo los aliviaré.
Si los seguidores de Jesús nos comprometemos en hacer realidad,
aquí y ahora, el Reino de Dios y su justicia, entonces serán felices:
los pobres, los que tienen hambre, los que lloran (Lc 6,20).
*Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón. Al respecto,
el apóstol Pablo escribe: Cristo tomó la condición de servidor.
Se hizo semejante a los seres humanos. Se humilló y se hizo obediente
hasta la muerte y muerte en la cruz (Flp 2).
*Mi yugo es suave y mi carga es ligera. Mientras los fariseos imponen
costumbres humanas para ocultar robos y corrupciones (Lc 11,37ss),
Jesús nos da su mandamiento: Amarnos como Él nos ama (Jn 13,34s).
   Para seguir a Jesús y poner en práctica sus enseñanzas, acudamos:
-a los ‘pequeños’ que sufren, ellos son los hermanos de Jesús,
-a los excluidos por los ‘sabios y entendidos’ que desprecian al pobre,
-a los que viven con lo necesario, sin amontonar riquezas materiales,
-a los jóvenes que ya piensan y a los que piensan como jóvenes,
-a los que por defender la vida… son perseguidos y encarcelados.
Con ellos haremos realidad una Iglesia pobre entre los pobres
J. Castillo A.