miércoles, 27 de marzo de 2019

Amar con entrañas de misericordia

4º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Jos 5,9-12  -  2Cor 5,17-21  -  Lc 15,1-3. 11-32

   El padre -figura central de la parábola- tiene dos hijos.
Mientras el menor se aleja, derrocha el dinero, pero vuelve;
el mayor se queda en casa, se enoja con su padre, niega a su hermano.
Sin embargo, el padre quiere que sus hijos vivan como hermanos.

Un padre tiene dos hijos
   Sabiendo que en las familias hay discusiones entre padres e hijos…
rivalidades entre hermanos… reflexionemos en los siguientes textos.     
   *Después que Caín asesina a su hermano menor Abel,
el Señor le pregunta: ¿Dónde está tu hermano?
Caín contesta: No lo sé, ¿acaso soy el guardián de mi hermano?
El Señor le dice: ¿Qué hiciste? La sangre de tu hermano pide justicia.
Caín se arrepiente: Mi culpa es demasiado grave para soportarla
Luego, el Señor le pone una señal para que respeten su vida (Gen 4).
   *Abraham tiene dos hijos: Ismael el mayor, en Agar una esclava;
e Isaac el menor, en Sara su esposa que es estéril y anciana.
Abraham despide a Agar y a Ismael, pues éste se burla de su hermano.
Después, mientras caminan por el desierto, se les acaba el agua,
y Agar abandona a su hijo para no verle morir, y se aleja.
Dios, al oír el llanto del niño, dice a Agar: Levántate, toma al niño, 
quédate tranquila, pues yo sacaré de él un gran pueblo (Gen 16 y 21).
   *Isaac ora, y su esposa Rebeca -que es estéril- queda encinta.
Rebeca al dar a luz, resulta que son mellizos: Esaú y Jacob.
Más tarde, Esaú renuncia a sus derechos de ser hijo primogénito
por un plato de lentejas (Gen 25). Después, con la ayuda de su madre,
Jacob le arrebata a Esaú la bendición especial de su padre Isaac.
Desde entonces, Esaú odia a su hermano y busca matarlo… (Gen 27).
Sin embargo, años después ambos hermanos se reconcilian
Jacob se arrodilla siete veces, hasta encontrarse con su hermano. 
Esaú, por su parte, corre a su encuentro, le abraza, le besa (Gen 33).
   *Sigamos reflexionando en Oseas 11,1-11 y en Jeremías 31,18-28.

Acoger a los pecadores y comer con ellos
   Al pedir la parte de su herencia, el hijo menor comete una locura.
A este joven egoísta no le interesa honrar a su padre, como dice Dios.
Abandona el hogar, se va a un país lejano, derrocha todo el dinero,
y al encontrarse en la miseria exclama: Yo aquí me muero de hambre.
Luego, se acuerda de su padre, decide levantarse, volver a casa,
y suplicar: Padre, he pecado… trátame como a uno de tus servidores.
   Estando aún lejos de casa sucede algo increíble. Su padre: lo ve
tiene compasión (se le remueven las entrañas)…sale a su encuentro
le abrazale besaordena que le traigan el mejor vestido
que le pongan un anillo en el dedo y sandalias en los pies
que maten el ternero engordado… Y ofrece un banquete y una fiesta,
por la alegría de haber encontrado a su hijo que se había perdido.
   Al enterarse, el hijo mayor se dirige a su padre con insolencia
(como hacen con Jesús los escribas y fariseos) y no asiste a la comida.
Sin embargo, su padre sale, le suplica participar de la fiesta,
y le dice: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Pero había que hacer una fiesta, porque tu hermano estaba muerto
y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado. El hijo mayor,
¿habrá entrado a la casa para acoger a su hermano y comer juntos?
   Jesús come con publicanos y pecadores, porque son hijos de Dios.
Para actuar de esta manera necesitamos mucha fe y mucho amor.
   *Mientras el hijo mayor desea comer un cabrito con sus amigos,
Jesús nos dice: Cuando ofrezcas una comida, no invites a tus amigos,
ni a tus hermanos, parientes o vecinos ricos, porque ellos te invitarán
y quedarás pagado. Al contrario, cuando ofrezcas un banquete,
invita a los pobres, a los mancos, a los cojos, a los ciegos;
y tú serás feliz, porque ellos no pueden pagarte (Lc 14,12-14).
   *Cuando los hermanos Santiago y Juan piden a Jesús
sentarse en su gloria uno a su derecha y el otro a su izquierda,
los otros se enojan con ellos. Jesús llama a sus discípulos y les dice:
Quien quiera ser el primero que se haga servidor de todos,
como el Hijo del Hombre que vino a servir y a dar su vida (Mc 10).
   *En nuestros días, para que el mensaje del Evangelio sea creíble,
hacen falta seguidores de Jesús que vivamos pobre entre los pobres,
actuando con gestos de misericordia como el padre de la parábola,
y haciendo obras por los hermanos de Jesús que tienen hambre y sed,
son forasteros y sin ropa, están enfermos y encarcelados (Mt 25).
J. Castillo A.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Convertirnos y dar buenos frutos

3º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Ex 3,1-15  -  1Cor 10,1-12  -  Lc 13,1-9

   Las desgracias que hay por obra humana o por desastres naturales,
no son “castigo divino”… como muchas veces escuchamos decir.
   Jesús quiere que nos convirtamos y demos buenos frutos,
compartiendo nuestro pan con los pobres que carecen de lo necesario.

Convertirnos y creer en el Evangelio
   Cuando le informan que Pilato (representante del imperio romano),
asesinó en el Templo  a unos galileos; Jesús -Profeta misericordioso-
no pide a la gente responder con violencia, a ese acto criminal.
Para Jesús, aquellas víctimas no eran más pecadores que los demás,
por eso dice: Si ustedes no se convierten, acabarán como ellos.
Jesús insiste en el tema, recordando la muerte de dieciocho personas,
aplastadas por la torre de Siloé (murieron de una manera casual),
y vuelve a decir: Si ustedes no se convierten, acabarán como 
ellos.                                                                                                  
   Todos necesitamos convertirnos, cambiar nuestra manera de vivir,
arrepentirnos, dejar de ser cómplices (con nuestro silencio),
del sufrimiento y de la muerte de tantas personas inocentes.
Al respecto, recordemos la denuncia que hace el Papa Paulo VI:
Cuando tantos pueblos tienen hambre,
cuando tantos hogares sufren la miseria,
cuando tantos hombres viven sumergidos en la ignorancia,
cuando aún quedan por construir tantas escuelas,
hospitales, viviendas dignas de este nombre,
todo derroche… gasto de ostentación… carrera de armamentos,
se convierten en un escándalo intolerable (PP, 1967, n.53).
   Ahora bien, siendo la conversión don de Dios y respuesta humana,
pidamos al Señor la gracia de meternos en la cultura de cada pueblo:
descalzos, en silencio, respetando, escuchando (C.E. Ecuatoriana 1994).
Pidamos también la capacidad de: -ver la opresión de nuestro pueblo,
-oír sus quejas contra los responsables, -conocer sus sufrimientos,
-liberarlos del maltrato, -llevarlos a tener una vida plena (1ª lectura).

Señor, déjala todavía este año… tal vez así dé fruto
   Los hombres y las mujeres del pueblo elegido son la viña del Señor.
Ha pasado mucho tiempo y aquella viña del Señor no da fruto:
¿Qué más podía hacer por su viña que no lo haya hecho?...
Dios esperaba de ellos derecho y solo encuentra asesinatos,
esperaba justicia y solo escucha gritos de dolor (Is 5,1-7).
   Para Jesús debió ser desalentador conocer a muchas personas
que escuchan sus enseñanzas, pero no dan señales de conversión.
Como no cambian ni se arrepienten… ¿será mejor cortarlas?
Algo parecido se dice en la parábola del trigo y de la mala hierba:
¿quieres que vayamos a arrancar la mala hierba? (Mt 13,24-30).
   Felizmente, el viñador intercede para salvar la higuera estéril y dice:
Señor, déjala todavía este año, cavaré alrededor y le pondré abono,
tal vez así dé fruto. Si no, el año que viene la cortarás.
Con la frase tal vez empieza el tiempo de espera, pero ¿hasta cuándo?
   Empecemos, hoy, escuchando y practicando la Palabra del Señor:
El ayuno que yo quiero es este: romper las cadenas de la injusticia,
desatar los nudos que aprietan el yugo, dejar libres a los oprimidos,
acabar con toda clase de tiranía, compartir tu pan con el hambriento,
acoger en tu casa al pobre sin vivienda, vestir al que está desnudo,
preocuparte de tus semejantes… (Is 58,6-8).
   Además, no abucemos de la paciencia del pueblo pobre y creyente.
*¿Hasta cuándo, al entrar en un templo, estará la lista de los precios:
bautismo, tanto… intención de misa, tanto? (Francisco, 21 nov. 2014).
*Siendo la Eucaristía fuente y culmen de la vida cristiana (LG, n.11),
¿por qué tiene precio?, ¿se trata de un negocio o comercio? (Cn 947).
*Con relación a los sacramentos del Bautismo y del Matrimonio,
¿por qué se da más importancia a los trámites burocráticos,
en vez de dar una buena formación cristiana a los interesados?
*¿Qué hacemos con las limosnas y ofrendas que se dan en la Misa?
¿Nos acordamos de las personas pobres? (Gal 2,10). 
*Muchas veces, nuestras homilías producen aburrimiento, porque:
-improvisamos temas que a los feligreses no les interesa…
-usamos palabras complicadas que pocas personas entienden…
-respondemos a preguntas teóricas que nadie se hace…
*Para crear una corriente de opinión inspirada en el Evangelio,
seamos breves para que nos escuchen, claros para que nos entiendan,
auténticos (testimonio de vida) para que nos crean.
J. Castillo A.

miércoles, 13 de marzo de 2019

Escuchar a Jesús, el Hijo de Dios

2º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Gen 15,5-12. 17-18  -  Flp 3,17--4,1  -  Lc 9,28b-36

   En un país -como el nuestro- con tantos millones de católicos:
¿Escuchamos los lamentos de niños, jóvenes y adultos maltratados?
¿Vemos sus rostros desnutridos, sufrientes, preocupados?
¿Qué hacemos por ellos? ¿Qué formación cristiana le ofrecemos?

Maestro, ¡qué bien estamos aquí!
   A sus discípulos que “sueñan” con un Mesías poderoso,
Jesús les dice que será condenado a muerte y resucitará al tercer día.
Luego, para anunciarles la victoria de la vida sobre la muerte,
con Pedro, Santiago y Juan, Jesús sube a una montaña a orar.
   Durante el tiempo que Jesús ora, su rostro cambia de aspecto. 
Fue entonces cuando Pedro le dice: Maestro, ¡qué bien estamos aquí!
Al decir esto, Pedro busca llegar a la meta sin pasar por la cruz,
dejando en la otra orilla a muchas personas que sufren injustamente.
*Cuando en el campo y en la ciudad hay niños y niñas que:
-son golpeados por la pobreza desde antes de nacer, 
-son víctimas de la prostitución, violencia y trabajo infantil,
-viven abandonados caminando por las calles…
estos niños y niñas, ¿pueden decir: qué bien estamos aquí?
*Cuando los jóvenes de la ciudad y de los barrios marginales:
-viven frustrados al recibir una educación de baja calidad,
-sin oportunidad de progresar ni de encontrar trabajo digno…
estos jóvenes, ¿pueden decir: qué bien estamos aquí?
*Cuando los campesinos de la Sierra y los nativos de la Selva:
-son desalojados de la tierra donde han nacido,
-sobreviven con salarios miserables de hambre,
-están sometidos a fríos cálculos económicos,
-tienen dificultades para organizarse y defender sus derechos,
-y al ser ancianos son abandonados por el sistema consumista…
estas personas, ¿pueden decir: qué bien estamos aquí?
(Cf. Puebla, n.31-39; Santo Domingo, n.178; Aparecida, n.65 y 402).

Este es mi Hijo elegido, escúchenle
   Desde que Jesús se transfiguró en una montaña, la voz del Padre
nos dice: Este es mi Hijo elegido, escúchenle. Sin embargo,
-¿qué hemos hecho de las enseñanzas y obras de Jesús?
-¿bastará realizar ceremonias rutinarias solo por “cumplo-y-miento”?
-¿qué trato damos a los niños, a los jóvenes y a los adultos?
   Al respecto, reflexionemos en el ejemplo del Profeta de Nazaret.
*Un día, le traen a Jesús unos niños para que los bendiga,
pero los discípulos (que ya se creen “dueños” del Reino) se oponen.
Viendo esto, Jesús llama a sus seguidores y les dice:
Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan,
porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
Les aseguro, el que no recibe el Reino de Dios como un niño,
no podrá entrar en él (Lc 18,15-17).
   ¿Acogemos el Reino de Dios que está cerca de nosotros (Lc 10,9),
con la sencillez, la alegría, la ternura, la transparencia de los niños?
*En Naín, llevan a enterrar al hijo único de una madre viuda.
Jesús al ver a la madre, se compadece de ella y le dice: No llores.
Luego toca el ataúd y exclama: Joven, a ti te digo, levántate (Lc 7,11ss).
-A Jairo, Jesús de dice: Tu hija no ha muerto, está dormida; después,
tomándola de la mano, le ordena: Muchacha, levántate (8,49ss).
-En la parábola del padre misericordioso, el hijo menor reflexiona
y dice: Me levantaré y volveré a la casa de mi padre (Lc 15,11ss).
   Hoy, para construir una comunidad fraterna, debemos levantarnos,
salir y compartir nuestros bienes, como hacían los cristianos al inicio:
No había entre ellos ningún necesitado (Hch 4,34s).
*El programa que Jesús anuncia en la sinagoga de Nazaret (Lc 4,18s)
es Buena Noticia para hombres y mujeres pobres, ciegos, oprimidos.
Ahora bien, Jesús no solo enseña… pone en práctica su mensaje:
Vayan y digan a Juan el Bautista lo que han visto y oído:
los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen,
los muertos vuelven a la vida, los pobres son evangelizados,
y felices los que no se escandalizan de mí (Lc 7,21-23).
    Mientras Jesús enseña, una mujer levanta la voz y le dice:
Feliz la madre que te dio a luz y te crió. Jesús le contesta:
Felices más bien quienes escuchan a Dios y le obedecen (Lc 11, 27).
   Para cambiar nuestra sociedad, hace falta convertirnos. Solo así,
podremos decir: Maestro, ¡qué bien estamos aquí!
J. Castillo A.

miércoles, 6 de marzo de 2019

Las tentaciones

1º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Deut 26,4-10  -  Rom 10,8-13  -  Lc 4,1-13

   Cuaresma es un tiempo favorable para convertirnos, es decir,
para cambiar: nuestro corazón y nuestra manera de pensar y de vivir,
sobre todo, cuando buscamos: tenerpoderfigurar
que son las tentaciones que el diablo (figura del mal) le pone a Jesús.
Tentar es poner a prueba a una persona, es decir, probar su fidelidad.

Di a esta piedra que se convierta en pan
   Jesús durante cuarenta días no come nada y, al final, tiene hambre.
Fue entonces cuando el diablo le pide convertir la piedra en pan,
pero Jesús le responde: No solo de pan vive el hombre (Deut 8,2s).
   Jesús sabe que el anhelo más profundo de todos, ricos y pobres,
no se satisface solo con el alimento material. Por eso, más tarde dirá:
Trabajen no por un alimento que se acaba,
sino por el alimento que permanece y que da vida eterna.
Este es el alimento que les dará el Hijo del Hombre (Jn 6,26s).
   En nuestros días, hay empresas poderosas y personas particulares,
que explotan a los pobres y destruyen la tierra para amontonar oro…
No les interesa oír el grito de los pobres ni el grito de la tierra.
Las consecuencias de esa industrialización salvaje y descontrolada
están a la vista: solo veintiséis personas poseen la misma riqueza,
que los tres mil ochocientos millones de personas que vienen a ser
la mitad más pobre de la humanidad (Cf. Informe 2019 de Oxfam).
   En vez de tenerseamos seguidores de Jesús con nuestras obras:
Yo ayudaba al pobre que pedía socorro y al huérfano indefenso.
Por mi ayuda el vagabundo me agradecía y las viudas se alegraban.
La justicia y la honradez eran parte de mi ser, eran mis vestidos.
Yo era: -ojos para el ciego, -pies para el lisiado,
-padre de los pobres, -defensor de los extranjeros (Job 29,12-16).
   Para ello, debemos tener hambre de la Palabra de Dios,
y hacer acciones concretas para que no haya hambre del pan,
sobre todo, para tantos niños desnutridos que sufren anemia.

Te daré el poder y la gloria, si te arrodillas ante mí
   Después, el diablo lo lleva a un lugar muy alto y, desde allí,
Jesús mira los reinos de la tierra, donde hay opresores y oprimidos.
Mientras Jesús busca introducir el Reino de Dios y su justicia,
el diablo le ofrece: poder y gloria, si se arrodilla delante de él.
Jesús reacciona diciendo: Al Señor, tu Dios, adorarás (Deut 6,10-15).
   Actualmente, hay hombres y mujeres que no necesitan más dinero,
sin embargo, la ambición los lleva a postrarse ante el oro y la plata.
Son como el pueblo hebreo, se olvidan que Dios los liberó de Egipto,
y prefieren adorar un becerro de oro hecho con sus manos (Ex 32).
   Ojalá, aquellos ambiciosos oigan esta denuncia de los pobres:
Cuando ustedes: -hayan envenenado el último río…
-hayan cortado el último árbol… -hayan matado el último animal…
el oro que amontonaron explotando al pobre y destruyendo la tierra,
no servirá ni para beber ni para comer,
pero entonces ya será demasiado tarde (Sabiduría Indoamericana).

Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo
   Luego -desde lo más alto del templo- el diablo le dice a Jesús:
Tírate de aquí abajo… Dios mandará que sus ángeles te cuiden;
es decir, usa a Dios para que tengas: fama, prestigio, popularidad
Jesús reacciona diciendo: No tentarás al Señor, tu Dios (Deut 6,16).
   ¿Es justo que ciertas autoridades y personas particulares,  
viajen de cumbre en cumbre con el dinero de todos nosotros,
mientras los pobres marginados sobreviven de abismo en abismo?
   Jesús que vino a servir (Lc 22,27; Jn 13,13ss), nos sigue diciendo:
*Cuando den limosna no lo publiquen a los cuatro vientos,
como hacen los hipócritas para que la gente hable bien de ellos
*Cuando oren no hagan como los hipócritas, que rezan de pie
en las sinagogas y en las plazas, para que la gente los vea
*Cuando ayunen no pongan cara triste como hacen los hipócritas,
para que la gente vea que están ayunando… (Mt 6, 2. 5. 16).
   El evangelio termina así: El diablo se marchó hasta otra ocasión,
que llega cuando Jesús crucificado sigue siendo tentado (Lc 23,35ss):
*Salvó a otros, ahora que se salve a sí mismo (la gente y los jefes).
*Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo (los soldados).
*Si eres el Mesías, sálvate y sálvanos (uno de los malhechores).
   Padre, no nos dejes caer en la tentación (Lc 11,1-4).
J. Castillo A.