miércoles, 7 de mayo de 2014

Acuérdense que son pastores

IV Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 2,14.36-41  -  1Pedro 2,20-25  -  Jn 10,1-10
   
Jesús de Nazaret que conoce muy bien el trabajo de los campesinos, se dirige a los fariseos, guías ciegos del pueblo, para decirles: hay pastores que asaltan el corral de las ovejas para robar y matar; pero también, hay pastores que conocen, aman y sirven al rebaño.

¡Ay de los pastores que se apacientan a sí mismos!
   En la época de Jesús y, lamentablemente, también en nuestros días,   hay malos pastores, es decir, malas autoridades que son: ladrones, asaltantes, entran al redil por otra parte para robar, matar, destruirPor estas maldades, las ovejas huyen, no los siguen ni los escuchan
  Al respecto, recordemos la denuncia del profeta Ezequiel (cap.34):
¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿Acaso los pastores no deberían cuidar a las ovejas?
Pero ustedes se alimentan con su leche y se visten con su lana,
matan a las más gordas pero no apacientan el rebaño.
No fortalecen a las débiles, ni sanan a las enfermas y heridas.
No reúnen a las débiles, ni buscan a las perdidas.
Por falta de pastor mis ovejas fueron presa de fieras salvajes
   Al revisar nuestra historia, encontramos denuncias similares:
   Una sola cosa quiero, acerca de lo pasado decir, para que los que
allá lo sintieran, como se debe sentir, lo lloren con nosotros…
Desde que esta tierra se descubrió, no se ha tenido a esta miserable
gente más respeto, ni aún tanto que a animales brutos, en quitarles
sus haciendas, robarles, matarles… Y que los indios eran animales
baldíos, que el primero que los tomaba como cosa sin dueño,
los podría tomar para sí (fray Domingo de Santo Tomás, en 1550).
   El III Concilio de Lima (1582-1583) presidido por Santo Toribio,
hablando sobre la defensa y cuidado de los indios, dice lo siguiente:
Y a los curas y otros ministros eclesiásticos manda muy de veras
que se acuerden que son pastores y no carniceros… porque es cosa
muy fea que los ministros de Dios se hagan verdugos de los indios

He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia
   Muy diferente las características del buen pastor que da vida:
El pastor de las ovejas entra por la puerta y el cuidador le abre…
Las ovejas oyen su voz, él las llama por su nombre y las saca…
Camina delante de ellas y ellas le siguen porque conocen su voz
  Como los fariseos no entendían a qué se refería, Jesús les dice:
Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas…
Quién entra por mí se salva, puede entrar y salir, y encuentra pasto…
Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia
   Sobre Jesús, el amigo de la vida, el documento de Aparecida dice:
Jesús, el Buen Pastor, quiere comunicarnos su vida y ponerse
al servicio de la vida. Lo vemos cuando se acerca al ciego del camino
(Mc 10), cuando dignifica a la samaritana (Jn 4), cuando sana a los
enfermos (Mt 11), cuando alimenta al pueblo hambriento (Mc 6),
cuando libera a los endemoniados (Mc 5). En su Reino de vida, Jesús
incluye a todos: come y bebe con pecadores (Mc 2), sin importarle
que lo traten de comilón y borracho (Mt 11); toca leprosos (Lc 5),
deja que una mujer prostituta unja sus pies (Lc 7) y, de noche, recibe
a Nicodemo para invitarle a nacer de nuevo (Jn 3). Igualmente, invita
a sus discípulos a la reconciliación (Mt 5), al amor a los enemigos
(Mt 5), a optar por los más pobres (Lc 14). (DA, n.353).
¿Qué nos impide oír la voz de Jesús y seguir su ejemplo?
¿Por qué muchos de nosotros permanecemos en nuestro egoísmo,
sin preocuparnos por los pobres que buscan: vida, verdad, justicia?
   Para entrar en el Reino de la vida no basta decir: ¡Señor, Señor!,
sino hacer la voluntad del Padre celestial (Mt 7). Con estas palabras,
Jesús cuestiona nuestra indiferencia frente a la destrucción de la vida:
la vida de nuestra madre tierra… y la vida de los pobres indefensos…
   Ante los abusos de los esclavos del consumo y del becerro de oro,
Jesús nos sigue interpelando desde sus hermanos pobres… (Mt 25).
Por este motivo, si cerramos los ojos ante esta dolorosa realidad,
entonces ya no somos defensores de la vida plena que Jesús nos da.
Todo lo contrario, nos situamos en el camino de la muerte: Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos
a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia
a su hermano es homicida… Hijitos, que nuestro amor no sea
solamente de palabras, sino que se demuestre con obras (1Jn 3). 
J. Castillo A.

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