IV Domingo de Pascua (ciclo A)
Hch 2,14.36-41 - 1Pedro
2,20-25 - Jn 10,1-10
Jesús de Nazaret que conoce muy bien el trabajo de los campesinos, se dirige a los fariseos, guías ciegos del pueblo, para decirles: hay pastores que asaltan el corral de las ovejas para robar y matar; pero también, hay pastores que conocen, aman y sirven al rebaño.
¡Ay
de los pastores que se apacientan a sí mismos!
En la época de Jesús y, lamentablemente,
también en nuestros días, hay
malos pastores, es decir, malas autoridades que son: ladrones, asaltantes, entran al redil por otra
parte para robar, matar, destruir. Por
estas maldades, las ovejas huyen, no los
siguen ni los escuchan.
Al
respecto, recordemos la denuncia del profeta
Ezequiel (cap.34):
¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿Acaso los pastores no deberían cuidar a
las ovejas?
Pero ustedes se alimentan con su leche y
se visten con su lana,
matan a las más gordas pero no
apacientan el rebaño.
No fortalecen a las débiles, ni sanan a
las enfermas y heridas.
No reúnen a las débiles, ni buscan a las
perdidas.
Por falta de pastor mis ovejas fueron
presa de fieras salvajes…
Al revisar nuestra historia, encontramos
denuncias similares:
Una
sola cosa quiero, acerca de lo pasado decir, para que los que
allá lo sintieran, como se debe sentir,
lo lloren con nosotros…
Desde que esta tierra se descubrió, no
se ha tenido a esta miserable
gente más respeto, ni aún tanto que a
animales brutos, en quitarles
sus haciendas, robarles, matarles… Y que los
indios eran animales
baldíos, que el primero que los tomaba
como cosa sin dueño,
los podría tomar para sí (fray Domingo
de Santo Tomás, en 1550).
El
III Concilio de Lima (1582-1583) presidido por Santo Toribio,
hablando
sobre la defensa y cuidado de los indios, dice lo siguiente:
Y a los curas y otros ministros
eclesiásticos manda muy de veras
que
se acuerden que son pastores y no carniceros…
porque es cosa
muy fea que los ministros de Dios se
hagan verdugos de los indios.
He
venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia
Muy diferente las características del buen pastor que da vida:
El pastor de las ovejas entra por la puerta y el cuidador le
abre…
Las ovejas oyen su voz, él las llama por su nombre y las saca…
Camina
delante de ellas y
ellas le siguen porque conocen su
voz…
Como
los fariseos no entendían a qué se refería, Jesús les dice:
Les aseguro que Yo soy la puerta de las ovejas…
Quién entra por mí se salva, puede entrar y salir, y encuentra pasto…
Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia…
Sobre Jesús, el
amigo de la vida, el documento de Aparecida dice:
Jesús, el Buen Pastor, quiere comunicarnos su vida y ponerse
al servicio
de la vida. Lo vemos cuando se acerca
al ciego del camino
(Mc 10), cuando dignifica a la samaritana (Jn 4), cuando sana a los
enfermos (Mt 11), cuando alimenta al pueblo hambriento (Mc 6),
cuando libera a los endemoniados (Mc 5). En su Reino de vida, Jesús
incluye a todos: come y bebe con pecadores (Mc 2), sin
importarle
que lo traten de comilón y borracho (Mt
11); toca leprosos (Lc 5),
deja que una mujer prostituta unja sus pies (Lc 7) y, de
noche, recibe
a Nicodemo para invitarle a nacer de
nuevo (Jn 3). Igualmente, invita
a sus discípulos a la reconciliación (Mt
5), al amor a los enemigos
(Mt 5), a optar por los más pobres (Lc 14). (DA, n.353).
¿Qué
nos impide oír la voz de Jesús y seguir su ejemplo?
¿Por
qué muchos de nosotros permanecemos en nuestro egoísmo,
sin
preocuparnos por los pobres que buscan: vida,
verdad, justicia?
Para entrar
en el Reino de la vida no basta decir: ¡Señor,
Señor!,
sino hacer la voluntad del Padre celestial (Mt 7). Con
estas palabras,
Jesús
cuestiona nuestra indiferencia frente a la destrucción
de la vida:
la
vida de nuestra madre tierra… y la vida de los pobres indefensos…
Ante
los abusos de los esclavos del
consumo y del becerro de oro,
Jesús
nos sigue interpelando desde sus hermanos pobres… (Mt 25).
Por
este motivo, si cerramos los ojos
ante esta dolorosa realidad,
entonces
ya no somos defensores de la vida plena que Jesús nos da.
Todo
lo contrario, nos situamos en el camino de la muerte: Nosotros
sabemos que hemos pasado de la muerte a
la vida porque amamos
a los hermanos. Quien no ama permanece
en la muerte. Quien odia
a su hermano es homicida… Hijitos, que
nuestro amor no sea
solamente de palabras, sino que se
demuestre con obras
(1Jn 3).
J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog