miércoles, 15 de junio de 2016

Para nosotros, ¿quién es Jesús?



12º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Zac 12,10-11  -  Gal 3,26-29  -  Lc 9,18-24

   En un ambiente de oración, Jesús pregunta a sus discípulos:
¿Quién dice la gente que soy yo? Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
   Luego, Jesús anuncia: -Que va a padecer, ser ejecutado y resucitar.
-Y, el que quiera seguirle, niéguese a sí mismo y cargue con su cruz.

¿Quién es Jesús?
   Después que sus discípulos han recorrido los pueblos de Galilea,
anunciando el Reino de Dios y sanando a los enfermos;
Jesús los reúne y les pregunta: ¿Quién dice la gente que soy yo?
La gente ve a Jesús como uno de los grandes profetas: Juan, Elías
Esto es un buena señal del anuncio que han realizado sus discípulos.
   Luego hace esta otra pregunta: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro toma la palabra y responde: Tú eres el Mesías de Dios.
Pero, Jesús les ordena terminantemente que no digan esto a nadie,
porque ellos y la gente en general esperan un Mesías triunfalista,
un líder político que va a derrotar a los enemigos del pueblo judío.
   Hoy corremos el riesgo, ya no de esperar un Mesías victorioso,
sino de dar preferencia a los adornos superfluos de las imágenes;
y, luego, vivir indiferentes al grito de los pobres… y de la tierra.
   Es por eso que Jesús prefiere hablar del Hijo del hombre,
para que lo busquemos, no en los objetos preciosos del culto divino;
sino en los rostros desfigurados de “sus hermanos” que sufren
   Cuando hay personas que oprimen y derraman sangre inocente,
con la finalidad de “amontonar” dinero mal habido (Jer 22,15ss);
¿bastará decir que conocemos a Jesús… sin practicar la justicia?
   Al respecto, el Papa Francisco dijo el pasado 13 junio 2016:
-La miseria tiene rostro: de niño, de familia, de jóvenes, de ancianos.
-Tiene rostro en la falta de trabajo de muchas personas.
-Tiene rostro de migraciones forzadas, casas vacías o destruidas
Y añade: Necesitamos verdaderos héroes capaces de abrir caminos,
tender puentes, agilizar trámites priorizando el rostro del que sufre.

El doloroso camino del Hijo del hombre
   Luego, Jesús les anuncia: El Hijo del hombre debe sufrir mucho,
ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas;
lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
*Jesús sufrió desde que nació. Pero los peores sufrimientos,
los tuvo durante su pasión (traición, abandono, torturas…).
*Los sacerdotes que han hecho del templo una cueva de ladrones,
rechazan a Jesús para seguir engañando y explotando al pueblo.
Pero, la piedra rechazada vino a ser piedra principal (Lc 20,17). 
*El poder religioso y político condena a Jesús a morir crucificado,
pues, según ellos, el Profeta de Nazaret es un malhechor (Jn 18,30).
*Sin embargo, la última palabra no es la muerte, sino la Vida.
Dios Padre no permanece indiferente… resucita a su Hijo amado.
   En nuestros días, tratándose de los Cristos crucificados,
siguen vigentes las palabras de fray Bartolomé de Las Casas:
Dejo en las Indias a Jesucristo, nuestro Dios, azotado y afligido,
abofeteado y  crucificado, no una, sino millares de veces (en 1559).

Condiciones para seguir a Jesús
   El ideal que Jesús nos pide es elevado, sublime, arduo, exigente;
hecho a la medida de verdaderos héroes, dispuestos a dejarlo todo:
Si alguien quiere ser discípulo mío… olvídese de sí mismo…
cargue con su cruz cada día… y sígame.
*Los que quieren ser discípulos de Jesús, debe hacerlo libremente,
para escuchar con el corazón sus enseñanzas y ponerlas en práctica.
*Olvidarse de sí mismo, significa decir “no” a nuestros egoísmos,
para solidarizarnos con los hombres y mujeres pobres y oprimidos.
*Cargar la cruz… significa también que los gozos y esperanzas,
las tristezas y angustias, sobre todo de los pobres… son también,
gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Jesús.
*Seguir a Jesús… Así lo hacen Pedro, Santiago y Juan (Lc 5,11):
Llevan sus barcas a tierra… Lo dejan todo… Y siguen a Jesús
Además, el discípulo bien formado será como su maestro (Lc 6,40),
como Jesús que está entre nosotros como quien sirve (Lc 22,27).
¿Tiene sentido ser esclavos del consumismo salvaje y descontrolado?
Escuchemos a Jesús: El que quiera salvar su vida, la perderá…
Pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará. 
J. Castillo A. 

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