miércoles, 15 de febrero de 2017

Amar como Jesús nos ama

7º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Lev 19,1-2. 17-18  -  1Cor 3,16-23  -  Mt 5,38-48

   ¿Ponemos en práctica las enseñanzas de Jesús que nos dice:
no respondan con violencia…amen a sus enemigos…sean perfectos…?
Al cabo de veinte siglos da la impresión que hemos avanzado muy poco.
Si no, ¿cómo se explica que en una sociedad con millones de católicos,
tengamos: hipocresía… corrupción… violencia… narcotráfico… ?

No respondan con violencia al que les hace mal
   Después de compartir el pan con cinco mil personas (Jn 6,1-15),
la gente quiere proclamarlo rey, pero Jesús se retira solo al monte,
porque sabe que el Reino de Dios no se construye desde el poder.
   Tiempo después, ante la ambición de ocupar los primeros puestos,
Jesús dice a sus discípulos: Las autoridades someten a sus súbditos
y los poderosos imponen su autoridad. Lamentablemente, ayer y hoy,
los poderosos: -buscan sus intereses, -abusan del poder que tienen,
-deforman la ley, -disfrazan la verdad,  -corrompen, roban, explotan…
Es por eso que Jesús nos sigue diciendo: Entre ustedes no será así.
El que aspire a ser grande que se haga servidor de los demás…
como el Hijo del hombre que vino a servir y a dar su vida (Mt 20).
   Cuando Jesús es interrogado sobre sus discípulos y enseñanzas,
responde: Yo he hablado públicamente… ¿Por qué me preguntas?
Pregunta a los que me han oído, ellos saben lo que les dije.
Fue entonces cuando un guardia le da una bofetada diciéndole:
¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le dice: Si hablé mal,
dígame en qué; y si hablé bien, ¿por qué me golpeas? (Jn 18,19ss).
   Así es Jesús. No usa la violencia que genera más violencia.
Él nos propone un camino para que los agresores se conviertan.
La palabra que Jesús dirige a los pobres es de esperanza y de júbilo.
En cambio, la palabra que dirige a los ricos es de preocupación,
de llamado a la conversión, al abandono de los privilegios,
y de compasión activa por la distribución de los bienes
(Encuentro sobre: “La No-violencia evangélica”, Bogotá, dic. 1977).

Amen a sus enemigos y oren por sus perseguidores
   Jesús desde su experiencia de ser Hijo del Padre misericordioso,
nos dice: Amen a sus enemigos y oren por sus perseguidores.
   Amar al enemigo, al delincuente, al perseguidor, al violento…
no significa aprobar sus injusticias, maldades, calumnias, insultos…
Debemos luchar contra toda injusticia, pero sin eliminar al enemigo;
porque, si nos dejamos llevar por la violencia, nos deshumanizamos.
   En cambio, si actuamos como Dios con un amor que acoge a todos, 
respetaremos la vida de nuestros enemigos para que ellos,
con la fuerza del amor y de la oración: -cambien, -se conviertan,
-sean amigos nuestros, -y juntos construyamos un mundo fraterno.
   Jesús muere perdonando… A un malhechor le promete el Reino
Y un capitán romano confiesa: Este hombre es inocente (Lc 23,32ss).
   San Pablo nos dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer,
si tiene sed, dale de beber… No te dejes vencer por el mal,
al contrario, vence al mal haciendo el bien. (Rom 12,20s).
   Obrando así, seremos hijos del Padre celestial que hace salir el sol
sobre malos y buenos; y hace llover sobre justos e injustos.

Sean perfectos como es perfecto el Padre del cielo
   Cuando Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta;
Jesús le contesta: El que me ha visto, ha visto al Padre (Jn 14,8ss).
Ciertamente, Jesús es el rostro humano de Dios… (DA, 107); por eso,
viendo a Jesús…escuchando sus enseñanzas…siguiendo su ejemplo…
nos encaminamos hacia una meta: ser perfectos como el Padre,
ser misericordiosos como Él (Lc 6,36), ser santos como Él (1ª lectura).
   Recordemos que esto lo dice Jesús a una multitud y a sus discípulos.
Por eso, más adelante, cuando un joven rico se acerca y le pregunta:
Maestro, ¿qué obra buena debo hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le dice: cumpla los mandamientos… Y como los ha cumplido,
el joven insiste preguntando: ¿Qué más me falta? Jesús le responde:
Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes y dáselo a los pobres,
así tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme.
Cuando el joven oyó esto se fue triste, era muy rico (Mt 19,16ss).
   Relacionando este pasaje con el juicio de las naciones (Mt 25,31ss),
aquel día, serán bendecidos por el Padre y poseerán el Reino,
los que dieron de comer a los hermanos de Jesús; ellos son perfectos,
pues la gloria de Dios consiste en que toda persona tenga vida.
J. Castillo A.

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