5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 58,7-10 - 1Cor
2,1-5 -
Mt 5,13-16
Jesús sigue enseñando a la multitud y a
sus discípulos, diciéndoles:
Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo…
Son
sal y son luz: los pobres… los que
lloran… los humildes…
los que tienen hambre y sed de justicia…
los misericordiosos…
los limpios de corazón…los que trabajan
por la paz…los perseguidos.
Ellos,
desde su pobreza, nos evangelizan y nos llaman a la conversión.
Ustedes
son la sal de la tierra
Jesús enseña con palabras sencillas y con
ejemplos de la vida diaria.
En
el texto de Mateo, Jesús usa dos comparaciones: la sal…y la luz…
que
tienen un profundo mensaje para la vida de todos nosotros.
Ahora
bien, cuando Jesús dice: ustedes son la sal de la tierra,
está
pidiendo que las personas de buena voluntad y los cristianos,
seamos
como la sal: dar sabor a las comidas y
evitar la corrupción.
En
otras palabras, -estar en el mundo sin ser del mundo (Jn 15,18s)…
-ayudar a nuestros prójimos para que den
sentido pleno a sus vidas…
-evitar ser arrastrados por la
corrupción y la violencia que sufrimos…
Pero,
hoy, los creyentes ¿somos consecuentes con nuestra fe?, pues
-como
dice el papa Francisco- Si algo debe
inquietarnos santamente
y preocupar nuestra conciencia es que tantos hermanos nuestros
vivan: sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad
con Jesucristo,
sin una comunidad de fe que los
contenga, sin un horizonte… de vida.
A
continuación, el Papa señala el grave problema de encerrarnos:
-en
las estructuras que nos dan una
falsa contención,
-en
las normas que nos vuelven jueces implacables,
-en
las costumbres donde nos sentimos tranquilos;
y
añade: afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite
sin cansarse: ¡Denles ustedes de comer!
(Mc 6,37).
(EG, n.49).
Examinemos
nuestra vida, teniendo presente las palabras de Jesús:
Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué
se le devolverá su sabor?
Para
nada sirve ya, sino para tirarla y que la gente la pise.
Ustedes
son la luz del mundo
Ante las innumerables acusaciones de sus
enemigos, Job responde:
Otros odian la luz, y en sus caminos se
apartan de ella…
Los asesinos madrugan para matar al
pobre y al indigente,
y al anochecer se convierten en ladrones.
Para ellos la luz del día
es densa oscuridad, prefieren los horrores de las tinieblas (Job 24).
Cuando
el fariseo Nicodemo va de noche a visitarlo, Jesús le dice:
La luz vino al mundo, pero los hombres
prefieren las tinieblas a la luz
porque sus acciones son malas. Los que obran mal odian la luz
y no se acercan a ella para que no se
descubra lo que hacen
(Jn 3).
Las
consecuencias están a la vista: una multitud de seres humanos
cada
vez más pobres a costa de unos cuantos ricos cada vez más ricos.
Por
eso, no podemos cerrar los ojos ante el actual pecado social:
la
opresión y sus consecuencias: injusticia, corrupción, violencia…
Sin embargo, el pueblo que vive en tinieblas
ha visto una gran luz.
Se
trata de Jesús que es la luz verdadera que nos ilumina. Él nos dice:
-Mientras estoy en este mundo, yo soy la luz
del mundo (Jn 9,5).
-Yo soy la luz… quien cree en mí no se quede
en tinieblas (Jn 12,46).
En
el sermón del monte, Jesús dice: Ustedes son la luz del mundo.
Que tu luz brille delante de la gente,
para que vean tus buenas obras
y glorifiquen al Padre de ustedes que
está en el cielo.
Si
buscamos con palabras y obras el Reino de Dios y su justicia:
*Los
hambrientos y sedientos se sentarán alrededor de la misma mesa:
No tienen necesidad de irse, denles
ustedes mismos de comer.
*Los
emigrantes y desnudos van a compartir los bienes de la creación:
Dios puso al ser humano en el jardín
para que lo cultive y cuide.
*Los
enfermos van a quedar sanos y los presos liberados (Mt 25).
Y
Jesús dirá: Felices ustedes, tomen
posesión del Reino de Dios;
porque,
la gloria de Dios consiste en que el
hombre viva (S. Ireneo),
y
según Mons. Oscar Romero, la gloria de
Dios es que el pobre viva.
Hay ciegos que nos dan ejemplo para ser luz en las tinieblas:
Ñaupajruna camina de noche por las
calles oscuras del pueblo,
llevando una lámpara encendida. Un
vecino lo reconoce y le dice:
-¿Por qué caminas con una lámpara
encendida si eres ciego?
Ñaupajruna responde: -Yo conozco bien
las calles de este pueblo.
Si llevo esta lámpara encendida, no es
para ver mi camino,
sino para que otros encuentren su camino cuando me vean.
J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog