miércoles, 1 de febrero de 2017

Ser sal... y ser luz...

5º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 58,7-10  -  1Cor 2,1-5  -  Mt 5,13-16

   Jesús sigue enseñando a la multitud y a sus discípulos, diciéndoles:
Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo
   Son sal y son luz: los pobres… los que lloran… los humildes…
los que tienen hambre y sed de justicia… los misericordiosos…
los limpios de corazón…los que trabajan por la paz…los perseguidos.
Ellos, desde su pobreza, nos evangelizan y nos llaman a la conversión.

Ustedes son la sal de la tierra
  Jesús enseña con palabras sencillas y con ejemplos de la vida diaria.
En el texto de Mateo, Jesús usa dos comparaciones: la sal…y la luz
que tienen un profundo mensaje para la vida de todos nosotros.
   Ahora bien, cuando Jesús dice: ustedes son la sal de la tierra,
está pidiendo que las personas de buena voluntad y los cristianos,
seamos como la sal: dar sabor a las comidas y evitar la corrupción.
En otras palabras, -estar en el mundo sin ser del mundo (Jn 15,18s)…
-ayudar a nuestros prójimos para que den sentido pleno a sus vidas…
-evitar ser arrastrados por la corrupción y la violencia que sufrimos…
   Pero, hoy, los creyentes ¿somos consecuentes con nuestra fe?, pues
-como dice el papa Francisco- Si algo debe inquietarnos santamente
y preocupar nuestra conciencia es que tantos hermanos nuestros
vivan: sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo,
sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte… de vida.
   A continuación, el Papa señala el grave problema de encerrarnos:
-en las estructuras que nos dan una falsa contención,
-en las normas que nos vuelven jueces implacables,
-en las costumbres donde nos sentimos tranquilos;
y añade: afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite
sin cansarse: ¡Denles ustedes de comer! (Mc 6,37). (EG, n.49).
   Examinemos nuestra vida, teniendo presente las palabras de Jesús:
Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor?
Para nada sirve ya, sino para tirarla y que la gente la pise.

Ustedes son la luz del mundo
   Ante las innumerables acusaciones de sus enemigos, Job responde:
Otros odian la luz, y en sus caminos se apartan de ella…
Los asesinos madrugan para matar al pobre y al indigente,
y al anochecer se convierten en ladrones. Para ellos la luz del día
es densa oscuridad, prefieren los horrores de las tinieblas (Job 24).
   Cuando el fariseo Nicodemo va de noche a visitarlo, Jesús le dice:
La luz vino al mundo, pero los hombres prefieren las tinieblas a la luz
porque sus acciones son malas. Los que obran mal odian la luz
y no se acercan a ella para que no se descubra lo que hacen (Jn 3).
   Las consecuencias están a la vista: una multitud de seres humanos
cada vez más pobres a costa de unos cuantos ricos cada vez más ricos.
Por eso, no podemos cerrar los ojos ante el actual pecado social:
la opresión y sus consecuencias: injusticia, corrupción, violencia…
   Sin embargo, el pueblo que vive en tinieblas ha visto una gran luz.
Se trata de Jesús que es la luz verdadera que nos ilumina. Él nos dice:
-Mientras estoy en este mundo, yo soy la luz del mundo (Jn 9,5).
-Yo soy la luz… quien cree en mí no se quede en tinieblas (Jn 12,46).
   En el sermón del monte, Jesús dice: Ustedes son la luz del mundo.
Que tu luz brille delante de la gente, para que vean tus buenas obras
y glorifiquen al Padre de ustedes que está en el cielo.
   Si buscamos con palabras y obras el Reino de Dios y su justicia:
*Los hambrientos y sedientos se sentarán alrededor de la misma mesa:
No tienen necesidad de irse, denles ustedes mismos de comer.
*Los emigrantes y desnudos van a compartir los bienes de la creación:
Dios puso al ser humano en el jardín para que lo cultive y cuide.
*Los enfermos van a quedar sanos y los presos liberados (Mt 25).
   Y Jesús dirá: Felices ustedes, tomen posesión del Reino de Dios;
porque, la gloria de Dios consiste en que el hombre viva (S. Ireneo),
y según Mons. Oscar Romero, la gloria de Dios es que el pobre viva.
   Hay ciegos que nos dan ejemplo para ser luz en las tinieblas:
Ñaupajruna camina de noche por las calles oscuras del pueblo,
llevando una lámpara encendida. Un vecino lo reconoce y le dice:
-¿Por qué caminas con una lámpara encendida si eres ciego?
Ñaupajruna responde: -Yo conozco bien las calles de este pueblo.
Si llevo esta lámpara encendida, no es para ver mi camino,
sino para que otros encuentren su camino cuando me vean.
J. Castillo A.

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