miércoles, 8 de febrero de 2017

Dar plenitud a la Ley de Dios

6º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Eclo 15,16-21  -  1Cor 2,6-10  -  Mt 5,17-37

   Los fariseos y los escribas han deformado la Ley de Dios,
imponiendo a la gente pesadas tradiciones humanas (Mc 7,8s);
pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas (Mt 23,4).
   El camino de Jesús es muy diferente. Él nos sigue diciendo:
No vine a suprimir la Ley y los Profetas, sino a dar plenitud.
Se trata de respetar la vida del ser humano, verdadera imagen de Dios;
esa es la justicia que debemos hacer para entrar en el Reino de Dios.

No mates
   El quinto mandamiento prohíbe matar, pero no se trata únicamente
de la muerte física ocasionada por tanta violencia y guerra fratricida.
Es necesario arrancar de nuestros corazones los asesinatos morales:
la injusticia… el desprecio… el odio… el insulto… la venganza… 
   Es por eso que Jesús nos dice: Mientras llevas tu ofrenda al altar,
y te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti: -deja tu ofrenda,
-ve primero a reconciliarte… -luego, regresa y presenta tu ofrenda.
¿Tiene sentido “oír Misa entera”, cuando hay pobres explotados
que -sin decirlo expresamente- tienen alguna queja contra nosotros
¿Cuántos creyentes vamos primero a reconciliarnos con ellos?
   En abril de 1514, le piden al sacerdote Bartolomé de Las Casas,
-terrateniente en Cuba y en Santo Domingo- celebrar la Eucaristía.
Él se prepara meditando el siguiente texto del libro del Eclesiástico:
Ofrecer algo adquirido injustamente es una ofrenda impura.
Robar lo que pertenece a los pobres y ofrecérselo a Dios
es como matar un hijo delante de su padre… (Eclo 34,18ss).
   Al tomar conciencia que como terrateniente explota a los indios,
Bartolomé de Las Casas decide no celebrar la Eucaristía,
pues, a Dios no le agrada la ofrenda impura, producto de los robos.
Solamente después de liberar a los indios, celebra la Eucaristía,
ofreciendo, ahora sí, el pan de viday el vino de salvación
Es un ejemplo de reconciliación que nos hace falta a los creyentes.

No cometas adulterio
   ¿Cuáles son las raíces profundas de un fracaso matrimonial?
¿Por qué tantos esposos llevan una vida matrimonial vacía?
¿Hasta cuándo soportarán las apariencias de un amor inexistente?
¿A qué se debe que él o ella buscan una nueva relación amorosa?
   En nuestros días, muchas personas acceden al matrimonio religioso 
por motivos superficiales: dinero… poder… belleza… fama…
Hay también personas inestables… inmaduras… frágiles…
que tendrán dificultades para ser fieles en el amor matrimonial.
   Estas deficiencias no se remedian con tres charlas prematrimoniales,
ni con los costosos y superfluos adornos, ni con la fiesta que sigue.
Hace falta una educación integral, para que la vida matrimonial
se fundamente en el amor por lo que “son” y no por lo que “tienen”.
Cosas como el dinero pasan, como pasan la juventud, fama y belleza.
En cambio, si se ama a esta persona con sus cualidades y defectos,
ese amor, cada día nuevo y creativo, crecerá con el paso de los años.

No jures
   Vivimos en una sociedad “cristiana” donde abundan promesas
y juramentos incumplidos, y para ello se usa el nombre de Dios.
Todo eso es una hipocresía que solo sirve para: robar… coimear…
mentir… explotar a las personas pobres… destruir la madre tierra…
   ¡Qué diferente la sabiduría de nuestros antepasados, los Incas!
Ellos decían: No seas ladrónNo seas flojoNo seas mentiroso
   Por lo dicho, no basta decir Palabra de Dios, hagamos su voluntad: 
*No oprimas ni maltrates a los emigrantes… No explotes a las viudas
ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos gritan a mí,
yo les escucharé y se encenderá mi cólera contra ustedes… (Ex 22).
Ay de las autoridades que se apacientan a sí mismas!
No fortalecen a las personas débiles, ni sanan a las enfermas.
No acogen a las descarriadas, ni buscan a las perdidas… (Ez 34).
Ay de los que corrompen la justicia… pisotean el derecho…
odian al que juzga rectamente… y detestan al testigo honrado!...
Yo conozco tus crímenes y tus pecados: -oprimes al inocente…
-aceptas sobornos… -atropellas a los pobres en el tribunal (Amós 5).
*Jesús nos dice: No juren por el cielo… ni por la tierra…
Digan sí, cuando es síy digan no, cuando es no
porque todo lo que se añade procede del demonio.
J. Castillo A.

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