Santísima Trinidad, ciclo B
Dt 4,32-40 - Rom
8,14-17 - Mt 28,16-20
El texto de san Mateo, escrito entre los años 80 y 90,
nos presenta
la
misión que Jesús confía a sus discípulos, de ayer y de hoy.
*Así como Jesús inicia el anuncio del
Reino, desde Galilea (Mt 4,12),
también
sus seguidores debemos hacerlo desde los
marginados.
*Se narra la importancia del bautismo… y el anuncio del Evangelio.
*Jesús no nos deja huérfanos, Él está con nosotros todos los días.
Hagan
que todos los pueblos sean mis discípulos
Cuando Jesús dice a sus discípulos: Se me ha dado pleno poder,
no
se trata de un poder (autoridad) para dominar, sino para servir.
Este
poder para servir ya fue reconocido por personas sencillas,
quienes,
al presenciar la curación de un paralítico,
alaban a Dios que ha dado tal poder a los hombres (Mt 9,1-8).
Recordemos
también las palabras de Jesús contra toda ambición:
Quien entre ustedes quiere ser grande, debe servir a los demás,
y el que quiere ser el primero, deberá ser esclavo de los demás.
Lo mismo que el Hijo del hombre que no vino
para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida… (Mt 20,25ss).
Ahora
bien, la misión que Jesús confía a sus discípulos/as,
consiste
en que todos los hombres y mujeres del mundo,
se
hagan seguidores de Jesús, de sus
enseñanzas y de sus obras.
No
se trata de adoctrinar, sino de anunciar el Reino de Dios,
para
vivir como hijos del Padre
(filiación),
y
como hermanos entre nosotros
(fraternidad).
Es
el mismo Jesús quien nos enseñó la oración del Padre nuestro,
pues
al ser sus hijos adoptivos, le decimos Abbá, Padre (2ª lectura).
Y
al ser hermanos entre nosotros, no
debe faltar el pan de cada día;
ojalá
sigamos el ejemplo de nuestros hermanos mayores en la fe:
Entre
ellos no había pobres, pues los que
tenían campos o casas,
los vendían y entregaban el dinero a los
apóstoles,
quienes repartían a cada uno según su necesidad (Hch 4,32ss).
Bautícenlos…
y anuncien el Evangelio
Después que Jesús fue bautizado con su
pueblo, en el río Jordán,
el Espíritu Santo desciende sobre
Él, y la voz del Padre dice:
Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido (Mt 3,13-17).
Tratándose
de nuestro bautismo, la fórmula del texto griego es:
Bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
No
olvidemos: que el ser humano es imagen de Dios (Gen 1,26),
y
que el templo de Dios es santo y ese
templo somos nosotros (1Cor 3).
Jesús
que enseña con autoridad y no como los
escribas (Mt 7,29),
nos
pide seguir su ejemplo: anunciar la Buena Noticia del Reino,
y sanar
toda clase de enfermedades y dolencias (Mt 9,35):
*Discurso del monte (5.1-7,29). Empieza
con las bienaventuranzas,
que
viene a ser un verdadero programa para los discípulos de Jesús.
*Discurso de instrucción a los doce apóstoles (10.1-11,1).
*Discurso sobre el Reino de los cielos, en siete parábolas (13,1-52).
*Discurso sobre la vida de la comunidad (18,1-35).
*Discurso sobre el fin de los tiempos (24,1-25,46). Al respecto,
tengamos
presente las palabras de Jesús, el Hijo del hombre:
Lo que hicieron a mis hermanos
insignificantes, me lo hicieron a mí.
Yo
estoy con ustedes
La presencia de Jesús entre nosotros, atraviesa el texto de Mateo.
*Refiriéndose al nacimiento de Jesús,
Mateo cita a Isaías que dice:
La virgen concebirá y dará a luz un hijo
que se llamará Emmanuel,
que significa: Dios con nosotros (Mt 1,22s, cf. Is 7,14).
Al
pronunciar este nombre, los cristianos creemos que Dios Padre
nos
acompaña y salva en su Hijo Jesús
(que significa: Dios Salva).
*En el discurso sobre la vida de la
comunidad,
Jesús
nos sigue diciendo: Donde dos o tres se
reúnen en mi nombre,
yo
estoy allí, en medio de ellos (Mt 18,20).
*Creemos que Jesús está con nosotros en la Eucaristía (Mt 26,26ss).
Nosotros
al participar en la Misa, ¿nos reunimos en su nombre?
*Tampoco debemos olvidar que Jesús está con nosotros,
en
sus hermanos que necesitan ayuda y solidaridad (Mt 25,31ss):
La Iglesia reconoce en los pobres la imagen de su Fundador pobre…
y procura servir en ellos a Cristo (Concilio Vaticano II, GS, n.8).
*Hoy, en medio de tantos problemas, no
perdamos la esperanza,
pues
Jesús
está con nosotros, hasta el fin del mundo (Mt 28).
J. Castillo A.
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