miércoles, 22 de agosto de 2018

Jesús tiene palabras de vida eterna

21º Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo B
Jos 24,1-18  -  Ef 5,21-32  -  Jn 6,60-69

   Al recorrer los pueblos y las ciudades de la región de Galilea,
Jesús anuncia el proyecto de vida que Dios Padre le ha confiado.
   Ahora bien, los terratenientes que se enriquecen explotando,
y los escribas y fariseos que imponen cargas insoportables,
y ellos mismos ni siquiera mueven un dedo para llevarlas (Lc 11,46);
¿aceptarán el proyecto de vida que Jesús anuncia y practica?

Lo que dice es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?
   Las enseñanzas y obras de Jesús sobre una vida plena y verdadera,
escandalizan no solo a los judíos que le escuchan en la sinagoga,
sino también a los fariseos, a los maestros de la ley, a los sacerdotes,
a los terratenientes, a los ricos, a las autoridades… Estos personajes,
según el evangelio de Juan, no están de acuerdo con Jesús que:
-purifica el templo de Jerusalén convertido en un mercado
-sana a un paralítico dejando de lado las observancias del sábado
-se ofrece como pan que da vida y como bebida de salvación
-libera a una mujer adúltera diciéndole: yo tampoco te condeno
-da capacidad de ver a un joven ciego, y deja ciegos a los que ven...
-llora por su amigo Lázaro que ha muerto, devolviéndole la vida
-nos pide amarnos mutuamente, dando la vida por el prójimo…
   Por actuar de esta manera: sus discípulos le abandonan (Jn 6,66),
sus familiares no creen en Él (Jn 7,5), los sacerdotes y fariseos
ordenan -en nombre de la religión- denunciar el paradero de Jesús,
para arrestarlo y darle muerte (Jn 11,47-57).
   Hoy, se persigue también a quienes trabajan por salvar
la vida de los seres humanos y la vida de nuestra madre tierra,
y por denunciar la industrialización salvaje y descontrolada (DA).
Sin embargo, debemos ser fieles a Jesús que también fue perseguido:
Si el mundo les odia, sepan que primero me odió a mí…
Si me han perseguido, también a ustedes les perseguirán…
Quien me odia a mí, odia al Padre… (Jn 15,18ss).

Las palabras que les digo son espíritu y vida
   Cuando Jesús se da cuenta que muchos de sus discípulos le critican,
responde: las palabras que les digo son espíritu y son vida.
   Al respecto recordemos lo que Jesús dice a la samaritana:
Créeme, mujer, llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén,
se dará culto al Padre… Ha llegado la hora, en que los verdaderos
adoradores, adorarán al Padre en espíritu y en verdad,
esos son los adoradores que busca el Padre. Dios es Espíritu,
y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y verdad (Jn 4,21ss).
   Actualmente: ¿Por qué hay católicos que abandonan la Iglesia?
¿No será porque escuchan: temas teóricos que a nadie le interesa…
y respuestas complicadas que nadie entiende…?
   El verdadero servicio que debemos ofrecer en nuestros días,
es poner al alcance de los hombres y mujeres de buena voluntad,
la persona de Jesús, la Buena Noticia que anuncia y sus obras
siendo breves para que nos escuchen, claros para que entiendan,
y auténticos (respaldado con nuestro testimonio) para que nos crean.
   Tengamos presente también que el Evangelio: -es vida y verdad
-es camino para construir una sociedad justa, humana, fraterna…
-es fruto del amor de Jesús a Dios Padre y a nosotros sus hermanos.
  
Señor, ¿a quién acudiremos? Tú tienes palabras de vida eterna
   El mensaje de Jesús pide optar: o nos comprometemos con la vida
o permanecemos esclavos con proyectos de explotación y muerte
   Al ver que muchos de sus discípulos le abandonan y no andan con Él
(inicialmente fueron más de cinco mil personas que se alimentaron),
Jesús toma la iniciativa, se dirige al grupo de los Doce, y pregunta:
¿También ustedes quieren abandonarme?
   La respuesta de Simón Pedro es una verdadera confesión de fe:
Señor, ¿a quién acudiremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
   Desde entonces, Jesús da preferencia a los pequeños grupos:
Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos.
Tengamos presente que nuestros obispos en Aparecida (nº 308) dijeron:
Las pequeñas comunidades eclesiales son un ámbito propicio para:
-escuchar la Palabra de Dios, -vivir la fraternidad,
-animar en la oración, -profundizar procesos de formación en la fe,
-fortalecer el compromiso de ser apóstoles en la sociedad de hoy.
Ellas son lugares de experiencia cristiana y evangelización.
J. Castillo A. 

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