domingo, 26 de abril de 2020

Carta a los Padres de Primera Comunión 2020



CARTA A LOS PADRES DE LAS 
PRIMERAS COMUNIONES 2020

Queridos  amigos. 


Este domingo deberíamos estar todos muy ocupados preparando la celebración que tendríamos el próximo sábado. Durante la semana hubiéramos tenido las confesiones y ensayos. 

No ha podido ser así. Pero no lo debemos tomar como una catástrofe. Si algo aprendemos en las catequesis es a mirar las cosas con la paciencia de Dios, desde arriba y no desde nuestras estrecheces.  No nos enfademos porque las cosas  no acontecen  como nosotros queremos. Al final siempre es Dios el que tiene la última palabra.Y pensemos que no somos nosotros con nuestros frustrados planes de comuniones los más tocados por la pandemia. 

Deciros que, aunque damos por concluidas las catequesis eso no quiere decir que ya ha terminado el curso y ya habrá un día en que recojamos el diploma. 

Me gustaría que entendierais eso que os he repetido tantas veces: que no es lo mismo "catequesis" que "clase de religión". Os lo dije desde el principio: no se trata en catequesis de "saber de Dios y de la Iglesia" sino de "saborear a Dios en su Iglesia". Si los niños han aprendido a vivir a Dios en su vida y en la vida de la  Iglesia, en la comunidad parroquial,  habremos conseguido el objetivo; sino habremos perdido el tiempo. 

Recordad el título de los catecismos: Mi amigo Jesús el primer año, y Con Jesús en su Iglesia. Si Dios y la Iglesia no han calado en el corazón de vuestras familias  y de vuestro hijo o hija, hemos perdido el tiempo domingo tras domingo.

 Si no os ha calado nada del Espíritu de Dios puede que los niños reciban en su día la Comunión y tendrán su fiesta y sus regalos, pero no volverán a acercarse a Dios ni a la Parroquia, y habremos perdido una oportunidad  para desarrollar la dimensión espiritual de la vida en ellos y en nosotros. ¡Sería una pena que todo quedara en una exaltación de la vanidad y el consumo!

¡Cuántas veces me habéis oído decir que "para este viaje no nos hacen falta alforjas".  De ser así hubieran sobrado las catequesis, y lo que es  peor, si las habéis aguantado porque no quedaba otra, solo habrán sido una especie de tortura cuyo fruto evidente será un mayor alejamiento de Dios y de la religión, y una rendición a la esclavitud social de la apariencia.

Si la meta de la asistencia a catequesis es hacer una fiesta profana, un simple banquete, todo lo aprendido estos años habrá sido un fracaso; y sobre todo este año, porque las circunstancias no nos permiten culminar el proceso de  tal como teníamos previsto. 

No sólo se ha tenido que aparcar la fecha del dos de Mayo para la Misa de la Comunión, sino también como fecha señalada  para  celebrar esa comida en el restaurante, en casa o en el campo, con la  familia y los amigos. Por cierto, haceros a la idea de que, aunque los locales de hostelería abran en fechas próximas, van a tener limitaciones como separación entre personas, número limitado de comensales, etc... 


El objetivo primero de las Catequesis de Comunión es "comulgar con Cristo en y con su Iglesia". Si alguna familia lo tiene asumido así, independientemente de que en su momento hiciéramos una Celebración Solemne (Comunión solemne comunitaria), cuando se permita celebrar la Misa con asistencia de fieles (que probablemente también será limitada en número, en Alemania han puesto el límite en 50 personas por misa y separadas dos metros) no hay inconveniente por mi parte para que los niños comulguen cuando lo decidáis. En grupo o individualmente. En otro momento podemos hacer la "Comunión Solemne" en grupo. 

Mi propuesta -repito que "propuesta", no imposición ni obligación- es muy simple: acercar a los niños a la Eucaristía. Que motivos tan profanos como la disposición de un local para celebrar un banquete o la imposibilidad de reunir a más invitados de los que permitan las normas sanitarias, no sean impedimento para participar en el acto sagrado de comulgar

Creo que no sería un mal testimonio hacer ver a los niños, de forma práctica y real,   que la comunión tiene valor en sí misma, independientemente de que haya después un banquete ostentoso y unos regalos que a veces roban al niño el espacio interior que necesitan para valorar adecuadamente el amor de Jesús que reciben en la Eucaristía.

Soy consciente de que también a los mayores nos cuesta aceptar la Comunión despojada de sus adornos sociales y económicos. Necesitamos para ello una sincera conversión. Comulgar ¿para qué?, dirán algunos. Quien piense así que medite si merece la pena echar mano de la Iglesia para justificar una fiesta. 

En fin, espero que podamos hablar de todo esto pronto a fin de organizarnos y hacer lo más conveniente para los niños. Pensemos en ellos. No nos obsesionemos los mayores con quedar bien a costa de ellos. El sentido común, no la vanidad ni la ostentación, debería ser  nuestro consejero.  

Por favor, no organicéis sobre esto un debate por wasap. Sólo es una reflexión para cada familia. Cuando podamos reunirnos opinamos cada uno con respeto y decidimos lo que hacer. Yo no voy a imponer nada sobre días y modos, seréis vosotros, cada uno libremente, quienes decidáis. Estas letras son solo una invitación a reflexionar pausadamente mientras vienen tiempos mejores. 

La paz del Señor para todos, especialmente a los niños y niñas.Que Dios nos bendiga. Ánimo y confianza. Todo  irá bien.

Vuestro párroco: Casto Acedo. 

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