jueves, 9 de abril de 2020

Eucaristía y amor (Jueves Santo)


No hay duda de que el hombre, más allá de la salud, el alimento, el vestido, y todo lo que supone tener cubiertas las necesidades materiales, tiene ante todo necesidad de amor; en su doble vertiente: necesidad de ser amado y necesidad de amar. Sin amor no hay vida, porque , si hay algo que nos define como humanos es esa capacidad de dar-nos y recibir libremente del Otro y de los otros la vida que nos dan.

Pues bien, el Jueves Santo es el día del Amor; amor como necesidad de recibir y amor como necesidad de dar. Ambas cosas se expresan en versículos del Evangelio que todo cristiano que se precie de serlo  lleva grabados en su corazón: “Amarás a Dios sobre todas las cosas, y el prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27). “El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor” (1 Jn 4,8), “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn13,34). “No consiste el amor en que nosotros amemos, sino en que Él nos amó primero" (1Jn 4,19). “Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). 

La tradición cristiana carga las tintas en el dar por encima del recibir. La madurez del amor es la del que se entrega por todos, incluidos los enemigos (cf Mt 5,44). Amor gratuito, que no espera ser compensado. La virtud del amor lleva en sí misma  el premio; el que ama lo tiene todo cumplido (cf Rm 13,10), que es lo mismo que decir que ha encontrado el sentido a su vida.


Estos días de Jueves Santo y Triduo Pascual son, primeramente, una llamada a tomar conciencia y a gustar del amor de Dios entregado en Jesucristo. Ser cristiano es propiamente haber experimentado ese amor. Se trata de la misma gozosa experiencia de cualquier amado/a cuando, después de años buscando con ansiedad el amor de su vida, lo encuentra y recibe el sí de su amada/a. 

Todo a su alrededor se transforma; lo que antes le parecía hosco, oscuro y pesado, adquiere suavidad, levedad y luz. Pues bien, en la tarde del Jueves Santo Dios te escribe una carta de amor declarándo su pasión por tí. Dios mismo se ciñe la toalla, toma la jofaina, y amándote tal y como eres, incluido tu pecado, te dice que te quiere lavándote los pies.

Simón Pedro se escandalizó de un amor así: “¿lavarme los pies a mí? … No me lavarás los pies jamás”. Y Jesús le invitó fiarse del amor, porque el amor no siempre es comprensible a primera vista: “Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo entenderás más tarde” (cf Jn 13,5-8). El amor de Dios rompe todos los esquemas. ¡Cuesta creer que Dios nos ama! Por eso tendemos a fabricarnos un Dios más soberbio que humilde, más severo que dulce, más vengativo que misericordioso. El Jueves Santo Dios quiere que le conozcas de verdad como el que es: Dios Amor. ¡Créetelo!


















Y, junto al amor de Dios, tu amor. Dios te ama; si lo crees ya tienes cubierta tu necesidad de “ser amado”. Y si es cierto aquello de que bonum est diffusibum sui (el bien tiende por sí mismo a expandirse), el mismo amor de Dios te llevará espontáneamente a amar a tu prójimo. Es la dinámica imparable del verdadero amor. 

Todavía hay quien se pregunta por qué le cuesta tanto amar a su hermano. La razón puede estar en que aún sigue pensando en el amor como pasivo (ser amado) y no activo (amar). Hay quien cree que ama a Dios, pero no es cierto, se ama a sí mismo, y de sí mismo lo espera todo; su vida de amor la confunde con una vida de cumplimiento de leyes y normas de conducta. 

Querer amar sin haberse llenado antes del Amor es imposible. ¿Se puede amar sin ser amado? ¿Se puede ser cristiano (amar) sin Cristo (amor)? Déjate abrazar por su amor en estos días santos. Y no pierdas de vista mirarte a ti mismo, sobre todo allí donde aún no amas y tienes el reto de amar.


Y una última palabra: no confundas el “amor-sentimiento de placer” con el amor verdadero, como si lo que debieras hacer es esperar a que te vengan las ganas de amar. ¡De ninguna manera! El amor verdadero no es un capricho, a veces duele, y por eso es una decisión más que un deseo.

 ¿Acaso la cruz fue un placer para Jesús? Animado por su amor decídete a amar con y como Él; ejerce tu sacerdocio, da un paso adelante y entrega tu cuerpo y tu sangre por la causa de la reconciliación, de la justicia, de la salvación del mundo. Comienza acercándote hoy a Cristo que te ama en la Eucaristía y luego déjate arrastrar por su fuerza hacia quien sabes que tienes que amar más.
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Casto Acedo. Abril, 2020 paduamerida@gmail.

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