miércoles, 8 de julio de 2020

Salir a sembrar

15º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 55,10-11  -  Rom 8,18-23  -  Mt 13,1-23

   Cuando se da más importancia a tener cosas y no a ser persona,
nuestras comunidades cristianas deben sembrar -como hace Jesús-
palabras y obras de vida, de esperanza, de misericordia:
-sembrar gracia y santidad, donde hay egoísmo y pecado,
-sembrar amor y vida, donde hay odio y muerte,
-sembrar verdad y libertad, donde hay mentira y opresión,
-sembrar justicia y paz, donde hay corrupción y violencia.

Jesús es el sembrador
     Un día el campesino despertó / con la luz de un feliz amanecer,
     y luego lentamente caminó / y bajó al valle azul para sembrar.
Tras él la tierra se cubrió / de verdor, de amor y paz,
después la rama floreció / y el sol brilló en el trigal.
     Cuando el campesino descansó / al llegar un feliz atardecer,
     el cielo al ver su marcha sollozó / y empezó a llover cuando se fue.
   Jesús está sentado a orillas del lago de Galilea… sube a una barca
y enseña a la gente diciendo: El sembrador sale a sembrar
El que siembra es Jesús quien -con palabras, obras y gestos audaces-
anuncia la Buena Noticia del Reino de Dios y sana a los enfermos.
Para que esta misión de sembrar continúe, el Profeta de Nazaret
-mientras enseña por ciudades y pueblos- va formando discípulos/as
para que sean -como Él- sembradores/as de la buena semilla.
   Al respecto, desde su propia experiencia campesina Jesús nos dice:
Alcen los ojos y vean los campos que ya  maduraron para la cosecha.
El segador ya recibe su salario y cosecha frutos para la vida eterna,
así el sembrador participa también en la alegría del segador.
De este modo se cumple el refrán: Unos siembran y otros cosechan.
Yo les he enviado a cosechar donde otros han trabajado,
 y ustedes ahora recogen el fruto de sus esfuerzos (Jn 4,35ss).
   Teniendo presente el mensaje de Jesús, en las diócesis y parroquias,
¿hay continuidad con nuestros proyectos pastorales?

La buena semilla son las personas del Reino
Ayer sembré una semilla, bien regada la dejé,
tal vez estará llorando por lo mal que la traté,
tal vez estará diciendo me muero en la oscuridad,
si yo nací para la vida, ¿por qué me habrán de enterrar?
   Para Jesús no es fácil sembrar la semilla de la Palabra de Dios, pero
jamás pierde la esperanza. Busca, incluso, que los escribas, fariseos
y publicanos se conviertan (Mt 13,52;  Lc 14,1ss;  19,1ss;   Jn 3,1ss).
   ¿Qué debemos hacer, en una sociedad donde el capitalismo salvaje
destruye la tierra y oprime a la gente sencilla?... Oír a Jesús que dice:
Si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda solo,
pero si muere, da abundante cosecha.
El que ama su vida, la pierde; pero el que la arriesga en este mundo,
la conserva para la vida eterna (Jn 12,24ss).
¿Hay diálogo entre la sabiduría de unos y la esperanza de otros?

El campo es el mundo
La vida es un largo surco, que abrió la mano de Dios,
semillita sepultada, buscamos la luz del sol,
la espera a veces es larga, y larga la soledad,
y hasta tememos a veces, si solo habrá oscuridad.
  Veamos el terreno que es el mundo… con los mismos ojos
con que Jesús contempla la sociedad de su tiempo (DGC, 1997, n.16).
   Son millones -dice Juan Pablo II- los que carecen de esperanza
debido al hecho de que, en muchos lugares de la tierra,
su situación se ha agravado sensiblemente.
Y añade: Ante estos dramas de total indigencia y necesidad,
en que viven muchos de nuestros hermanos y hermanas,
es el mismo Señor Jesús que viene a interpelarnos (SRS, 1987, n.13).
   Los responsables de tantas injusticas: Oyen pero no entienden,
miran pero no ven, tienen el corazón endurecido (Is 6,9s).
Una vez más, se cumple lo que dice Dios al profeta Ezequiel:
Hijo de hombre, yo te envío a un pueblo que se ha rebelado contra mí.
Son personas de corazón endurecido… Ya sea que te escuchen o no,
sabrán que hay un profeta en medio de ellos (Ez 2,3ss).
   Los creyentes y personas de buena voluntad: ¿Cuidamos la tierra?
¿Defendemos los derechos elementales de las empleadas de casas
particulares y de los trabajadores de limpieza pública?
J. Castillo A.

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