miércoles, 3 de junio de 2020

Dios es amor, amigo de la vida

Santísima Trinidad, ciclo A
Ex 34,4-9  -  2Cor 13,11-13  -  Jn 3,16-18

   Sobre la Santísima Trinidad no basta repetir palabras filosóficas,
tales como: substancia, persona, relación… (CCE 251s).
Lo importante es: -Amar a Dios Padre, porque Él nos amó primero.
-Seguir a Jesús, el Hijo amado del Padre, que nos da vida plena.
-Volver a nacer del agua y del Espíritu Santo (Jn 3,3ss).

Tanto amó Dios al mundo
   A Nicodemo, un fariseo importante, Jesús le dice:
Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único,
para que no se pierda quien cree en Él, sino tenga vida eterna.
   Creemos en Dios, Padre misericordioso y compasivo (1ª lectura),
porque Él nos ha creado a su imagen y semejanza (Gen 1,26s).
Por eso, jamás debemos olvidar que la gloria de Dios consiste,
no en los adornos y ritos, sino que los seres humanos tengan vida.
Porque, movido de amor, Dios habla como amigo a los hombres,
trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía (DV, 2).
   Sigamos el ejemplo de Jesús que nos sigue amando:   
*Jesús ama a una familia de Betania:
Él ama a Marta, a su hermana María y a Lázaro (Jn 11,5).
Y al llorar delante de la tumba de Lázaro, los judíos dicen:
Miren, ¡cuánto lo quería! (Jn 11,35s).
*Jesús realiza su misión como una manifestación de amor:
Después de haber amado a los suyos…los amó hasta el fin (Jn 13,1).
En este amor, Jesús manifiesta su profunda identidad con el Padre:
Como el Padre me amó, así también yo les he amado (Jn 15,9).
Este es mi mandamiento: Ámense unos a otros como yo les amo.
El amor más grande está en dar la vida por sus amigos (Jn 15,12s).
*Juan define así el amor de Cristo: En esto conocemos el amor,
porque Él dio su vida por nosotros. Así también, nosotros debemos
dar la vida por nuestros hermanos… Que nuestro amor no sea
solo de palabra, sino que se demuestre con hechos (1 Jn 3,16ss).

Jesús, el Hijo amado del Padre, viene a salvar
   En el diálogo con Nicodemo, Jesús le anuncia esta Buena Noticia:
Dios envió a su Hijo al mundo no para condenar, sino para salvar.
La salvación que Dios nos ofrece, podemos acogerla o rechazarla,
eso depende si aceptamos la luz de la verdad, o preferimos la tiniebla.
   Jesús cumple la misión que el Padre le confió, anunciando el Reino.
Y para que su misión continúe, llama y forma discípulos/as, quienes
deben anunciar el Reino de Dios, siguiendo el ejemplo del Maestro.
   Entre otros llamados, meditemos en el siguiente texto evangélico:
Al ver que Andrés y Juan le siguen, Jesús pregunta: ¿Qué buscan?
Contestan: Maestro, ¿dónde vives? Jesús les dice: Vengan y vean.
Ellos van y ven dónde vive, y se quedan con Él (Jn 1,35ss).
   Tiempo después, en el lago de Galilea, Jesús le dice a Pedro:
Cuando eras más joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías,
cuando seas viejo, otro te atará y te llevará a donde no quieras.
Le decía esto, indicándole con qué muerte iba a glorificar a Dios.
Luego, Jesús añade: ¡Sígueme! (Jn 21,18ss). Sigamos a Jesús, hoy,
desde su nacimiento en un establo… hasta su muerte en una cruz.

Volver a nacer del agua y del Espíritu
   Sobre el bautismo, Jesús dice a Nicodemo: Nadie puede entrar
en el Reino de Dios, si no vuelve a nacer del agua y del Espíritu.
*Volvemos a nacer en el bautismo para vivir como hijos de Dios,
y como hermanos entre nosotros, dejándonos conducir por el espíritu
y la verdad, pues Dios es Espíritu y Verdad (Jn 4,23s).
*Volver a nacer, como dice el profeta Isaías, es el camino para:
romper las cadenas injustas… dejar libres a los oprimidos…
acabar con toda tiranía…compartir nuestro pan con el hambriento…
hospedar al forastero… vestir al desnudo… (Is 58,6ss; cf. Mt 25).
*Para cambiar las desigualdades sociales, hace falta volver a nacer,
es decir, convertirnos, cambiar nuestra manera de pensar y de vivir.
Solo así habrá: justicia y paz, verdad y libertad, amor y vida. Hoy,
hace falta seguir a Jesús que habla y actúa en favor de los pobres.
-Vende cuanto tienes, repártelo a los pobres y sígueme (Mc 10,21).
-Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios con el Espíritu Santo,
y caminó haciendo el bien y sanando a los enfermos (Hch 10,38).
¿Por qué hay “creyentes” que dicen con la boca: ¡Señor, Señor!,
pero su corazón está lejos de Dios? (Mt 7,21;  Mc 7,6s). 
J. Castillo A.

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