miércoles, 23 de septiembre de 2015

Hacer el bien no tiene fronteras

Domingo XXVI, Tiempo Ordinario, ciclo B
Núm 11,25-29  -  Stgo 5,1-6  -  Mc 9,38-48

   En la época de Jesús y en nuestros días, hay creyentes que al ver
a un herido abandonado en el camino, no hacen nada para auxiliarle.
En cambio, hay personas rechazadas por la religión oficial, que se
compadecen y hacen el bien para salvar al herido (Lc 10). Al respecto,
escuchemos a San Agustín: Muchos que parecen dentro están fuera…
y muchos que parecen fuera están dentro (Tratado sobre el bautismo).

El mensaje de Jesús no es monopolio de nadie
   Los discípulos de Jesús tratan de impedir la acción de un hombre
que sana a los enfermos, devolviéndoles vida, dignidad, libertad.
Alegan que: actúa en nombre de Jesús… pero no es de los nuestros
   Ellos se consideran “propietarios únicos” de la misión de Jesús
y, por eso, no valoran el bien que hace aquel “discípulo anónimo”.
¿Para hacer el bien debemos someternos a ciertos grupos y esquemas?
¿Son “rivales” aquellos que trabajan por una sociedad más humana?
¿No será mejor actuar para que todo el pueblo sea profeta? (1ª lectura).
   El Maestro Jesús corrige “el espíritu mezquino” de sus discípulos:
El que hace un milagro en mi nombre no puede hablar mal de mí.
Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.
   Al respecto, en La Habana, Leonardo Fernández pidió al Papa:
Ayúdenos Santo Padre a ser jóvenes que sepamos acoger al que
piensa diferente, que no nos encerremos en los conventillos de las
religiones o las ideologías. Luego añadió: Que nuestra patria sea una
tierra de reconciliación y un espacio para la cultura del encuentro.
   Al escuchar esta petición, el Papa Francisco dijo muy emocionado:
Y yo a ustedes, jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque
tengan su punto de vista diferente, quiero que vayan acompañados,
juntos, buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de la
patria (…). Por favor, no nos “desencontremos” entre nosotros
mismos. Vayamos acompañados, encontrados, aunque pensemos
distinto, aunque sintamos distinto (La Habana, 20 septiembre 2015).

¡Ay de los que escandalizan a uno de estos pequeños!
   Jesús sigue formando al pequeño grupo de sus seguidores, para
que se comprometan en hacer realidad el Reino de Dios y su justicia.
Nadie puede ser discípulo de Jesús y, al mismo tiempo, escandalizar
-con su manera de actuar- a los pequeños, a los creyentes más débiles,
pues, al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor
sería que lo arrojen al mar con una piedra de molino atada al cuello.
Es por eso que Jesús emplea imágenes muy duras, para que cada uno
examinemos nuestra vida, pues lo que está en juego es lo siguiente:
entrar en el Reino de Dios… o ser arrojados al basurero
   Hoy, lamentablemente, vivimos en una sociedad escandalosa donde
hay un abismo entre ricos y pobres: El lujo de unos pocos se convierte
en insulto contra la miseria de las grandes masas (DP, 1979, n.28).
También sigue cuestionándonos lo que dijeron nuestros obispos,
en Medellín (1968): En el contexto de pobreza y aun de miseria
en que vive la gran mayoría del pueblo latinoamericano, los obispos,
sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta
seguridad; mientras los pobres carecen de lo indispensable y se
debaten entre la angustia y la incertidumbre (Pobreza de la Iglesia).
   ¿Con nuestros ojos… pies… y manos… hacemos el bien o el mal?
*Las manos tienen relación con nuestras actividades de cada día.
Como Jesús, debemos emplear nuestras manos para dar de comer,
para abrazar y bendecir a los indefensos, para acoger a los excluidos.
Sin embargo, hay personas que usan sus manos para incrementar sus
riquezas sin pagar el salario a sus trabajadores, para llevar una vida
de lujo y placeres, para condenar y asesinar al inocente (2ª lectura).
Si tu mano te hace caer, córtatela… renuncia a ese modo de actuar.
*Los pies nos hablan del camino: a dónde vamos… a quién seguimos.
Caminando tras los pasos de Jesús, busquemos a las ovejas perdidas,
y demos vida a las personas heridas y abandonadas en el camino.
Otros, en cambio, recorren mar y tierra para amontonar oro y plata.
Si tu pie te hace caer, córtatelo… abandona esos caminos herrados.
*Los ojos expresan nuestros deseos y aspiraciones más profundas.
Quien tiene ojo bueno ve con el corazón, es compasivo como Jesús,
está atento para acoger a los marginados por la sociedad y la religión.
En cambio, el que tiene ojo malo está lleno de codicia y ambición.
Si tu ojo te hace caer, sácatelo… aprende a ver con el corazón.
J. Castillo A.

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