Domingo XXVI, Tiempo Ordinario, ciclo B
Núm 11,25-29 - Stgo
5,1-6 -
Mc 9,38-48
En la época de Jesús y en nuestros días, hay creyentes que al ver
a
un herido abandonado en el camino, no hacen nada para auxiliarle.
En
cambio, hay personas rechazadas por la
religión oficial, que se
compadecen
y hacen el bien para salvar al herido (Lc 10). Al respecto,
escuchemos
a San Agustín: Muchos que parecen dentro
están fuera…
y muchos que parecen fuera están dentro (Tratado sobre
el bautismo).
El
mensaje de Jesús no es monopolio de nadie
Los discípulos de Jesús tratan de impedir
la acción de un hombre
que
sana a los enfermos, devolviéndoles vida, dignidad, libertad.
Alegan
que: actúa en nombre de Jesús… pero no es de los nuestros…
Ellos
se consideran “propietarios únicos” de la misión de Jesús
y,
por eso, no valoran el bien que hace aquel “discípulo anónimo”.
¿Para
hacer el bien debemos someternos a ciertos grupos y esquemas?
¿Son
“rivales” aquellos que trabajan por una sociedad más humana?
¿No
será mejor actuar para que todo el pueblo sea profeta? (1ª lectura).
El
Maestro Jesús corrige “el espíritu mezquino” de sus discípulos:
El
que hace un milagro en mi nombre no puede hablar mal de mí.
Quien
no está contra nosotros, está a nuestro favor.
Al respecto, en La Habana, Leonardo
Fernández pidió al Papa:
Ayúdenos Santo Padre a ser jóvenes que
sepamos acoger al que
piensa
diferente, que no nos
encerremos en los conventillos de las
religiones o las ideologías. Luego
añadió: Que nuestra patria sea una
tierra
de reconciliación y un espacio para la cultura del encuentro.
Al
escuchar esta petición, el Papa Francisco dijo muy emocionado:
Y yo a ustedes, jóvenes cubanos, aunque piensen diferente, aunque
tengan
su punto de vista diferente, quiero que vayan acompañados,
juntos, buscando la esperanza, buscando el futuro y la
nobleza de la
patria (…). Por favor, no nos
“desencontremos” entre nosotros
mismos. Vayamos acompañados, encontrados, aunque pensemos
distinto,
aunque sintamos distinto (La Habana, 20 septiembre 2015).
¡Ay
de los que escandalizan a uno de estos pequeños!
Jesús sigue formando al pequeño grupo de
sus seguidores, para
que
se comprometan en hacer realidad el Reino
de Dios y su justicia.
Nadie
puede ser discípulo de Jesús y, al mismo tiempo, escandalizar
-con
su manera de actuar- a los pequeños, a los creyentes más débiles,
pues,
al que escandalice a uno de estos
pequeños que creen, mejor
sería que lo arrojen al mar con una
piedra de molino atada al cuello.
Es
por eso que Jesús emplea imágenes muy duras, para que cada uno
examinemos
nuestra vida, pues lo que está en juego es lo siguiente:
entrar en el Reino de Dios… o ser arrojados al basurero…
Hoy,
lamentablemente, vivimos en una sociedad escandalosa donde
hay
un abismo entre ricos y pobres: El lujo
de unos pocos se convierte
en insulto contra la miseria de las
grandes masas
(DP, 1979, n.28).
También
sigue cuestionándonos lo que dijeron nuestros obispos,
en
Medellín (1968): En el contexto de
pobreza y aun de miseria
en que vive la gran mayoría del pueblo
latinoamericano, los obispos,
sacerdotes y religiosos tenemos lo
necesario para la vida y una cierta
seguridad; mientras los pobres carecen de lo indispensable y se
debaten entre la angustia y la
incertidumbre
(Pobreza de la Iglesia).
¿Con nuestros ojos… pies… y manos… hacemos el bien o el mal?
*Las manos tienen relación con nuestras
actividades de cada día.
Como
Jesús, debemos emplear nuestras manos para dar de comer,
para
abrazar y bendecir a los indefensos, para acoger a los excluidos.
Sin
embargo, hay personas que usan sus manos para incrementar sus
riquezas
sin pagar el salario a sus trabajadores, para llevar una vida
de
lujo y placeres, para condenar y asesinar al inocente (2ª lectura).
Si tu mano te hace caer, córtatela… renuncia a ese
modo de actuar.
*Los pies nos hablan del camino: a dónde
vamos… a quién seguimos.
Caminando
tras los pasos de Jesús, busquemos a las ovejas perdidas,
y
demos vida a las personas heridas y abandonadas en el camino.
Otros,
en cambio, recorren mar y tierra para amontonar oro y plata.
Si tu pie te hace caer, córtatelo… abandona esos
caminos herrados.
*Los ojos expresan nuestros deseos y
aspiraciones más profundas.
Quien
tiene ojo bueno ve con el corazón, es compasivo como Jesús,
está
atento para acoger a los marginados por la sociedad y la religión.
En
cambio, el que tiene ojo malo está lleno de codicia y ambición.
Si tu ojo te hace caer, sácatelo… aprende a ver
con el corazón.
J. Castillo A.
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