jueves, 7 de enero de 2021

Bautismo del Señor (10 de Enero)



Hay momentos en la vida en los que uno arriesga y se la juega. Pongamos el ejemplo del examen de oposiciones, o el momento en que se contrae matrimonio o se da el paso de ordenarse sacerdote o consagrarse en una orden religiosa, o cuando se realiza una tarea arriesgada de la que se sale ileso y triunfante. Hablamos entonces del “bautismo de fuego”, de ese momento que supuso un paso importante en la vida de una persona. Hay un antes y un después.

Es curioso que para expresar esos momentos clave se use la palabra “bautismo” como signo del “paso” de una situación a otra; incluso podríamos decir de un “ser” a otro. Se era estudiante, ahora licenciado; se era opositor, ahora médico o funcionario; se era novio/a, ahora esposo/a; se era seminarista, ahora sacerdote; se era un policía novato y tras la prueba de fuego de una misión real se es un policía experimentado y en toda regla. La palabra “bautismo de fuego” es usada aquí, pues, como momento que indica el tránsito de una realidad de ser a otra, y por extensión de un modo de vida a otro.

Pues bien, el paso por el bautismo de Juan supuso para Jesús un acto crucial. Acercándose al Bautista la vida de Jesús sufre un cambio profundo; pasa de privada a ser pública, de escondida a descubierta.

Jesús, tal como lo conocemos por la fe, no tenía pecado, y por tanto no necesitaba de hecho el bautismo de Juan, que era un bautismo de conversión; sin embargo, realiza el gesto de unirse a los pecadores, de solidarizarse con los que sufren la humillación de no poder vivir en libertad a causa de su miedo, su pereza, sus frustraciones o su avaricia desmedida e insuperable.

Allí, entre pecadores, Jesús comienza explícitamente su misión evangelizadora, y con ese gesto de humildad manifiesta su dignidad y su ser: “Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al espíritu santo bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: ´Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto´”. 

Suenan esas palabras en el momento en que Jesús se acerca a Juan y es sumergido en las aguas del Jordán; pero esas mismas palabras adquieren su más genuino sentido en la hora de la Cruz, bautismo de fuego de Jesús por excelencia, donde su fidelidad irradia todo su esplendor cerrando así el círculo de su Bautismo: del rito a la fidelidad, de la celebración a la realización. 

Cuando en el contexto del bautismo Juan señala a Jesús como "el cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1,29) está dirigiendo nuestra mirada hacia la cruz, donde pende ese Cordero Redentor, donde todos los pecados del mundo golpean su cuerpo y, al ser asumidos por Él, somos liberados de ellos por la infinita misericordia de Dios. "Sus heridas nos han curado" (Is 53,5; 1Pe 2,24); en la cruz está la fuente bautismal. 

La Fiesta del bautismo de Jesús es una excelente oportunidad para plantearnos el sentido que tiene para cada uno el propio bautismo. O el sentido que damos al bautismo de nuestros niños. ¿Significa algo  el bautismo? ¿Tiene alguna conexión con tu vida? Más allá del cumplimiento ritualista y la participación en unos cultos, ¿sería distinta tu vida  algo en tu sin el bautismo? Dicho más llanamente: te bautizaron con agua, pero ¿has recibido tu bautismo de fuego cristiano? “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mt 3,11), dice el Bautista refiriéndose a Jesús.

Es día oportuno para preguntarnos si la prueba de fuego de nuestra fe la hemos superado, si en los momentos de tentación, de sufrimiento, de sinsentidos, de críticas, de dificultades familiares, en los momentos de cruz, hemos mantenido la fidelidad recurriendo a la fe en Dios Padre, manteniéndonos firmes como Jesús en la cruz; Él llevó su bautismo hasta el final. Y Dios Padre lo resucitó. 

¿Y tú? ¿Esperas resucitar sin morir previamente a tu ego viviendo en entrega a Dios y a los hermanos? ¿Has llegado ya a sumergirte con Cristo en las aguas de la cruz, has purificado tu alma de todo pecado, has dado muerte a tu ego  para resucitar a la vida nueva?  Tu bautismo no solo te confiere una identidad, también te impone una tarea. Esa tarea es la voluntad de Dios sobre tu vida, su polan par ti. ¡Descubre y cumple la misión que Dios te ha encomendado!

La vida cristiana es una constante renovación de la gracia del bautismo. La vida plena se alcanza viviendo en cada momento la voluntad de Dios. Déjate llevar por ella. 

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Casto Acedo. paduamerida@gmail. com Enero 2021 


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