domingo, 6 de diciembre de 2015

Una voz grita en el desierto

2º Domingo de Adviento (ciclo C)
Baruc 5,1-9  -  Flp, 1,4-11  -  Lc 3,1-6

Desde el siglo 6º antes de Cristo, el pueblo de Israel no tiene profetas:
Ya no tenemos profetas y nadie sabe hasta cuándo (Sal 74,9).
   Siglos después, Dios habla pero no en Roma ni en Jerusalén, sino
en el desierto, donde está el profeta Juan, hijo de Zacarías e Isabel.
Desde el desierto, Juan predica un bautismo de conversión… prepara
el camino del Señor… anuncia que todos verán la salvación de Dios.

Juan predica un bautismo de conversión
   Juan el Bautista, sacerdote rural como su padre Zacarías,
deja sus labores del templo y se va al desierto a orillas del Jordán,
donde vive con sencillez, oye la voz de Dios y la pone en práctica.
   Desde el desierto, Juan predica un bautismo de conversión,
que no se reduce a un rito: sumergirse en las aguas del Jordán,
sino en mostrar los frutos de una sincera conversión.
   Luego, para que la gente no piense que él es el Mesías, anuncia:
Yo les bautizo con agua, pero viene uno con más autoridad que yo…
Él les bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Más tarde,
con el pueblo que viene a bautizarse, Juan bautiza a Jesús.
   Durante su juventud, Agustín de Hipona (354-430) busca a Dios,
entre luces y sombras; y esta búsqueda sincera lo lleva a exclamar:
¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? ¿Mañana? ¿Por qué no hoy
mismo? ¿Por qué no poner fin a mis torpezas en esta misma hora?
Su bautismo, a los 33 años, significa conversión y cambio de vida.
   La conversión es un proceso permanente que abarca toda la vida:    
Todo bautizado ha de romper continuamente con lo que aún tiene
del hombre viejo, del hombre pecador, siempre inclinado a ceder a
la tentación del demonio (y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos
momentos de conflicto, de odio y de guerra), que lo lleva: al egoísmo,
a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al
instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación
de los más débiles” (Papa Francisco, República Centroafricana, 30/11/ 2015).

Preparen el camino del Señor
   Cuando nace Juan, su padre Zacarías, lleno del Espíritu Santo, dice:
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante
del Señor, a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo
la salvación, el perdón de sus pecados (Lc 1,76s).
   Ahora que el tiempo se ha cumplido, Lucas citando al profeta Isaías
escribe: Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor.
Se trata de un camino donde hay: misericordia, compasión, perdón…
Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está
cerca. Que el malvado abandone su camino, que el criminal deje sus
planes. Vuélvanse al Señor y Él tendrá compasión de ustedes (Is 55).
   Siendo Jesús el Camino que nos conduce a Dios, digamos con fe:
Señor, que todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir
los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio.
Que nos preocupemos de compartir -en la caridad- las angustias
y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres y mujeres,
y así les mostremos el camino de la salvación (Plegaria Eucarística V/c).

Todos verán la salvación de Dios
   El año 2014, solamente 85 poderosos más ricos del mundo tenían
la misma cantidad de dinero que 3,500’000,000 de personas pobres.
Las consecuencias están a la vista: el peso de la miseria que sufren
los niños, jóvenes y adultos; y la destrucción de nuestra madre tierra.
   *Sabiendo que Jesús vino a salvar lo que está perdido (Lc 19,10),
los cristianos no podemos permanecer indiferentes e impasibles.
Salgamos al encuentro de los hermanos de Jesús que necesitan:
alimento, agua, vestido, salud, vivienda, trabajo, educación (Mt 25).
   *En estos días se realiza en París la COP 21 sobre el cambio climático.
A estas alturas, ¿para qué sirvieron las Cumbres anteriores?
Lamentablemente, prevalecen los intereses de ciertos países como
EE.UU, China, Rusia… y de muchas empresas transnacionales.
   Al respecto, preguntaron al Papa Francisco: ¿Usted cree que se den
pasos importantes? Su respuesta fue: Estamos al borde de un suicidio,
pero estoy seguro de que casi la totalidad de los que están en París
tienen esta consciencia y quieren hacer algo… Confío en esta gente, 
hará algo. Espero que sea así y rezo por ello (30 noviembre 2015).
   La oración de los pobres hará posible salvar lo que está perdido,
y que Adviento sea la venida de un mundo nuevo para todos
J. Castillo A.

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