Epifanía del Señor, ciclo C.
Is 60,1-6 - Ef
3,2-6 -
Mt 2,1-12
Ante la persona de Jesús se puede actuar
de diferentes maneras:
-El rey Herodes quiere saber dónde está
Jesús, pero para matarlo.
-Los sacerdotes del templo y los maestros de
la ley saben que Jesús
ha de nacer en Belén, pero no hacen nada, permanecen indiferentes.
-Unos magos de Oriente, en cambio,
guiados por una estrella,
caminan y buscan a Jesús para adorarle y ofrecerle sus
dones.
-Y nosotros, ¿a quién buscamos?... ¿a
quién adoramos?...
Las
autoridades de Jerusalén rechazan a Jesús
*Para determinados
sectores de nuestra sociedad, que solo buscan
el
poder político y económico a costa de la explotación de los débiles,
tienen en Herodes un modelo: él es ‘rey’…
vive en un palacio…
Sin
embargo, tiene miedo a un Niño pobre que ha nacido en Belén,
y
para acabar con Él, ordena matar a los niños menores de dos años.
Actualmente,
los pocos privilegiados que nadan en
la abundancia,
tienen
miedo de perder sus privilegios, sus riquezas, su “buen vivir”.
Hoy -nos dice el Papa Francisco- todo entra dentro del juego
de la competitividad y de la ley del más
fuerte, donde el poderoso
se come al más débil. Como consecuencia
de esta situación, grandes
masas de la población se ven excluidas y
marginadas: sin trabajo…
sin horizontes… sin salida… (‘La alegría del
Evangelio’, n.53).
*En Jerusalén, se hallan también los funcionarios de la religión que
han convertido la casa de oración en una
cueva de ladrones
(Mt 21).
*Los maestros de la ley y fariseos son
expertos en la Escritura.
Al
ser interrogados, responden que el Cristo ha de nacer en Belén;
pero
no hacen nada para seguir el ejemplo de los magos de Oriente.
Más
tarde, a estos especialistas en la Escritura, Jesús les dice:
Ustedes estudian la Escritura con mucho
cuidado, porque esperan
encontrar en ella la Vida eterna; sin
embargo, esa Escritura da
testimonio de mí y ustedes no quieren
venir a mí para tener Vida…
Yo les conozco y sé que ustedes no
tienen el amor de Dios (Jn 5,39ss).
En
Belén, unos magos de Oriente adoran a Jesús
Los magos de Oriente son personas que
dejan su tierra, se ponen
en
marcha y emprenden una aventura buscando al verdadero Rey.
Este recorrido físico tiene relación con
el camino de la fe,
que
es una gracia divina para ponernos de pie… caminar… buscar…
encontrar…
Ver dónde vive Jesús y quedarnos con Él
(Jn 1,38s).
Hoy, necesitamos arriesgarnos como hacen
los magos de Oriente,
para
salir de nuestros egoísmos, comodidades y costumbres negativas;
y
encontrarnos con Jesús, tomando en serio el Evangelio que anuncia.
Aquellos
magos solo tienen la luz de una estrella que les guía a Belén,
pero
su mérito está en caminar… buscar… preguntar… encontrar…
porque,
guiados por el misterio, sienten la
necesidad de adorar:
Entran en la casa. Ven
al niño con María, su madre. Se
arrodillan.
Le
adoran. Abren sus cofres. Le ofrecen: oro, incienso y mirra.
Desde
la época de los Santos Padres (siglo 4º) se dice que ofrecen:
oro porque Jesús es rey, incienso por ser Dios, y mirra por su pasión.
Sin embargo, es más acertado lo que dice
Santo Tomás de Aquino:
Oro, porque los padres de Jesús son pobres. Incienso, por el mal olor
que hay en el establo. Mirra, para la salud del niño (Lectura, n.201).
Digamos
algo sobre la pobreza…el mal olor…y las enfermedades…
*¿Hasta cuándo los pobres campesinos de la Sierra y los indígenas
de
la Selva seguirán siendo expulsados de la tierra donde nacieron?
¿Por
qué se permite a los que buscan y adoran el “becerro de oro”:
destruir
la naturaleza y explotar a los pobres con salarios de hambre?
*Sobre el mal olor, escuchemos al Papa Francisco (Laudato si, n.21):
La tierra, nuestra casa, parece
convertirse cada vez más
en un inmenso depósito de porquería. En muchos lugares del planeta,
los ancianos añoran los paisajes de
otros tiempos, que ahora se ven
inundados
de basura… Muchas veces
se toman medidas solo cuando
se ha producido efectos irreversibles
para la salud de las personas.
*Siendo el hambre la causa de tantas enfermedades, Paulo VI dice:
Cuando tantos pueblos tienen hambre,
cuando tantos hogares sufren
miseria, cuando tantos hombres viven
sumergidos en la ignorancia,
cuando quedan por construir tantas
escuelas, hospitales, viviendas
dignas de ese nombre, todo derroche
público o privado, todo gasto
de ostentación nacional o personal, toda
carrera de armamentos
se convierte en un escándalo intolerable (PP,
1967, n.53).J. Castillo A.
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