miércoles, 29 de abril de 2015

Yo soy la vid verdadera

V Domingo de Pascua (ciclo B)
Hch 9,26-31  -  1Jn 3,18-24  -  Jn 15,1-8

   Como buen campesino, Jesús de Nazaret anuncia el Reino de Dios,
utilizando comparaciones sencillas: el sembrador que va a sembrar...
el trigo y la mala hierba… la semilla de mostaza… la higuera
   En el Evangelio de hoy nos dice: que Él es la vid verdadera, que sus
discípulos son las ramas, y que la gloria de Dios Padre -el viñador-
consiste en que los discípulos estén unidos a su Hijo para dar frutos;
caso contrario se secan, son arrancados y arrojados al fuego.
  
Sin mí ustedes no pueden hacer nada
   En el AT, la vid es un símbolo del pueblo elegido que fue liberado
de la esclavitud de Egipto por el mismo Dios, el Viñador; y conducido
a una tierra fértil donde: echó raíces hasta llenar el país, extendió sus
sus sarmientos hasta el mar y sus brotes hasta el Río Grande (Sal 80).
Sin embargo, con el correr del tiempo, aquella viña del Señor,
su plantación preferida, dejó de dar frutos: Dios esperaba que diera
uvas y dio frutos agrios, esperaba justicia y encontró muerte (Is 5).
   Al llegar la plenitud de los tiempos, Jesús lleva sobre sus hombros
la viña destruida… y cumple con la voluntad de Dios misericordioso:
defender los derechos de los pobres, huérfanos, viudas, forasteros
   Esta misión le trae problemas de parte de los dirigentes religiosos,
quienes, para quedarse con la viña del Señor y explotar al pueblo,
apedrean a los profetas… y asesinan al Hijo amado de Dios.
Además, esos dirigentes -alejados de Dios- les gusta ser saludados
en las plazas y ocupar los primeros asientos; y, con pretexto de largas
oraciones, devoran los bienes de las viudas (Mc 12).
   Sin embargo, Jesús espera la conversión de todos: Un hombre tenía
una higuera en su viña. Fue a buscar fruto, pero lo no encontró. Dijo
pues al viñador: -Hace tres años que vengo en busca de fruto y nunca
encuentro nada. Córtala, pues ocupa terreno inútilmente. El viñador
le dice: -Señor, déjala todavía este año, cavaré alrededor y echaré
abono, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás (Lc 13).

Permanecer unidos a Jesús para dar fruto
   Cuando la prepotencia de los poderosos ponen el ‘dios dinero’
por encima de la vida del ser humano y de nuestra madre tierra, las
consecuencias están a la vista: autoridades insensibles… represión…
criminalización de las protestas… detenidos… heridos… muertes…
¿Hasta cuándo los actuales ‘encomenderos’ -nacionales y extranjeros-
usurparán nuestras riquezas naturales de la Costa, Sierra y Selva?
   Ya en el siglo XVI, Pedro de Quiroga, clérigo, hizo esta denuncia:
Todo ha sido rapiña y codicia cuanto habéis tratado con nosotros…
¡Oh cristianos y qué heredad habéis dañado! No tenéis razón cierta si
decís que la planta era mala o que no estaba la tierra dispuesta, sino
que la plantasteis mal y la cultivasteis peor (‘Coloquios de verdad’).
   Ciertamente, otro mundo es posible -desde el Evangelio de Jesús-
si cada cristiano permanecemos unidos a Él, para dar fruto abundante.
Cuántas cosas cambiarían, en nuestras familias y en nuestra sociedad,
si ponemos en práctica, con la gracia de Dios, el ejemplo de Jesús
que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida (Mc 10,42ss).

La gloria de Dios consiste en que tengamos vida
   La preocupación más grande de Jesús, no son los ritos y ceremonias
que se realizan en el templo de Jerusalén; tampoco la observancia
de leyes y costumbres impuestas por los fariseos y maestros de la ley.
A Jesús le preocupa la vida de niños, jóvenes y adultos. Él nos sigue
diciendo: Yo vine para que tengan vida en abundancia (Jn 10,10).
   Por eso, el mismo Jesús nos pide: dar de comer a los hambrientos…
dar de beber a los sedientos… acoger a los forasteros… vestir a los
desnudos… sanar a los enfermos… liberar a los encarcelados (Mt 25).
   ¿Nosotros hacemos su voluntad? He oído que cuando se reúnen
en asamblea, hay divisiones entre ustedes… Cuando se reúnen, ya no
comen la Cena del Señor; porque cada uno se adelanta a comer
su propia cena, y mientras uno pasa hambre, el otro está borracho.
¿No tienen ustedes casas para comer y beber? ¿Por qué desprecian
la asamblea de Dios, avergonzando a los que nada tienen? (1Cor 11).
   En este mes, los devotos de la ‘Cruz de Mayo’, debemos dar vida:
Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen la justicia,
ayuden al oprimido, defiendan al huérfano, protejan a la viuda (Is 1).
Estas obras agradan a Dios y son su verdadera gloria.
J. Castillo A.     

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