III Domingo de Pascua (ciclo B)
Hch 3,13-19 - 1Jn
2,1-5 -
Lc 24,35-48
Los discípulos de Jesús viven
aterrorizados, pues el mismo castigo
que
llevó a Jesús a ser crucificado, pesa sobre ellos si son detenidos.
Además,
están abatidos y preocupados pues por salvar sus vidas,
todos ellos abandonaron a Jesús en el huerto de
Getsemaní.
Sin
embargo, Jesús se presenta en medio de ellos para reconciliarlos
con
un mensaje: de paz… de alimento… de
conversión y perdón…
La
paz esté con ustedes
Jesús que ha sufrido en profundidad
torturas y muerte en una cruz,
al
resucitar, puede hablar de la paz que
reconcilia, sana, da vida.
Jesús
resucitado -víctima reconciliada y
reconciliadora- se presenta
en
medio de sus discípulos para anunciarles: La paz esté con ustedes.
Sin
embargo, ellos tienen miedo, dudan, creen ver un fantasma.
Pero
Jesús que busca reconciliar a sus discípulos apenados, añade:
Miren
mis manos… Miren mis pies… Soy yo mismo...
Es
el mismo Jesús de Nazaret que fue crucificado pero ha resucitado,
ahora
tiene un cuerpo incorruptible, pero es la misma persona.
Sus
discípulos, poco a poco, quedan admirados, se alegran y creen.
Jesús,
Profeta itinerante, caminó: -anunciando Buena Noticia
a
los pobres, -liberando a los oprimidos, -sanando a los enfermos,
-alimentando
a los hambrientos, -perdonando a los pecadores…
Este
mismo Jesús, ahora resucitado, quiere que todos sus discípulos
no se queden paralizados por el egoísmo,
la indiferencia, la rutina.
Hoy,
ante el incremento de la violencia -ya sea social o familiar-
Jesús
quiere que seamos mensajeros de la paz, y nos sigue diciendo:
Cuando
entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa (Lc 10).
A
las personas y grupos de poder político y económico: -que buscan
amontonar
oro y cobre, -que despojan a los campesinos e indígenas
de
sus tierras, -que destruyen el medio ambiente… Jesús les dice:
Ojalá
en este día comprendas los caminos de la paz (Lc 19,41ss).
¿Hasta
cuándo seremos pobres, gracias a las riquezas que tenemos?
¿Tienen
aquí algo para comer?
Jesús, después de mostrarles sus manos y
pies, pide a sus discípulos
algo
para comer. Ellos le ofrecen un trozo de
pescado asado.
Para
Jesús la comida es signo de: vida…
acogida… reconciliación…
*Ante
cinco mil personas que le siguen, Jesús pide a sus discípulos
compartir el pan de cada día: Denles ustedes de comer (Lc 9,10ss).
*El
Profeta Jesús acoge a publicanos y
pecadores, y come con ellos:
-No vine a llamar a justos sino a pecadores,
dice a los fariseos (Lc 5).
-Acoge a pecadores y come con ellos,
critican sus enemigos (Lc 15).
-Ha ido a hospedarse en casa de un pecador,
murmuran todos (Lc 19).
*En las comidas con los fariseos, Jesús
anuncia compasión y perdón,
denuncia
sus hipocresías, pide acoger y comer con los pobres:
-En la casa del fariseo Simón, Jesús perdona
a una pecadora (Lc 7).
-El interior de ustedes fariseos está lleno
de robos y malicias (Lc 11).
-Cuando ofrezcas una comida invita a pobres,
cojos y ciegos (Lc 14).
*Las comidas con sus discípulos hablan de
muerte y resurrección:
-Jesús
se sienta a la mesa con sus discípulos y les dice: Cuánto
he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer (Lc 22).
-Los de Emaús reconocen a Jesús resucitado al
partir el pan (Lc 24).
-Jesús resucitado les dice: ¿Tienen aquí algo
para comer? (Lc 24).
¿Imitamos
a Jesús que acoge a todos… y a
todos invita a su mesa?
Anunciar
la conversión y el perdón de los pecados
A continuación, Jesús pide a sus
discípulos, ya reconciliados:
-ser testigos de su resurrección de
entre los muertos, y
-anunciar la conversión y el perdón de
los pecados.
Hoy
en día, cuando tantos pueblos son
privados de tierra y agua,
cuando
tantos
trabajadores
escupen sangre para
que otros
vivan mejor,
cuando
tantas personas buscan en la basura
algo que tenga valor…
los
testigos de Jesús, muerto y resucitado, debemos comprometernos
para
que todos ellos tengan vida, sean sujetos de su propia liberación,
y
no simples objetos de caridad y de proyectos sociales paliativos.
Debemos
también, unidos a las víctimas reconciliadas, trabajar para
que
el
opresor reconozca el mal que ha hecho y, con la ayuda de Dios,
se
convierta, pida perdón, repare todo el mal que ha ocasionado. Pues,
si alguien dice que conoce a Dios y no
cumple sus mandamientos,
es un mentiroso y la Verdad no está en
él
(segunda lectura).
J. Castillo A.
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