Resurrección del Señor (ciclo B)
Hch 10,34-43 - Col
3,1-4 -
Jn 20,1-9
En el corazón de nuestra fe hay un Crucificado: Jesús de Nazaret.
Los
poderosos buscan por todos los medios apagar su voz profética,
para
que nadie oiga que los pobres son los preferidos de Dios.
Por
eso, le arrestan, le torturan como a un delincuente, y le crucifican.
Pero
Dios hace justicia a su Hijo y lo resucita de entre los muertos
y,
desde entonces, hay esperanza para los crucificados de la tierra.
Se
han llevado del sepulcro al Señor
Son muchas las mujeres-discípulas de Jesús
que le siguen y sirven,
cuando
Él anuncia el Reino de Dios con palabras y obras, en Galilea.
Por
fidelidad caminan a Jerusalén con
Jesús y permanecen firmes
a
su lado cuando va al Calvario. Contemplan
de cerca al Crucificado.
Miran la sepultura. Y, el primer día
de la semana, ven la tumba vacía.
Su
perseverancia es recompensada cuando la Vida vence a la muerte,
pues,
hay siempre una noche oscura para cada
amanecer.
Según
el evangelio de hoy, el primer día de la semana, al amanecer,
María Magdalena va al sepulcro
y ve que la piedra está retirada.
¿Las
autoridades habrán ordenado que el cuerpo de Jesús sea arrojado
a
una fosa común, convirtiéndolo así en un muerto-desaparecido?
Ante
esta nueva tragedia, María Magdalena busca a Simón Pedro
y
a Juan para decirles: Se han llevado del sepulcro al Señor…
Luego,
como seguía llorando, dos ángeles le dicen: ¿Por
qué lloras?
Ella
responde: Se han llevado a mi Señor y no
sé donde lo han puesto.
Cuando
Jesús mismo le pregunta: ¿Por qué lloras?
¿A quién buscas?
Ella
le dice: Señor, si tú te lo has llevado,
dime dónde lo has puesto…
Con
el llanto de María Magdalena interroguemos nuestra historia:
¿Por
qué se sigue protegiendo a quienes cometieron actos criminales
durante
el conflicto armado interno que sufrimos entre 1980-2000?
¿Hasta
cuándo los familiares seguirán llorando por sus seres queridos
que
fueron arrestados... torturados…
asesinados… desaparecidos?
¿Algún
día habrá reconciliación basada en la verdad y justicia?
Resurrección
y reconciliación
La reconciliación: no es
impunidad, ni borrón y cuenta nueva.
Todo
lo contrario: -Es un don de Dios y una tarea de nuestra parte.
-Significa
nueva relación con Dios, con uno mismo y con los demás.
-Se
lleva a cabo sobre la base de la verdad, la justicia, la paz.
-Se
orienta a que las víctimas asuman el problema que padecieron,
se
transformen, caminen hacia un futuro diferente, den vida a otros,
y
busquen incluso que los agresores se arrepientan y pidan perdón.
No
olvidemos que Dios Padre está de parte de las víctimas, a saber,
los
pobres, huérfanos, viudas, forasteros, oprimidos, encarcelados…
En
efecto, cuando Dios resucita a su Hijo, manifiesta que la última
palabra
no es la injustica, la crueldad, la muerte… sino la Vida.
Hoy,
¿estamos del lado de los que crucifican
o de los crucificados?
¿Somos
cómplices con los que matan o nos solidarizamos con los que
entregan
su vida por defender al ser humano y a la madre tierra?
La vida de María Magdalena cambia cuando Jesús la libera de una
grave
enfermedad. Luego, ella sigue a Jesús y le sirve con sus bienes.
Más
tarde, mientras llora por haber encontrado el sepulcro vacío,
Jesús
se dirige a ella llamándola por su nombre: ¡María!
Ella,
al reconocer esa voz amiga, exclama: ¡Maestro!
De
inmediato, Jesús le confía una misión: Ve
a decir a mis hermanos:
Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a
mi Dios, el Dios de ustedes.
Desde
entonces, ella anuncia a los discípulos: He
visto al Señor;
llegando
a ser: La apóstol de los apóstoles
(S. Hipólito, +235).
Este
es el proceso de reconciliación de María Magdalena.
Es
un ejemplo sobre la misión que
desempeñan las mujeres,
cuando
se trata de la espiritualidad y el ministerio de la reconciliación.
Ayer
y hoy, ante hechos dolorosos de violencia, muerte, desaparición;
son
mujeres las que buscan caminos diferentes que hablan de vida.
Tenemos
una tarea pendiente: crear comunidades de reconciliación
donde
se cultive la vida... único camino para desterrar toda violencia.
Sigamos
reflexionando en el siguiente texto de San Pablo:
El que vive en Cristo es una nueva
criatura. Lo antiguo pasó,
ha llegado lo nuevo. Todo es obra de
Dios, que nos reconcilió con Él
por medio de Cristo, y nos confió el
ministerio de la reconciliación…
Por Cristo le suplicamos, déjense
reconciliar con Dios
(2Cor 5,17ss).
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN
J. Castillo A.
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