VI Domingo de Pascua (ciclo B)
Hch 10,25-48 - 1Jn
4,7-10 -
Jn 15,9-17
Dios es amor y ama a todos sus hijos con entrañas
de misericordia:
¿Puede una madre olvidar o dejar de amar
al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo tu Dios
no te olvidaré
(Is 49,15).
Jesús,
el Hijo amado de Dios, nos dice: Como el Padre me ama,
así les amo yo, permanezcan en mi amor. Y quiere que
sus discípulos
se amen como Él nos ama, hasta dar la
vida por los amigos.
Un
amor compasivo (cum-passio) y misericordioso (miser-cor)
Al capitalismo salvaje, centrado en el dios-dinero, no le interesa
la
vida de las personas humanas, ni la vida de nuestra madre tierra.
Ese
sistema, para sobrevivir, hace la guerra, se apropia de las riquezas
de
países pobres, deja a su paso: hambre, éxodo, enfermedad, muerte.
Además,
para mantener el consumismo desenfrenado, ese capitalismo
necesita
saquear la naturaleza, ocasionando: cambio climático,
pérdida
de la biodiversidad, deforestación (Papa Francisco, 28/10/14).
El
camino de Jesús es diferente, ama con entrañas de misericordia.
*Ovejas abandonadas. Jesús recorre ciudades y pueblos anunciando
el Reino de Dios. Viendo a la multitud, se compadece de todos ellos,
pues son maltratados y abatidos, como
ovejas sin pastor
(Mt 9,35).
*El hambre. Jesús dice a sus discípulos: Tengo compasión
de esta
gente porque hace tres días que están
conmigo y no tiene qué comer;
si los despido en ayunas, desfallecerán
por el camino
(Mc 8).
*Pecadores. Su padre lo ve, se compadece,
corre a su encuentro,
se le echa al cuello, le besa… y ordena
celebrar una fiesta
(Lc 15).
*Heridos. Pero un samaritano, lo ve, tiene compasión,
se acerca,
cura sus heridas, lo lleva a una posada,
cuida de él
(Lc 10).
*Morir antes de tiempo. Al llegar a Naín, llevaban a enterrar al
hijo
único de una madre viuda. Al verla,
Jesús se compadece y le dice:
No llores… Luego exclama: Joven, a ti te
digo, levántate
(Lc 7).
Ante
tantos desafíos, ¿somos peces vivos que luchan contra toda
explotación,
o peces muertos que son arrastrados por la corriente?
Ámense
los unos a los otros como yo les he amado
En nuestra
sociedad la palabra ‘amor’ tiene diversos significados.
Hay
sectores donde el amor se identifica con relaciones sexuales.
Al
respecto, basta ver ciertos programas de televisión (‘telebasura’).
Para
otros grupos, amor significa ascender a costa de los demás.
Se
pisotea los derechos de otros, a quienes se considera inferiores.
Es
un amor individualista que se sustenta en la estructura jerárquica.
No
faltan quienes, encerrados en determinados círculos sociales,
solamente
aman a los miembros de su grupo. Es un amor sectario.
Otros
han reducido el amor al ‘cumplo-y-miento’
de ciertas normas,
con
la esperanza de recibir una recompensa. Es un amor farisaico.
Para Jesús, que
se hizo amigo de todos nosotros, amar significa:
poner
todo lo que somos y tenemos al servicio de los demás, incluso
entregando
nuestra vida. Como Jesús amemos también al enemigo.
Pero,
¿qué sucede, hoy, con los hombres y mujeres que se arriesgan
a
cruzar el mar o una frontera, en busca de una vida más digna?
¿Cómo
actúan los países ricos que han saqueado a los países pobres?
¿Bastará
dar limosna con una mano, lo que se roba con la otra?
¿Hasta
cuándo esos Caínes seguirán derramando sangre inocente?
Ojalá,
los cristianos y personas de buena voluntad cambiemos
nuestra
manera de vivir, para que también los opresores se conviertan.
En este contexto,
escuchemos al apóstol Pablo que nos dice:
Si yo hablara todas las lenguas de los
hombres y de los ángeles,
pero no tengo amor, soy como una campana
que resuena
o un platillo que hace ruido.
Si yo tuviera el don de profecía y
conociera todos los misterios
y toda la ciencia, y tuviera tanta fe
para mover montañas,
pero no tengo amor, nada soy.
Si repartiera todos mis bienes a los
pobres y entregara mi cuerpo
para recibir alabanzas, pero no tengo
amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, servicial y sin
envidia, no busca aparentar,
no es orgulloso ni actúa con bajeza, no
busca su propio interés.
El amor no se irrita, sino que olvida
las ofensas y las perdona.
Nunca se alegra de la injusticia y
siempre se alegra de la verdad.
Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo
espera y todo lo soporta…
Ahora tenemos la fe, la esperanza y el
amor,
pero la más importante de las tres es el
amor
(1Cor 13).
J. Castillo A.
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