miércoles, 6 de mayo de 2015

Amar como Jesús nos ama

VI Domingo de Pascua (ciclo B)
Hch 10,25-48  -  1Jn 4,7-10  -  Jn 15,9-17

   Dios es amor y ama a todos sus hijos con entrañas de misericordia:
¿Puede una madre olvidar o dejar de amar al hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvide, yo tu Dios no te olvidaré (Is 49,15).  
   Jesús, el Hijo amado de Dios, nos dice: Como el Padre me ama,
así les amo yo, permanezcan en mi amor. Y quiere que sus discípulos
se amen como Él nos ama, hasta dar la vida por los amigos.

Un amor compasivo (cum-passio) y misericordioso (miser-cor)
   Al capitalismo salvaje, centrado en el dios-dinero, no le interesa
la vida de las personas humanas, ni la vida de nuestra madre tierra.
Ese sistema, para sobrevivir, hace la guerra, se apropia de las riquezas
de países pobres, deja a su paso: hambre, éxodo, enfermedad, muerte.
Además, para mantener el consumismo desenfrenado, ese capitalismo
necesita saquear la naturaleza, ocasionando: cambio climático,
pérdida de la biodiversidad, deforestación (Papa Francisco, 28/10/14).
   El camino de Jesús es diferente, ama con entrañas de misericordia.
*Ovejas abandonadas. Jesús recorre ciudades y pueblos anunciando
el Reino de Dios. Viendo a la multitud, se compadece de todos ellos,
pues son maltratados y abatidos, como ovejas sin pastor (Mt 9,35).
*El hambre. Jesús dice a sus discípulos: Tengo compasión de esta
gente porque hace tres días que están conmigo y no tiene qué comer;
si los despido en ayunas, desfallecerán por el camino (Mc 8).
*Pecadores. Su padre lo ve, se compadece, corre a su encuentro,
se le echa al cuello, le besa… y ordena celebrar una fiesta (Lc 15).
*Heridos. Pero un samaritano, lo ve, tiene compasión, se acerca,
cura sus heridas, lo lleva a una posada, cuida de él (Lc 10).
*Morir antes de tiempo. Al llegar a Naín, llevaban a enterrar al hijo
único de una madre viuda. Al verla, Jesús se compadece y le dice:
No llores… Luego exclama: Joven, a ti te digo, levántate (Lc 7).
   Ante tantos desafíos, ¿somos peces vivos que luchan contra toda
explotación, o peces muertos que son arrastrados por la corriente?

Ámense los unos a los otros como yo les he amado
En nuestra sociedad la palabra ‘amor’ tiene diversos significados.
   Hay sectores donde el amor se identifica con relaciones sexuales.
Al respecto, basta ver ciertos programas de televisión (‘telebasura’).
   Para otros grupos, amor significa ascender a costa de los demás.
Se pisotea los derechos de otros, a quienes se considera inferiores.
Es un amor individualista que se sustenta en la estructura jerárquica.
   No faltan quienes, encerrados en determinados círculos sociales,
solamente aman a los miembros de su grupo. Es un amor sectario.
   Otros han reducido el amor al ‘cumplo-y-miento’ de ciertas normas,
con la esperanza de recibir una recompensa. Es un amor farisaico.
   Para Jesús, que se hizo amigo de todos nosotros, amar significa:
poner todo lo que somos y tenemos al servicio de los demás, incluso
entregando nuestra vida. Como Jesús amemos también al enemigo.
   Pero, ¿qué sucede, hoy, con los hombres y mujeres que se arriesgan
a cruzar el mar o una frontera, en busca de una vida más digna?
¿Cómo actúan los países ricos que han saqueado a los países pobres?
¿Bastará dar limosna con una mano, lo que se roba con la otra?
¿Hasta cuándo esos Caínes seguirán derramando sangre inocente?
   Ojalá, los cristianos y personas de buena voluntad cambiemos
nuestra manera de vivir, para que también los opresores se conviertan.
   En este contexto, escuchemos al apóstol Pablo que nos dice:
Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles,
pero no tengo amor, soy como una campana que resuena
o un platillo que hace ruido.
Si yo tuviera el don de profecía y conociera todos los misterios
y toda la ciencia, y tuviera tanta fe para mover montañas,
pero no tengo amor, nada soy.
Si repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo
para recibir alabanzas, pero no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, servicial y sin envidia, no busca aparentar,
no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su propio interés.
El amor no se irrita, sino que olvida las ofensas y las perdona.
Nunca se alegra de la injusticia y siempre se alegra de la verdad.
Todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta…
Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor,
pero la más importante de las tres es el amor (1Cor 13).
J. Castillo A.

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