Ascensión del Señor (ciclo B)
Hch 1,1-11 - Ef
4,1-13 -
Mc 16,15-20
Refiriéndose a Jesús, Juan Bautista da
este significativo testimonio:
Ahora mi alegría es perfecta, que Él crezca y yo disminuya (Jn 3,30).
En
esta misma perspectiva y habiendo llegado la hora de ir al Padre,
Jesús
dice a sus discípulos: Les conviene que yo me vaya (Jn
16,7).
Aunque
sea motivo de tristeza, esta ausencia es
necesaria. Solo así,
sus
discípulos -guiados por el Espíritu Santo enviado por Jesús- serán
responsables
y creativos en el anuncio de la Buena
Noticia del Reino.
La
Ascensión nos invita a vivir guiados por el Espíritu de Jesús.
Jesús
es Buena Noticia
Recordemos que Marcos empieza su
Evangelio diciendo:
Buena
Noticia (=Evangelio) de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.
Después
que arrestan a Juan el Bautista, Jesús va a Galilea para
anunciar
a la gente: Conviértanse y crean en la Buena Noticia.
Buena
Noticia es el mismo Jesús, porque sus enseñanzas y obras
despiertan
esperanza y dan vida a los pobres y excluidos, por ejemplo:
-sana
a los endemoniados privados de dignidad,
-limpia
a los leprosos marginados por la sociedad y la religión,
-se
solidariza con los paralíticos para que se levanten y caminen,
-quiere
misericordia en vez de la observancia farisaica del sábado,
-da
de comer a los hambrientos privados del pan de cada día,
-alaba
la fe de los paganos despreciados como si fueran perros,
-acaricia
y bendice a los niños imponiéndoles las manos…
Mientras
la gente sencilla alaba a Dios por
las obras de Jesús,
las
autoridades políticas y religiosas buscan matarlo.
Hoy,
los más débiles y frágiles esperan
de nosotros gestos audaces:
Abramos nuestros ojos para mirar las
miserias del mundo,
las heridas de tantos hermanos y
hermanas privados de la dignidad,
y sintámonos provocados a escuchar su
grito de auxilio. Nuestras
manos estrechen sus manos, y
acerquémoslos a nosotros para que
sientan el calor de nuestra presencia,
amistad y fraternidad
(MV 15).
Los
discípulos anuncian la Buena Noticia
Para que la Buena Noticia del Reino
llegue a toda la humanidad,
Jesús
busca colaboradores que se identifiquen con su proyecto (Mc 3).
Entre
estos seguidores hay también un grupo de
mujeres:
Ellas, cuando Jesús estaba en Galilea,
le habían seguido y servido;
y otras muchas que habían subido con Él
a Jerusalén
(Mc 15,41).
A
tres de ellas -María Magdalena, María de Santiago y Salomé-
un
joven vestido con un hábito blanco les anuncia esta Buena Noticia:
No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús
Nazareno, el crucificado.
No está aquí, ha resucitado… Vayan ahora y digan a sus discípulos
y a Pedro que irá delante de ellos a
Galilea. Allí lo verán (Mc 16).
Con la Ascensión se abre un tiempo nuevo para sus seguidores/as:
-Pedro y Juan anuncian la resurrección
de Jesús y son arrestados.
-El
diácono Esteban habla con sabiduría;
es calumniado y apedreado.
-En
Samaría, el diácono Felipe proclama
la Palabra de Dios.
-En
Antioquía, el Espíritu Santo y la comunidad cristiana separan
a Pablo
y Bernabé, para una misión especial entre los paganos.
-La
diaconisa Febe goza de autoridad en
la comunidad de Sencreas.
-En
Corinto, la comunidad se reúne en casa de Aquila
y Prisca… etc.
¿Cómo
respondemos, hoy, a los grandes desafíos de nuestra sociedad?
El
que crea y se bautice se salvará
Actualmente, hay creyentes que viven su
fe de una manera infantil,
pues,
al no actuar en conciencia ni
ejercer su propia libertad, esperan
que
la autoridad religiosa les digan todo lo que deben creer y hacer.
Al
respecto, reflexionemos en el siguiente texto del Vaticano II:
Dios tiene en cuenta la dignidad de la
persona humana, que Él mismo
ha creado, y que debe regirse por su propia determinación y usar
de
libertad… Cristo,
nuestro Maestro y Señor, de corazón manso
y humilde, atrajo e invitó pacientemente
a sus discípulos. Cierto que
apoyó y confirmó con milagros su
predicación para suscitar la fe
de sus oyentes y afianzarla, pero no
para forzarlos… Dio testimonio
de
la verdad, pero no la quiso imponer por la fuerza a los que le
contradecían. Pues su Reino no se
defiende con la violencia, sino que
se establece dando testimonio de la
verdad… La Iglesia reconoce y
promueve la libertad religiosa, como
conforme a la dignidad humana.
(Declaración
sobre la Libertad Religiosa, nº 11-12).
J. Castillo A.
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