miércoles, 18 de octubre de 2017

Impuestos al imperio... y al templo

29º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo A
Is 45,1.4-6  -  1Tes 1,1-5  -  Mt 22,15-21

   Los discípulos de los fariseos y herodianos reconocen que Jesús:
-Es el Maestro que dice la verdad… -Enseña el camino de Dios…
-No se deja influenciar por nadie… -No se fija en las apariencias
   Así es Jesús. Vive al servicio del Reino de Dios y su justicia,
pues quiere que todos nosotros tengamos una vida digna y plena.

Maestro, ¿es lícito pagar impuestos?
   Esta vez, para acusar a Jesús, se han unido dos grupos enemigos:
-los fariseos (fanáticos religiosos que se consideran nacionalistas), y
-los herodianos (serviles al imperio romano y traidores a su pueblo).
Se asemejan a nuestros politiqueros: Se picotean pero se necesitan.
   Con la intención de acusarlo, se acercan y preguntan a Jesús:
Maestro, ¿es lícito pagar impuestos al César, o no?
Si dice “no”, Jesús puede ser acusado como subversivo (Lc 23,2).
Si responde “”, está en contra de su pueblo y del señorío de Dios.
   Sin embargo, Jesús los desenmascara llamándolos: ¡Hipócritas!;
pues llevan en la bolsa la moneda del imperio romano, donde se lee:
Tiberio César, Augusto, hijo del divino Augusto. Pontífice Máximo.
   Es un dinero divinizado que como el becerro de oro busca víctimas,
sobre todo entre los pobres, obligados a pagar impuestos:  -a Roma,
-al templo de Jerusalén, convertido en cueva de ladrones (Mt 21,13),
y -a los sumos sacerdotes que viven en barrios residenciales.
   Mientras los hipócritas “creyentes” piensan que todo es dinero,
Jesús de Nazaret nos pide una opción radical frente a ese ídolo,
porque: No se puede servir a Dios y al dinero (Mt 6,24).
   En nuestros días, el Papa Francisco se atreve llamar terrorismo,
cuando en el centro de la economía mundial está el dios dinero
y no la persona, el hombre y la mujer… Luego, insiste diciendo:
Han desechado la maravilla de la creación, el hombre y la mujer,
y han puesto allí el dinero. Este es el terrorismo fundamental
contra toda la humanidad (viaje de Polonia a Roma, 31 julio 2016).

A Dios lo que es de Dios
   Aquellos hipócritas preguntan pagar… y Jesús responde devolver:
Lo del César devuélvanselo al César, y a Dios lo que es de Dios.
Desde entonces, esta respuesta ha tenido diversas interpretaciones.
   Muchas personas e instituciones se han servido de esa frase
para levantar un muro de separación entre: fe cristiana y política.
De esta manera nuestra fe quedaría encerrada en la sacristía,
como algo privado, sin voz ni voto en lo social y en el bien común.
   La respuesta del Maestro Jesús, va a la raíz del problema:
Dios y el emperador romano no están en el mismo nivel.
Dios tiene exigencias que superan las de cualquier autoridad terrenal.
El emperador no puede atribuirse competencias que son de Dios, pues 
la gloria de Dios consiste en que el hombre y la mujer tengan vida.
   Devolver al César su moneda significa denunciar a los corruptos
que se aprovechan del poder… para perpetuar la pobreza y la miseria.
   Al respecto meditemos en este texto del Deuteronomio (30,15ss):
Pongo delante de ti: la vida y la felicidad, la muerte y la desdicha.
Hoy tomo como testigos contra ustedes al cielo y a la tierra;
te pongo delante bendición y maldición.
Elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios,
escuchando su voz, uniéndote a Él, porque de eso depende tu vida.
   Sobre este tema, los Santos Padres han hablado con mucha claridad:
*¿Es que se va a llamar ladrón a quien desnuda al que está vestido
y habrá que darle otro nombre al que no viste al desnudo…?
-Del hambriento es el pan que tú tienes.
-Del desnudo es el abrigo que tienes guardado en el armario.
-Del descalzo es el zapato que se está pudriendo en tu poder.
-Del necesitado es el dinero que tienes enterrado (S. Basilio, 330-379).
*Tratándose del entierro de un rico, S. Juan Crisóstomo (349-407)
escribe: Los que contemplan su palacio no dejarán de decir:
-Con cuántas lágrimas se ha edificado esta mansión.
-Cuántos huérfanos se han quedado desnudos.
-Cuántas viudas han sufrido el abandono.
-Cuántos obreros han sido privados de su salario.
   ¿De qué sirven ciertas celebraciones religiosas… si no acogemos
a las personas pobres que son imágenes de Dios (Gen 1,26s)?
¿Seguimos a Jesús? ¿Practicamos el Evangelio que anunció?
J. Castillo A.

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